Sólo el amor
alumbra lo que perdura
Sólo el amor
convierte en milagro el barro.
Debes amar
Debes amar
el tiempo de los intentos.
Debes amar
la hora que nunca brilla.
la hora que nunca brilla.
Hubo un cielo que fue negro, hubieron noches oscuras como callejones, noches estrelladas de tan rotas, hubieron almohadas húmedas detrás de las persianas y relojes inquietos y mientras tanto la ciudad se hundía bajo la tormenta.
Hoy la misma ciudad amaneció mas vieja, castigada por la furia de los vientos. Hoy sus edificios tienen los cabellos blancos de una viejecita y las paredes se descubren arrugas nuevas en los vidrios espejados. Por sus ojos de ventanas abiertas deja entrar la mañana y el rimel ayuda como un puntal en sus pestañas asombradas.
Nunca pierde el asombro que le viene de niña y por eso muchas veces se desangra en ríos negros.
Hoy toda encendida se da cuenta que el calendario se aproxima inexorable y marca un año mas.
Que la vida está corriendo por sus vías de trenes agitados y es primavera como cada vez que cumple años.
Que la maravilla está ahí frente a ella llamándola con ganas, con ojos de enamorada la mira contenta de que sus ojos de farol estén detenidos en ella y hasta se balancea de manera coqueta para gustarle mas y la ciudad toda ollín que no sabe si corresponder o no, porque tiende a la melancolía y a esa cosa absurda de desmayarse mas tranquila en un colchón de hojitas secas y de calles estrechas, que ponerse una flor en el ojal y salir taconeando, se deja seducir lentamente por los colores, los aromas frescos, los perfumes de un septiembre que termina y que huele a jazmines húmedos y a romero en flor.
Se deja caminar por esas calles de árboles azules otra vez vivos y esperando.
Se deja chamuyar por los semáforos que en cada esquina le hacen un guiño y sin darse cuenta se levanta como la primera vez y camina sin titubear.
La ciudad está por fin de pie, de cara al sol se quita sin demaquillador el barro que le cayó del alma y sonríe desde las persianas entreabiertas en plena madrugada.
-Dicen en la radio, que el temporal ha pasado y que se espera buen tiempo esta mañana-.
Por eso ella se despereza, se quita los diarios de encima, no quiere leer las noticias de ayer, huele a café recién hecho y canta un grito urbano que se le escapa desgarrado, pero canta.
No se engaña, detrás de la pintura y abajo del asfalto ella guarda restos de tormentas pasadas y sabe que en los túneles que la cruzan por debajo se debaten los infiernos, pero la maravilla está llamando toda inflada como un globo de color en la ventana, y sale a celebrarla, como cuando era niña, con la sonrisa del festejo y toda emocionada.
Hoy la misma ciudad amaneció mas vieja, castigada por la furia de los vientos. Hoy sus edificios tienen los cabellos blancos de una viejecita y las paredes se descubren arrugas nuevas en los vidrios espejados. Por sus ojos de ventanas abiertas deja entrar la mañana y el rimel ayuda como un puntal en sus pestañas asombradas.
Nunca pierde el asombro que le viene de niña y por eso muchas veces se desangra en ríos negros.
Hoy toda encendida se da cuenta que el calendario se aproxima inexorable y marca un año mas.
Que la vida está corriendo por sus vías de trenes agitados y es primavera como cada vez que cumple años.
Que la maravilla está ahí frente a ella llamándola con ganas, con ojos de enamorada la mira contenta de que sus ojos de farol estén detenidos en ella y hasta se balancea de manera coqueta para gustarle mas y la ciudad toda ollín que no sabe si corresponder o no, porque tiende a la melancolía y a esa cosa absurda de desmayarse mas tranquila en un colchón de hojitas secas y de calles estrechas, que ponerse una flor en el ojal y salir taconeando, se deja seducir lentamente por los colores, los aromas frescos, los perfumes de un septiembre que termina y que huele a jazmines húmedos y a romero en flor.
Se deja caminar por esas calles de árboles azules otra vez vivos y esperando.
Se deja chamuyar por los semáforos que en cada esquina le hacen un guiño y sin darse cuenta se levanta como la primera vez y camina sin titubear.
La ciudad está por fin de pie, de cara al sol se quita sin demaquillador el barro que le cayó del alma y sonríe desde las persianas entreabiertas en plena madrugada.
-Dicen en la radio, que el temporal ha pasado y que se espera buen tiempo esta mañana-.
Por eso ella se despereza, se quita los diarios de encima, no quiere leer las noticias de ayer, huele a café recién hecho y canta un grito urbano que se le escapa desgarrado, pero canta.
No se engaña, detrás de la pintura y abajo del asfalto ella guarda restos de tormentas pasadas y sabe que en los túneles que la cruzan por debajo se debaten los infiernos, pero la maravilla está llamando toda inflada como un globo de color en la ventana, y sale a celebrarla, como cuando era niña, con la sonrisa del festejo y toda emocionada.
Sólo el amor
engendra la maravilla.
Sólo el amor
consigue encender lo muerto
-Sólo el amor- (Silvio Rodríguez)
-Sólo el amor- (Silvio Rodríguez)