Buena estrella para vos

Ya ha corrido mucha agua debajo de este puente
me ha sobrado y me ha faltado inspiración
puede ser que suene muy desafinado
es que me desafina el corazón

Vamos hoy a levantar la copa del amigo
necesito estar lo más cerca que pueda de ti
y fundirme con tu espíritu divino
y sentir que sí, se puede ser feliz

Times are changing
times are changing
times are still changing
they´re changing for me

A todos algo ya nos ha golpeado duro
y vimos algo tras el velo del amor
pero es que ya no soy tan chico ni tan puro
que hasta me parece ingenuo el rock and roll

He perdido y encontrado mi cabeza
despertándome en el charco de la sangre del mezcal
con la cara un poco más desfigurada
ten cuidado con las mezclas y a no desanimar

Times are changing
times are changing
times are still changing
they´re changing for me

Es genial por fin haber tocado fondo
porque ya no se puede bajar mucho más
¿ves ese hilo de luz que está ahí arriba?
es tu buena estrella, te protegerá

Entonces cuando todo al fin se vuelve insoportable
cuando el mundo y el veneno dan dolor
todavía sigue allí tu buena estrella
buena estrella para todos, para vos

Times are changing
times are changing
times are still changing
they´re changing for me

Yo también jugué muy sucio
y en eso estoy de acuerdo
cuando hable desde el sentido y la razón
pero es que existe una ley
nadie es perfecto
vos también tendrás lo tuyo corazón

Nos veremos en la cárcel o en conciertos
yendo tras de algún perfume de mujer
ya nos vemos en el siglo veintiuno
una buena estrella también viene con él.


¿Ves ese hilo de luz que está ahi arriba?
Es tu buena estrella, te protegerá...


Quiero una buena estrella para todos, un pedacito de luz que no los deje de acompañar nunca, una sonrisa pegadita al alma que les vaya guiando los pasos, que les vaya abriendo camino, que les haga sentir el lado dulce de la vida esos días donde el sabor amargo gana.
Quiero una buena estrella, de esas que uno se cuelga en la mirada y va por la vida alumbrándose los días propios y los ajenos.
Una buena estrella, para vos que tanto bien me has hecho sin saberlo.
Una estrella imaginaria que nos siga marcando el rumbo por dónde podemos encontrarnos.

Deseo lo mejor en este año que comienza a todos mis buenos amigos y a los que no he tenido el gusto de conocer, pero que han pasado por estos caminos acompañándome con su silencio.

¡¡¡¡Un feliz año 2007 para todos!!!!

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Los dueños de la milonga

"Llora mi alma de fantoche
sola y triste en esta noche
noche negra y sin estrellas"

Los años corrieron por su cuerpo sin que ella se diera cuenta, la fueron trepando desde abajo como los días tristes y quitándole colores frente al espejo, aprendieron a hacerle muecas en la cara hasta convertirla en un mimo, le cincelaron unas curvas entradas en carnes y profundizaron su voz y su mirada, que parecía perderse en un fondo tibio y oscuro.
Se le adentraron hasta el final de sus alegrías y allí conquistaron kilómetros de collares de penas.

Ella que había sido puro jugo se fue volviendo seca, había días en que por sus venas todo era un arenal que desembocaba en un corazón desértico. Su cabello que era tierno se le volvió áspero, duro, blanco y ella intentó disimularlo con algún color, pero igual se apagaba como un sol en una tarde de invierno.

El final o mejor dicho el comienzo, llegó de imprevisto un día que al regresar de la calle se encontró con una nota sobre la mesa que en pocas palabras anunciaban una despedida, su hombre la dejaba con un par de explicaciones vanas y todo se le vino encima, techo con lámparas, paredes con cuadros de familiares y manzanas, espejos con fantasmas, sombras que no se habían ido con él, su perfume que aun rondaba, las ventanas abiertas se llenaron de ira, los cajones que nunca se habian abierto se dejaron ver hasta el ultimo rincón, lo que no se vió en años se dejó ver en una tarde desprevenida.

Todos los venenos la bañaron durante un tiempo a destajo, hasta dejarla sepultada en ellos y en medio de ese lodazal estaba cuando del placard salieron unas sandalias color peltre venidas de otro tiempo, caminaron despacito hasta ella, seductoras y decididas como el vestido negro, el del escote infartante y los dos con infinita ternura la sacaron de ese revuelto inmundo de cuadros viejos y lágrimas ahogadas.
Se le pegaron a la piel sandalias y vestido. Las sandalias la elevaron y embellecieron sus piernas blancas, el vestido se le ciño a sus formas como si la estuviera pintando y desde algún rincón de esa habitación destruída, comenzaron a bajar nostalgias en compases musicales de dos por cuatro, todos enganchados entre si, envolviéndola en un abrazo único y de rescate.

Ella ni lo dudó, se fue corriendo a descubrirse frente al espejo partido en mil pedazos y allí se fascinó con la imagen toda rota que éste le devolvía porque se acordó de una mujer fatal que llevaba años durmiendo en el olvido toda guardada en pedacitos, recordó a la mujer de cabellos encedidos que habia sido alguna vez y que por alguna mágica y extraña razón hoy habia regresado a buscarla. La mujer fatal y la destruida se rearmaron entre si, hasta ser otra vez una.
Se pintó los ojos y la boca con maestría, se tiró unas gotitas de ese perfume que siempre moría esperando una ocasión, se miró de reojo en el espejo y se hizo un guiño.
Pegó un portazo dejando encerrado el dolor tras los postigos.
Salió a la calle taconeando veredas rendidas de lujuria ante sus pasos.

Al llegar a la milonga* le abrieron paso un pasillo de ojos asombrados, algunos corazones saltaron de contentos y se acomodaron el chambergo de costado, uno en especial respiró profundo y se olvidó de todas las batallas perdidas que tenía, de todos los hartazgos, le ofreció su brazo firme y le indicó la pista de baile con la mirada, así era él de recio, como a ella le gustaban los hombres.

Y ella que estaba engalanada de percanta, que era un tango su mirada, se dejó llevar alucinada sobre unos baldosones en damero blanco y negro y allí le sacaron lustre al piso y se mezclaron la pasión y el desenfreno.

Tal fue el susto que se pegaron los años atormentados de los dos, que se fueron corriendo por la salida de emergencia y desde ese día cuentan de boca en boca quienes los conocieron, que ella se olvidó de la tristeza y él de las derrotas.

Se los puede ver mareando baldosas en la milonga de un barrio mucho mas al sur de lo que alguna vez creyeron que podían llegar sus sueños.

"Desde mi triste soledad
veré caer las rosas muertas
de mi juventud"

-Nostalgias-


* Milonga, como evento, es un lugar donde se reúne la gente a bailar tangos.

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Mis caminos.

Había una vez en un país muy lejano, donde las motañas se perdían en el desierto y el río parecía un mar de ancho, una mujer que vivía escribiendo. Lo hacía sin cansancio en un cuaderno gigante de tapas duras, allí acumulaba cuentos inacabados y luego arrancaba las hojas y las tiraba.

Ella no hacía otra cosa que escribir encerrada en una torre muy cerca del cielo, escribía envuelta en una bruma de nostalgias y cada tanto hacía avioncitos de papel con aquellas letras garabateadas y las dejaba volar por su ventana o cuando se enojaba mucho tiraba toneladas de cuentos frustrados en bollitos de papel.

Abajo, los jardines que rodeaban al castillo estaban tapizados de esos bollitos y de esos avioncitos quebrados. Cada tanto el viento los barría y los arrojaba a un camino muy estrecho, que era por donde la mujer que escribía sin pausa y sin prisa, ya no quería caminar mas.

Un día mágico por los caminos que conducían a su castillo de lata, llegó un ratito a pie y otro caminando una aventurera de cabellos oscuros y unos ojos intensamente claros trepada a uno de sus avioncitos de papel y la invitó a volar por otros lados. La sacó de su torre de lata y luego de volar muy alto, la dejó por esos senderos angostos que tanto temor le causaban a ver si se atrevía a hacerlos anchos.

La mujer del castillo de lata al principio tembló de miedo y comenzó a caminar dando pasitos cortos, como si recorriera una cornisa y así fue avanzando hasta llegar a carreteras secundarias donde fue conociendo amigos que le abrieron sus corazones y poco a poco se volvieron entrañables ayudándola a hacer de aquél sendero angosto un camino muy amplio.

Gracias infinitas a

AYE - ANDY - MAY - TORO - ZOOEY - YBRIS - CRUB - DALIA - MIGUEL - HILDA - NOA - MEIGA - PETRA - CIELO - FLEXO - KAMELAS - ADRIANO - JOSE ANTONIO - JENNY - BITO - ZIFNAB - LEOPOLDO - PEZ - UMA - CASCABEL - ISTHAR - SOLDESOLES - INSANITY - OCEANIDA - ANA - SIL - DER - BLOOD - ALEXIS - NIKA - FLORES - LA CAÑA - DRACULA - TUMEJORAMIGA - LA GATA - JACQUELINE - GEO - MO - PUCK - PANCHY - KARINA - PRINCESA DARIAK - SOLEIL - TERRE - GUINEVERE - MICHI - LIZ - CRONICAS - BOHEMIUS

y a los que en silencio han pasado por aquí.


Este tema de Serú y este post está dedicado a todas las personas que han hecho de estos caminos un mundo mas agradable.


