"En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón"
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón"
-Horacio Sanguineti-
Llama a mi puerta.
Que no te importen las paredes rotas, ni las ventanas cerradas, que no te agobie el silencio, ni te demore la duda.
Que la esquina clausurada te deje pasar, que nada te detenga.
Entonces cuando estés allí, cuando el sol caiga de punta sobre tus hombros, llama a mi puerta.
Que no te quiebre el recuerdo, que sea superior tu fuerza, que no te acobarde el miedo.
Que todo te lleve a ese punto de la ciudad donde mi nombre es presagio y que las sombras te empujen hacia un portal desnudo que ha perdido el habla.
Llama, golpea de modo que yo escuche.
Derrumba la puerta si es necesario, que yo he aprendido a interpretar el sonido de las paredes, no he olvidado la queja que tenían tus pasos y si contengo la respiración los escucho otra vez llegando, otra vez detenidos ante mi puerta, otra vez con la mano en alto a punto de golpear.
Por favor, llamame.
Que estoy completamente quieta, detrás de unas cortinas mudas, mirándote a través de las paredes, desde un temblor absurdo y no sé cómo salir a buscarte.
Que no te importen las paredes rotas, ni las ventanas cerradas, que no te agobie el silencio, ni te demore la duda.
Que la esquina clausurada te deje pasar, que nada te detenga.
Entonces cuando estés allí, cuando el sol caiga de punta sobre tus hombros, llama a mi puerta.
Que no te quiebre el recuerdo, que sea superior tu fuerza, que no te acobarde el miedo.
Que todo te lleve a ese punto de la ciudad donde mi nombre es presagio y que las sombras te empujen hacia un portal desnudo que ha perdido el habla.
Llama, golpea de modo que yo escuche.
Derrumba la puerta si es necesario, que yo he aprendido a interpretar el sonido de las paredes, no he olvidado la queja que tenían tus pasos y si contengo la respiración los escucho otra vez llegando, otra vez detenidos ante mi puerta, otra vez con la mano en alto a punto de golpear.
Por favor, llamame.
Que estoy completamente quieta, detrás de unas cortinas mudas, mirándote a través de las paredes, desde un temblor absurdo y no sé cómo salir a buscarte.