Tú puedes decir que soy un soñador,
Pero no soy el único,
Espero que algún día te nos unas,
Y el mundo vivirá como uno solo.
-Lennon-
Brilla tan alto el día que parece de dibujito animado, cae del cielo una luz típica del mes de enero.
Es temprano y me voy hasta la plaza de los tilos, la barranca está desierta y todo lo que miro me deja ver su mejor costado.
Me mortifica un poco sentir esa paz, cuando hay guerra en algún lugar del mundo. Camino como si llevara una piedrita en el zapato que no me deja estar del todo contenta con esta mañana.
Descubro que a la pared de ladrillos descascarados le ha crecido con una fuerza demoledora una Santa Rita color rojo boquitas pintadas
Al lado queda la casa del pote con agua.
Hay una casa completamente gris y desolada por la que siempre paso, jamás he visto a nadie, pero nunca le ha faltado el pote de agua en la vereda. Siempre hay algún animal abandonado bebiendo agua. Hoy estaba llena de gatos, conté hasta ocho, de todos los tamaños.
Pensé enseguida en la bondad de algunas personas.
Y de inmediato se me dibujó la cara de ella.
Tengo una amiga que no voy a nombrar porque tal vez se intimide si lo hago, pero se ha detenido frente (cuando digo “detenido” me refiero a que se ha salido de su tiempo y sus problemas y ha mirado) a una familia compuesta por padre, madre y tres hijas pequeñas, a quienes veía desde su ventana de trabajo de tanto en tanto pedir. Se ha detenido a mirarlos y además ha bajado y les ha preguntado qué les sucede. No ha sido indiferente a un hecho bastante común en las calles de Buenos Aires.
(Él con cuarenta años es despedido del trabajo, no pueden pagar un alquiler, terminan viviendo en la calle, no tienen mas familia a quien recurrir pues son del interior, no pueden viajar a su lugar de origen porque se necesita mucho dinero, entonces quedan varados en una ciudad en la que sólo tienen una vereda y cajas de cartón donde pasar la noche)
Mi amiga les ha preguntado y luego de escucharlos se ha puesto en movimiento y no ha parado hasta conseguirle un puesto de trabajo al señor y una pensión para que vivan en un lugar digno. Esa pensión será sostenida por ella y por amigos de ella que no ganan fortunas, hasta que el padre de familia cobre su sueldo y pueda solventar sus gastos, lo mismo ha pedido alimentos y ropa hasta que puedan ponerse en funcionamiento como cualquier persona que sale de un mal trecho.
Me emociono pensando en este gesto, me descubro pensando en ella con una sonrisa y los ojos húmedos, mientras cuento los gatos en el pote de agua.
Pienso en la guerra otra vez, no me puedo quitar de encima las imágenes que ví en las noticias. Hay un mundo que tiembla por seres abominables que en nombre del poder y las religiones son capaces de matar inocentes, porque para ellos son nada más que números, son soldaditos de plástico, estadísticas, crucecitas.
Me aterra pensar que esas personas alguna vez en sus delirantes vidas políticas han pensado que en sus manos estaba la posibilidad de un mundo mejor y terminan haciendo terribles desastres.
Y he pensado en qué momento uno deja de ser una buena persona para convertirse en un monstruo, en qué momento el poder te corroe, cuándo te convertís en un ejecutivo de película o en un ladrón de guante blanco y te olvidás que alguna vez tuviste sueños, y creíste en el amor y escuchaste Imagine de Lennon . ¿O se nace monstruo? Y ese ser abominable va por la vida haciéndole creer al resto del mundo lo maravilloso que es mientras recauda votos y agua para su canal? ¿En qué momento dejás de ser una buena persona para pasar a ser un delincuente o un asesino?
Esto pensaba mientras iba camino a la plaza de los tilos, frente a la santa rita y a los gatos.
En ese límite tan delgado que existe entre el bien y el mal.
Hay lacra en todas partes, de eso no me quedan dudas, pero también hay gestos nobles y buenas personas, gestos que me hacen amigar por un rato con el ser humano y mirar el mejor costado de esta vida.