Tesoro imaginario

Soy una extraña mirando un mundo hecho de viento.
No puedo ver mas que aire y algunos sueños que se funden en mi mente, donde acuno un tesoro imaginario.



En mi memoria hay un bosque pisando un mar siempre frío, en mis ojos hay un muelle gastado esperándome, en mi cuerpo hay un viaje por hacer y mi alma...
Yo creo que mi alma ya se ha ido de puro ansiosa y la voy a encontrar de cara al viento, cuando llegue allí y suba esas escaleras que me llevan al cielo.



"Hay una dama que asegura que todo lo que brilla es oro
Y está comprando una escalera al cielo
Y cuando ella consigue llegar allí sabe que si las tiendas están cerradas
Con solo una palabra ella puede obtener lo que vino a buscar"

-Led Zeppelin-

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Peldaños

La calle lo escupió sin escrúpulos
lo arrojó al vacío de sus pasos
pegado al piso helado
por no caerse
se arrastró
tan solo.


Y regresó.

Sobre sus pasos ciegos y desandados
se volvió.


Se dejó llover
se quedó quieto
se amordazó la boca
se encadenó el alma rota
se crucificó al tirarse en su cama
y dejó morir sus sueños recien despiertos
como si fueran bajando los peldaños de la vigilia.


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Cuando estoy conmigo

Todo es mas fácil.

Me instalo levemente frente a mi y me miro desde un espacio de tiempo infinito, donde las fronteras se pierden en el fondo de mis pupilas y me viajo por dentro en túneles de musgo hasta terminar saturada de mi. Con la posibilidad de morir ahorcada en estaciones grises o escupiendo un veneno violeta que parece jugo de lirios, igual me busco.

Como si nada encuentro una forma de belleza que debe habitarme y me planto frente al espejo buscando a la otra que viene y se queda ante mi, algunas veces responde a mi llamada, pareciera que le gusta viajarme y recorrerme entera por vagones destrozados.
Llega llena de maletas vacías y se va cargada.
Llena de miedos se acerca, para refugiarse como un ave nocturna entre mis ramas.
Muda y oscura me arranca canciones iluminadas para que estemos menos solas.
Como si el tiempo le sobrara se esmera en venir a mi. No miento, viene apurada y hasta pareciera que una sonrisa la acompaña.

Yo no sé, de qué está hecha, no sé si cuando sale de mi, camina un rato y se desarma. Toda la vida me intrigó, a veces le advierto los peligros que corre quedándose. Le digo que por su bien se vaya, pero ella me mira con esa cara que me deja sin palabras y entre las dos pasamos el día, como si fuéramos un hallazgo, como si no faltara nada, nos hacemos amigas en el espejo, nos hacemos amigas en el silencio de sabernos encontradas.
Caminamos juntas por un sendero de eucaliptus sin perdernos, volvemos distraídas sin que nos importe nada.
Andamos por ahí como si la felicidad fuera liviana y pudiéramos encontrarla con sólo una mirada.
Se nos nota que algo nos puede, que algo nos arrastra, pero nadie dice nada.

Sucede en ocasiones, no te creas que siempre pasa, pero cuando ella viene y se queda unos días, mi vida cambia, tengo el alma de primavera y mis ojos brillan por las mañanas.

Despues sin decir nada, me doy cuenta por el silencio que la embarga, que entra a preparar su cosas y se marcha.
Se va tan llena de estos días, que rebalsa.
Y yo me quedo perdida en la niebla, ausente de todo, incluso de mi.

No conozco tus pensamientos
estos días,
somos extraños en un espacio vacío.

No conozco mas tu rostro
es sólo un lugar que estoy buscando.

-Keane-

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Collage

El verano ha venido y se ha ido,
los inocentes nunca pueden durar.
Despiértame cuando termine septiembre


Se me van deshojando las horas como si este día fuera un mismísimo árbol de otoño.
Caen una tras otra y me miran espectantes.
Como no hay una gota de viento ellas se quedan ante mi, secas, mirándome con sus ojos de hielo.
Deben esperar que haga algo y yo con la misma actitud de hoja que ellas, tambien las miro.

Luego de mil horas deshojadas cayendo sobre mi y a punto de aplastarme, me pongo en acción y hago un collage con ellas. Las recorto, les quito lo que no me ha gustado, las remarco con resaltador, le pongo asteriscos, les agrego brillo, hago anotaciones a los costados, busco las que estan en sepia y las pinto. Algunas desaparecen con sólo tocarlas, otras terminan hechas un bollo, algunas quedan intactas pinchadas en un panel de corcho.
Las horas silenciosas se dejan hacer, se dejan pegar, romper, cortar, como si les gustara que les diera vida.