Mundo agradable
Serú Girán.
Quiero despertar en un mundo agradable
quiero darme libertad
ya no quiero dar lo que no tiene sentido
sólo quiero aquí estar.
Todas las personas pueden mejorar
todos los caminos pueden ayudar
Si estás ahí, si lo deseás.
Este es mi sueño y el de muchos más
ésta es mi casa donde quiero estar
calmar mi sed, viajar en paz.
Necesito darme un espacio en el tiempo
ser muy claro al hablar
sin informaciones que castiguen mi centro
sólo quiero alcanzar.
Todas las ideas pueden mejorar
todos los proyectos pueden ayudar.
Si estás ahí, si lo deseás.
Este es mi sueño y el de muchos más
ésta es mi casa donde quiero estar
calmar mi sed, viajar en paz.

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Instante

"Aunque te abraces a la luna
aunque te acuestes con el sol
no hay mas estrellas que las que dejes brillar"


Lo encontró sin consuelo en la mitad de la escalera con los ojos fijos en un juquete roto.

Unas perlas de cristal le bañaban las mejillas y ella no supo cómo abrigar aquella pena, se sentó a su lado en el escalón que tenía marcado con crayón su nombre y se quedó en silencio, prolongando un abrazo largamente esperado.
Y entre los dos, un poquito con esas lágrimas que se volvían espesas, otro poco con palabras encontradas en el fondo de un alma inquieta, algunos gajitos de mimos recolectados en un jardín cercano y con muchisima imaginación lograron recomponer lo que se habia roto.

Desde luego el juguete ya estaba quebrado y se notaba, pero ese momento en que los dos buscaron el modo de reconstruirlo, el momento en que hicieron los intentos y se rieron de sus torpezas a la hora de pegar pedacitos rotos y ver que el juguete se convertía en un monstruo de dos cabezas, ese instante de encuentro fue como un gran hallazgo, tal vez lo mas importante que sucedió aquella tarde en la escalera que conducía al cielo.

"No estés solo en esta lluvia
no te entregues por favor
si debes ser fuerte en estos tiempos
para resistir la decepción
y quedar abierto mente y alma
yo estoy con vos"

-Serú Girán-

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El buzón

Para escucharlo con mi voz buscarlo al final de las canciones del Stickam :)

Por cuarta vez miró para la esquina, desde ahí se divisaba perfectamente el universo. Parece mentira lo pequeño que puede volverse nuestro mundo en ocasiones, a veces solo termina siendo una esquina, una buzón vendido, una promesa de la que uno se queda colgada creyéndola cierta, un espacio reducido.

El reloj en ningún momento se detuvo aquella tarde, para eso bastaba su corazón que ya no soportaba mas ver la cara de él en mil rostros ajenos, su andar distraído entre cientos de andares distraídos, sus ojos iban como siguiendo el compás de un limpiaparabrisas desde la esquina a su reloj, desde el reloj a la puerta, de la puerta al fondo del bar y así cada tanto volvía a empezar por la esquina, volvía a paralizarse con alguna sombra que se le parecía, volvía a caer su emoción en el desmayo número cien, una y otra vez.

Se hizo la noche y él no vino, por supuesto el universo se redujo aún mas, desapareció la esquina y con ella la luna que recién llegaba tambien se fue, desaparecieron los jacarandás florecidos, el piso azulvioleta, la ventana entreabierta de la casa de altos, la señora regando los geranios rojos, el chico que lustraba botas y silvaba un tango, el perro que dormía sus penas, el portero del edificio de la esquina, que acumula litros de cerveza en su panza, el pibe de rulitos que estaba sentado cerca se cansó de mirar por si era a él, a quien ella miraba.

El universo se redujo tanto, pero tanto que al pasar por la esquina cuando se iba, se llevó el buzón repleto de palabras vanas, que era lo unico cierto que quedaba de esa tarde de mentira.

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Me estás atrapando otra vez

Me gusta muchisimo este tema, desde que lo escuché hace ya mil años, se los dedico a todas las damas crueles y a todos los ángeles malditos que pasan por este blog y para los que no son ni tan crueles, ni tan maltidos, tambien...
Ustedes sabrán...

Siendo no sé que hora del domingo y con 35º de calor a la sombra me voy a ver a Andres Calamaro y a Ariel Rot al Obras, si sobrevivo volveré en las próximas horas...

Pato

Me estás atrapando otra vez

Me despierto pensando si hoy te voy a ver,

pero es inútil negarlo: tu me estás atrapando otra vez.

Eres un ángel maldito, eres la dama más cruel.
Un arma de doble filo: contigo sólo puedo perder,
tu me estás atrapando otra vez.

Y aunque alguien me advirtió, nunca dije que no,
y ahora tengo que esconder las heridas.
Y ese pulso que jugué, porque quise lo perdí,
nunca me podré alejar de ti!

Te extraño cuando llega la noche
pero te odio de día, después me subo a tu coche
y dejo pasar la vida.

Debería dejarte, irme lejos, no volver.
Pero es inútil negarlo: Tú me estás atrapando otra vez,

contigo sólo puedo perder.

Y aunque alguien me advirtió, nunca dije que no,
y ahora tengo que esconder las heridas.
Y ese pulso que jugué, porque quise lo perdí...
Nunca me podrá alejar de ti.


Los Rodriguez (Andres Calamaro)

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Encendido

Nota aclaratoria: para escuchar la canción que acompaña el post hay que pulsar el signo musical verde, estas cosas solo me pasarán a mi...?

-Esteeee, creo que funciona solito, shhh a ver si se empaca otra vez-

"Silencio, espero el silencio.
Un montón de bocas como parlantes
saturan el aire.

Calles y lugares se cuelgan de mí
toda mi camisa esta llena de anzuelos"

Se había abandonado al destino con una suerte de resistencia moderada, se había dejado de buscar en el espejo cansado de no verse, las palabras lo fueron esquivando hasta que ya no las pronunció mas, se dio cuenta que era invisible y lo aceptó sin dramas.

Había desplegado todas las banderas en lo alto de su casa en son de paz, había abierto su camisa y había dejado descubierto su pecho que sangraba por una herida vieja que lo partía en dos, había comprobado con horror que sangrando día y noche igual seguía vivo.

Había gritado a los cuatro vientos todas sus horas de soledad, se habia partido al medio las noches de lunas rojas y se habia dibujado el contorno con tiza para encontrarse tirado en el piso al otro día.

Había cerrado las ventanas de su casa para evitar las miradas intrusas que se lo pasaban buscando lo que no sucedía -divisar al invisible- y cada tanto cuando las veredas le avisaban que estaban solas, salía por los jardines del barrio a caminar su sombra inexistente y mientras arrastraba sus pies las hojas del otoño se le enredaban y hacían cadenas entrelazadas alrededor de unos zapatos acobardados y de pura pena que sentían por toda esa humanidad abandonada, las hojitas lo acompañaban hasta una plaza que quedaba por ahí, a unas cuadras.

Caminando así, casi librado a su suerte, casi escandalizado de si mismo, llegaba cada día a un banco de esa plaza, tan gastado como él y desparramaba su desierto al sol para que se le meta en las entrañas y así a mitad de la noche con el sol viajándole por dentro, la oscuridad no era capáz de hacer estragos, ni en la madrugada la sed de amor lo apuñalaba.
Él fantaseaba con que esa luz que se tragaba a cántaros lo protegía de los verdaderos fantasmas.

Cada rayito infame lo atrapaba con ansias y de a poquito le iban contagiando una sonrisa en esos labios desdibujados a fuerza de no ser encontrados, y se ponía a pensar en otros labios mas carnosos y perfectos.
Deseo, pensamiento y trama se iban haciendo uno.
La boca de ensueño se hizo presente en su boca de fuego, dibujando en él todo un infierno.
Y no supo si estaba en un banco de plaza o en el cielo.
Boca de incendio y caricia, boca de miel, canela y ruego la de ella, boca abierta mirando el cielo, boca de fruta madura la de él y otra vez la boca de ella en el cuello ardiendo y caminando por los bordes de una herida con cada beso en puntas de pies, bajando lentamente hacia la escalera de emergencia con pasitos cortos, despacito como si el fuego no quemara tanto y supiera a ciencia cierta que era una boca capáz de apagar todos los fuegos, con mas fuego.

No supo cuándo el sol se disparó harto de mirar por la cerradura, no supo entender qué pasó en su reloj que detuvo el tiempo de ese día, ni sabía de dónde provenía esa sensación en su espalda de haber aterrizado en un campo de lirios, ni porqué entre sus manos tenía escritos unos versos recién hechos, ni entendió nunca su alma de cenizas.
Se puso de pié como estrenando un cuerpo, se miró el pecho que sentía húmedo y nuevo, se refregó la cara, los ojos, las manos y se miró de nuevo, su pecho estaba entero, salvo por un caminito de besos que se descosían sobre su piel y se dormían serenos y abrazados entre si.

Sus zapatos lo llevaron de regreso porque él no tenía ni idea donde estaba, pensaba por momentos que aquello era el paraíso, por suerte los tamangos viejos se conocían el camino de regreso a casa y lo condujeron a la perfección y así fue que caminaron transportando a un hombre que iba agarrado de las nubes, por una ciudad que se rendía ante una noche despellejada de silencios.

Y así, hombre y tamangos treparon sin dificultad alguna los adoquines de esas calles, iban callados, pateando los días negros que seguramente vendrían, hiciendo un bollo con todos los miedos convocados a la hora del regreso y jugando al "fulbito".
Las hojas secas de días y las recién caídas, miraron pasar a los dos con tremendas sonrisas y ni se atrevieron con ellos, los acompañaron en un remolino de viento desde lejos, como de a bocanadas los iban siguiendo, pero siempre de lejos porque ellos traían un perfume nuevo y volvían encendiendo senderos con los dedos.

"Hoy que mi corazón se aturde en silencio
hablando solo cuando es tarde
y ya no hay nada mas que hablar"

-Los Tipitos-

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Para May*

* Jamás superaré el "Para May" de Toropoeta :)

May como no te gustan los dulces, te regalo un par de canciones, Resumiento de Joaquín y Mi Caramelo de Bersuit con Andrés.

