Club Atlético de Poetas

¡ Julito, qué jugador!

(O "Escribir lo que me alegra" -Torosalvaje-)


Club, porque nos interesa la idea de reunirnos por una pasión común en un espacio libre, donde manifestar nuetras opiniones artísticas, literarias o simplemente relacionarnos desde una mirada poética.
Por eso Club.

Atlético, porque el arte y la poesía son un ejercicio, una práctica. No son simples iluminaciones o inspiraciones que vienen y van, sino que requieren un trabajo, constancia, dedicación. Entonces Un Club Atlético en el cual ejercitar tanto la creatividad como el oído, a partir de la experiencia artística.

De Poetas, porque creemos que la poesía está en todas partes, no como un género literario, sino como una forma de mirar e interpretar la vida. Hay poesía en la literatura, en la música, en el canto, en las fotos, en el cine, en el teatro, en una pintura o en una danza, cuánto mas en todo lo que nos rodea, si sabemos mirarlo.

Por eso Club Atlético de Poetas abre su espíritu a todos aquellos que se sientan atraídos por esta propuesta.
Los encuentros serán en el Ríe Bar Cultural, en 9 de julio 175 Bernal, el primer domingo de cada mes, a las 20 Hs.
Comenzando este domingo 1º de Agosto.
Olvidé citar a los "poetos" que invitan a este evento
Ayelén Rives
Akira
Gustavo Ramos
Patricia Angulo

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Vivir en Conurbania




(O "escribir hasta por los codos" -Toro Salvaje-)
Me gusta estar informada. Me hace sentir segura. No soy de esas personas que viven adentro de un tupper y que no tienen idea de lo que pasa en el mundo. Me gusta saber qué pasa cada día, acá y en todas partes. Porque por ahí estás tranquila de que acá no pasó nada y en la Franja de Gaza se están matando todos, o hubo un terremoto en Italia, o se fue del bailando Ricky, el chocolatero. Ahora por ejemplo estoy viendo si Maradona sigue como técnico o se va. Casi un problema nacional.
Decía que me gusta estar informada porque creo que es bueno saber lo que pasa en otros lados, para comparar y no andar pensando que este es el peor lugar del mundo.

Les cuento.
Al levantarme a la mañana es automático, pongo la pava al fuego y enciendo la tele. Ahí ya me entero que hay huelga de subtes por ejemplo, que hoy cortan tal calle los piqueteros, que se derrumbó un edificio viejo en San Telmo. Que hay una manifestación frente al congreso y que los jubilados cortan la Avenida de Mayo a las 11 Hs. Aunque no tenga que ir por ahí a mi me gusta saberlo, por las dudas algún conocido tenga que ir y no sepa, entonces yo le aviso, porque además soy gentil. Incluso también me informo porque hace que me sienta bien, cuando entro a ver desastres de tránsito me digo qué suerte que tengo de no tener que estar atrapada en ese embotellamiento. Por ejemplo en el verano los días de recambio, es genial. Miro un rato las noticias y enseguida se me van las ganas de salir de vacaciones y ya me cambia el humor, porque pienso que soy una mina de suerte y que después de todo no está tan mal quedarse en el jardín de casa tomando sol y sin gastar un mango.

Es bueno estar informado. Por ejemplo vez pasada se cayó un árbol en la calle Avellaneda, acá en mi ciudad. Cortaba la avenida por completo. Yo me enteré porque, además de la tele prendida que me tiene al tanto con las noticias nacionales, e internacionales, tenía la radio local encendida y justo el conductor del programa estaba diciendo que debido a los fuertes vientos de la noche anterior, se había caído un árbol añoso y que la calle iba a estar cortada varias horas. Ese día gracias a mí, fueron muchas las personas que evitaron quedar atrapadas con su auto al pasar por allí, porque en la panadería y el almacén se lo conté a medio mundo. También fueron muchas las personas que fuimos a ver al pobre árbol caído. Si no me hubiera enterado, jamás hubiera visto un pino tan grande derrumbado y no hubiera aprendido lo peligrosos que son.
Desde ese día (el día del pino caído) tengo bastante cuidado con los árboles, en especial los más viejos. A mí que me gustaban tanto los bosques, han dejado de gustarme. Ahora tomo mis precauciones. Ya no vamos a la costa como íbamos antes y alquilábamos una casita rodeada de pinos. Eso se terminó. Ahora o vamos a Mar del plata y alquilamos en pleno centro un departamento bien alto o nada. En casa he arrancado de raíz varios árboles del fondo que no servían para nada y que eran una amenaza constante. Un limonero, un árbol de paltas, dos ciruelos que la verdad para lo único que servían era para ensuciar el patio. Los ciruelos estaban apestados y el árbol de palta servía para que algún vecino siempre se estuviera trepando para sacar los frutos.