El cielo es un racimo de verdes y violetas, en ese fondo las miro como si fueran un mamarracho.

Atrás se escapa la tarde, lleva entre sus manos lo que acaba de robarme y es posible que uno de estos días me lo devuelva, pero hoy me ha dejado atravesada por un vacío imperdonable.


Mientras, mi memoria descansa,
pero nunca se olvida de lo que perdí.
Despiértame cuando termine septiembre.

-Green Day-

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El terror en persona.

Cuando mi madre lo llamaba era porque no había otra salida, estaba todo tan mal, que él se volvía inmensamente necesario.
Entonces yo me refugiaba en mi cama esperando el momento fatal.
De lejos reconocía el ruido del motor de su auto. Mi corazón se detenía cuando verificaba que estaba estacionando y ni hablar de cuando escuchaba el timbre.
El terror estaba parado en la puerta de mi casa y venía por mi.
Mi propia madre le abría la puerta y lo hacia pasar, desarmada en atenciones, eso era lo peor. Le indicaba el camino a mi habitación y esos metros bastaban para que mis fantasmas tan aterrados como yo, huyeran despavoridos a tapar sus oídos y los míos, que lo unico que hacían era amplificar unos pasos lentos y desparejos que se acercaban irremediablemente y unos quejidos que emanaban de una garganta diciendo vaya uno a saber qué cosa!

Era altisimo, siempre tenía un guardapolvo blanco con algunas manchas de sangre, eso aumentaba mi angustia. Por arriba de su atuendo le brotaba un cuello delgadito y largo que terminaba en una cabeza de fosforito, repleta de un cabello negro y lacio que le caía a los costados, como si fueran dos chapas endurecidas con gel. Además esa cabecita tenía clavado unos lentes increíblemente grandes y pesados, que tenían unos critales tan gruesos que sólo dejaban ver por ojos, dos puntitos atrapados sin salida.

Por debajo del guardapolvo salían dos piernas interminables, en realidad una terminaba como 20 cm. antes que la otra y por eso usaba un zapatón con plataforma tan pesado que cada paso le costaba un triunfo.
Sus zapatos eran tan brillantes como su pelo y sus cajitas de metal.
Yo imaginaba que pasaba miles de horas lustrando todo aquello.
-Ahora mismo que lo evoco su pelo me encandila, sus zapatos parecen de charol y sus cajitas me siguen pareciendo espejos del horror-.

De las mangas del guardapolvo salían unas manos gigantescas y huesudas con pelos. A esa altura yo estaba espantada por completo, porque con esas garras, abría una valijita de cuero fatídica que tenía y comenzaba a sacar sus implementos de tortura, que eran guardados prolijamente en interminables cajitas de diferentes tamaños, las cuales acomodaba serenamente sobre la cómoda, mientras yo moría con una valentía inexistente tirada boca abajo en mi cama.

Como si todo esto fuera poco, era completamente sordo, así que todo este calvario transcurría en un silencio rotundo, con mi madre callada -eso era señal de que algo terrible estaba sucediendo-, con las paredes tan calladas como mi madre, con los espejos ciegos, con mis muñecas amordazadas, con las ventanas clausuradas de silencio. Nadie. Ningun ángel de la guarda o duende o hada buena del bosque decía palabra alguna, todos dormían en mis libros el sueño del miedo.
Y yo, claro, era el unico momento en que enmudecia por completo.

Luego entre quejidos "el rengo" emitía una orden, como de fusilamiento.
Esos quejidos que mi madre interpretaba a la perfección era que tenía que bajarme un poco la bombachita.
Y por el rabillo de mi ojo veía brillar el filo de una aguja asesina que subía hasta el cielo con no sé qué fin, yo apretaba fuertemente mis ojos, mis manos, mis dientes, mis pies y todo se volvía de color rojo.
El terror en persona estaba sobre mi.

Luego me daba un golpecito en la cola y yo me comprendía que estaba viva, hasta la maldita próxima vez.



"No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo."
El guardián entre el centeno
-J.D.Salinger-

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Paisaje interno

En alguna calle, de cualquier ciudad perdida de este mundo, hay un edificio que ya no sirve y tal vez en este mismo momento una serie de explosivos puestos estratégicamente lo hacen implosionar.
En pocas horas lo que era un edificio, pasa a ser un baldío.
El paisaje ha cambiado, tanto el que ven tus ojos, como el que acostumbra a mirar tu alma.