Elegí a Joaquín porque fue por él que paré por primera vez en tu blog, pensé: si escucha a Joaquín y al Silvio me va a interesar, je!
Y recordé que te gusta Mi caramelo de Bersuit y como ademas encontré esta versión junto a Andrés, ya me pareció sublime, por mas que el sonido no es bueno, no resistí la tentación y acá estan las dos.

El tiempo pasó, eso quedó atrás, conocí tu risa, tu sentido del humor que adoro, tu "a... ver", nuestros chats de carcajadas coleccionables, tu fantasía del salto del tigre a prueba de balas y hay mas, pero ahora solo quiero que te llegue mi abrazo cumpleañero.

El asadito viene despues :)

Besos linda te quiero así, compartiendo la misma trinchera.




Bersuit Vergarabat & Andrés Calamaro - Mi caramelo


Mi caramelo

Que linda que estás, sos un caramelo
te veo en el recreo y me vuelvo loco,
todas las cosas que me gustan, tienen tu cara
y espero los asaltos, así juego a la botellita con vos,
mi bomboncito.

Que excitante que estás, tendrías que saberlo
esa cola es la manzana mas buscada,
y esos senos el alimento de mi creación,
quisiera arrancarte un día y morirme en un telo con vos...
o quizás en un auto.

Han pasado cinco años, asumiste las cosas
hace tiempo que estoy buscando mi verdadero yo,
hay una especie de simbiosis, lo dijo mi psicóloga
haría bien a la terapia alejarme un tiempo...
unos setenta años.

Como estás querida tengo esposa e hijos
de ves en cuando hablo con ella y hasta hago el amor,
no es que quiera molestarte, pero me es imprescindible
sentarme en un café, y soñar un poco...
y tal vez amarnos.

Y ha pasado mi hora, quién robo mis años,
cambio a toda esta familia por un segundo con vos,
si te veo ahora, aunque termine en un hospicio,
tomo una botella...y juego a la botellita con vos.



Resumiendo



Resumiendo,
que tengo un cajón de la firma Pandora,
treinta y siete chansons, c’est a dire, una y media por hora,
sin contar los sonetos, las coplas, los epistolarios,
los tinteros borrachos de tinta que ordeño a diario.
Nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos,
cada vez con más dudas, más viejos, más sabios, más primos,
pero todo se acaba, ya es hora de decirte ciao,
me ha citado la luna en Corrientes esquina Callao.

Resumiendo,
sabes dónde estoy,
resumiendo,
si me llamas voy,
resumiendo,
no me hagas hablar.

Resumiendo, esto no es un arreglo floral por tu santo,
solo sombras que en noches de insomnio me alfombran el canto,
sobre nuestras cabezas silbaban calumnias, payolas,
mano a mano las fuimos driblando a puertita gayola.

Hace siglos que quiero enviarte palomas de humo,
antes de que carcoma el invierno la culpa que asumo,
ten a bien recibir de mi parte un abrazo de amigo,
cuando estalle la guerra estaré en la trinchera contigo.

Resumiendo,
sin voto y sin voz,
resumiendo,
que se pasa el arroz,
resumiendo,
dos bises y amén.

Resumiendo que tengo un cajón de la firma Pandora…

Resumiendo,
que te tengo ley,
resumiendo,
y nos dieron las seis,
resumiendo,
sin exagerar.

Una noche te vimos con Tola bajar la escalera,
yo rompía una copa y Javier destrozaba la hoguera.

Resumiendo,
Que me grita el escenario ven,
resumiendo,
pido un empujón, no te das cuen,
resumiendo,
que vomito con la televisión,
resumiendo,
me hace falta un polvo un buen rock and roll,
resumiendo,
nos veremos cuando se ponga el sol…

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Atardecer


Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire,
urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

-Julio Cortázar-



El sol masticaba con todos sus dientes las cabezas de los edificios y las enormes moles iban siendo devoradas lentamente entre sus fauces naranjas.

Pero a medida que la voráz merienda se iba perpetrando, quienes quedaban enhiestos eran ellos, lucían sobrenaturales y terroríficos, con todas sus caras de cemento repletas de ojos que se iban encendiendo y quien desaparecía en una oscuridad violenta y lúgubre era el sol que hasta recién parecía ganar la batalla.

Mi ojos hacía rato se habían ido saltando por las azoteas, jugando a la rayuela hasta quedarse haciendo equilibrio en un pie, mientras mi corazón abandonado de toda mirada perdía el equilibrio y se desmoronaba en plena caída libre, hasta terminar revolcado sobre el colchón de pétalos azules que crece en los adoquines, por estos días de primavera en Buenos Aires.

Yo seguí caminando aliviada, por la falta de un corazón con exceso de peso.

Y él se quedó allí con las rodillas raspadas y algún rasguño en los brazos desparramado. Estaba bastante maltrecho, cuando se acercó una paloma mensajera y lo remontó entre sus manos de plumas.

De mas está decir que paloma y corazón se fueron un poquito a pie y otro poco volando por caminos no tan estrechos, salpicados de pétalos y soles derrotados.

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A salvo de mi.

Nada que decir, esta noche ya se acaba.

Me doy cuenta que se va, que ya no lucha mas por nada, que está vencida, de lata que se oxída a pasos agigantados, que es por mi que vive entre tormentas y decidimos entre las dos, que una está de mas.

Y las dos coincidimos que fuera de mi va a estar mejor.

El viento del río entra de manera estrepitosa por la ventana y es él, el que habla. Trae palabras de otros tiempos, olvidadas y el aire huele a tierra recien mojada, a lavandas agitadas, a nidos aterrados entre las ramas, a grito de palomas espantadas.

Parece que el temporal viene atravesando al ciudad por los techos y se va a cruzar con algo de mi que está partiendo, con cierta parte de mujer mía que hoy dejo libre.

Pude descubrir, en medio de la noche que una mujer que me habita quiere huir de mi completamente viva, se quiere poner a salvo y sale de puntillas porque teme la prision de mis paredes, porque no soporta mi calor, ni que la lleve por donde voy, entonces en rebelión con su propia naturaleza de loca errante, se amotina en las puertas de mi piel y me atraviesa, ya no intenta más vivir en mi, sabe que no hay espacio, que su vida me quema, que su sangre me agita, que su ansia me devora, que entre las dos, debe partir una para que la vida siga.

Y con los ojos bien abiertos la miro por última vez, sabiendo que tal vez ella sea lo mejor de mi y aun asi la dejo ir, la siento latir en mi todavía de manera febril, luego la acompaño del brazo hasta la puerta y la despido, resisto la tentacion de correr a buscarla y atino a detenerme, tal vez asi, ya sea mas fácil.

"y dicen las hojas del libro que más leo yo
ésta vez el esclavo se escapó"

-Andrés Calamaro-

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Crónica de un momento.

"La soledad es un amigo que no está
es su palabra que no ha de llegar igual"

-Almendra-


Desde mi lugar de sobrevuelo se podía ver bien.

La vi levantarse de la mesa del fondo, la cabeza le daba vueltas, se le habia hecho un torbellino de sensaciones y de tormentas por dentro, tanto giraban y a tanta velocidad que cuando salió del café, esa marea interior se le escapó hacia afuera y ya no pudo mas que tolerar el día con eso girándole en derredor.

La seguí desde lejos mientras remontaba las cuadras que faltaban para alcanzar el tren, peleando con todo eso que le impedía caminar en paz, parecer una persona ajena a un remolino que la rodeaba por completo, fue toda una hazaña.

Ella sabía de alguna que otra hazaña, de modo que se dejó rodear.

El tren no la esperó, igual que le pasó con el resto de las cosas.
Tuvo que correr unos metros hasta alzcanzarlo y una vez arriba se sintió menos desesperanzada, al menos esto tenía:
Un asiento en un tren destartalado del conurbano bonaerense.
Un asiento destrozado y mudo, una ventanilla sin vidrios donde el aire se adueñaba por completo de su aliento y respiraba quisiera o no.
Ella hubiera querido no respirar mas, pero el vidrio inexistente de la ventanilla la obligó y ahí estaba tragando smog a bocanadas y condenada a seguir viva.
Tenía esa ventanilla que la apuntaba con aire frío y que le ordenó vivir.
Obediente se quedó con el aire cargando de misiles sus pulmones.

Tenía miedo de quedarse dormida y que le roben la poca plata que tenía, el reloj y el wolkman viejo y tenía miedo de quedarse despierto y que lo asalte la culpa, esa vulgar pesadilla que la tenía atrapada sin salida.
De modo que hizo "como si".
Jugó a ese juego que había aprendido hacía tiempo ya y se dejó un ojo abierto para que los ladrones no se le tiraran encima y cerró el otro para que la culpa siguiera de largo.

Con el ojo cerrado se fue mirando por dentro, acomodando estanterías casi vacías, descubriendo espacios de relleno, mirando con pena un corazón asustado, quitándole restos de tachuelas a los pulmones y con un barredor de penas limpió el pasaje de su garganta que desde hacia rato se habia obstruido y le costaba repirar, tragar, hablar...
Todas las palabras que pudo decir, habían quedado en la mesa de ese café, formando un puezzle desgraciado, las otras estaban ahí amontonadas en su garganta, violetas, con la lengua afuera, como si al querer salir todas de golpe se hubieran quedado atascadas.

Con el ojo abierto iba mirando lo rápido que corría el riel de las vías, las casitas que se descolgaban de la nada ante el paso del tren, los tendales de ropa heridos de muerte, las ventanas que se iban cerrando como ojos rendidos, las luces de los autos que avisaban el regreso, los perros vagabundos con miradas humanas le asestaban dardos en su ojo único.

