Me voy de vacaciones.
Pienso en verano y pienso en playas con la arena calentita, yo tirada panza arriba al sol, el ruido de las olas jugando en mi cabeza, ananás partidas al medio, mates amargos, chipás y medias lunas...
Y lo que veo tras la ventana es un cielo inmensamente gris y la lluvia que se viene encima.
Entonces pienso que las playas argentinas son para gente sacrificada, que le gusta el viento, la arena en los ojos, el frío calandote los huesos y el tejo.
Y me acuerdo de las peores vacaciones de mi vida, que no fue en la playa, fue en un club, fue allá lejos y hace tiempo, pero que jamas las olvidaré mientras viva.
El verano del 70 iba a ser una pesadilla para la Flaca y para mi.
Unos de los clubes de mi pueblo salió a anunciar por las calles, con autoparlantes la gran noticia: el club ofrecía a todos los niños que tuvieran entre cuatro y doce años la posibilidad de anotarse en la colonia de vacaciones, la voz del señor era una una invitación a la alegría y de fondo la música de Alta Tensión, terminaba por convencerte que tenías que ir.
Allí fuimos mis primas y yo a enloquecer a nuestras respectivas madres.
Al día siguiente ya estábamos haciendo cola decenas de niños para anotarnos y ver en qué consistía semejante dicha.
Muñidas con el carnet en mano regresamos a nuestras casas, esperando que el lunes por la mañana nuestras vidas iban a tener un vuelco de diversión y alegria en colores.
Ese fin de semana corrimos todos a comprarnos mayas nuevas, gorritos espantosos, las ojotas con florcitas que estaban de moda, el uniforme de camisita blanca con shorcito azul, mi mamá bordó la bolsita con mi nombre, zapatillitas nuevas marca "Flecha" y ya estaba lista para la aventura.
El domingo a la noche me costaba dormir y el lunes cuando mis viejos se levantaron yo ya estaba vestida con el uniforme puesto, las "flechas" nuevas y unas ganas de que fueran las nueve que me moria.
A las nueve en punto un bus estaba en la puerta de mi casa pasándome a buscar, una bandera flameaba del mismo y decia VACACIONES FELICES.
Yo me sentia una elegida y en verdad iba a ser una elegida, pero para la desgracia!
A poco de llegar ya entré a sospechar que no me iba a gustar, pero igual participé de juegos y entretenimientos.
Era un régimen escolar o militar (que mas o menos es lo mismo) orden, respeto, silencio cuando otros hablan, los niños que mejor juegan al voley son los que juegan, los demas miran cómo éstos se divierten, los primeros son los mejores, los ultimos cola de ratón...
Demas está decir que la Flaca y yo, éramos cola de raton siempre.
A media mañana era la hora de la merienda, la mayoria de los chicos se iban al bufette y compraban sanguchitos de miga y coca cola, yo inocentemente saqué la merienda que mi madre me habia preparado. Aquello era increible, un sandwich de una dimensión extrema para una niña, no podia ser todo para mi, pero sin embargo si lo era! Mi madre siempre temió que yo fuera desnutrida.
Cuando nos juntamos todos a comer, no me animaba a sacar el tremendo sandwich, asi que como pude lo corté y superé aquel mal momento con mi mejor cara de nada.
Despues de unos juegos que eran lo mas aburrido que habia soportado mi existencia, nos condujeron a los vestuarios y venia la hora de pileta.
Mi grupo estaba compuesto por 100 niñas, asi que cuando estuvimos todas listas marchamos en fila como soldaditos, yo era el soldadito de plomo. Por el embole que ya tenia y aun no habia empezado lo peor!!
Lo peor era una pileta de dimensiones gigantes para mis ojos, que estaban acostumbradisimos a la piletita de lona de la Flaca y el pánico se apoderó de las dos, ipso facto nos quedamos petrificadas en el borde y los dos profesores sacados de alguna pelicula de terror, que jamas habian leido sobre pedagogía y tenian paciencia cero, se verían enfrentados a un gran problema con la Flaca y conmigo.
