El sábado me invitaron a escuchar a unos tipos que cantan temas de Los Beatles.
Me pareció divertido y aburrido. Las dos cosas al mismo tiempo. Si, soy un ser contradictorio.
Igual cuando salí de la radio, fui para allá. El lugar no era de los mas bonitos, ni la iluminación, ni lo que se comía, ni las mesitas, ni las sillas. Nada me gustó. Todo era medio triste. Yo estaba triste además, así que todo me parecía mas abatido todavía.
Nos esperaba un sitio que había reservado mi amiga. La mesa estaba bajo una lámpara que a mi me daba la sensación de que la luz me iba a aplastar o me iba a hacer confesar hasta lo inconfesable. Quedé enfrentada a una pared gris, mirando unos cuadros bastante feos. Oh, todo me causaba rechazo.
Ganas de huir.
La gente que iba colmando el lugar tenía la misma expresión desolada que yo, los ojos cansados, las manos crispadas, la ropa oscura, el pelo deslucido. Las tinturas hacen estragos en el cabello de las mujeres, pensaba al mirar esas cabelleras bajo las luces del confesionario.
El lugar se fue llenando de gente disuelta, fueron saliendo pizzas, mezcladas con cafés y panqueques con dulce de leche y cervezas y picadas y más cafés con crema y helados, todo bañado con mucha luz blanca que me iba oscureciendo por dentro cada vez más.
Hasta que llegaron ellos, los beatles falsos.
Uno se parecía levemente a George, sólo que era bajito, pero cuando se trepó a la silla alta, se le pareció bastante. Ringo no estaba, pero el que hacía de Paul y John se lució, el tercero sólo tocaba la guitarra y estaba completamente pelado, no era un beatle. Es increíble cómo una canción legendaria es capaz de rescatar de la agonía a un puñado de gente solitaria y dormida.
Al verlos ni remotamente les tuve fe. Pensé para mis adentros “pfff, mas tristeza”.
Error.
Bastó sólo una canción.
Los tres tipos, si yo cerraba los ojos, eran los cuatro genios de Liverpool.
De manera insólita, la gente empezó a recuperar por un rato la vida. Mientras duraron las viejas canciones, los jovatos que estábamos semidestruídos allí, volvimos a la adolescencia, al pelo largo y abundante, los pantalones anchos, el amor y la paz.
Algunos que sabían inglés cantaban a todo pulmón, yo canté en mi inglés de mierda, pero canté y cuando bajaron las luces de confesión y encendí una velita solitaria que había en la mesa, casi fui feliz.
Son mi banda favorita. Veo la imagen, el título que pusiste y desearía, ENORMEMENTE, poder leerlo ya.
¡Pero tengo que hacer trámites!
(Paso mañana, seguramente... no lo vayas a borrar como con otros que dijiste, ja ja ja).
Abrazo!
tan poco es necesario para sentirse casi feliz, una canción y a veces un puñado de gente en la que no se confía, por eso a veces vale la pena no huir.Abrazos
Sorpresas te da la vida...
Bien está lo que bien acaba.
Besos.
Qué linda descripción, de esa noche y de toda una época. La melancolía aún puede dejar paso a la alegría...
Besos.
Tu relato me trajo a la memoria "otra foto". Con María Inés tendríamos catorce años aproximadamente y era rutina nuestra los domingos después de almorzar, irnos desde la estación Villa Urquiza en tren hasta Retiro, para luego ir a recorrer la calle Florida.
En ese tiempo los robos no estaban al orden del día como ahora, por lo que Mary llevaba el grabador reproductor de cassettes. Apenas subíamos al tren (esos de madera), elegíamos el vagón para fumar jajaja y comenzabamos a escuchar a los Beatles. Nos causaba mucha gracia, ver, como los adultos serios y circunspectos, movían los pies al ritmo inevitable de sus temas.
Tu relato me llevó al tiempo donde el aire era liviano...
Gracias por compartirlo Pato querida.
Un abrazote!!!
¿casi feliz? bueno es algo no?abrazo.
Como cambian las cosas unos buenos músicos ¿Eh?
Me alegro mucho.
Basitos y salud
Que liiiiiiiiindoooo!! Amo a los Beatles.
¿Viste que es mentira eso de "lo que empieza mal termina mal"?
I am the walrus
Beatles forever
Saludos
Hello, goodbye
Me venía sorprendiendo el comienzo del relato... Sobre todo porque cualquier referencia a Los Beatles a mí de por sí me genera un entusiasmo inusitado -comparable a cuando conozco a alguien o a cuando veo ganar a Boca-.
No sé qué espectáculo habrás visto. Yo he visto la imitación hecho por The Beats en el Gran Rex y me ha parecido maravilloso. Igualmente, el clima de fiesta que hubo aquella vez dista mucho del que describís al principio.
Todo lo que contás me lleva a pensar en la magia de esa banda, en la historia que tiene, en la leyenda que supieron construirse de sí mismos.
Tan grandes fueron que lograron iluminar lo que parecía ya perdido.
Qué bueno.
Un abrazo.
Confieso que yo a los Beatles los tengo un poco de manía. A partir de ellos se cerró una etapa musical que yo adoro y comenzó otra que ¡Psche!
Con la música que se hacía en los 40, 50 y 60 y vienieron estos a fastidiar.
Besucos.
Me ha gustado tu monologo en crescendo, a veces pasa, no podemos anticipar lo que nos puede animar o hundir. Un abrazo.
Los Beatles se escuchan aún en todo el mundo; por algo será.
Un abrazo enorme, Pato.
Te leo, aunque no te comente.
Besos.