Y de repente por los dos ojos el despierto y el dormido empezó a correr un río.

Y contando lo que tenía, enumeró con los dedos de una mano, el asiento roto, la ventanilla impertinente, los ojos de a ratos tuertos, de a ratos abiertos como una herida, pero contó dos ojos y en quinto lugar contó un gran vacío recién hecho.


-Escrito de manera no tan furtiva en el Café Mo-

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La chica del circo.

"Por una cabeza
todas las locuras
su boca que besa
borra la tristeza,
calma la amargura"

Desde tiempos inmemoriales su familia trabajaba en un circo. Ella había dado los primeros pasos en medio de alguna función, entre elefantes, payasos eternamente tristes y trapecistas.

Su escuela habia sido ese espacio redondo de colores, no sabía que había mas allá de cada terreno municipal donde la carpa se demoraba un par de meses para seguir visitando pueblos y pueblos de manera interminable.

Así conoció los amaneceres de todo el mundo y las tardes mas solitarias del planeta tambien.
No sabía de amigos ni de fiestas de colegios, ni de habitaciones de ladrillos.

Solo sabía de quebrantos, especialmente en el amor.

Amores que empezaban luego de alguna función, entre bambalinas, iluminados por farolitos de colores y ritmos salidos de algún acordeón a piano.
Flores robadas en los caminos que rodeaban el circo, de esas crecidas a granel en los jardincitos de barrios humildes, florcitas mustias, florcitas que se iban desmayando durante la espera.
No importaba si estaban desinfladas o en perfecto estado, ella siempre recibía flores despues de cada función y siempre se enamoraba de sus admiradores. Sabiendo que iba a ser un amor para romper en unos días, ella soñaba igual.

Así pasó su juventud armando y desarmando noviazgos, guardando en una cajita de madera todas las flores de sus amores hechas promesas y todos los pétalos deshojados por el tiempo, que le hacían una almohada a sus penas.

Su belleza se fue asentando con los años y su seguridad tambien, de manera que dejó de ser una bailarina más con el corazón alborotado, se convenció que el amor era puro cuento, dejó de lado sus amoríos y pasó a ser la mujer que acompañanaba al hombre de los puñales que era el plato fuerte del circo, pero de amores ni hablar.

En los ensayos diarios él se fue enamorando de ella y fue buscando detalles para hacerle saber lo que sentía, pero ella jamás lo registró.
Él siguió a su lado en silencio, siendo un eficiente compañero de trabajo y ella dejó crecer su fama de orgullosa y de corazón imperturbable.
En realidad ya no creía en el amor, todos sus amores empezaban para terminar con flores degolladas y besos estrujados detrás de las cortinas.
Pero descubriendo las intenciones de su compañero, quiso asegurarse y se confeccionó una armadura de un material especial hecho con lágrimas de plomo y antes de cada show se lo ponía debajo de su traje, de ese modo jamás podría dañarla atravesándole un puñal en el corazón, como era su secreta fantasía.

Cuando él comenzaba su show se hacía un gran silencio y desde las gradas bajaban suspiros, los ojos se volvían mas redondos, igual que las bocas que todas parecían estar hechas para decir la letra O en sus diferentes entonaciones.

Ella lucía ropas brillantes y de colores fuertes, marcando y resaltando sus formas, había descubiero cuán hermosa era y estaba convencida que el espectáculo era ella y no el hombre que hacía todo un show con su puntería.
Con la seguridad de quienes se saben a salvo subía cada día al escenario, se paseaba feliz y radiante por toda la pista, dejando tras su paso destellos de colores y las lentejueleas brillaban en los ojos de un público expectante y emocionado nada mas de verla pasar.
Se meneaba con gracia y simpatía, arrancaba aplausos de todos los rincones del circo y se acomodaba en una pared especial donde se apoyaba esperando con los brazos en cruz, que los puñales marquen el contorno de su cuerpo, ese era un momento de silencio rotundo, donde sólo se escuchaban tambores que parecían el eco de los corazones amplificados de la gente allí reunida.

El jóven de los puñales esperaba su momento tambien de manera triunfal, arrastrado por aplausos ingresaba al centro del circo, dueño de una sonrisa ancha se paraba frente a ella conservando las distancias.
Muy adentro suyo poco le importaba aquella fama, él sabía que entraba a perder una vez mas, una vez mas marcaría su figura perfecta, la rodearía de puñales y nunca haber fallado era la medida de su error. La sonrisa de ella jamás se borraría por mas que roce su piel, la mirada de ella jamás se quitaría de la suya mientras él la miraba hasta el fondo, diciéndole a gritos que esta vez fallaría e iría directo a su corazón.

En eso estaba concentrado, en enviar un puñal certero al centro de su vida y justo en ese momento se dio cuenta que no tendría sentido clavarlo allí y subió un poco mas su mano, decidido a que ese día sería el último para él en el circo y lanzó tambien así, el último puñal.

Ella estaba esperando, con la sonrisa congelada en su cara bonita cuando sintió un golpe fortísimo en su frente, en el medio de la frente, de lleno, un golpe seco y profundo que la dejó de piedra y con el corazón conmovido y en pleno revuelo.

A él se lo llevaron detenido y ella desde entonces luce como enamorada, siempre pensativa con su puñal de sombrero y una sonrisa de Mona Lisa que encanta, está entre los fenómenos del circo, rodeada por la mujer barbuda y el hombrecito mas pequeño.


"Por una cabeza
si ella me olvida
que importa perderme,
mil veces la vida
para que vivir..."

-Carlos Gardel-

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Para Andy, en su día


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Estaba cerrado adentro de una cartera. Olvidado, oxidado en partes y con el alma hecha un bollo del hastio que soportaba en ese fondo espeso.

Ya habia dejado de hacer cuentas; del tiempo que llevaba escondido en esta vida; de esperar los días grises y húmedos para que lo tengan en cuenta y sólo se regocijaba pensando en que algun día el sol se hartaría de salir todo el tiempo y las nubes se harían cargo del cielo, lo llenarían de presagios de tormentas y la mano volvería a elegirlo y darle vida.

Abirse por entero, y ser.
Eso era lo unico que quería, ser él.

Un paraguas.

Y

Una gota.

Que llevaba meses sin caer, que se habia apertrechado a una nube voladora, que cruzaba el cielo día tras día sin lloverse, sin perderse, enterita y pura, se asomó de una vez por todas.
Ella que llevaba esperando toda una vida de gota sin derramar esperando encontrarle sentido a esa caída, se habia agarrado con fuerza a toda nube que se dejara atrapar por ella, se habia aquerenciado en cada tormenta y había esperado hasta el final de las lluvias, hasta que no era necesaria su caída y así fue viviendo esa vida de gota gorda, redondita, llena de agua, pero sin plenitud alguna, porque ella sabía de sobra que el destino y la gracia de una verdadera gota era caer alguna vez sobre un suelo reseco, o sobre las hojas acumuladas del otoño en las veredas o a lo sumo en los parabrisas de los autos, en fin ella sabía que eso de permanecer eternamente en el fondo de una nube no estaba bien, pero tampoco le daban ganas de caer porque si.

Ella tenía sueños de grandeza, de eternidad demorada, de caricia pefecta, de roce delicioso y de infarto. Ella transportaba escondida en el cielo de las nubes su humedad extraordinaria sin pensar que un día cualquiera podía perder el equilibrio y caer.

Y eso fue un mediodía de primavera cuando al salir de su trabajo una mano sacó de la cartera un paraguas que llevaba siglos de abandono y lo abrió ante una llovizna leve que empezaba a ceder sobre la ciudad de Buenos Aires.
Menuda felicidad sintió el paraguas que con sus costillas abiertas comenzó a brillar a un cielo encapotado y con toda su sonrisa de dientes perfectos se anunció fuerte y presto a recibir a toda la lluvia de la primavera y ahí en el final de todas las nubes, en el borde del mismisimo cielo apareció ella, en puntitas de pie, convencida de que le había llegado el momento y como si de un trampolín se tirara, tomó envión en el ultimo pedacito de tormenta que quedaba y cabeza abajo, con sus bracitos entregados a un paraguas se desvistió de gota eterna y fue esperada.
Fue recibida por ese techo de seda negra que la tragó en su entramado como si fuera la gota mas deseada.

Y entre las calles apretadas de una ciudad que no descansa, se quedaron gota y paraguas conversando de amores fatales hasta terminar bajo la mesa de un bar de mala muerte, es posible que iniciaran su romance en el fondo de un cesto de basura, pero poco importaba el sitio si del inicio de un romance se trataba.


Andy, que pases un hermoso día y que los cumplas muy feliz.
Te quiero mucho
-Pata-

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Felipe, el hermoso.

"Lo viste.
Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche"

Se llamaba Felipe, era un hombre alto, delgadisimo, con una cabecita de dimensiones normales, pero que se empequeñecía al tener que sostener una nariz de antología.
Su naríz era algo descomunal, algo jamas visto, sin embargo en el pueblo no le llamaban "el narigón", habia otros narigones famosos y él ni siquiera llegaba a tener tanta fama, simplemente le decían Felipe el hermoso, en clara alusión a su inexistente belleza.

Estaba permanetemente unido a una bicicleta amarilla que lo hacía sentir importante, él era una persona casi triste cuando estaba sin su bicicleta, era mas bien apagadito y serio, sin embargo cuando se subía a ese mundo fantástico de dos ruedas, los ojitos le brillaban y su nuez de adán tan gigante como su nariz subía y bajaba dando saltos.

