Sin título

Mis manos zozobrando a orillas del tintero
desaguando azul
aullando.

Cientos de alas abriendo bocacalles
hurgando en los bolsillos del aire,
desovillando soles aciagos
-han olvidado el regreso-

Desde que me fui del pago
se han vuelto harapos
mis manos:
la 
ruta 
de los pájaros 
se ha cortado.

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¿Querés hacer el favor de callarte, por favor?


Estoy pensando en la falta de respeto que tenemos para quienes no pertenecen a nuestro pequeño y redondito mundo de arveja. Veo por ahí mil quinientas invitaciones a ciclos literarios, conciertos, representaciones teatrales, exposiciones, etc. Y digo guau cuánta manifestación artística. Me ilusiono. Hay cientos de personas manifestándose por ahí, expresándose, haciendo arte. Respiro. Hay aire rico en el aire pesado de la ciudad, no todo está contaminado con vidrieras de cosas que te tenés que poner, y comidas que tenés que comer, y pelis que tenés que ver y música que tenés que escuchar, para pertenecer (vaya uno a saber dónde) Hay gente que crea otros espacio, respiro aire puro. Voy a uno de esos espacios, y voy a otro y a otro y conozco gente que participa y gente que va de espectador ilusionado y (y acá viene la parte en la que me caliento, sepan disculparme, pero es catarsis pura y dura)

…y gente que va porque es moderno ir, es una moda estar en alguna movida cultural, por pose. Es top ser culto e intelectual, lo sabías? Enterate, si estás fuera de onda, subite al tren de algo medianamente culturoso aunque te aburras como una ostra y enseguida estarás en la cresta de la ola. O también vas porque un amigo tuyo toca el bongó esa noche y le vas a hacer el aguante. ¡Qué lindo, es hasta emocionante eso! Ahora, si te cruzás la ciudad para ver a tu amigo que toca el bongó, si pagás una entrada, si además no estás solo, si hay gente en el escenario, repito SI HAY GENTE EN EL ESCENARIO que está actuando, aunque tu amigo del bongó todavía no esté tocando, para qué hablás? ¿De qué hablás? ¿Qué puede ser más importante que escuchar al flaco que tiene las pelotas como dos fiat 600 y tiene el valor de subirse a un escenario a desnudarse el alma para vos? –ok, vos no se lo pediste, no te interesa, macanudo, respetá a quien sí le interesa ese momento y pide silencio. Si te aburre mucho eso que estás viendo, podés levantarte e irte a la vereda que es un lugar tan lindo y volver cuando el chico del bongó suba a tocar, pero cállate! Es que dan ganas de gritar ¿podés hacer el favor de callarte por favor? Vine a escuchar música, no tu puta charla, no tu nada interesante charla, no tu tedioso parloteo en mi oído, ese murmullo de aveja me mata. Ok, podés decir algo, comentarle algo al de al lado, tampoco estás en una ilgesia, ni en el colegio, y ya sos regrande, te morís por decirle a tu amiga lo bien que está aquél flaco o lo mucho que te gustaría ir a Salta este verano. Genial, ya lo dijiste, ahora stop, hay un músico cantando.
Respeto.
No te gustaría estar ahí arriba y que abajo todos hablen, es feo, es horrible, se siente un frío desolador cuando el espectador no sólo habla, sino se ríe a carcajadas, pide comida a los gritos, le grita al de la otra punta no se qué cosa innecesaria. O sea, NO. No es así. Y si es así (como ayer constaté) NO DEBE SER ASÍ. Ayer luego de un concierto en el que tocaban dos amigos y otro grupo que conocí en el lugar, un trío llamado “Dos Sapos” y al que pensaba quedarme a escuchar y conocer, huí despavorida. Me fui enojada, molesta, inquieta, desilusionada con todo esto de lo que se usa. O se tiene que usar porque queda bien. O de lo que se dice que abunda y en realidad lo que abunda es la falta de respeto por el otro. Me hubiera encantado que la gente que fue a escuchar a Dos Sapos, se callara un poco la boca y escuchara mis amigos, tenían algo de decir, no se enteraron. Me hubiera encantado que los padres, tíos, primos y amigos de Dos Sapos sintieran el mismo respeto que supongo esperaban que sus hijos recibieran, por quienes yo fui a ver, pero no. Hablaron toda la hora previa a su momento. Comieron a los gritos, bebieron como marranos, molestaron. Y luego si, cuando los dos plomos que estaban tratando de cantar atrás del griterío dieron por finalizado su show, se callaron. Se fueron todos para adelante como nenitos de la sala rosa a los que le van a leer el cuento de la Hormiguita viajera y eran todos tan lindos y tan respetuosos y tan buenos que hasta te daban ganas de abrazarlos, pero me fui, qué pena no pude saber qué tan geniales eran los “Dos Sapos” su gente linda me ahuyentó.