"La soledad es un amigo que no está
es su palabra que no ves llegar igual.
Si es que sus sueños son luces en torno a ti
tu te das cuenta que él ya nunca ha de morir, nunca ha de morir"
-Almendra-


Un edificio que estaba antes que todo en el barrio, antes que la panadería de tortitas negras abriera las puertas, antes que la señora de la otra cuadra inaugurara su lavandería, antes que el vecino de la esquina remodelara su casa, antes de que yo me mudara a ese barrio.
Ese edificio está desde siempre, antes de que la ciudad decidiera crecer interminablemente, él ya estaba ahi.
Desde que vivo aquí mi mirada lo tuvo por delante, lo usaba como referencia, a dos cuadras del edificio tal, cuando llegás al edificio tal, doblás a la izquierda.
En la esquina de tal edificio nos vemos, te espero en tal lugar y ese tal lugar siempre era ese edificio.

Los niños lo pintaban. Los gatos vivían en lucha permanente con las ratas. Yo me imaginaba peliculas de terror ahí dentro y muchos otros sin imaginarse nada y sin pintarlo lo tenían incorporado a su paisaje cotidiano de tal manera que era una fotografía interna recordándote que era parte de tu lugar.
Como un lunar de nacimiento o la herencia de la nariz de tu abuelo.

Era sombrío, le daba cierto color lúgubre a la cuadra, las mañanas no eran tan soleadas porque él con sus espaldas anchas detenía el sol hasta que ya no podía mas. Las noches eran bien oscuras en ese callejón donde estaba enclavado, por ahí tenias que pasar rapidisimo y si ibas solo prácticamente aprendías a volar, pero era parte del paisaje de ese barrio y todos estábamos acostumbrados a sus ladrillos enmohecidos, a su peligrosa presencia, a sus oscuras veredas, a sus ventanas clausuradas, a sus puertas con candando.

Pues bien, resulta que ese edificio inútil y ruinoso detenía el futuro del barrio, y por eso de un dia para el otro no estuvo mas.
No hubo aviso de nada, ni carteles, ni nadie supo nada hasta que el jueves de la semana pasada, unos ingenieros colocaron una serie de explosivos puestos estratégicamente, le avisaron a los vecinos mas cercanos lo que iba a acontecer y a la hora indicada lo hicieron implosionar.
En minutos la mole pintada con grafittis no estuvo mas.
En minutos el sol apareció en la vereda de enfrente y los edificios de esa cuadra, inmediatamente se volvieron mas caros, porque tienen vista al río y los negocios se pusieron contentos porque suponen que ahora les aumentará la clientela y muchos aplaudieron con ganas.
Varias señoras limpiaron sus veredas y otras miraron con asombro.

Yo quedé desolada.
Desolación es lo que sentí y un gran vacío, me han cambiado el paisaje de un plumazo, no tuve tiempo a nada.

Luego vino un desfile de camiones, se llevaron toneladas de escombros, en un par de días un ejército de obreros limpiaron el terreno y quedó perfecto.

Donde antes habia una mole de cemento ahora han edificado una gran torre en tiempom récord rodeada por un jardín.
Y no digo que no sea bonito, ni hablar del espacio verde ganado para la gente, le están poniendo flores por todos lados, lo están parquisando, luego lo protegerán con rejas, tendrá seguridad y tal vez hasta resulte bueno.

Sólo que no reconozco mi paisaje, cuando vengo caminando tengo que estar muy atenta porque me pierdo, se me confunden las esquinas, todas parecen igual, el sol de la cuadra de enfrente no me deja ver y a veces cruzo la calle a ciegas. Los árboles estaban acostumbrados a toda una vida de sombra y se han secado de tanto sol. Los gatos que vivían en abundancia allí dentro, han invadido los techos del barrio y por las noches sus gemidos tienen forma de llanto.

(...)

El otoño que pasó vino con otros ojos, le molestaba la bufanda y estaba agotado de soplar hojas donde antes soplaba paredes. Y este invierno fue tan triste que muchas veces yo prefería caminar de mas con tal de no ver el espacio que él habia dejado.
La primavera y el verano han traído una especie de fiesta de colores al jardín que rodea a la torre mas cara del lugar.

Podrán levantar el edificio mas moderno en esa esquina, la plaza mas hermosa, podrá crecer un bosque de álamos de ensueño en ese sitio, que yo seguiré buscando el edificio que han demolido.

Este cambio, esa soledad inesperada a la que se enfrentan mis ojos y mi alma, se asemeja muchisimo a lo que siento cuando busco en mi paisaje interno, a un amigo que no está.

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No es que este blog atrase 30 años.
Este tema ha sido pedido por un oyente y lector de mi blog y parafraseando la famosa frase de no se qué radio "vos lo pedís, vos lo tenés"

Ahí tenés tu Tema de Pototo.

¡¡¡¡Adriano te queremos mucho!!!!

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