A mi las paltas no me gustan, pero gracias a que estoy muy informada sé lo buena que es para la salud. Es un antioxidante natural por la gran cantidad de Vitamina E que contiene. El tiempo que tuve la planta en casa comía palta aunque no me gustara, y hacía comer palta a toda mi familia en distintos preparados. Lo hacía porque era sano. A veces incluso me tapaba la nariz para tragarla, pero había leído por Internet que hacía bien al corazón, a la hipertensión, al colesterol, entonces sabiendo eso yo comía y comía palta y alimentaba a los míos convencida de que estaba haciendo bien. Desde que arranqué el árbol me liberé de tener que comer palta y ahora tomamos todos unas pildoritas de vitamina E que son fantásticas. Es que después de ver ese pino gigante atravesando la calle yo quedé atemorizada y saqué los árboles. De paso aproveché y ya que estaba el jardinero también saqué el pasto y los rosales y las enredaderas que crecían en los tapiales y tiré las macetitas. Porque con el asunto del dengue no se puede estar tranquilo en el patio. Por más que me ponga Off siempre algún mosquito me pica y uno nunca sabe si ese mosquito tiene dengue o no. Así que puse todo baldosas de color marroncito y cerca de la parrilla puse una especie de alfombra sintética imitación césped que es muy bonita con florcitas de plástico. Si llueve no pasa nada y si se ensucia le paso la aspiradora ¡y listo!

Cuando mi esposo se levanta, yo le cebo unos mates y le cuento que hay niebla en la autopista, que colisionaron un camión y varios autos en cadena y que gracias a Dios no hubo que lamentar víctimas. También le digo cuál es la temperatura y él me lo agradece porque así sabe como vestirse. También consulto por Internet el Weather Channel en español, porque allí encuentro el pronóstico del tiempo hora por hora y estoy siempre atenta al granizo, porque mi esposo cuida mucho el auto. Si hay aviso de granizo, no sale de casa. Y por supuesto lo pongo al tanto de los últimos acontecimientos políticos y económicos, porque como él no mira muchos noticieros hay días en que parece contento. Y, no es que esté mal ser feliz con todo lo que nos pasa, pero tampoco uno puede ser tan ingenuo y andar por la vida tan tranquilo como si no pasara nada. Vamos, que uno ya ni sacar la basura tranquila puede. Nosotros en casa tenemos implementado un sistema de seguridad que cada noche ponemos en funcionamiento. Mi esposo sale al porche al que le pusimos rejas y mira un buen rato, estudia el panorama. Yo lo espero atrás de la puerta con la bolsa de residuos, él emite un silbido corto cuando hay vía libre. Y salgo. Y dos silbidos cortos, cuando mejor es esperar. Una de mis hijas ya tiene las llaves en la mano y al escuchar el silbido corto y solo, abre la puerta de calle, yo salgo miro para todos lados raudamente, corro hasta el contenedor de basura, tiro la bolsa y regreso corriendo.
Así todos los días, desde que hacemos esto, estamos todos mucho más tranquilos.

