Bryan, un personaje de cuentos.


En este lugar, ayer al atardecer. Mas precisamente en la glorieta de las Barrancas de Belgrano, sucedía un cuento. Yo justo estaba por allí pasando. Un hombre mayor, le enseñaba pasos de tango a una mujer muy joven. Él bailaba como los que han nacido sabiendo. Me pareció que era el protagonista. A medida que me acercaba a la glorieta, las hojas del libro se iban abriendo y salió Bryan, como a saludar a los "lectores". El personaje del cuento en vivo y en directo, salió del papel por unos minutos, y se dirigió a mi persona. Vino derechito a mi, como sabiendo que yo lo estaba escribiendo en mi mente. Me habló de una ilusión por la que vive y luego como si siempre hubiera estado encerrado en un tango de cuentos, volvió a bailar con su uruguaya. Eso siempre me sucede, me refiero a que aparecen personajes ante mí, dignos de ser narrados y no dejan de impresionarme y dejarme enamorada de las historias por contar.

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Al este y al oeste


Llueve y lloverá, una flor y otra flor celeste, del jacarandá.
Los muy panchos se manifiestan pintando las calles y veredas.
En mi casa hay una alfombra de florcitas lilas. Esta foto que no sé de quién es, me parece fabulosa, hace días venía pensando cómo se vería desde arriba Buenos Aires. De abajo ya sabemos...

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Carreteras secundarias



El pequeño paraíso personal que alguna vez supe armar con palabras, se esfuma entre mis manos. En días como hoy temo no encontrar el modo de volver. Me pregunto si habrán perdido el sentido los mensajes, si las voces de los habitantes de esos pueblos inventados han enmudecido, si soy yo la que no encuentro mi voz, o tu voz, des|conocido personaje que te ves esquivo. Me pregunto si agonizan dentro de mí las carreteras secundarias o si por el contrario se han abierto en ramales que yo misma abrí y las voces han tomado otras formas de decirse.

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Pantalla


El rudimentario encendido
de un marco
                             es el horizonte de mi luz secreta
las horas desmedidas de las paredes donde sangro en grafitti
                                   
tubular

h u e c a 
                                 
o  s  c  u  r  a 

niebla

de 
callejón
 en los extremos
                                                                                    es la pantalla estirada del cielo
donde desembarco

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A-R | Dolor


A-R. Hasta ayer estas eran dos letras significaban cualquier cosa, menos dolor. Hoy ya sé que hay una enfermedad que se llama Artritis Reumatoide Seronegativo y que todo indica que es lo que estoy padeciendo, entre otras cositas. Ayer he recibido la noticia con serenidad. Raro en mí que enseguida pienso grandes desastres cuando se trata de salud. He tenido una actitud positiva de entrada. Estoy sorprendida. A medida que el médico me decía una serie de palabras raras y feas, yo las iba acomodando en mi “entendedera” y pensando que de eso iba a salir. El médico se inclina por este diagnóstico, luego de llevar varios meses de análisis, observación y seguimiento a una serie de síntomas. Fundamentalmente dolor en las articulaciones. No una. Muchas. Mas de las que yo pensaba que existían en mi cuerpo. ¡¡Estoy llena de articulaciones!! Por favor, yo que pensaba que articulaciones eran las rodillas y los codos, creo que tengo articulaciones hasta en las pestañas. Las articulaciones me duelen y las siento entumecidas. Mi cuerpo se fue convirtiendo en una especie de cárcel de la que no puedo escapar. Me voy petrificando. No es broma, si me quedo mucho tiempo quieta me convierto en estatua. Y necesito un remolcador para salir de ahí. Cuando huyo de estas paredes de piel es gracias a la fuerza de mi espíritu (yo que pensaba que no tenía), al koinor de mi mente que no se detiene y me empuja a salir una y otra vez, pero salgo con dolor. Siempre ando con dolor. A pesar del Ibupirac. A pesar de que ando riendo y haciendo bromas y cosas y puteando y diciendo ayayayaay, también ando yendo y viniendo para no volverme roca, pero el dolor está firme como rulo de estatua, nunca mejor dicho el refrán.

Llevo muchos meses sin saber qué era esto que me estaba hundiendo. Me han tratado por diferentes dolencias, algunas reales, otras confusas y por primera vez en mi vida he sido una buena paciente. Del susto que tengo encima debe ser, creo que no me queda otra más que ser buena y obedecer lo que dicen los que saben y también escucharme a mí. En este tiempo aprendí a reconocer cuando mi cuerpo ríe, llora o se enoja. Debo escuchar cuando mi cuerpo habla, para luego no tener que escucharlo gritar.

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