"La verdadera explicación sencillamente no se puede explicar."
-Julio Cortázar-
La noche entera se metió por la ventana y la despertó sacudiéndola, ella se encontró sentada en la cama, agitada y empapada en sudor mirando la mancha de la pared.
Una mancha deforme la tenía obsesionada, desde que se había mudado a esa casa no hacía otra cosa que luchar contra ese manchón azulado que crecía y se encogía entre la pintura y los ladrillos.
Había probado diferentes maneras de limpiarla y nada daba resultado, cuanto mas eficaz era el producto la mancha se iba y al día siguiente volvía a brotar con más fuerza.
Durante las primeras semanas luchó a brazo partido contra ella porque la sintió una enemiga, pero luego entró a verla como un imposible y la dejó en paz.
Allí la mancha de humedad crecía alegremente y descrecía según sus humores.
Los humores de la mancha –claro- porque definitivamente esa cosa estaba viva, tenía sensaciones, sueños ilusiones, esperanzas.
Esa noche, al despertarse sofocada por la pesadilla, se quedó mirándola y vio cómo del azul acostumbrado se pasaba al violáceo y se movía levemente a los lados.
Creyó que era la continuación del sueño o que estaba mareada y no le prestó mayor atención.
Prefirió ignorarla, porque habia notado que si la miraba mucho, latía.
Igual, ya no pudo dormir y se quedó a esperar la mañana, con los ojos como globos mirando para el otro lado y evitando la pared manchada.
Cuando el despertador sonó ella tenía una lucha tremenda otra vez con la mancha y estaba rasqueteándola con frenético ardor, por suerte descubrió que estaba soñando otra vez, saltó de la cama y pasó sin mirar la pared, hacia la ducha.
Como pudo se vistió, no le importaba qué ponerse, la cuestión era huir de allí, porque a medida que ella se acercaba la mancha se ponía colorada y parecía latir mas fuerte.
-En la pared de su cuarto una mancha corazón latía-
¿Cómo? ¿A quién? ¿Dónde había alguien que le creyera semejante delirio? ¿Cómo decirle a quien sea, que en una de las habitaciones de su casa, hay una mancha con forma de corazón, que crece y late?
Al volver seguro que la mancha ya tenía forma de riñón y ya sabemos que los riñones son tan parecidos a cualquier mancha que mejor no dijo nada...
Esa mañana en el trabajo estuvo pensativa y ajena a todo, lo único que deseaba era volver a su casa y ver si lo que había visto era una alucinación o si en verdad estaban pasando cosas raras.
Regresó casi sin aliento y entró directo a su cuarto, allí se encontró con un corazón mancha del que goteaban manchitas, como si en su ausencia hubiera estado sufriendo toda esa soledad en la que ella lo había dejado.
Ella se sentó en la cama y lo miró azorada, marcó el número de su mejor amiga y le dijo que por favor viniera a darle una mano con algo que no andaba bien, su voz era de angustia y a la media hora su amiga estaba allí.
La arrastró hasta la mancha y le advirtió que no se asustara, pero que una mancha con forma de corazón crecía en la pared de su cuarto, y que a veces cuando ella se acercaba latía o le salían manchitas, como pequeños corazoncitos…
Su amiga la miró asombrada y cuando estuvo frente a la pared, volvió a mirarla pero con preocupación, y le dijo que estaba muy cansada, que debía trabajar menos, que la mancha era azul tirando a negro, como todas las manchas de humedad, que ella la iba a lavar.
Acto seguido lavó la mancha con lavandina y dejó la pared limpita, preparó un té y buscó galletitas en el armario de la cocina y mimó un poco a su amiga que se sentía desarmada.
Charlaron de cualquier cosa y cuando su amiga se fue, corrió desesperada a mirar la mancha.
Aterrada de un doble terror.
Que estuviera hecha corazón.
Y que no estuviera.
Cuando llegó al cuarto todas las paredes estaban llenas de corazones, como un empapelado cargado de pasión, todos los corazones latiendo y descascarando las paredes que a esta altura temblaban de amor.
La primera reacción fue salir corriendo, huir y no decirle nada a nadie de lo que estaba pasando en esa pared, porque la iban a tomar por loca. Pensó en dejar el departamento y alquilar otra cosa. Totalmente descontrolada volcó su ropa sobre la cama y entró a empacar en valijas, a tirar adentro de bolsos su pocas cosas, estaba corriendo por todo el departamento y sintinéndose realmente mal, cuando al entrar al cuarto sintió que nada le importaba, que la voluntad la abandonaba.
Despues de un rato, comenzó a sentir una gran paz que venía desde el exterior y se adueñaba de ella.
Y se tiró en su cama, dueña de una felicidad nueva, a contemplar con éxtasis todas las manchas y se dejó invadir por esos corazones esparcidos por todas las paredes de su cuarto, que no sabía ni entendía porqué brotaban, pero estaban ahí.