Queda como el tuje, a ver si no soy clara. Es repugnante la falta de respeto que hay hacia el artista, cuando nos quieren vender que hay arte por todos lados. Que todo el mundo se encuentra a compartir arte. No es cierto, todos quieren mostrar SU arte, sin que le importe tres carajos lo que hace el otro. NO HAY RESPETO MUTUO entre los artistas. No hace lo mismo que yo, entonces es feo, no lo escucho y no solo no lo escucho, sino que hablo bien fuerte porque no me interesa nada de nada, ni por asomo me preocupo en prestarle atención porque no me va a dar nada. De antemano, como no lo conozco, ni me gasto en conocerlo. No sólo hay falta de respeto, sino hay maltrato por quienes dicen amar el arte o son amigos de un artista. Si vas a escuchar al del bongó, escuchá a los otros o andate afuera, es fácil. Con lo que cuesta despojarse de los prejuicos, los miedos personales, el agotamiento laboral –porque la gente que hace música, teatro, pintura, poesía, o toca el bongó- además trabaja y a veces en laburos insufribles porque hay que comer, pagar alquileres, medicinas, etc. Sólo unos pocos privilegiados viven de su arte, el resto la pelea nada mas. 
Incluso noto cierta resignación en los artistas, -es así- te dicen. La gente habla y está bien. Ya están acostumbrados, qué horror. No era así.  LES JURO QUE NO ERA ASÍ, o es que pertenezco a otra generación donde íbamos a escuchar música y escuchábamos y cantábamos y lo pasábamos bien. Los únicos que molestaban era la cana cuando se metía a hacer requisas. No era así, era difícil tener un lugar de encuentro o que alguien cantara para vos, y tal vez por eso lo respetábamos. No sé, pero no era así. Y ahí me pongo loca, ¿qué está bien? ¿Qué? ¿Que hablen de la nada misma mientras una persona está actuando? Hay miles de lugares en esta puta ciudad donde podés ir a hablar de la nada sin que nadie te pida que por favor te calles, sin que tu maldito murmullo me rompa las pelotas, hay miles de lugares donde para que comas y bebas feliz te ponen música funcional o a los 40 fundamentales o a TN, pues metete ahí a parlotear, NO VENGAS A SENTARTE EN UN LUGAR DONDE SABÉS QUE ALGUIEN CANTA O LEE POESÍA O ACTÚA. 
No vengas nada más que a escuchar a tu amigo que toca el bongó, no seas tan limitado, por favor. Interactuá, cultívate, conocé más, no te quejes después por la invasión de los wachiturros, ni por el exceso de reguetón, porque es tu actitud nefasta la que hace que los espacios de arte se conviertan en canchas. Es tu actitud de mierda la que diluye ese espacio que tanto cuesta sostener. ¿Te acordás cuando Serú decía lo de las grasas de las capitales? Bueno, si sos joven, si no sos argentino por ahí no escuchaste nunca esta canción, pero pasa en todas partes, la grasa de las capitales no se banca mas!
Por eso te pido por favor que la próxima vez que te inviten a escuchar a tu primo que toca la mandolina, o a tu amigo que toca el bongó, pensá bien antes de aceptar y meterte en un sitio en el que no tenés ganas de estar, o no sabés cómo hay que estar. Y en el que solo querés que te vean que estuviste, porque sos macanudo. Andá para el momento preciso en el que, el que toca el bongó, hace chan-chan y listo. Evitame tu insoportable cotorreo, que yo si quiero escuchar, no sólo al amigo mío, sino a tus amigos. 