Lo mismo al sacar o entrar el auto.
Rara vez salimos sin llamar a la seguridad, pero al entrar llamamos siempre-siempre, porque con todas las noticias que uno escucha o lee o le cuentan de robos, asaltos, crímenes y secuestros en situaciones así, hay que ser precavido. Para eso viene bien estar informado, es lo que yo le digo a mi esposo. Nosotros hemos organizado una rutina que nos tranquiliza bastante, no del todo, pero bastante, lo cual es mucho.
Vayamos donde vayamos, al salir llamamos a la seguridad y al regreso, diez minutos antes volvemos a llamarla. En esos diez minutos tenemos que estar en casa, y la seguridad también tiene que estar en la vereda de casa. O sea debemos coincidir. Si por alguna eventualidad llegamos en siete minutos y no en diez, damos unas vueltas manzanas hasta que llegue la seguridad. Cuando es la seguridad quien se demora (cosa que generalmente ocurre, pese a los constantes reclamos que mi esposo les hace a la empresa por la impuntualidad), luego de dar varias vueltas manzanas y habiendo observado todos los que vamos en el auto que no hay moros en la costa, tomamos nuestras cosas, nos quitamos el cinturón de seguridad, el encargado de abrir la puerta ya tiene la llave muñida en su mano, abrimos las puertas del auto todos a la vez, las trabamos todos a la vez y corremos. Quien tiene la llave, tiene un trabajo extra y de real estrés porque debe abrir sin demora o falla alguna, una equivocación de llave puede ser fatal. Como yo estoy muy nerviosa a pesar de los ansiolíticos que tomo, eso siempre lo hace otro.
Por suerte en casa nos entendemos muy bien y todo marcha a la perfección. Lo que yo no entiendo es este rictus amargo que se nos ha ido marcando a todos en la cara con el tiempo.
¿Cómo puede ser si estamos tan informados y seguros?

(cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia)

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Niñas




L, S y yo habíamos decidido que ya éramos grandes para ponernos de novias y como nos gustaba el mismo chico y además ya nos habíamos dado cuenta que así como nos gustaba a nosotras debería gustarle al resto de las chicas de la cuadra y de las cuadras aledañas y del colegio y del club y de la capillita y como además no éramos tontas caímos en la cuenta que si seguíamos esperando a ser mas grandes, cuando nos tocara la edad de tener novio y nosotras llegáramos con el ramo, la coronita de novia y el vestido, el chico en cuestión ya estaría ocupado.
Éramos niñas precoces, porque esto sucedía cuando aún no habíamos cumplido los diez años, yo andaría por los 6, L por los 7, S por los 5 y el galán estaría por los 8.
A las tres nos pareció una gran idea declararnos juntas a la vez y por carta. Lo citamos cada una en un lugar diferente, por supuesto L que era la mayor eligió el lugar mas lindo que había, una confitería recién inaugurada de lo mas moderna, yo uno medio-medio, una confitería antigua con olor a gallina hervida que estaba desde toda mi vida de seis años y S el mas feo que había en el pueblo, un lugar triste, sucio, donde siempre había un señor grandote friendo papas, pero en nuestro universo de posibilidades sólo había tres lugares donde se podían citar los novios y eran esos.
Las tres escribimos cada una su carta, especificando el lugar, la hora y con quién era la cita y tuvimos la viveza de no citar al galán a la misma hora, una a las 15, la otra a las 16 y finalmente la última a las 17. Acá invertimos los órdenes, la del lugar mas feo era la de las 15 Hs, yo siempre quedé en el medio y L a las 17, que era la hora mas apropiada para tomar un submarino con vainillas.
Cada una se las ingeniaría para ir a los diferentes lugares a esperar al galán.
Creo que S fue porque le quedaba cerca, de L nunca supe si fue, yo no fui porque no me las ingenié para ir. Ya me había perdido una vez y no quería pasar por esa catástrofe otra vez. Además a medida que se acercaba la hora me había entrado una vergüenza infinita y se me habían borrado todas las ideas con las que había elucubrado ponerme de novia y me puse a jugar con no me acuerdo qué.
Supimos después que el chico estuvo en un intríngulis porque jamás esperó que las chicas del barrio se le declararan en masa, y por un tiempo estuvo desaparecido del susto.
Tanto desapareció que a mi dejó de gustarme.

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Efecto dominó



El reloj acaba de decir que pasó un minuto entre que yo abrí la ventana y la cerré. Sin embargo yo he vivido un día específico al abrirla y contemplar el fresno desnudo y respirar el aire frío de la calle y escuchar a las palomas.
Un día con sus horas turbias por la lejanía.
Un día antiguo despertado de un sueño, de un pasado quieto que se vino urgente a mí, para habitarme entera.
Ahora soy un sinfín de tiempos que caen lentos en efecto dominó y en el reloj sólo ha transcurrido un minuto.

