Bicivoladora


-Quique Gonzalez-

Si mañana todo sale bien, si haberme pintado de color verde esperanza me da un empujoncito, 
si los astros alineados marcan un camino, 
si la mar va en coche y si yo encuentro una bicivoladora,
 quién te dice, 
vuelva a los sitios donde nunca estuve


***

Feliz año para todos, 
les deseo lo mejor del amor y mucha salud, 
todo lo demás viene por añadidura.
Agradezco a quienes han pasado por aquí cada día dejando su voz, su semillita de ilusión y aliento a mis escritos, a los que han guardado silencio pero han andado por mis caminos. Todos amigos de letras, de sueños en el aire y de luz. 
Lo mejor para ustedes en el año que se inicia.
¡Los quiero!

Patricia

(me ausento por un tiempo con aviso)

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Tan lejos


“Tengo una nostalgia de domingo por llover”
-Victor Heredia-

hay un sol girando en mi cabeza
pero siempre me punza el costado llegar
al lugar donde tu mirada de cielo ya no está

para verte hay que ir a ese caserío de muertos
donde estás
tan lejos

la vuelta al mundo se detiene
para que yo la deshoje con mis manos.

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Podemos hacerlo


Cayeron brillantes de los ojos a las manos
cuando dije
-Sonríe
 lo que te digo es verdad-
Podemos hacer caminos de poesía
nada mas que andando
Altos caminos que bajen por las paredes internas
en escaleras caracol
 y se escuchen cien latidos 
al decir los versos 
que escribiste para una epifanía
en puertas 
que abren poesía
en mesas 
que escriben poesía
en dedos
que estrujan poesía
en baldosas 
que bailan poesía
-Sonríe
lo que te digo es verdad
podemos hacerlo-
¿Te sostengo la mandíbula?

Abalconada toda dientes se vino abajo
después que le creció un jardín.

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¿Y si todo fue una mentira?


Remisa en un rincón me olvidé de cómo era. Perdí el uso de los signos vitales tras la puerta del placard. Borré de la memoria mi idioma mas amable.
¿Para quién era que yo hablaba? 
Para quién era que yo explotaba entonces, que me abría, que decía, que cantaba. De qué material biodegradable estaban hechos mis sueños. Para quién yo juntaba hojitas y crayones. En medio de qué bosque se perdió la pizarra mágica.

El día exacto debe haber sido aquél en el que se me ocurrió mirar y ver.
Detonar el sinsentido. Prender el viento en mi garganta, abrir la canilla por donde se escapa el mar. Aflojar los resortes internos que ya ni me importaba sostener y caminar desde entonces como una marioneta fané.
Ahora despierto y no sé cómo funciono. ¿Qué es esto de no saber? Si era como salir de un sombrero y jugar a las visitas. Si del otro lado del desierto de papel, un pueblo habitado por mis ojos, era capaz de crecer, cómo es que ahora sólo levanto paredes de rastis y veo campos repletos de espigas secas.

No muchos, pero algunos días sobre esos muros plásticos dibujo grafitis y puertas que no van a ningún lado, ventanas que miran a ríos que no existen, árboles que suben hasta alcanzar nubes llorosas de humo, hormigas que arrastran letras a insólitas cuevas que persigo y nunca llego, miradas en las que hay un rapto de sorpresa, relojes que marcan un tiempo que se perdió en las carreteras del ayer, algunos días creo que vivo, pero me equivoco como siempre y muero.

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Pasto seco

arde 
un volcán en mi cabeza

llegarán mañana mis cenizas a tu huerto
y no sabrás que he sido yo
que inerte y floja
me dejé ir
sin un lamento
inflando 
el cielo
todo

de pasto seco

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Llueve otra vez

Ese barquito es de mentira,
el de verdad está hecho con una cáscara de nuez. 
Y no para de llover
No quiero ver qué pasa afuera, porque la garúa me hipnotiza, entonces cierro los ojos y quiero dormir y volver a entrar en la fiesta del sueño de ayer cuando abríamos las puertas y éramos otros
pero ahora siento que llueve
en el techo repiquetean las gotas
palabras escarpias acompasadas y húmedas
caen 
u
n

t
r
a

o
t
r
a

y es que llueve    
condena de escuchar siempre escuchar
cómo se desmoronan las gotas por las tejas y se desmayan en las paredes todas
chorreadas de musgo