Todos los trabajos que conseguía eran sin bicicleta y los aceptaba a regañadientes, porque tenía que vivir, pero esas horas vividas separado de ella, eran un tormento, se le iban escapando de a poco las fuerzas, hasta volverse finito y doblado sobre un reloj tirano. Esas horas pasaban en cámara lenta mientras sus ojitos se escapaban cada tanto para mirar a su bicicleta estacionada entre cientos de bicicletas mas, pero desde lejos la reconocía por su brillo y una cosquilla lo recorría por dentro, imaginando la hora de salida, el momento de subirse al cielo, el viento golpeando en su cara, la voz fluyendo de su garganta en forma de tango, las calles esperándolo para que el las sobrevuele de arriba abajo con su jirafa de patitas redondas.

Trabajaba en un taller en el que hacían unas piezas en serie. Todos a la misma hora, de todos los días, de todos los años hacían lo mismo, cada quién sabía lo que le correspondía hacer y para eso vivían, sus mamás desde sus panzas los habían engendrado para eso, para eso se alimentaban, para eso hacían el amor una vez por semana, para eso tomaban un helado de frutilla los días de calor, para eso leían el diario los domingos, para eso miraban el programa del horario central en la tele, para eso se levantaban cada día, por suerte nunca se preguntaban absolutamente nada y seguían haciendo lo suyo, sino la tristeza se hubiera apoderado de ellos y las piezas en serie hubieran dejado de existir, ocasionando graves trastornos mundiales.

Felipe aparentemente llevaba una vida que era tan gris e insignificante como la de los demás, pero le sucedían cosas extrañas que les llamaba la atención al resto, y es que cada tanto se asomaba por la ventana a mirar su bicicleta como un obsesivo y de su boquita que tenía el aspecto de haberse esfumado sin decir nada, se le hacía una mueca brillante parecida a una sonrisa. Eso de verle a Felipe una fugáz felicidad, tenía a varios compañeros molestos, en especial a uno que se jactaba de ser el mas piola de todos y día tras día abrumaba a sus compañeros con chanzas que sólo lo divertían a él y como era de esperarse la atracción favorita de sus cargadas eran Felipe y su pequeño mundo.

Era tan grande su nariz, tan pequeñitos le quedaban los ojos, tan solas y grandes parecían sus manos, tan callada era su voz, que ademas de raro, pensaban que era tonto. Felipe no hacía nada para demostrar lo contrario, los miraba incrédulos desde esa altura inconmensurable, los miraba hasta con cierta pena, con esa vaga sensación de lástima que nos embarga cuando vemos que una persona se está perdiendo algo importante y no sabemos cómo hacérselo saber.
Felipe bajaba su cabeza para no cortarse un dedo y seguía con su trabajo, respiraba profundo mientras pensaba que en un par de horas terminaba la pesadilla de esas risas opacas y se largaba con su bicicleta a donde se le antojara.

Un día de esos en que la vida se termina sin despedida alguna, Felipe se hartó de todo, de la fábrica, del horario estricto, de la burla interminable de su compañero, de las caras de nada del resto, de la comida sin sabor y aceitosa del mediodía, de la ventana, del cuidado que tenía que tener para seguir conservando sus dedos, hasta de su nariz se hartó y le dijo a su compañero, el que lo tenía a mal traer con las gastadas, si no se animaba a escaparse con él un par de horas, para ir a dar una vuelta en su bicicleta jirafa. El compañero lo miró con los ojos alucinados y muerto de miedo, porque en el fondo era incapáz de vivir fuera de ese reducto.

Felipe lo hizo sentir cobarde con la mirada y finalmente lo convenció, allí salieron Felipe corriendo escaleras abajo; el otro dudando al pisar cada escalón que lo alejaba de su mundo de piezas idénticas. La cuestión es que llegaron los dos hasta donde estaba la bicicleta, se subieron en ella y salieron disparando.

En la calle las señoras barrían las veredas, los niños jugaban a la pelota, los señores cortaban el pasto, las mujeres iban a la feria y justo donde termina la calle principal y los girasoles del campo se funden con el horizonte, Felipe remontó vuelo con su compañero agarrado con fuerza a su cintura y no pararon hasta tocar el cielo, las nubes eran pompas de jabón y el sol se les vino encima con sus rayos enloquecidos y les quitó las manchas de grasa, les dibujó caricias en el pelo, les hizo una ruta de luz y por allí siguieron subiendo hasta tocar la luna con la punta de los dedos. Y los dos locos de contentos fueron por un rato los protagonistas de una película viendo en technicolor lo que quisieron y con los ojos bien abiertos a mas no poder tragaron felicidad.

Al día siguiente regresaron a la hora de siempre a la fábrica.
Felipe era el mismo, con su narizota de castillo, con sus manos de manubrio, con su locura aparente, el que no parecía ser el mismo era su compañero, el cargoso, estaba como enjuto, comprimido en su silla asignada, callado, desmoronado sobre su tarea, de los ojos se le escapaban rayos de sol y los demás no entendían porqué cada tanto se levantaba y espiaba por la ventana, para el lado de la bicicleta.


" y hasta yo, pibe, yo que soy las penas,
lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista"

Astor Piazzola - Horacio Ferrer

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Margaritas para vos

"Te vi, te vi, te vi
Yo no buscaba a nadie y te vi"

Durante 40 años vivieron desencontrándose en el mismo barrio, caminaron las mismas calles sin cruzarse, se alejaron siempre en forma contraria, cuando ella entraba él estaba saliendo, cuando él regresaba ella cerraba las ventanas, cuando él salía a pasear el perro, ella se acostaba a dormir la siesta, él iba al mercado que quedaba al final de la calle bien temprano por la mañana y ella prefería los mercados del centro y salía por las tardes cuando el sol no le ardía en la piel.

Los días de todos los calendarios se cayeron derrotados sin que nunca jamás se hayan cruzado.

Sin saberlo algo los unía. Era un jardín desencantado al que le brotaban unas margaritas perdidas, ella amaba las margaritas y solía quedarse un rato por las tardes mirándolas embelesada cuando venía de sus mandados y él adoraba cuidar esas margaritas de mañana bien temprano, no le preocupaban el resto de las plantas que crecían de manera descontrolada, él sólo cuidaba margaritas, era casi un experto.

Una mañana que ella salió sin darse cuenta de la hora y que él se levantó mas tarde, ambos erraron sus caminos diarios y se cruzaron sin querer frente a unos tallos, los de ella recién arrancados, los de él casi temblando y la sonrisa se les filtró entre unos pétalos blancos que se deshojaban fascinados.

Creo que desde esa mañana no se han separado, tampoco se los ve juntos, no es que te los podés encontrar caminando por las calles de mi barrio, como a otros jubilados, paseando del brazo y dejando que el sol les haga brincos en los labios, eso no sucede.

Pero yo pude ver cómo el jardín de esa casita de techos bajos, donde él vive, se ha desparramado, lo que antes era pastizal ahora es un mar de pétalos todos blancos y corazones amarillos, de a ratos salen unos brazos enredados entre los tallos y se alcanzan a ver unas piernitas torcidas por el peso, que luchan con un ramo agigantado y se pierden por la vereda que va derechito a la casa del final del barrio, donde ella vive, allí hay una cesta de mimbre que siempre está esperando, él deja las flores y se lleva algo que no logro ver, porque lo aprieta fuerte entre sus manos, pero por su andar, porque regresa silvando, se me hace que algo que lo hace feliz recibe a cambio.


"Todo lo que diga esta de más

Las luces siempre encienden
En el alma"

-Fito Páez-

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Carta de un león a otro

Perdón hermano mío si te digo
que ganas de escribirte no he tenido,
no sé si es el encierro,
no sé si es la comida
o el tiempo que ya llevo en esta vida.

Lo cierto es que el zoológico deprime
y el mal no se redime sin cariño,
si no es por esos niños que acercan su alegría
sería más amargo todavía.

A ti te irá mejor, espero,
viajando por el mundo entero,
aunque el domador, según me cuentas,
te obligue a trabajar más de la cuenta.

Tu tienes que entender, hermano,
que el alma tiene de villano,
al no poder mandar a quien quisieran
descargan su poder sobre las fieras.

Muchos humanos son importantes,
silla mediante, látigo en mano.

Pero volviendo a mí, nada ha cambiado,
aquí, desde que fuimos separados,
hay algo, sin embargo,
que noto entre la gente,
parece que miraran diferente.

Sus ojos han perdido algún destello,
como si fueran ellos los cautivos,
yo sé lo que te digo,
apuesta lo que quieras
que afuera tienen miles de problemas.

Caímos en la selva, hermano,
y mira en qué piadosas manos,
su aire está viciado de humo y muerte
y quién anticipar puede su suerte

Volver a la naturaleza sería su mayor riqueza,
allí podrán amarse libremente
y no hay ningún zoológico de gente.
Cuídate, hermano, yo no sé cuándo,
pero ese día viene llegando.
-Chico Novarro-


Ya sé que es una canción triste, es mas es una versión altamente triste, pero decía en canto lo que yo hubiera querido decirles entre los comentarios, si hubiera podido dejar esto allí lo hubiera hecho, pero no se puede, de modo que lo dejo por acá y les doy un abrazo inmenso a todos.
Gracias por estar ahí:
Drácula, Sil, Dalia
Pez, La caña,
Toro
May, Zooey
Noa, Cielo, Supermamá
Badanita
Petra, Hilda, Isthar
Meiga, Andrea
-Los quiero mucho-

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Alma con candado


"Tus ojos eran puertos que guardaban ausentes,
su horizonte de sueños y un silencio de flor..."

-Maria- Cátulo Castillo


Solía descansar sobre nubes sucias mi mirada, le gustaba quedarse ahí entre el hollín y los túneles de espuma.

Solía ponerse a brillar por nada, tenía una habilidad mágica para abrirse como un diafragma ante lo inesperado reteniendo así suspiros en las flores, alcanzando gotas antes del desmayo en un paraguas, encontrando pasos perdidos en veredas olvidadas.