-Julio Cortázar-
La noche entera se metió por la ventana y la despertó sacudiéndola, ella se encontró sentada en la cama, agitada y empapada en sudor mirando la mancha de la pared.
Una mancha deforme la tenía obsesionada, desde que se había mudado a esa casa no hacía otra cosa que luchar contra ese manchón azulado que crecía y se encogía entre la pintura y los ladrillos.
Había probado diferentes maneras de limpiarla y nada daba resultado, cuanto mas eficaz era el producto la mancha se iba y al día siguiente volvía a brotar con más fuerza.
Durante las primeras semanas luchó a brazo partido contra ella porque la sintió una enemiga, pero luego entró a verla como un imposible y la dejó en paz.
Allí la mancha de humedad crecía alegremente y descrecía según sus humores.
Los humores de la mancha –claro- porque definitivamente esa cosa estaba viva, tenía sensaciones, sueños ilusiones, esperanzas.
Esa noche, al despertarse sofocada por la pesadilla, se quedó mirándola y vio cómo del azul acostumbrado se pasaba al violáceo y se movía levemente a los lados.
Creyó que era la continuación del sueño o que estaba mareada y no le prestó mayor atención.
Prefirió ignorarla, porque habia notado que si la miraba mucho, latía.
Igual, ya no pudo dormir y se quedó a esperar la mañana, con los ojos como globos mirando para el otro lado y evitando la pared manchada.
Cuando el despertador sonó ella tenía una lucha tremenda otra vez con la mancha y estaba rasqueteándola con frenético ardor, por suerte descubrió que estaba soñando otra vez, saltó de la cama y pasó sin mirar la pared, hacia la ducha.
Como pudo se vistió, no le importaba qué ponerse, la cuestión era huir de allí, porque a medida que ella se acercaba la mancha se ponía colorada y parecía latir mas fuerte.
-En la pared de su cuarto una mancha corazón latía-
¿Cómo? ¿A quién? ¿Dónde había alguien que le creyera semejante delirio? ¿Cómo decirle a quien sea, que en una de las habitaciones de su casa, hay una mancha con forma de corazón, que crece y late?
Al volver seguro que la mancha ya tenía forma de riñón y ya sabemos que los riñones son tan parecidos a cualquier mancha que mejor no dijo nada...
Esa mañana en el trabajo estuvo pensativa y ajena a todo, lo único que deseaba era volver a su casa y ver si lo que había visto era una alucinación o si en verdad estaban pasando cosas raras.
Regresó casi sin aliento y entró directo a su cuarto, allí se encontró con un corazón mancha del que goteaban manchitas, como si en su ausencia hubiera estado sufriendo toda esa soledad en la que ella lo había dejado.
Ella se sentó en la cama y lo miró azorada, marcó el número de su mejor amiga y le dijo que por favor viniera a darle una mano con algo que no andaba bien, su voz era de angustia y a la media hora su amiga estaba allí.
La arrastró hasta la mancha y le advirtió que no se asustara, pero que una mancha con forma de corazón crecía en la pared de su cuarto, y que a veces cuando ella se acercaba latía o le salían manchitas, como pequeños corazoncitos…
Su amiga la miró asombrada y cuando estuvo frente a la pared, volvió a mirarla pero con preocupación, y le dijo que estaba muy cansada, que debía trabajar menos, que la mancha era azul tirando a negro, como todas las manchas de humedad, que ella la iba a lavar.
Acto seguido lavó la mancha con lavandina y dejó la pared limpita, preparó un té y buscó galletitas en el armario de la cocina y mimó un poco a su amiga que se sentía desarmada.
Charlaron de cualquier cosa y cuando su amiga se fue, corrió desesperada a mirar la mancha.
Aterrada de un doble terror.
Que estuviera hecha corazón.
Y que no estuviera.
Cuando llegó al cuarto todas las paredes estaban llenas de corazones, como un empapelado cargado de pasión, todos los corazones latiendo y descascarando las paredes que a esta altura temblaban de amor.
La primera reacción fue salir corriendo, huir y no decirle nada a nadie de lo que estaba pasando en esa pared, porque la iban a tomar por loca. Pensó en dejar el departamento y alquilar otra cosa. Totalmente descontrolada volcó su ropa sobre la cama y entró a empacar en valijas, a tirar adentro de bolsos su pocas cosas, estaba corriendo por todo el departamento y sintinéndose realmente mal, cuando al entrar al cuarto sintió que nada le importaba, que la voluntad la abandonaba.
Despues de un rato, comenzó a sentir una gran paz que venía desde el exterior y se adueñaba de ella.
Y se tiró en su cama, dueña de una felicidad nueva, a contemplar con éxtasis todas las manchas y se dejó invadir por esos corazones esparcidos por todas las paredes de su cuarto, que no sabía ni entendía porqué brotaban, pero estaban ahí.