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La Bravita

Cuando se pide un deseo hay que estar bien seguro de lo que se pide, porque se te puede cumplir.
Eso lo leí en alguna parte y la madrugada del martes, siendo las dos de la mañana me acordé mucho de tener presente ésto la próxima vez que se me ocurra pedir fervientemente algo.
Sencillamente porque se puede cumplir.
Yo vi esta foto por google y dije que quería estar ahí.


(No así, pero...sigamos)


Hasta ahí todo bien, se me iban cumpliendo los deseos. Yo era el personaje de un cuento para niños. No se me ocurrió pensar en que los alimentos podían terminarse, que la niebla se podía convertir en lluvia, que la soledad espantosa incluía no tener ninguna proveeduría cerca, que ni por asomo se podía salir de la casa sin quedar atrapado hasta las orejas en el lodazal, obvio que ni hablar en un delivery…Bueno, viendo el desastre pedí “vientito”, de esos que limpian el cielo. Vientitos inocentes, pero debo haberlo pedido con tanto frenesí, que me mandaron vientos huracanados y fue entonces cuando me acordé de la frase con la que comencé mi relato “ojo con lo que pedís, que se te puede conceder”. ¡¡Mamita, lo que soplaba ese viento frente a la laguna!! Era de pelí de terror. ¿Está de mas decir que imaginé todas las maneras posibles en que la cabaña sería arrancada de sus cimientos y arrojada por los aires con nosotros dos adentro?
Eso no es nada.
Otra cosa que descubrí esa noche es lo que paso a contarles.
Han de saber ustedes que laguna que se precie de tal, debe tener un monstruo. Así como en Escocia está Nessie en el Lago Ness, en Bariloche tenemos al Nahuelito en el lago Nahuel Huapi, no podía faltar un monstruo en esta laguna que estaba frente a la cabaña en la que me encontraba nada menos que yo.
Así fue como en la interminable madrugada del martes, mientras aterrada miraba por la lumbrera del dormitorio el desastre natural, vi emerger del lago una especie de niebla muy parecida a los caramelos de algodón azucarado con forma de sirena. La vi primero zigzaguear, girar sobre si misma, inflarse como un inmenso globo y luego monumental, danzar con furia sobre las aguas oscuras y embravecidas de la laguna, para después luego de un lamento plañidero, desplomarse húmeda y densa sobre mi cabaña.
Imaginarán que no tengo fotos. Que no tuve ni tendré la fortaleza de ánimo necesaria que hay que tener en estos casos, nada mas me morí de miedo agarrada con uñas y dientes a la lumbrera. Y cuando vi que mi esposo dormía como un bebé y que no me iba a creer ni una sola palabra lo desperté, pero La Bravita, ya se había ocultado en la inmensidad del lago.

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Leer un libro de nuevo


Aunque ya lo hayamos hecho en otro momento, es siempre una experiencia nueva leer otra vez un libro. El texto es el mismo, pero nosotros no, de modo que quien leyó un libro hace cinco años atrás y vuelve a leerlo hoy, lo lee con la mirada del que fue y con la mirada del que es ahora. Me dirán que la esencia de uno, no cambia, pero en esos cinco años vividos nuestra esencia es mas intensa o por el contrario, tal vez mas deslucida, depende de la vida que hayamos llevado.
Reflexiono esto porque leí tres veces en mi vida El Perseguidor de Cortázar y la última vez anterior a la de los días pasados, fue hace unos diez años. Mi esencia era la misma, me llegó muchísimo la historia, pero yo era otra. Aquella vez recuerdo haber entrado a la historia a sabiendas de que Julio Cortázar recreaba en su personaje Jonnhy Carter, la vida el jazzman Charlie Parker desde la mirada de un crítico llamado Bruno que es el narrador del cuento. Y recuerdo haber salido tan campante, y cerrar el libro con la satisfacción de haber empleado bien el tiempo con una buena lectura, pero no me quedó dando vueltas y vueltas la sensación de tener metido adentro mío a un Jonnhy Carter insatisfecho, buscando en su música respuestas que no encontraba por ningún lado, quedándose sin aire en los pulmones mientras hurgaba en su interior y arañaba un instante de felicidad suprema con su música, esa felicidad inmensa de la que algunos hablaban y él parecía no alcanzar nunca.
Últimamente me sucede eso cuando escribo y la sensación es espantosa.
¡Cuánto entendí al pobre Jonnhy esta vez!
Y eso que ni siquiera tengo el tupé de compararme con él, aunque lo siente vivo en mí. Sólo que las tribulaciones internas y esa comezón por dentro y la sensación de desasosiego frente a la falta de creación, deben ser parecidas, aunque en su caso se tratara de un genio y yo sea una ignota escritora mediocre.
Tranquilos: no voy a drogarme, ni emborracharme, ni tirarme con una piedra atada al cuello en el Río de la Plata, ni haré renegar a nadie con mis pobres delirios, simplemente voy a tomarme un descanso reparador.