Solía dejarme inmóvil y trémula acunando sensaciones vagas.

Y no hablo en pasado porque ya no suceda
o porque mis ojos hayan dejado de perseguir rastros.

Sino, porque -no sé-
ha ocurrido algo

lo que ven mis ojos
se me pierde

algo entre ellos y mi alma
se ha cortado

y es lo mismo que estar ciega o
tener el alma con candado

Y a gatas me debato entre las nubes de este cuarto en el que quizá la luz se queme sobre las cosas y yo despojada del camino que tenía mi visión, sólo escarbo barro.

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Proyectando lluvias.

De un tiempo perdido a esta parte,
esta noche ha venido
un recuerdo encontrado
para quedarse conmigo.


Él dormía el sueño de los olvidados adentro de una cajita impermeable, en el fondo de unos ojos tristes.

Y algunas veces cuando al final de esos ojos dejaba de llover él se escapaba sigiloso, se paraba en puntitas de pie y avanzaba con dificultad por un pasillo lleno de charcos, se acercaba a la luz desesperado y se golpeaba con fuerza sobre unos párpados que se cerraban apurados. Otras veces ella lo dejaba saltar al vacío de sus dos manos, y se descolgaba como un prófugo anudando sábanas, dando vueltas en el aire hasta caer por completo ante los ojos de ella que se quedaban mirándolo como si fuera un pétalo aterciopelado y descolorido a punto de quebrarse.

Ella sabía que él venía de un desorden de años, que había llegado hasta allí atravesando alambres de púas oxidadas, mareas sin encantos y se dejaba convencer por esa mirada tibia que traía y lo proyectaba en la pared como si fuera un dibujito animado.
Lo miraba en technicolor sobre los ladrillos crudos y el recuerdo se atrevía, se dibujaba y comenzaba a hurgar, hacía un túnel desde el final de la nuca hasta sus pupilas hecho mar, siestas en un muelle, hojas amarillas, canciones viejas, números borrados, direcciones perdidas, calles no encontradas, miradas escondidas, días nunca vividos.

Allí sobre la pared él dejaba proyectaba su mejor visión, su mejor pasado, su sueño irreal, su deseo acalambrado, se resolvía entre medio de unos cuadros, se desmayaba detrás de unas cortinas, se ahogaba en una garganta de mujer y desde lejos la miraba sentada en un sillón, en la penumbra que sellaba la tarde y sin hacer ruido se volvía a esconder en el fondo de sus ojos, donde la cajita impermeable lo esperaba para siempre, se encontraba con los otros recuerdos tapados y mientras ellos se conmovían con los rayos del sol que traía el recién llegado y bailaban una danza tomados de la mano dando saltitos, ella moría un poco.

Como siempre que creía que vivía.


"De un tiempo lejano a esta parte
ha venido esta noche
otro recuerdo prohibido,

olvidado en el olvido"


-Los Rodríguez-

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Los envenenados

"Yo vivo en una ciudad
que tiene un puerto en la puerta
y una expresión boquiabierta
para lo que es novedad"

-Fabiana Cantilo-



Dicen por ahi que entre tus calles se respira veneno, que se nos va metiendo bajo la piel y eso causa esta melancolía profunda que padecemos. Dicen que por eso nos pasamos mirando el río los domingos por la tarde, esperando que algo llegue del mar, porque todavía tenemos metido en los huesos esa memoria tatuada a través del tiempo, esa tristeza de esperar que tuvieron los abuelos y esa cosa de añorar lo que hay detrás del mar nos gusta, aunque en el fondo ya no esperemos nada, solo mirar de lejos.

Ese dolor dulce nos conmueve, nos tiene mirando el horizonte y la bruma que se levanta por las tardes, cuando el sol empieza a desmayarse en las espaldas. Ese infinito lamento nos camina por las veredas, se nos metió en las venas y ese es el veneno que respiramos y dejamos salir de nuestra sangre.
Sale colado, con suerte sale en versos, sale en tangos, en dibujos marginales en las paredes viejas, en bandoneones lejanos, en casas de colores y callecitas de adoquines en barrios suburbanos.
Nos tiene atravesados, sin humor y a veces ni nosotros nos bancamos.
Somos tantos mezclados, somos uno y por dentro somos tantos, llevamos todo el tiempo tratando de entendernos y sabemos que no hay caso, tenemos claro que somos algo raro.

Definitivamente es por culpa del veneno, por eso estamos algo pirados y somos capaces de amarnos como locos y al instante odiarnos.
En la mesa de un bar, de esos que abundan en las esquinas, pero no de los modernos que tienen luces caras y miran para otro lado, hablo de esos bien de acá, los comunardos, donde el mozo es como un guardián de secretos apilados y te mira desde lejos, porque te reconoce en otros ojos que pasaron, en esos bares se arregla la vida, el país, la psiquis y se recontruye el encanto, todo gracias al veneno que han tomado durante años.

En los trenes que dividen la ciudad partiéndola en mil pedazos, siempre tenés a mano algún veneno diario o diarios envenenados con las noticias de ultimo momento y en los subtes que se la devoran por dentro, para masticarla reciclada en cada estación, allí los podés ver a todos amontonados y cómo es que se les nota lo del veneno. Se los ves en los ojos gastados, en los trajes raídos, en las carteras apretadas salvándolas del manotazo, les ves los síntomas graves a los mas acobardados, igual siempre se mezcla entre esta gente alguien que recién empieza a envenenarse y algun auricular aun le deja un cachito de música en sus oídos y la mirada por suerte se le escapa volando como un ángel.

En las canchas los domignos es impresionante, los que no se van a sentir nostalgias al río agarrados a un mate, se van a gritar su pasión al campeón de turno, no importa si sos del rojo, si sos bostero, cuervo o gallina, lo que importa es con quien te vas a sacar ese veneno, que te quemó durante la semana y ahí encontrás el canal perfecto y desde las tribunas bajan tanto cantos de amor como puteadas, según vayan goleando o se vayan dejando golear, da lo mismo para sacar el mal de adentro.

Despues los mas envenenados, los que no tienen antídoto, los ves por todos lados si sabés mirar, si todavía no estás tan ciego con lo que vos te has tomado. Estan heridos de muerte en cualquier esquina sin que les importe a nadie, sin que llame la atención de nadie a dónde van a parar las monedas que junta una mano pequeñita, esos saben del veneno mas barato y viven de él aspirando, porque es lo único que les queda...

Y están llos otros, los verdaderos envenenados los que de tanto veneno y tan variado que tomaron, están duros como piedras, son inconmovibles. Ellos que se tomaron todo el veneno, el que se respira en las calles, el que teníamos heredado, el que se compra en cuotas, el alquilado, el que era para mi, el que era para vos se lo quedaron, ese común que se vende en cualquier lado y acabaron hasta con el mas caro, con el importado, sin saber que les hacía mal se lo tomaron atragantados, sin miedo, como hacen los glotones y ahora estan siempre por morirse, pero siguen respirando.
Sin morirse de asco siguen llenando sus enormes estómagos, mientras el hambre camina por ciertos lugares que mejor no miran, asi siguen tragando.

Y yo que te quiero tanto con veneno y todo, con el malhumor arraigado, con tus calles rotas y tu tránsito despiadado, con tu gente extraña, con tus árboles azules y la invasión de taxis que como peste te va tomando, me quedo acá mirándote detrás de esta ventana, que te deja ver mas allá del charco y te sigo respirando.


"Y sin embargo
yo quiero a ese pueblo
tan distanciado entre si
tan solo..."

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Corazón valiente

"pero al fin te segui
por un laberinto de espejos rotos
y apareci en un barrio
del que no puedo salir"


-Attaque 77- *


Una corriente de aire helada la llevó a ese paraje extraño. Con la curiosidad que ella siempre tenía en la punta de sus dedos, no pudo quedarse quieta y siguió el impulso, una vez que estuvo allí ya fue imposible volver a salir hasta agotar el stock de miedos posibles.

En ese callejón donde la humedad lloraba sobre paredes descascaradas y las ventanas habían sido cerradas con maderas y clavos, un ser siniestro se corporizó en la noche y con su mano oxidada la empujó contra la pared hecha pedazos y la sostuvo con violencia por el cuello, mientras que con su otra mano se enterraba en el centro de esa mujer y le arrancaba con furia su corazón, todo esto sin mediar palabra alguna.

Ella estaba cara a cara con el peor monstruo del barrio, el "arrancacorazones".

Luego del tormento él la soltó sin fuerzas y la dejó allí tirada desangrándose ya no le importaba, se sentó a contemplar ese corazón caliente que aun latía y saltaba con furia entre sus manos queriendo volver a su lugar. Todo lo que él hizo fue adorar el tesoro que tenía en sus manos, lo miraba absorto, incrédulo, una mueca parecida a la ternura le recorría la boca, él vivía sólo por ese momento, esa era su triste fama.
Pero toda su maldad se terminaba ahí, se desvanecía luego del corazón arrancado, cuando derretido miraba a su presa tiritar entre sus manos, huía muerto de miedo gritando como un loco, dejando a su víctima tirada en un charco de sangre y barro.

Esta vez el corazón no podía parar de temblar, se estaba helando, se le terminaba la vida en ese instante, en esas manos huesudas. De pronto el "arrancacorazones" quiso mas que de costumbre, sintió la necesidad de tener ese tesoro por dentro, de que fuera solo suyo, de tragárselo y masticarlo hasta que se perdiera en él. Lo apretó con furia hasta dejarlo escurrido y en un descuido el corazón se le escapó entre esos dedos apretados y a toda velocidad corrió con sus piernitas estrujadas y viendo que ella se moría la tomó ente sus brazos retorcidos y salieron corriendo de esa calle tenebrosa.