Que importan ya tus ideales 
que importa tu canción? 
La grasa de las capitales 
cubre tu corazón 

Por qué tenes que llorar? 
es que hay otro en tu lugar que dice: 
"Vamos, vamos, la fama, 
la oportunidad está aquí", 
lo mismo me pasó a mí, lo tienes 
todo, todo y no hay nada. 

A buscar el pan y el vino 
ya fui muchas veces 
a sembrar ese camino 
que nunca florece, no transes más. 

Con la cantina, con la cantora 
con la T.V. gastadora 
con esas chicas bien decoradas 
con esas viejas todas quemadas
gente revista, gente careta 
la grasa inmunda cual fugazzetta! 

No se banca más! 
No se banca más! 
La grasa de las capitales no se banca más.
La grasa de las capitales no se banca más.

No transes mas 
Don't stop the music 
No se banca más! 
No se banca más! 
La grasa de las capitales no se banca más.
La grasa de las capitales no se banca más
-Tema de Serú Girán-

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Lo dulce y lo agrio en cómodas cuotas.


Enero ha sido un mes achicharrado y extraño y así me he sentido, viviendo entre alegrías y angustias, sin poder tirarme a nadar en ninguna de sus aguas, porque tenía que nadar en las dos, mojada a medias, a brazo partido entre ambas.
La vida con su conmovedora belleza y la muerte áspera, lenta, en cuentagotas, bailotean a mi lado. Al decir la muerte, y no estar refiriéndome a un ser humano, sino a mi morocha*, puede sonar muy trágico. No importa como suene, ponele que suene desafinado, del mismo modo desentonan y chirrían los huesos adentro de un saco de piel que todavía me sigue por la casa y me mira con una ternura desmedida que no sé si merezco.
Estoy cerrando un ciclo de mi vida, mas bien me lo están cerrando los acontecimientos y supongo que es eso lo que me tiene así, con un gran cansancio físico y mental. Como quien no quiere despedirse, me aferro a los días que quedan y no puedo conectarme con lo que seguro vendrá, con el resto de proyectos que tenía planeados y que seguramente será lo que me sacará mas delante de este estado. Podría decir que me ganó el desgano y estaría mintiendo, quienes me conocen del lado no virtual, saben que este mes he trabajado a destajo, y eso que era mi mes de vacaciones, pero apenas he podido escribir. Ese acto implica salirme de este universo que siento que pierdo a cada paso y no quiero ni distraerme, ni perderme nada, ni moverme de aquí. No sé si no quiero o no puedo, lo cierto es que hago y deshago cosas, mis días transcurren en un vaivén de emociones enfrentadas, viajo en una despedida. No sólo de mi perra, sino de la infancia de mis hijas que con ella correteando en el jardín, aún quedaban vestigios...Ven? Si hasta ya hablo en tiempo pasado, cuando estoy aquí, parada en el día de hoy y sigue siendo enero con doble río, de aguas dulces y aguas agrias.

