Uno. Hoy es el día de los "boletos", es lunes! Te dejo acá el boleto para pasear, no tomes este auto que te puede dejar en banda en la esquina, mejor subite al link que te lleva derechito y sin riesgos. Es cortito como patada de chancho.
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Dos.
Este es largo como esperanza de escritor. Es un boleto con explicaciones, o de cómo un estado de tristeza te puede complicar la existencia.
Este post es un texto autoreferencial y soporífero, aunque te juro, le puse toda la onda de la que fui capaz. Igual no es muy interesante, pero quería escribirlo para vos porque hace años que nos leemos o para vos, que hace un mes que llegaste y me dejaste un comentario y ni te lo respondí porque estoy así, fundida. Llevo una semana intentando escribir este bodrio y no consigo sacarle brillo, así que sale así: opaco. Te aviso que puede resultarte un plomazo si lo mirás desde el lado literario, pero tal vez te sirva si te sentiste así alguna vez o si te está pasando algo parecido. Te adelanto estas cuestiones porque el tiempo es un bien escaso y si no lo tenés, es mejor que sepas de antemano que seguir leyendo te puede ocasionar sueño, provocar muerte súbita o que perder un bien tan preciado como tu tiempo de lectura.
Se calcula que una cuarta parte de la población mundial sufre trastornos mentales en algún momento de su vida. Los pacientes con trastornos mentales, neurológicos o por consumo de sustancias suelen ser estigmatizados, desatendidos y sometidos a abusos. Los recursos disponibles son insuficientes, están distribuidos de forma no equitativa y se usan de modo ineficiente. En la mayoría de los países solo se gastan en salud mental menos del 2% de los fondos disponibles para la salud. En consecuencia, una gran mayoría de las personas con estos trastornos no reciben ninguna atención en absoluto.
(Centro de prensa de la Organización Mundial de la Salud)
Haber padecido depresión todavía se lleva como un estigma. Si bien somos una legión de personas que hemos tenido algún que otro trastorno de esta índole y como vienen las cosas, cada vez seremos mas, muchos lo ocultan, no hacen referencia a sus tratamientos o lo minimizan pensando que con voluntad y libros de autoayuda se sale.
La depresión es una enfermedad como cualquier otra, sólo que no se ve en las radiografías, ni sangra, ni nada. Vas ahí recorriendo diferentes médicos llevando tus análisis donde todo está bien, por suerte y salís contenta, porque convengamos que con las horribles enfermedades que hay hoy en día, que vos tengas una tristecita de morondanga no es nada. ¿porque no le ponés onda a la vida y no ves el medio vaso lleno? ¿Estás cansada…¿quién no se cansa? Te sentís sola en medio de un mar de gente, estás desanimada, “oye, el mundo está muy loco” es normal estar desanimado en estos tiempos. ¿No me digas que no tenés ganas de hacer cosas que harían de tu vida un paraíso? Fulanito que le pasó un tsunami por encima (y ahí te hacen la sumatoria de las tragedias varias de fulanito) hace tal o cual cosa y está genial. La pasa bomba- bomba. Y vos ahí con tu tristecita de mierda te sentís una tarada. ¿Te cuesta dormir? ¡Hacé yoga! Meditación…Para todo hay una respuesta y vos ahí con cara de nada, pensando si, tal vez tengan razón. Entonces vas a todos lados arrastrando tus piernas que de pronto te pesan como postes de luz, hacés yoga, reiki, te volvés vegetariana, pero no te sentís mejor. Seguís igual y seguís yendo a médicos y sacándote sangre y controlando tus líquidos y tus huesos y tus músculos que te duelen, no tienen nada. Es una tendinitis, tomá tal antiinflamatorio, tal analgésico y vas a andar bien- te dice el médico-. Vos te empastillás entusiasmada y andás bien un tiempo hasta que ¡ñácate! te agachás a levantar una cosa y uy, te quedaste ahí, dura. Y así pasan los meses entre dolores varios, pastillitas de colores, cansancio, desinterés, ganas de colgarte de las pestañas, mal humor (porque hay que aguantar que te digan que le pongas onda a la vida, cuando vos no sabés cómo corno salir de la cama) y vos estás cada vez mas aplastada y cual feta de jamón en épocas de carestía, llegás a pensar que esto no es vida, entonces decís y bue, voy a hacer terapia a ver de qué se trata eso. Vas a psicoanalizarte, llorás mucho frente a una persona extraña, le contás cosas que ni a tus amigos, con suerte esa persona resulta de gran contención y se convierte en un canal aliviador donde escurrís tus peores ríos. Algunas personas suelen salir nada más que haciendo terapia y cosas bonitas como ir a bailar salsa, hacer teatro, un curso de fotografía…Los mas complicados, los verdaderamente loquitos terminamos sentados frente a un psiquiatra contándole nuestras cuitas, para que nos mediquen los miedos, las ansiedades galopantes, los monstruos, los ataques de pánico, esas cosas horrorosas que tan mal llevamos algunos, porque ¡¡si damos y caballeras!! hay medicinas para estos males y en ocasiones y con suerte dan en la tecla y nos sentimos mejor y todo!