Corrió como un loco bajo la lluvia, desesperado iba con ella en brazos, alarmando semáforos, atropellándose entre la gente, pisando jardines, tropezando con baldosas flojas, desparramando el amor que tenía por dentro y que aun lo mantenía vivo y con ganas. En esa carrera frenética llegaron a una plaza, se sentó aliviado en el pasto en una de las lomas mas altas y a su costado la dejó a ella moribunda y empapada, se trepó como pudo a ese cuerpo casi sin vida, se metió por el hueco que asomaba en la camisa rota, se hizo un lugarcito en ese centro que siempre había sido suyo y se quedó acurrucado, hecho un ovillo de amor. Desde adentro se las ingenió, con esa habilidad que tienen los corazones arrancados de reciclar todo a su paso, y con un montón de hilos de oro que guardaba para estas emergencias cosió el pecho desgarrado y lo dejó como nuevo.

Dicen los vecinos del barrio que en las noches mas oscuras, esas donde ni la luna ni los farolitos se atreven a salir a la calle, el "arrancacorazones" llora su desconsuelo amargo y recorre hambriento las veredas perdidas en busca de ojos negros y corazones blandos.

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Un lugar inventado

Estoy cansado de buscar
Algún lugar encontraré
Estoy malherido
Estuve sin saber que hacer.

En algún lugar te espero...




El café estaba recien servido, la mañana invitaba a abrir las ventanas y dejar entrar el perfume de los jazmines en la sala.

Las tostadas saltaron como salté yo de la cama, listas para que un vestido de mermelada de frutas del bosque se nos tirara encima y el cabello se desmoronara sobre los hombros con desparpajo y nada importara mas que unas chatitas cómodas, un poco de aire fresco para limpiar el alma de clavos, un poco de sol para que el color se fuera animando y las risas fáciles de las flores arrullando un rumor de primavera a mi paso.

La calle estaba desierta, el chico del diario se quedó esperando que yo le compre uno y esta vez lo dejé plantado, no quería saber nada del mundo, quería sentirme sin mundo bajo mis pies, esa tierra que me sostenía era de otro planeta, donde todo se podía poner patas para arriba y no importaba.

Donde la lluvia subía y las nubes eran almohadones.
Un lugar donde el mar no me mojaba y era de terciopelo cada ola.
Donde las carreteras eran cintas remontando vuelos y las distancias se acortaban con las botas de las siete leguas y los abrazos de chocolate y crema no se derretían al sol.
Donde las casas estaban hechas de obleas pegadas con caramelo y los techos frutillas apiladas eran tan altos que lograbas perderlos de vista.
Un lugar donde las calles te caminaban a vos y de dejaban en la piel senderos de pasos hechos con piedras y las escaleras que encontrabas en las esquinas te llevaban de una sola vez a la estrella que vos quieras y allí te podías quedar el día entero escuchando las canciones que mas te gusten.

Asi salí a la calle esta mañana, con la cordura desatada, con las ganas de remate y el miedo amordazado.

Por suerte enfilé para otro lado, en la esquina que evité pasar estaban los demonios esperando, esta vez esperarán en vano.


Ayer la tormenta
Casi me rompe el corazón
Pero igual te quiero

-Andrés Calamaro-


DEBAJO DEL CONTADOR DE VISITAS HAY UNA SORPRESITA, ESPERO LES GUSTE :)

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Habitada por pájaros.

"El dia que me dijiste adiós
el tiempo se paró
o a mí me pareció
y entre los dos
hay palabras escritas con viento
No hace falta decir
adonde van 100 pajaros volando! "


Su cuerpo había tomado la forma de una jaula de pájaros.

Al principio era fácil llevarlos por dentro encerrados, entre ellos se entendían, no se amontonaban todos en la puerta, existía el respeto, no ansiaban salir por mas cielo, no les importaba disputarse los rincones, cada pájaro tenía el suyo, cada quién se habia hecho dueño de un espacio y así algunos anidaban entre las costillas, otros se enroscaban las alas en el esternón y bajaban haciendo tirabuzones, otros subían y bajaban por las arterias como si fueran túneles frescos.

Pero con el tiempo se fueron reproduciendo, los hijos de los hijos de los hijos de los primeros pajaritos y ya los espacios se hicieron escasos, vivían amontonados detrás de los ojos de ella intentando mirar de qué color era el cielo, se acercaban desesperados a la boca cada vez que ella la abría y se quedaban atrapados sin poder salir batiendo sus alitas, suplicando un poco de aire.
Cuando desesperados por semejante quietud se amontonaban todos en los brazos y empujaban para arriba, ella sentía que volaba y los pajaritos por dentro tambien se llenaban de ilusiones, se miraban contentos de los intentos que ella tenía, pero al rato desde los pies, los pajaritos que vivían por abajo se iban pasando la voz unos a otros para decirse que eran intentos vanos de vuelo, porque ella no despegaba los pies del suelo, era solo una danza para tenerlos tranquilos, era nada mas que un movimiento como si los meciera para adormecerlos, porque ella tampoco debería soportar tanto peso por dentro.

Y era verdad, había días que ya se levantaba con la pesadumbre de cientos de almas que la devoraban, como si todos los ojos de los que ella era capáz de contar la miraban desde su interior con miradas de fuego, como si todas las bocas juntas de un gran coro le cantara y le hablara al unísono cosas dispares y creía enloquecer.

Entonces para poder convivir con ellos los tenía encerrados en un riguroso órden.
Un día estaba con todos los pájaros reclutados, paraditos como si pertenecieran a un ejército de serios y alguien acercó su mano a la puerta y todos los pájaros adustos se volvieron locos de alegría y provocaron un gran revuelo con sus piruetas, ocasionaron grandes choques y vuelo de plumas.
Ella se sintió muy mal en un principio, creyó que estaba enferma cuando tuvo la sensación de que un ascensor le habia crecido en el centro de su ser, un ascensor repleto de pájaros subiendo y bajando para salir por la puertita que estaba a punto de abrirse y fue al médico. El doctor escuchó con atención las explicaciones que ella le daba, la examinó y para nada asombrado le indicó una radiografía para asegurarse y ver el grado de compromiso que tenía esa afección tan grave y allí vieron que estaba toda ocupada por ellos, que su interior eran todas alas volando y revuelo empedernido de pájaros, que su cabeza era la antesala del delirio y por sus manos viajaban libertades aladas en caravana.

Así salió del consultorio, con el convencimiento absoluto de que la cura era dejar abrir la puerta y que salieran todos de ella para ser libres.
Y así lo hizo, apenas llegar se abrió por entera y se dejó ver y salir de ella y en ese preciso instante sucedió la maravilla y se sintió aliviada, los pájaros entraban y salían de sus rincones, se iban y regresaban, la seguían habitando, pero habían aprendido a volar por fuera y cada vez que regresaban su vuelo era tan perfecto y tan intenso, que no se dieron cuenta pero ella de a poquito fue despegando los pies del suelo y hay días en que ya ni lo toca, se lo pasa volando con ellos.


"En una mano
hay palabras escritas con fuego
y en el corazón (hay) 100 pájaros menos"

-Andrés Calamaro-

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El corredor de la memoria

Hablar desde la ausencia,
desde las antípodas de esta inyección de sombra.

Hablar con la palabra suspendida,
con la amenaza de la palabra,
con su pasado más remoto.
Porque aquí y ahora la palabra no existe.
Tan sólo queda su identificación
en los archivos policiales
de la historia del hombre.
Su sonido es un coágulo en el tiempo.
Su escritura es un pálido diafragma
para las tácticas funestas
del corredor de la memoria.

Hablar desde la ausencia,
corrigiendo por anticipado en la palabra
ese defecto técnico
que la borra en el tiempo.

Roberto Juarroz


Leyendo un cuento hermoso de Zooey, un cuento de esos que se salen del blog y te hacen viajar, yo recordé una historia real de viaje, una historia para nada maravillosa, mas bien de esas que detesté vivir, pero que pasados los años la recuerdo con humor y como ando necesitando subir las escaleras que me lleven a una azotea con sol, es que recurro a este relato.

Yo estaba parada en la terminal de mi pueblo y esperaba el bus que me traía a Buenos Aires, me esperaba un viaje que abarcaría toda la noche.
Me despedían un par de amigas y me indicaron con una señal en la mirada con quien tendría el placer de viajar. Cuando ví quien era el susodicho, lamenté mi suerte. Lo conocía de una fiesta en la que habíamos tenido cierta conversación tediosa y tenía un recuerdo molesto de él.
Era el tìpico hombre apuesto que se cree el centro de atracción femenina y por el cual una debe rendir pleitesía si él se digna a mirarte.
No entendió nunca que no era mi tipo y puso cara de triunfo cuando detectó mi presencia, mi pasaje y mi valija.
Cuando íbamos subiendo al bus y se acercó decidido a sentarse conmigo, le informé que prefería viajar sola porque quería dormir, igual se acomodó a mi lado dueño de una simpatía arrolladora y un perfume tambien arrollador, e hizo caso omiso a mi pedido. Tenía el aspecto de quien se sabe ganador del premio, porque tiene todos los números.
Yo quedé prisionera de la ventanilla del bus y de su cuerpo que era grandote, especielamente quedé atrapada por un brazo enyesado, su mirada que me espiaba de costado y su sonrisa abierta a la conquista.

De repente el paisaje nocturno que se veía desde la ventanilla se me volvió la octava maravilla del mundo y me petrifiqué en la pampa húmeda, apoyada en los cristales. Es mas, con serias intenciones de atravesarlos.