Morocha* para los amigos que seguramente me preguntarán por ella les cuento, ha dejado de comer, una afección hepática y renal producto de todo lo que padeció estos últimos meses la tiene a mal traer. Le estamos haciendo un tratamiento de fluídos (suerito mañana y tarde con no sé qué cantidad de cosas) y le doy de beber como a un pajarito, con una jeringa un poquito de actimel cada 40`. Que beba eso es toda fiesta. Mucho mas no se puede hacer…

Ps, si me tienen paciencia, ya volveré a sus blogs con el interés que siempre tuve, de momento ando sin rumbo, sepan disculparme.
Patricia.-

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Soy un bicho raro


El malentendido peor nace porque el lector desconoce la distancia que separa al autor en carne y hueso y al personaje dotado de una constitución ficticia, creada por el acto de escribir. Éste trasciende el tiempo; bajo su pluma el presente equivale a la eternidad: sus afirmaciones tienen un carácter definitivo. Por el contrario el ser vivo cambia; para él los instantes son efímeros; sus humores varían. Es un error pretender definirlos en su contingencia inmediata, a partir de lo que elige decir llevado por la necesidad. Porque escribí palabras desilusionadas, una parte del público vio en mi una mujer quebrada por la edad y las decepciones (…) Sin embargo es un lugar común que a menudo los autores de libros alegres son tristes y los autores de libros amargos y melancólicos pueden desbordar vitalidad. El comienzo de mi relato, en el que resucito las alegrías de la liberación, data mas o menos de la misma época que su conclusión. Un individuo síquicamente desarmado –abatido, desesperado- no escribe nada: se refugia en el silencio” -Simone de Beauvoir, Final de Cuentas-
No hay caso, mil veces quise escribir esto y me llevó cientos de palabras soporíferas y ayer leyéndola, ella lo hizo en 174 palabras (según lo indica mi Word) claras y precisas.
T
ambién el comentario de Dalia en el post anterior fue significativo “Si le hago caso a lo que tu escrito desata en mí diría que alguien te ha querido hacer un regalo muy feo. Pero una vez me hablaron del regalo de Buda, algo así como un regalo que uno no acepta, no recibe, que devuelve al mensajero para que a su vez lo devuelva al remitente. Con lo que la fealdad queda en manos de quien salió.
No se si lo explico bien, posiblemente no, pero desde pequeños nos ponen en la mochila cosas no queridas que incorporamos a la visión de nosotros mismos y que nos hacen sufrir. Y en el camino algunos inseguros intentan cargarnos con más.”
Un tema que acabo de escuchar, Creep de Radiohead me disparó  a escribir esto.
Ultimamente me siento extraña, ajena, lejana. Leo, pero apenas comento, prefiero el silencio. Sin que ese silencio sea malo. A veces hago cosas muy bonitas según mi parecer, artesanías, paparruchadas con mis manos inútiles, pero que me conectan con un lugar muy lúdico, algo infantil y placentero. Pequeños regalos que hago para mí. Otras veces los regalos vienen de afuera. Cuando uno recibe un regalo, inmediatamente lo abre, mas si viene de alguien que no pensamos ni remotamente que nos regalaría una bomba, por ejemplo. Con la ingenuidad de un niño siempre abrimos los regalos, rasgamos el papel, o lo abrimos con cuidado si el envoltorio es muy bonito y queremos guardarlo, pero es un instante de ansiedad y si encontramos algo que nos disgusta, nos asusta, nos enoja. Es mejor no aceptarlo. Devolverlo al mensajero, para que a su vez lo devuelva al remitente y así despojarnos de algo que no queremos tener. Tal cual dice Dalia en referencia al regalo de Buda. Eso lleva un tiempo. Días, si en el medio uno escribe, quedan esas palabras para siempre. Pasan los días, el regalo está bien lejos, pero las palabras han quedado y quien lee no puede separar el tiempo pasado del presente, ni sé si tiene valor que uno haga eso como lector. Yo no lo hago. Yo cuando leo, no separo al ser que vive mas allá de las letras, del que me deja ver un pedacito de su alma en ese instante preciso que necesita plasmar. En cierta forma lo que estoy viendo es su arte. No su día cotidiano, cerca de su casa, con su familia o sus amigos o su trabajo. Estoy viendo algo mas profundo, algo mas vital si se quiere.
Yo puedo escribir un poema desgarrador y salir y encontrarme con una conocida y reírme a mandíbula batiente tomando una cervecita en algún bar, sin que jamás sepa que acabo de trozar un jirón de mi ser en un papel. No corresponde. No es falsedad, no es doble personalidad, no es mentir. Es lo efímero del instante del que escribe. Es mas, puedo escribir algo muy cómico y estar en medio de una crisis de melancolía de las que suelo tener a menudo.
No sé, como dice la canción de Radiohead “Soy un bicho raro. ¿Qué diablos hago aquí?...Si yo no encajo aquí”