Pero
Siempre hay un pero.
Después que fuiste al psicoloco y aparentemente te curaste porque salís a la calle peinada y te pusiste otra vez ese vestido que te queda tan bonito y no doblaste a mitad de cuadra cuando por la esquina venía esa antigua compañera de colegio que te provoca taquicardia apenas te pregunta ¿qué es de tu vida? Y ya estás otra vez en carrera haciendo cosas tan difíciles como ir a un cajero automático a sacar dinero sin que las manos te tiemblen o viajar en subte sin asfixiarte o hacer las compras en un supermercado sin sospechar que a cada paso se te vienen encima las góndolas y sos un normalit@ mas, ya te quedó en el currículum vitae “ese asunto” como una manchita que no sale con nada y ya todos saben que vos sos medio loquit@. Qué pena, porque todo lo que te pase de ahí en más, será culpa de eso. Porque ni se nombra. Sos de los que tienen eso. Tenés ese tipo de problemitas que para no nombrarlo lo grafican gestualmente con el dedo índice girando en la sien, mientras un silbido rápido acompaña el movimiento, o simplemente dicen que te chifla el moño.
No todo es responsabilidad de los otros, uno también se mete en el personaje del loquito y ya que estamos, le echamos toda la culpa a él y listo el pollo. Toooooodo lo que te pasa en esta perra vida es por eso y ya ni caso le hacés, entonces dejás de perseguir médicos y te la bancás y terminás aceptando tu karma y tirando para no aflojar.
Mirá lo que me pasó.
Hace unos meses murió mi perrita, mi negrita mimosa, te acordás que te lo conté acá? Meses antes de morir, enfermó de viejita. Y yo enfermé con ella, pensaba que también era de viejita y de esa forma mía de ser así medio bajón, medio tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero, de que soy medio melanco y tal…Cuestión que pasé meses junto a ella viéndola apagarse cada día y yo sintiendo que me volvía un perejilito mustio. Y claro, era porque mi negrita se moría, cómo no iba a estar triste! Tenía todos los motivos y cuando murió, estuve mas triste todavía. Lloré hasta secarme. Y seguí triste, pero no de una tristeza que se va con pastillitas, o con distracciones o con actividades, o con cariño, o con otro animalito que sustituya al que se fue. Una tristeza con un dolor físico raro, dolores musculares que me impedían levantar un vaso con agua por ejemplo, un cansancio de no tener ganas de nada, de estar desmayada en la cama por horas, de no hablar de nada (cosa mas que rara en mí). Otra vez la sombra de la depresión empieza a rondar en tu cabeza y en la de las personas que te quieren. Y vienen los buenos y sabios consejos, hacé cosas, salí, no te metas en la cama, no dejes que la depresión te gane, poné voluntad (esa maldita palabra). Y yo explicando que ya hago cosas. No sabés lo que me cuesta hacer el programa de radio, seguir con los otros proyectos literarios en los que estoy metida, salir de esta encerrona de dolores que van cambiando de lugar según el día y la hora. Otra vez la gira por los especialistas, los estudios, otra vez la desazón.
¿Qué tengo? ¿Qué me pasa? Me falta mucho para los cien años, pero me siento así.
No supe lo que tenía hasta hace unos días, en que el médico mirando mis análisis me dijo- estás como un auto a punto de fundirse-.
¡¡Chán!!
La depresión puede encubrir otras cuestiones, tengo anemia y estoy hipotiroidea a full. O sea, necesito recuperar mis valores en sangre y equilibrar mi tiroides y tal vez después pueda ponerle onda a mi vida. De momento voy como un fitito oxidado tratando de atravesar la autopista en medio de autos de alta gama.