A él no le interesaba ni dormir, ni leer, ni mirar alguna película, o escuchar música que son algunas de las escasas opciones que hay en un viaje largo, nos quedaban 400 Km por delante y un gran tiempo por compartir en ese pequeño espacio.

De su boca comenzaron a caer "bonitos" temas de conversación siempre orientados hacia idéntico fin, todos comenzaban mas o menos igual, repletos de halagos hacia mi persona y la suya obviamente, que éste era un gran momento, volver a vernos era una señal, ya que ambos nos merecíamos una segunda oportunidad. Comenzó a resultarme absolutamente previsible la charla, como la vez de la fiesta y todas mis respuestas hechas con monosílavos y palabras flacas de interés lo pusieron nervioso.

Me dijo evidentemente molesto que él sólo quería compartir una conversación conmigo dadas las circunstancias, le dije de manera cordial que estaba cansada, que pensaba dormir durante el viaje, que al día siguiente tenía que trabajar y que no era mi idea pasar la noche en vela hablando (de nada).

A la media hora de salir de la ciudad, las luces del bus se apagaron y quedó sólo la diminuta lucecita del camino encendida como todo auxilio.

Yo quedé mas prisionera que antes porque el señor se estiró a sus anchas y yo que soy pequeña quedé aplastada, con mis ojos como platos y viéndome venir una noche de terror. Ya con mi voz de pocos amigos le pedí por cuarta vez que se corriera, que estaba incómoda y sólo encontraba una sonrisita socarrona y una mirada como de que a mi eso me gustaba.

Sentí que la sangre entraba a hervierme por dentro y que mis manos se estrujaban en el bolsillo de mi campera.
En ese momento siento sus piernas frotando las mías y él tirado sobre mi hombro, intenté moverlo y se hacía el dormido, no podía moverme de allí, su cuerpo era grande, pesado y ocupaba todo el paso, de modo que recurrí a mi fuerza bruta y con toda la bronca que pude haber acumulado en ese tiempo que llevábamos luchando con disimulo, le propiné un codazo -que llegó a dolerme bastantea mi- en su brazo enyesado, lo cual le hizo pegar un alarido en plena noche y todo el mundo se dio vuelta dentro del espacio cerrado del bus.

Él se levantó, tomó su bolso y se fue insultándome, gritando en medio de la noche a los pasajeros atónitos que yo lo estaba acosando desde el principio del viaje. Es mas, durante un rato le contó al compañero de asiento, que le tocó en desgracia, detalles de "mi acoso".

De mas está decir que entre el miedo que tenía a que me agreda tremendo bruto y la bronca que rumiaba por dentro, llegué a la capital sin haber pegado un ojo en toda la noche.

Esta es otra historia de viaje, si les interesa algo mas romántico los invito a pasar por el blog de mi amigo -con tu permiso Zooey- y allí disfrutarán de un momento realmente grato, esto ha sido sólo una distracción que encontré en el corredor de la memoria.

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Quejumbrosa

Yo no sé
si fue negro de mis penas
o fue rojo de tus venas
mi sangría...
-Tinta Roja- Cátulo Castillo


Llevaba el día entero queriéndomela sacar de encima.
Hice innumerables esfuerzos por separarme de ella y nada resultó.

Juro que al salir de casa corrí casi con desenfreno las primeras cuadras donde el sol arrecia para ver si así se daba cuenta, pero no le importó, ella tambien apuró el paso, es mas en un momento que no la vi creí que había logrado mi cometido, pero no, era que al correr tan rápido para estar a mi lado en su apuro se había adelantado y yo feliz creí que habia desistido, menudo susto cuando me di vuelta y la tenía delante de mi, toda sombría sonriendo con sus dientes perfectos y con cara de que menos mal que soy lista, sino en tu apuro casi nos perdemos!

Conservé la calma y me resigné, qué hacer con ella si es así de tozuda, si no se deja abatir por mi indiferencia y resiste. Si ve que no la registro y de todos modos me sigue.

Es que no reniego de ella por nada, detesto que me siga a la rastra, detesto verla en la pared cómo va agarrándose a tientas, anda como si le hubieran dado en el blanco, con los brazos sujetando algo en su centro, camina pidiéndole permiso primero a un pie y luego al otro y eso me enferma, porque cuando yo me apuro para ver si la pierdo...

¿Cómo es que ella acelera y me sigue?
¿Cómo es que tiene energia para seguir a mi lado?

Si recien parecía que era el fin. Es que no debe estar tan mal, solo le gusta mortificarme y mostrame cuán desdichada es detrás mío.
En verdad no sé porqué me sigue para sufrir así, qué vida de sombra desgraciada que lleva, yo en su lugar ya me hubiera borrado por alguna callecita sin retorno.

La detesto por eso, porque si no fuera por ella nadie se daría cuenta que me derriba el agobio, si no fuera por ella que se tira en cualquier vereda y se muere, nadie se enteraría que estos días me desmorono.

Entonces la veo así de vencida, de sombría, de amurada a la pared, de estampada en el piso con su completa imperfección de sombra, me rearmo haciendo un esfuerzo y la invito a que se siente conmigo, le exijo que se enderece, que no parezca una sombra en pena, que no es digna, que al menos se tire de manera elegante en el respaldo del banco de esta plaza abrumada de perfumes y de silencios.

Le hablo despacito como sé que le gusta a ella, casi le susurro al oído lo que sé que va a gustarle, le hablo de los colores que alguna vez tuvimos, le hago hacer memoria de lo altiva que era en otros tiempos, le recuerdo ese modo con el que le gustaba caminar sabiendo cuánto atraía a otras sombras entusiastas, de lo felices que éramos cuando las dos paseábamos en la misma dirección, siempre yo delante y ella tan cómoda dejándose llevar.

Le digo que se puede salir de esa actitud de pegamento que tiene, de ese fatal desencanto que la tiene atravesada, de esa cosa de niña triste que la aqueja.
Es mas la tomo por los hombros y la miro a esos ojos tan míos y le digo que igual la quiero, que chueca, desvencijada y persecuta, igual la quiero.

Tiene mis formas, mis mañas, mis miedos.
Mas no soporto de ella que sea tan franca, que no sepa disimular mis defectos.
Que si me ve salir con la frente bien alta, despues de una noche de desvelos, en vez de caminar derecha detrás mío, vaya por los rincones sucumbiendo.

Lo que mas detesto de ella es su falta total de encubrimiento.

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Condena

"Antes y despues de las rosas
ves a través de las cosas"


-Andrés Calamaro-


-Como una espina clavada en mis ojos, así me duele esta mirada-.

Alguien que me ha hecho así, me tiene los párpados sujetos y las pestañas petrificadas y de esta manera absurda tengo que soportar la tortura de mirar y mirar todo el tiempo.

Sin horarios, esa es mi condena.

No me enseñaron cómo era eso de cerrar los ojos y distraerse, cómo era eso de mirar para otro lado, cómo se hacía para mirar la lluvia y ver llover, se me hizo añicos la mirada de viaje, la del vuelo empedernido, la que se sentaba tan feliz, se hamacaba en un rayo de sol y se ponía a iluminar rincones.

Se me cayó en cascaritas de dolor, en pedacitos de arena esparcida, en grietas azules y lo que ha quedado ha sido esta mirada de piedra.

La mirada de una estatua.

Siempre fija, de ojos sin antojos, blancos y sin fondo.

Lo peor es que los que me visitan en este museo y me observan detenidamente no ven en mis ojos el grito de socorro, pensando que soy de yeso, se creen que yo no veo y que como comulgo con el silencio, piensan que tampoco pienso.

Pero estoy aquí, en esta sala helada, desnuda y con los ojos quietos convertidos en garganta sin voz, tragando todo lo que veo.
Llegan a mi estómago, que ya aprendió a digerir piedra, todas las visiones en cinemascope. Tengo los rostros detenidos de todos los que pasan, mirándome como yo los miro.
Y todos mis gritos mueren en esta garganta de hierro y por mis venas de alambre corren ríos muertos, que se secaron en los últimos incendios.

Por fin ya termina la exposición, la gente comienza a retirarse y volverá el silencio, las luces dejarán de ponerme en el centro de las miradas y la mía seguirá igual de pétrea, pero dejarán de dolerme tanto el reflejo de esos ojos en mis llagas.

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Llegó sin avisar.

"A veces siento que me hago viejo muy rápidamente
desde que colgué mis años
salvajes en un clavo en tu frente"


Recien había llegado y se sentó en el medio de la sala a mirarme con una sonrisa perfecta.

Tenía la expresión de la felicidad en su rostro, le brillaban los ojitos y entre sus manos los castillos llegaban hasta las nubes y tenían que andar esquivando estrellas.

Era de pocas palabras, entonces tuve que dejar de hacer lo que estaba haciendo para prestarle atención y dedicarme por entero a ella, interpretar cada mirada, cada silencio que se extinguía en el suelo, cada suspiro que terminaba chocando con el cielorraso.

Mi paciencia llegó a límites extremos cuando le dio por esconderse de todo lo que nos rodeaba y meterse para adentro, ensimismada y reticente a que los demás la vieran, me dijo que sólo vino por mi.

Dejé todas mis cosas, la saqué de allí y salimos a dar un paseo por las calles que están acostumbradas a verme, le tomé las manos que le temblaban de alegría, la miré hasta el fondo de sus ojos tibios, recolecté en una botellita tornasolada cada uno de sus suspiros, le terminé de dibujar el perfil que se borroneaba cada tanto y para que estuviera mas bella que todas las demás, le hice torzaditas en el pelo y lo fui entretejiendo con florcitas silvestres que juntamos en los bordes del camino de regreso a casa.

Cuando quise acordar se me había pasado el día con ella y me sentía feliz.

Era una ilusión.


"el tercio de los sueños
ya se habia terminado para mi"

-Andrés Calamaro-

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