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El espejo que deforma



“Nunca te desnudes frente a espejos que deforman”
-Pedro Aznar-

La mirada del otro es tan significativa que si no la tenemos estamos incompletos. Somos algo terminado para bien o para mal, después que el otro nos mira. Solos, en una isla, en una montaña alejada de la civilización, en una prisión, en un hospicio, abajo de la cama, en un rincón somos mitades. Sueltas mitades que a gritos o en silencio buscan su otra mitad. Y no hablo de las medias naranjas, hablo del complemento con el otro, hablo de la necesidad del otro y de lo que somos con el otro. Y todo esto se vuelve rosa, y vuelan las maripositas arriba de mi teclado porque estoy pensando en miradas sanas, en miradas que ayudan a crecer, a expandirse, a tenerse fe, a quererse más. ¿No han escuchado decir que alguien nos hace mejor personas? Yo si. Yo lo he leído en poemas, lo he visto en pelis, y en la vida misma he comprobado que uno es mejor gracias a otra persona y que si esa persona se va, nuestro brillo se opaca. Eso es bien triste, porque deberíamos seguir brillando, pero somos así de vulnerables con el otro cuando nos importa y cuando nos hace bien. Y sigo dándole vueltas a lo rosa, tal vez porque no quiero llegar al espejo que deforma. A la mirada que te desgarra en trocitos. O te hace de goma.
Doy vueltas porque no quiero encontrarme con ese espejo que nos toma por sorpresa en los laberintos del terror, donde nos vemos altos e infinitamente delgados o petizos y anchos con una cabezota gigante y los ojos desbordados. Entonces nos quedamos quietos mirándonos largo rato, probando a ver si es verdad, buscando otro espejo que nos devuelva la imagen que creíamos tener hasta hace un rato y no paramos hasta encontrar el espejo que nos dice que somos mas o menos gorditos, que medimos lo de toda la vida, que la cabeza no nos está por explotar, que nuestro cuello no es el de una jirafa. En fin. Nos desnudamos contentos otra vez y hasta somos capaces de sonreír si nos descubrimos un rollito o una arruga que no teníamos ayer. Somos humanos y no salimos en las revistas fotoshopeados, pero Dios nos libre de los espejos que deforman. Esos que dan miedo. Esos que nos dejan el sabor amargo en la boca de creer que somos eso que ellos reflejan. Espejos que a veces viven en nuestros propios ojos o en miradas que distorsionan lo que ven porque todavía tienen que tomar mucha sopa.

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Espigas de agua



¿Por qué hiciste que creyera que tu costa no tenía fin?
Ahora camino por estas veredas vacías 
del burbujeo aquél
que encendía tu mar
de ojitos claros
inventados a la vera del camino
para que funcionen como cable a tierra
para que abran los cielos tormentosos
para que pongan fin a los poemas de ventanas agitadas.

No se qué me hizo pensar que no se terminaba
como todo
en una puerta amurada.

Tal vez sigas por ahí 
viviendo
en alguna esquina con espigas de agua.

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Cositas de nada


Sólo te pido que me entiendas,
tengo tal cansancio
que me cuesta todo una enormidad
y no hablo de escribir que ya ni lo intento
estoy hablando de respirar
en ocasiones los pulmones parecen un fuelle roto
diciendo fragilidades
cositas de nada
que
para qué busca letras

Vaya un poco de música, pues.