t
o
d
a
s

sobre la blanca mano de cal
pero no quiero
cierro los ojos por eso
no quiero ver llover en círculos
ni agonizar palabras en la ventana
porque ya las vi todos estos días
y no dicen nada
mueren mudas y lentas como esa garúa chata
pinchando papelitos como alfileres
clavándose al techo de mi boca.
No miro, pero escucho.
Otra vez oigo ese sonido como de pajarito triste que camina en puntas de pie,
pero es agua que salta y pica y agujerea y crispa.
Y abro un ojo, miro por el agujerito miope y otra vez la misma calle escasamente iluminada y la esquina del café, a esta hora seguro que ya no queda nadie y estos ojos vacuos que van y miran y ven agua, ven calle, esquina, paraguas y mas agua
porque miran agua antes que nada.
Otra vez van a miran agua, porque llueve otra vez cuando yo quería que escampara.
¿Llueve? 
O son estos ojos tontos que se cierran 
y ven olas arrastrando barquitos de nuez con una banderita blanca.

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No se cómo llamar este post

Llevo 45 minutos buscando una foto que tengo en mi mente, pero no la puedo encontrar entre las chiquicientas imágenes de google. Y eso que busqué ilustraciones y fotos y nada me convence. 
Lo que pasa es que me sucede algo peor. 
Una parte de mi, digamos un 5 % de mí, busca la fotito alegremente porque no hay que mirar cosas feas por internet y otra parte, el 95 % restante, investiga, indaga, elucubra sobre otra cosa. Fea por cierto.
Del barquito sólo queda una búsqueda infructuosa y un leve agotamiento en mi vista, pero lo hago tranquila porque mientras tanto espero que entren a invadirme los síntomas del botulismo, y lo mas pancha espero ansiosamente comenzar a experimentar todas esas cosas horribles que pueden entrar a pasarme de ahora en mas. Porque entre foto y foto me estuve informando de lo horrible que es padecer una intoxicación con esa bacteria que no me acuerdo como se llama, pero les digo, daba miedo. 
Todavía me quedan unas horas para ver si estoy intoxicada o no. El desastre es muy reciente. Estaba escribiendo y me dio como un ataque de algo dulce y rico y me comí una guinda de esas envasadas en frascos y no estaba rica precisamente, o sea que mientras escribo esto puedo estar muriendo envenenada y yo tan feliz buscando fotos de barquitos hechos con nuez, porque eso era lo que buscaba, qué quieren que les diga, ya se que es una pavada frente a la posibilidad de estar intoxicada con botulismo, pero es la verdad. Cuando escribí la palabra "botulismo" recién, fui a ver bien lo que puede sucederme y entré a experimentar todos los síntomas, en especial calor en las orejas y en las manos. Eso no dice que vaya a pasarme, pero fue leer todo eso y yo comencé a carbonizarme viva, o sea que mejor dejo librado a la frondosa imaginación de ustedes, mis queridos los lectores lo que pueda llegar a sucederme y no les cuento mas nada. Sigo con la irrelevante historia de la búsqueda de la foto del barco pequeñito en medio de una tormenta inmensa, de esas terroríficas de los cuentos de marinos con monstruos y todo. 
No se rían, que yo tengo ganas de llorar, pero estoy haciendo una asociación espeluznante, ahora mismo mi estómago es un mar convulsionado y el barquito no es una cáscara de nuez,  es una guinda posiblemente llena de clostridium botulinum y 
¡¡¡¡¡¡¡¡¡aaaggggggghhhhhhh!!!!...

(ansío poder continuar mañana) 

Ya veo doble, conservo mi lucidez mental a pesar de la debilidad y todavía puedo hablar, cosa que debería haberse interrumpido, pues uno de los síntomas era que se perdía el habla, pero parece que se le complica a la bacteria interrumpir mi parloteo.

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No odio las fiestas, pero...