Creo mucho en la buena soledad, en el contacto con la naturaleza, en el silencio necesario cuando nos sentimos un poco embotados por esta extraña vida posmoderna.

Hasta la vuelta amigos.

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Faro


Recorro escaleras circulares con una luz en mi mano, cubro con mi cuerpo que la prisa de los días no la apague, cuido con mis ojos que siga encendida, le dejo mi calor para que viva.
Cada día mi mano toma forma de camino para llegar hasta tu mano, en mitad de la noche cuando los barcos naufragan, cuando los bares cierran sus puertas, cuando los parques se llenan de niebla, invento este haz de luz para no disiparme entre soles y tormentas.

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Amargos



Tercera vez que se me pasa el agua y con este frío adentro.
Afuera y en la punta de los dedos también.
El mal humor que se vuelve intenso y silente. Le doy la bienvenida al pesimismo que duele (una pena, hará mas frío)
Al menos el agua debería estar en su punto para que el mate me abrigue y no sea un caldo desagradable.

Tercera vez que pacientemente tiro el agua hervida, la renuevo, la mando al fuego bajito, me siento a escribir, me olvido y escucho la pava otra vez volando por la cocina.
Letras y agua juegan conmigo.
Desorientados en su mísera espera, me dan la espalda amargados.

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Hierbajo




Y sin embargo a veces siento que es demasiado.
Cuando los pasillos se vuelven laberintos oscuros. Interminables senderos sin luz. Áspero el empedrado.Ahí me digo es demasiado.
Cuando no me cruzo con un alma en las veredas de mis manos, otra vez pienso: es demasiado.

Y dejo todo a un lado.
Y me muerdo los labios.
Y revuelvo las teclas desparramando los dedos, con las manos dormidas, con el sueño encarnado.
Y observo esa lejanía que nos queda a los solitarios. El desierto de baldosa única, el minúsculo espejo del baño con el ojo agigantado de niebla.
Y me pregunto desde la nuca ¿acaso es demasiado?

Y es el silencio quien siempre vuelve un poco mas desamparado que ayer dando respuestas. Vuelve para sentarse junto a mí, en esos recovecos retorcidos donde suelo brotar para poder ser, como algunas hierbas salvajes que crecen en las grietas del asfalto.

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Blister



-aplastado y abierto y abollado-
Habrá que llenar ese espacio de aire con alguna mezcla consistente, que no se filtre por las hendiduras. Habrá que fundir las horas de sueño, con lo que aún no hice, con lo que podría ser si tomo coraje, con lo que no será a pesar de todo, con los miedos arrinconados gracias al color verde, con la cacheteada fe en mí misma.

Cada día es como un blister de pastillas.

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Naturaleza viva


Colgada al viento
tiendo a vivir
esta naturaleza mía
.

De turbio algodón, de hilo en fina trama, de tela de araña, de musgo, de cielo, de lana.
Capitas de cebolla y cortezas de papa.
Todo en franco remolino agitándome
-revuelta por dentro-
.

Aprieto el aire frío que se quema entre mis dedos.