Para el resto de las actividades nos acoplábamos, de mala gana, pero ahi estábamos participando, pero el momento del agua nos enfrentaba al miedo mayor y no hubo palabras cordiales, abrazos amigables, golpecitos en la cabeza, tironcitos de pelo "con onda", amenazas teñidas de simpatía, el "nenita" remarcado y con los dientes apretados cada vez que nos llamaban, dejaba en evidencia el hartazgo que tenian con nosotras.
Asi pasaron los dias, de pesadilla en pesadilla.
Cuando descubri que el verano iba a ser todo asi, entré a llorar por las mañanas, luego el llanto ya empezaba por las noches, finalmente me lo pasaba llorando.
Mi madre no se rendia ante mi amargura, no entendia cuando le decia que me aburría como una ostra, que sentia terror cuando me empujaban al agua y yo luchaba durante una hora por permanecer agarrada al borde.
Rogué enfermarme, deseaba que lloviera asi por lo menos un dia era feliz y podia jugar libremente, como me gustaba a mi.
Las semanas pasaban lentamente y todo parecia indicar que aquello no iba atener ningun cambio.
Sin saberlo aquella mañana de febrero iba a ser la ultima mañana de terror.
Venia soportando estoicamente toda la rutina, la Flaca me seguia con resignación.
Cuando entramos al sector de la pileta los dos profesores estaban esperandonos listos para las cargadas de todos los dias, las zancadillas, los empujoncitos, porque eran de la teoría que si te tiraban salias nadando. Con nosotras dos no habia dado resultado aun, pero ellos insistían con gran entusiasmo.
Primero la empujaron a la Flaca y allí la vi muerta de frio, dando manotazos para no morir ahogada y salir corriendo cual pollo mojado, intentado demostrar que eso no la humillaba.
El próximo papelón era yo. El que empujaba era el profesor joven y el que estaba esperando abajo para darte la "ayudita" era el mas viejo, que era como mi papá. Cuando caí, abrí los ojos y vi sus odiosas patas peludas, se escuchaban sus risotadas y mi desesperación y mi bronca no midieron el hecho, la cosa es que me agarré de su malla y hasta que no se la bajé por completo no paré, luego salí del agua, medio ahogada y esperé el desastre.
El profesor salió enojadisimo, tan mal estaba que dejó de ser el gordito bonachón y gracioso que todos conocian (menos la Flaca y yo) y se habia transformado en una bola de grasa peluda que se me venia encima, con la mano en alto y pensé que iba a pegarme, pero no, me hechó de la pileta y me expulsó por una semana.
O sea, me dio un pasaje directo a la felicidad!!!!
Entre una cosa y otra el verano llegó a su fin y VACACIONES FELICES organizó una fiesta para todos los niños "felices" que habian pasado el verano allí.
La fiesta debe haber sido un opio porque no recuerdo nada, lo que si me quedó grabado en la memoria fue el momento de la entrega de diplomas, allí comenzaron a llamar a todos, menos a nosotras dos, hasta ahi casi que ni me molesté, porque en verdad no habiamos hecho méritos para recibir nada, pero al final del desfile de niños fantásticos nos nombraron a nosotras, que casi nos morimos de un infarto al oir nuestros nombres, pero era para decir estas dos niñas fueron las unicas que no aprendieron nada, ni jugaron a nada, ni fueron felices en nuestra colonia, asi que no hay premios para ellas.
Otra cosa que no me olvido y me hizo sentir mejor, fue cuando mi mamá me tomó fuerte de la mano, como ella me solía tomar cuando estaba furiosa y se dirigió hacia los organizadores.
Y les dijo un par de cosas que como era pequeña no me permitieron escuchar, pero debe haber sido feo, porque yo los espiaba desde lejos y vi que los dos profesores estaban avergonzados y con la cabeza mirando el piso cuando nos fuimos.
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Alguna ola me traerá de regreso a este refugio, mientras tanto les dejo un abrazo grande a quienes han pasado por aqui este tiempo.
Pato.