Estos días mis cables entran a pelarse y a hacer cortocircuitos, chisporroteos varios y en algunos momentos mis orejas ofician de chimeneas y humean alegremente como caños de escape, parece que odio las fiestas, pero no.
No odio las fiestas, por mas que desearía con locura tener el espíritu del Grinch y salir a robar las navidades por las calles de la ciudad, especialmente en esos lugares donde la Navidad se vuelve ostentosa y agobiante con sus villancicos estridentes y las lucecitas esquizofrénicas, pero soy pacifista y nada me hace mas feliz que estar en armonía y disfrutar de la familia. Y acá es donde empieza mi cableado interno a tener inconvenientes técnicos. La familia ha crecido tanto que se complica encontrar un día para estar juntos, todos juntos. Algunos años se consigue y otros años, como éste,  no va a poder ser. Entonces las luces por más que siguen como locas en su frenético existir, en mis ojos se vuelven lentas y empañadas y la música se desdibuja en mis oídos, porque lo que oigo es un murmullo de voces que ya no son, de risas que siguen sonando dentro de mí como ecos de fiesta que acabó, de papeles de regalos desgarrados al amanecer, de días que ya fueron…
No odio las fiestas, odio esta sensación que se genera en mí y estas ganas enormes de desaparecer por unas semanas, o perder la memoria para no ser asaltada por esos recuerdos que dejan tu día escondido en un rincón haciendo pucheros. Porque hay que ver cómo son de jodidas esas pequeñas apariciones del pasado que te salen de cualquier parte y te cagan el día por completo. Entonces desesperada busco una dosis de optimismo y me digo, bueno no habrá de “esto” pero “habrá de esto otro” y me vuelve el alma al cuerpo y la sonrisa otra vez se enciende y pongo luces y armo el arbolito y lo armo sola, encantada porque va a quedar perfecto y no lleno de cachivaches. Porque cuando lo armaba con mis hijas el arbolito era una especie de equeco al que le ponían de todo y ahora es un arbolito de las revistas de decoración y lo miro desde todos los rincones y ha quedado hermoso, y digo cuando vengan las chicas les va a encantar, pero cuando llegan ellas ni se emocionan cuando lo ven armado, ni nada, ah qué lindo -dicen- y nada mas (no sé yo qué esperaba que harían cuando vieran el arbolito, que les iba a dar una felicidad extrema y se pondrían a bailar el ula ula, qué se yo, nada)  y lloro mucho en silencio por esa pavada y estoy así tan triste pensando lo rápido que pasa la vida y como las he escuchado planear que se irán de casa el año que viene, a vivir solas, me apuro a pensar en este último año juntos, y eso inmediatamente me convierte en una fuente de agua. A 400 km de distancia y sin saber que estoy llorando a mares, me llama mi madre por teléfono toda feliz -yo me trago todas las lágrimas y cambio la voz ipso facto-  y me dice que el resultado de su estudio no es el mejor, el valor de los linfocitos no está del todo bien, pero se mantiene estable desde hace mucho, lo cual es bueno y no justifica una quimioterapia porque es una mujer grande y su estado general es bueno y mejor pájaro en mano que cien volando y para demostrarme que se siente muy bien, me cuenta que ha barrido toda su vereda, que es tan ancha como una avenida, “porque los tilos son hermosos nena, pero cuando se les cae el pólen son una pesadilla y tengo miedo de que pase una pobre vieja y se parta el alma”. Una pobre vieja, mas vieja que ella claro. Y nos despedimos y me siento feliz de tener una madre así de enérgica y vital y pienso que pronto iré a verla y “esto” que pensábamos que iba a ser así de feo, mirá qué bueno, resultó que “es así” y mi parte adorable, le dice a mi pequeño Grinch no jodas, aceptemos cómo son las cosas y pongámosle un poco de onda y pienso en comidas, cosas ricas y algún vestido que me guste y ahí están las lucecitas que se prenden y que se apagan con su psicodelia eterna y acá estoy yo, por momentos descarrilando y por momentos volviendo al carril.

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Algunas lluvias

-Ana Jannelli-
Cosas bonitas dentro de la montaña rusa.
Ana Jannelli, fotógrafa y amiga, está exponiendo una serie de fotos que ha llamado "Algunas lluvias" y para acompañar sus fotos ha elegido textos míos.
La exposición es en Café Vinilo 

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Caput



Tengo la sensación de haberme comido una vaca cruda. Eso vendría a ser indigestión, pero en mi caso no es estomacal. Los excesos fueron mentales y afectivos. Para simplificar he vivido atrapada en una montaña rusa de acontecimientos patéticos, divertidos, bizarros, geniales, horribles, inesperados, sorprendentes, terroríficos, encantadores. Unos dignos de ver vividos plenamente y otros dignos de huir a campo traviesa y que nadie me encuentre nunca jamás.

Quien ha subido a una montaña rusa y ha disfrutado de ello, es una persona a la que le gusta el vértigo y lo pasa fenomenal sintiendo que el corazón le sale por las orejas o que lo tiene en los talones. Eso para ellos es un juego de niños. Sepan que existe gente a la cual eso le parece una locura endemoniadamente tétrica. O sea para quien como yo, sufre de un irremediable temor a las alturas y tranquilamente podría ser el personaje de la película de Hitchock que lo haría a la perfección y sumamente creíble, estar atrapada en una montaña rusa sin fin, es una pesadilla. Pero no piensen en una montañita rusita de esas primeras que eran la delicia de ingenuos jovencitos con frenéticos deseos de vivir aventuras de riesgo en el 1800 y pico, no. Esas eran “medianamente” soportables. Lo digo yo que subí a una en el Ital Park en el año 70 y tanto, y casi muero, pero sobreviví. Yo me refiero a una montaña rusa de las modernas, con perfectos diseños de ingeniería del horror y estructuras especiales para que te mueras de un ataque de pánico o paro cardíaco en medio de la experiencia y si tenés la suerte de salir con vida, te lo pases el resto de tus días, contándoselo a tus pobres amigos y te sientas un héroe for ever.