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Musa



Esta inquietud áspera ya la conozco
es el estremecimiento de mi ser
me ha rozado una musa
Me ha perforado la cabeza.
Se ha instalado en mi centro y desde allí espera.
Ahora mismo está sentada en una silla
ubicada en la boca de mi estómago
apoyando sus pies en la luna.
Canta un blues de Pete Seegers
para matar sus penas.

Ayer se trepó al balcón de mis ojos
y me pidió vida.
(ya quité tres comas-cambié de prosa a poema-serruché las patas y luego no te gustó la cabeza-cantame tu blues, caminame el día, robame la brisa, atame a tu silla, bajame la luna, desordename el día, que he puesto las comas, que otra vez he pasado a prosa, que he dejado acentos, que olvidé las rimas, que digo silencios que sólo tú tocas)

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Quedan advertidos




Siete de la tarde y noche cerrada en mi barrio.
Un sitio solitario a cualquier hora del día, de noche mas aún. Sólo dos perros en la esquina están sentados haciendo guardia. Pienso en salir con mi perra, pero la dejo en el jardín de adelante para que no se me vengan los perros encima y tener que lidiar con ellos hasta el almacén que queda en la otra cuadra. Necesito un par de cosas. Voy y vengo en cinco minutos.
Camino hacia el almacén que queda a una cuadra y media.
Al primero que me cruzo apenas salir de casa, es al asesino serial de mi vecino que me gruñe un “buegrfzdfsches”, yo le respondo “bsbsbsches” no vaya a ser que me mate y sigo. Al llegar a la esquina, de atrás de una palmera a la que le han dejado trepar un jazmín gigante sale una divinidad de la mitología griega. No estoy delirando. Mitad hombre y mitad macho cabrío, con cabeza y torso humano. A los cuernos pequeños no se los ví porque tenía sombrero, tampoco le vi las orejas largas y puntiagudas por la misma razón y además porque ya estaba dándome el susto del año. Como tampoco no le vi la cola larga ni las pezuñas, pero estoy segura que las tenía porque era un sátiro.
Salió del tremendo matorral y cruzó delante de mi diciendo cosas que no repetiré por lascivas, pero dejen libre su imaginación y enseguida algo se les va a ocurrir.
Una vez que cruzó a la otra esquina y me di cuenta que los únicos que estábamos en la calle éramos el sátiro y yo, comencé a caminar rápidamente al tiempo que los perros comenzaron a ladrar al oír sus gritos desaforados. Entonces yo pasé de caminar rápido a correr. Iba con botas de modo que mis pasos resonaban como locos en la calle y mi corazón se me salía de la boca y el tipejo me perseguía a escasos metros gritándome barbaridades.
En medio del terror encontré el timbre de la despensa, pero también me puse a golpear la puerta de vidrio que se abre lentamente y yo la empujo con fuerza y el dueño me dice que se abre sola y yo le grito que me persigue un tipo a los gritos y la puerta se cierra en la nariz del sátiro que pegado a los cristales grita “¡¡¡¡¡¡quiero a esa mujer!!!!!!!” (no se rían, que yo casi me muero)
El dueño de la despensa, me dice que me tranquilice que es el “loquito”. Yo sin aire en los pulmones, le digo que estoy muy asustada. Él me pregunta que qué voy a llevar y el “satiro-loquito” desde afuera aúlla. SI, AÚLLA. Como los lobos de las películas. Voy a llevar tapas de empanadas, respondo. A mis espaldas los vidrios y la puerta del almacén crujían terriblemente.
Le digo al almacenero que me voy a morir y él me responde ¿para horno o para freír? le respondo que para horno, pero que me muero. Él me dice que le quedan de 12, de 16 no le quedan mas. ¡Qué me importa, deme dos!