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Días de arena


 

Este día de flor marchucada es todo mío.
Lo siento amargo hasta el fondo, cuando la planta de mis pies enraizados nota que es áspero al tacto.

Este día es un reloj de arena
cediéndose en
este desierto
ínfimo
personal
mío

Tarea para el hogar
despejarlo
abrirlo
 y desarmarlo como a una radio vieja.
Cernirlo sobre la mesa, ahuecarlo en forma de corona y sazonarlo
                  
Bajo el sol desbrozarlo, hasta quemar el sabor a leña podrida.

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Yo vi un rey mago



En el barrio de Flamel alguien ha escrito una infamia en la pared. ¿Vieron que ayer les conté que me había pintado el bajón? Bueno hay quienes son el bajón personalizado y van por la vida pintando desiluciones. Derrotando entusiastas, haciendo buuhhh atrás de cada puerta que abre un soñador.

Nada mas quiero contar cuando yo vi a un rey mago, es que recuerdo clarito cuando lo vi!!!!!!

...Yo tenía ganas de verlos de una vez por todas, ya les había juntado agua y pastito suficiente como para que merecer un beso además del regalito y los esperé. Me hice la dormida, pero de tanto en tanto abría un ojo y espiaba. No pasaba nada. Sólo mi corazón saltaba bajo las sábanas. Hasta que pasó. Vi una sombra con un paquete enorme en la noche, que atravesó el living, el comedor y fue hacia la cocina. Salté de la cama y corrí, tuve la torpeza de hacer ruido en la carrera y cuando llegué a la cocina, ¿Podés creer que lo vi escapar por la puerta de atrás??? Era uno solo. Y estaba en calzoncillos, y descalzo, tampoco era tan alto como yo imaginaba y en el apuro hizo un desparramo con el agua y los pastitos, y hasta dijo algo parecido a una puteada, pero te juro que lo vi. Los otros dos seguro que lo estaban esperando del otro lado.

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Me pintó el bajón

Despertar
-Frida Khalo-

Estaba ahí, sentado en la ochava, en el escaloncito ese que está desgastado, medio roto. Lo vi a pesar de que los pies no le llegaban al piso, es cortito pensé. Y pasé igual. No debí haberlo hecho, pero pasé igual, porque yo soy de las que paso debajo de las escaleras y si se me cruzo un gato negro por la vereda no me persigno, así que cuando lo vi con el pincelito en la mano, dije -bue, ahí vamos-. Y ahí fui. Le pasé cerquita, rozándolo. Juro que no fue una provocación, pero él lo tomo como un reto, porque el tipo estaba pintando el aire y enseguida tuvo a mano mi piel y se arremolinó sobre ella y descargó su paleta de colores sobre mí, pensando que yo era una pared o un cielo o una pradera o un mar o una hojita de cuaderno, pero no, que yo era yo. El tema es que me pintó. Me bañó desde el escalón sin moverse, la mano se le estiraba sola, era como de goma y yo quieta, sorprendida me dejé hacer. No me gustaron ni los colores, ni los bosquejos, ni la cara delirante que puso cuando vio la obra terminada. Mas bien temblé cuando me vi en el reflejo del ventanal. Él parecía contento, poco le importó que yo me quedara mirándolo sin decir nada, en un vaivén lento, es que me habían acabado las palabras o entumecido entre los óleos, no sé. Y fue entonces cuando una especie de río salado empezó a brotar de un tomate maduro al sol de mi espalda, que todavía se derrama arrastrando a los demás colores.