Bien, para quien no es feliz cayéndose de un décimo piso en picada y cuando estás a punto de estallar contra la tierra, una fuerza inexplicable te remonte hacia las nubes en un bucle y en medio de brincos y remolinos y frenadas y con el corazón, los riñones y el hígado de moño te sacude cual coctelera eléctrica para que los ojos se te salgan de órbita, tus pulmones se conviertan en una bolsa de gatos y tus manos crispadas derritan el coso del cual estás aferrada con desesperación, quedar atrapada en una montaña rusa, con un circuito que parece no tener fin, no es divertido.

Eso me pasó. 
Esta montaña rusa de la que les hablo, no tenía rieles, ni carros, ni ruedas, ni frenos de mano, ni electricidad ni nada de nada. Aparentemente yo caminaba, entraba, salía, conversaba, vivía cosas, me encontraba, reía, cocinaba, lloraba, comía, saludaba gente, salía airosa de situaciones en las que debería salir prendida fuego, o lo que es peor salía prendida fuego de situaciones donde debería haber salido airosa, todo eso de pie, con cara de póker, sin ir a 200 Km/h, ni con los pelos al viento o los ojos desencajados, o gritando a mandíbula batiente. Nada de eso. Mi vida ha transcurrido normal por fuera, pero por dentro, he vivido siendo autopropulsada desde el suelo y por propia voluntad (eso es lo mas loco) y en otras ocasiones obligada por las circunstancias (tan loco como lo primero) girando por los aires cabeza abajo, yendo en dirección contraria a la que se espera, sin ningún tipo de arnés ni nada y he colapsado.

Así de simple: caput. 
Ni siquiera puedo escribir bien todo lo que he vivido, entre otras cosas porque lo sigo viviendo y es muy complicado escribir a esa velocidad y con el estómago pegado en la nuca.
Ya ven ésta ha sido un intento de entrada catártica y olvidable, pero bueno, es lo que hay, ya vendrán tiempos mejores. 
Eso espero.

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Camino andado

¡¡Zambombas llevo mas de 700 publicaciones!!

es verdad que muchas han sido aburridas y extensas y pelusientas
pero qué bien que me han hecho todas esas cosas que he escrito en forma de relato, poema, catarsis, chubasco, queja, sopor, incendio, canción, rompecabezas, pájaros volando, hojitas secas
cuánto me han acercado a lo que mas me gusta
qué retorcido e intrincado se puede volver cualquier camino
pero qué suerte tenemos los que nos defendemos con versos, prosa, pinturas, canciones, danza, teatro o la expresión artística que sea que nos haga mas libres

hay días de infiernos
cajas que mejor no abrir
bancos en los que uno se sienta sabiendo que son sillas eléctricas
mares con monstruos de dos cabezas
frascos de mermeladas con arañas adentro
cucarachas vivas dadas vuelta pataleando
hay días así
¿No?
¿Verdad que si?
¿Qué sería de nosotros sin la poesía en cualquiera de sus formas? Para hablar de esos días como se nos antoje.
O de los días paraísos, que también existen tanto como los otros, esos días que uno se tira de cabeza con patitas y todo porque es maravilloso ahogarse de belleza. ¿Cómo no decir nada después? ¿Cómo se hace para volver al día siguiente con la sonrisa idiota pegada en la cara y de fondo una pradera pop?

todavía tengo la sensación de lucecitas giratorias en mi cabeza y abrazos en mis brazos después del cierre del ciclo del club de poetas de este año,
ahora cuando entro a mi blog a contar algo de esta emoción, veo esa cifra importante y pienso, sin duda las ganas de hacer algo así empezó a nacer en medio de estas 700 y pico de publicaciones,
sin este camino andado
por mas desordenado que haya sido
no hubiera podido nunca llevar adelante esta experiencia
ni rodearme de gente que respira y suda poesía en cualquiera de sus manifestaciones

gracias por estar aquí siempre dándome esa cuota de fe tan necesaria

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-Hoy nos ponemos todos la camiseta de Poetas-

- Presentación del taller literario de Esteban Sánchez
- Pinturas en exposición de....
- Pintura de Eio Cepeda y Silvana Cerrato