Y me doy vuelta para ver si se fue el “sátiro-loquito-lobizón”
Y para horror mío sigue pegado a los cristales, dando lengüetazos babeados y gritando entre aullidos ¡¡¡¡¡quiero a esa mujer!!!!! (no sean malos) -que la mujer estaba a punto desmayo-


Después de comprar medio almacén, porque en el fondo yo pensaba que se iba a cansar y se iba a ir (craso error) comprendí que estaba en un peligro mayor, porque el almacenero también era loco y estaba de lo mas divertido con la trágica situación en la que yo me encontraba. Dándome cuenta de que estaba en peligro tanto afuera como adentro y que no tenía el celular y que el almacén es así de chiquito y que no me podía quedar a pasar la noche ahí con esos dos locos, le pregunté cómo iba a hacer para irme, que por favor llamara a la policía. El almacenero me dice, que no, que pobre “loquito”. Y sintiéndose el héroe de la película bizarra, me dice seriamente “tengo un plan”. Yo salgo primero, lo agarro de los brazos y usted se va rápidamente, yo lo suelto cuando usted esté lejos.
Les aseguro que no es el guión de una peli clase B, esto me pasó ayer.
El almacenero riéndose con una extraña risa que daba miedo, abrió la puerta y se le tiró arriba al sátiro, que gruñía diciendo lo de siempre, si eso de “quiero a esa mujer” y al pasar yo cerca terminó de enloquecer. Empezó a gritar que yo lo provocaba, los perros ladraban enardecidos , el almacenero luchaba con el sátiro. Todo-todo-todo entre gruñidos y manotazos que el pobre almacenero intentaba contener.
Luego de pasar por delante del desastre, me volatilicé.


Todavía me pregunto cómo no me caí y me rompí una pierna en mi desenfrenada carrera a casa.
Todavía no sé porqué a me pasó esto si no tengo nada de ninfa.
Todavía me dura el pánico aterrador de volver a encontrarme con el sátiro de ojos saltones.

Advertencia: si se ríen les saldrán cuernos, cola, pezuñas y los ojos se les volverán vidriosos, sanguinolentos y saltones.

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Desconfío

No sé porqué
imaginé
que estábamos unidos
y me sentí mejor
pero aquí estoy
tan solo en la vida
que mejor me voy
-Pappo-


http://www.youtube.com/watch?v=RSy2GPyc1_k&feature=related

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Caballos de mi sangre




Un abochornado cielo causa desconcierto en pleno invierno.
Los asesinos esperan en las esquinas. Los suicidas tiemblan de miedo. Los muertos van de visita a casa de sus amigos muertos cruzando las calles desiertas de la ciudad, sus manos se tiñen de flores rojas, reavivando el gris de los desabrigados árboles y el perro que llora y llora en el umbral, parece vivo.

-Qué voy a hacer conmigo si esto sigue así-
Yo creo que estoy viva, igual que los que llevan flores en sus manos, pero tiemblo y espero y algunas veces hasta lloro.
Me pregunto si será producto de mi imaginación esta creencia o será pura ilusión de los encantos que me pueblan. Camino indagando dentro de mí. Como un tirabuzón me hundo en mis entrañas preguntándome por qué y por qué…
Y escarbo retazos, deshilachados retazos de ansias.

...para encontrar
rincones habitados de espaldas
nucas ciegas
bocas cosidas a mansalva
manos estérilmente atadas
a lo vano...

-Qué va a ser de mí si esto sigue así-

-Qué voy a hacer con los caballos desbocados que viajan en mi sangre-

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Yo te banco

" Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de aliento a mi tormento
todo es mentira, mentira es el lamento
hoy está solo mi corazón"
-Gardel-
Diego contra todos los detractores que vendrán con sus caras extrañas a matarte de frente o por la espalda, yo te banco.
Mi respeto por vos no morirá jamás.

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Finales


Hay días en los que la llama que me habita aflora en mi piel, yo me dejo arder con la esperanza de ser un puñado de cenizas en vuelo.
Entonces cierro los ojos y me veo viajando por los andurriales, llevando restos de mis anhelos para que no dejen de vivir. Para que prenda el verde en los bosques sombríos, para que enciendan los corazones, para que suban los escalones de las nubes y siga habiendo diamantes en el cielo de Lucy.

-Hay días que me abrazo con la vida y somos fuego-

Hoy, no se cómo, pero siento que me apago.
Un aguacero gris cae sobre las brasas y las cenizas húmedas no remontan vuelo, pegoteadas en el centro de mi puño me ofrecen el triste espectáculo de su desmayo.

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