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Yousef


La casa tenía una reja
pintada con quejas
y cantos de amor
-Homero Expósito-

Yousef es sabia, pero ignora que en esa mirada está la tierra fértil de sus días. Tal vez eso es lo mejor, que no sabe que es sabia, ni se la cree, ni nada. Ella piensa que se es sabio cuando se tiene muchos conocimientos de ciencias y de política y de historia y de letras, no cuando se ve la vida como  a través de un charquito.
Además tiene el secreto de la felicidad y dice que entra por su ventana por la mañana bien temprano cuando el jazmín está loco de perfumes. Ése momento es el ideal para pensar en cosas muy importantes, porque el resto del día tiene muchas ocupaciones. Los tilos de la avenida son peligrosos para los viejos que caminan por su vereda y hay que barrer, por ejemplo. Además la vida antes era muy sencilla, pero ahora hay que atender tando “aparatito” que a uno no le alcanza el día. Antes si alguien te llamaba por teléfono, vos ibas y lo atendías. Ahora hasta que das con el “aparatito” correcto, cuando llegás, ya te cortaron. La gente no entiende a los viejos, no les tienen paciencia y hay que ver lo difícil que es llegar al teléfono sin pasar antes por el control remoto de la tele, el celular, el “plis”…
-¿el qué? Le pregunto-
-El “plis, nena, el plis”- y me señala el aire acondicionado marca Split que ha instalado en su comedor para estar fresquita y pone en mi mano el control remoto nuevito que confunde con el celular, con el teléfono manos libres, con el control remoto de la tele de la cocina, la del cuarto, el control remoto del video, el mouse y por supuesto todo eso es bien diferente al teléfono “de toda la vida” –me aclara-
…-pero es tal el abatatamiento que me da cuando suena el teléfono que corro para todos lados de un aparatito al otro, gritando ¡Hola! ¡Hable, hoooolaaa! ¡Y Nada! ¿Porque mirá si a alguien le pasó algo y me está pidiendo ayuda? -Me dice con un gesto interrogante y aclaratorio de ¿ves todo lo que tengo que hacer? La vida moderna me tiene muy ocupada. A veces llego a atender y es una pavada, pero ya me quedo tranquila. Y ahí puedo entrar a internet, que me dijo mi profesora que me recibí con 10. Pero eso me lo dice para dejarme contenta, yo sé que todavía tengo mucho por aprender, igual cualquier duda yo “googleo”-.

Ah, Yousef es mi madre y tiene 80 años.

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Chapa y pintura



Ey, pssshhhh, volvé!
Si, a vos te digo, vos que estás pensando que te equivocaste y entraste a otro blog. ¡Volvé te digo, estás en el mío! Esto es Por mis caminos después de que la genia y creativa de Tuky Waingan hizo en unos pases mágicos la chapa y pintura a mi viejo blog de barro que se caía a pedazos para convertirlo en esto que ves. Le pedí que le pusiera todos los chiches, pero que no le aplicara ni bótox, ni siliconas y que ni se gastara en darle un toque futurista porque a mi me gusta todo lo retro, así que en esas quedamos. Ahí fue cuando me familiaricé con la palabra "vintage" y ahora somos como hermanas. Quiero que todo sea vintage (Damas y Caballeros, tiembla mi casa) En realidad a mi me gusta esta moda desde que tengo uso de razón, pero no la llamaba así, simplemente me gusta reciclar lo viejo, salvar cosas que otros tiran, soy una basurera con cierto estilo...¡¡¡¡añejo!!!

De modo que aquí están ustedes en los caminos de siempre, que ahora lucen como nuevos, pero no raspen mucho que por ahí empieza a salir el color marrón terroso de abajo, que para taparlo le tuvimos que dar como ochocientas manos de pintura.

Escritores, poetas, soñadores, insomnes, funambulistas, amigos de estas calles dibujadas en el aire, pasen y vean qué bonitos han quedado estos caminos que un día comenzaron siendo estrechos y hoy parecen una calle de pueblo. Ancha, como mi sonrisa.

¡Feliz 2012 para todos!

Mil gracias Tuky por espabilar mi blog y darle este encanto que estaba necesitando.

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