-Exposición de pinturas de María Eugenia Peratta

+ Micrófono abierto literario (invitados de todo el año)
+ Micrófono abierto musical (invitados de todo el año)

+ collage grupal!

y qué se yo qué más

¡Venite!
A cerrar el año con este Clú de Puetas

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Las dos viejas

Dos mujeres viejas
-Nicolai Pozdneev-

Allí están las dos en una esquina del sur. Las esquinas del sur siempre tienen viento y frío, y tiritan bajo los árboles y las estrellas. Ésta no tiene árboles, pero si tiene sol. Menos mal que hay un sol eterno allí sino sería peor de lo que es. Un viejo club social y deportivo celestito. Eso es lo que es. Con letras fileteadas en rojo y amarillo, un cartel colgado arriba de una puerta oxidada dice eso: Club Social y Deportivo. Las letritas cuyas líneas se convierten en finos espirales y abundan por aquí en los carteles porteños, dice que allí hay un club. Ellas no van por eso hasta esa esquina, ni se sientan como dos espantapájaros en un murete que hay sosteniendo una bandera, porque ahí funciona un club, si cuando van ellas nunca hay nadie. Van porque sí. Podrían ir a otro lado pero les gustan las paredes celestitas, las ventanas celestitas y las cortinas celestitas con las que han pintado el club. Y también el cartel que es muy alegre, entonces vuelan cual mariposas tuertas a madia mañana sobre la fragancia de los tilos ahora que es verano y el celeste todo celeste parece un mar. Un mar que no ven nunca, sólo allí si miran entrecerrando los ojos mientras las palomas las sobrevuelan en pasadas rasantes mientras les tiran miguitas.
La primera le dice a la segunda que ha crecido un manchón verde sobre el reboque, que mire bien, que ella está mirándolo con atención desde que llegó y le parece que de ayer a hoy ha crecido mucho. La segunda dice que son los patos, que se han amontonado entre sí por las migas que le acaban de tirar. La primera le dice que no sea porfiada, que no son patos, que es humedad. La segunda mueve su cabeza resignada por los desvaríos de la primera y piensa en voz alta que llegó la hora de la pavada. Recién dijiste que eran patos no pavos, dice la primera. La segunda retruca diciéndole que su abuela patea calefones. La primera le dice vos no tenés abuelas. Si que tengo dice la segunda y se refugia en el costado tibio de la primera, que piensa en voz alta que es como una nena y le toma el brazo y la cabeza porque de tan flaca es fácil abrazarla toda. Y la aprieta fuerte. Igual habría que avisarle a esta gente del club de esa humedad, nos está arruinando el celestito. Ahora vamos que me ponés nerviosa le dice la que no tiene abuela. Y mañana venimos a tirarle miguitas a los patos. No son patos dice la primera, ya te dije que son palomas, recién dijiste que eran pavos. ¿Vos te das cuenta no? ¿Viste que el celestito está medio marrón esta mañana? Si ya vi, escuché en el noticiero que el río está todo contaminado, fijate la podredumbre ya llegó hasta acá, lo que me dan lástima son los pobres patos. Te dije que no son patos…
Y así se levantan del murete las dos y dejan el mar pintado en la pared y tejen un caminito de migas para volver mañana o mas tarde.

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Canciones paracaídas

Un día te das cuenta que estás en caída libre y que lo único que puede salvarte es una canción y si no te salva al menos caerás cantándola hasta que ya nada duela, esta es mi canción 
A borbotones de Alfredo Gonzalez, les dejo la letra, es pura poesía.


Acabo de descubrir su blog, dejo el link para quienes deseen conocerlo Escrito en servilletas








Yo que despierto seis veces cada noche, 
sudando a borbotones, 
cansado de esperar. 
Yo que me cuelo, 
como un mal polizonte, 
por todas las ventanas que nunca dan al mar. 
Yo que limpio con alcohol las despedidas,
que alquilo comprensión en las esquinas, 
que pago a plazos la felicidad. 
Y yo que robo de tu piel las coordenadas, 
que pongo el pecho cuando me disparan, 
que canto porque no sé respirar. 
Yo que me olvido de cada aniversario, 
que miento con descaro por no verte llorar. 
Yo que me escapo de todas las miradas, 
dejando en cada beso un trozo de disfraz. 
Yo que limpio con alcohol las despedidas, 
que alquilo compasión en las esquinas, 
que pago a plazos la felicidad. 
Y yo que robo de tu piel las coordenadas, 
que pongo el pecho cuando me disparan, 
que canto porque no sé respirar.

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