Penumbra


Es la maldita penumbra
que amanece enroscada en mis costillas.
Tiene los ojos gélidos
de los rincones abandonados
-la conozco-
Mira desde lejos como las oscuras y sombrías pasiones.
Creando sueños eternamente fríos,
para esta desvencijada pena turbia
que se acostumbró
a roerme el esternón.

p1

Temporal


Una tormenta de nieve se ha desmoronado sobre mi ciudad en pleno verano. Yo no comprendo cómo las personas salen igual para las playas y las invaden como hormigas con este frío insoportable que atornilla las horas de los días.
No sé cómo hacen para salir de sus casas y pensar en bikinis y protectores de sol y sombrillas.
¿Yo sólo veo esta nieve?
Tal vez sea nada más que sal, talco, harina, pelotitas desmenuzadas de telgopor, cal arrojada por el viento, vidrio molido.
Pura niebla congelada.

¿Es que no ven los metros de nieve que anegan las calles y las puertas de sus casas?

¿O sólo yo estoy sumergida en este masacote frío que hiela mi mirada?

p1

Noche blanca


A veces te encuentro vagando en la niebla.
Y estás tan ausente, tan lejos de todo.
Distante de mí.
-Pato-


Lo inmediato es un papel arrancado de un cuaderno y esperando. En esa inquieta espera de los desamparados.
¿Qué podría escribir en esta noche blanca cuando me come el omóplato un roedor hambriento?
Se me ha vuelto de humo la mirada y con ella, las palabras salen en bocanadas mudas.

---Circudélicas---Aureólicas---Vagabúndicas---Laberínticas---

Perdidas en sus disfraces fantasmales corren por callejones sin salida hasta quedar pegadas en los muros de una ciudad que no termino de hacer mía.

Si no fuera una noche tan descabelladamente blanca tal vez hubiera salido a buscarlas.

p1

Sombras de orfanato


Sólo la luz de algunas tardes violetas
me devuelven la voz.
-Pato-


Ya lo sé, voy a escribirme rápido.

Antes que la nada me vuelva de piedra. La misma que fui alguna vez, antes del embrujo.
Voy a dejarme por ahí en letras, sabiendo de antemano que todo lo que diga se me grabará en la piel y después leerme será el modo de encontrarme en medio del desembarco.

Soy una estatua de sal y fuego mordiendo sombras, acalambradas sombras de orfanato que regresan en una danza furtiva evitando las miradas, sólo se dejan sentir entre mis manos que corren de la prisión de los rincones al piano.

p1

El mejor costado


Tú puedes decir que soy un soñador,
Pero no soy el único,
Espero que algún día te nos unas,
Y el mundo vivirá como uno solo.
-Lennon-



Brilla tan alto el día que parece de dibujito animado, cae del cielo una luz típica del mes de enero.
Es temprano y me voy hasta la plaza de los tilos, la barranca está desierta y todo lo que miro me deja ver su mejor costado.
Me mortifica un poco sentir esa paz, cuando hay guerra en algún lugar del mundo. Camino como si llevara una piedrita en el zapato que no me deja estar del todo contenta con esta mañana.

Descubro que a la pared de ladrillos descascarados le ha crecido con una fuerza demoledora una Santa Rita color rojo boquitas pintadas
Al lado queda la casa del pote con agua.
Hay una casa completamente gris y desolada por la que siempre paso, jamás he visto a nadie, pero nunca le ha faltado el pote de agua en la vereda. Siempre hay algún animal abandonado bebiendo agua. Hoy estaba llena de gatos, conté hasta ocho, de todos los tamaños.
Pensé enseguida en la bondad de algunas personas.
Y de inmediato se me dibujó la cara de ella.
Tengo una amiga que no voy a nombrar porque tal vez se intimide si lo hago, pero se ha detenido frente (cuando digo “detenido” me refiero a que se ha salido de su tiempo y sus problemas y ha mirado) a una familia compuesta por padre, madre y tres hijas pequeñas, a quienes veía desde su ventana de trabajo de tanto en tanto pedir. Se ha detenido a mirarlos y además ha bajado y les ha preguntado qué les sucede. No ha sido indiferente a un hecho bastante común en las calles de Buenos Aires.
(Él con cuarenta años es despedido del trabajo, no pueden pagar un alquiler, terminan viviendo en la calle, no tienen mas familia a quien recurrir pues son del interior, no pueden viajar a su lugar de origen porque se necesita mucho dinero, entonces quedan varados en una ciudad en la que sólo tienen una vereda y cajas de cartón donde pasar la noche)
Mi amiga les ha preguntado y luego de escucharlos se ha puesto en movimiento y no ha parado hasta conseguirle un puesto de trabajo al señor y una pensión para que vivan en un lugar digno. Esa pensión será sostenida por ella y por amigos de ella que no ganan fortunas, hasta que el padre de familia cobre su sueldo y pueda solventar sus gastos, lo mismo ha pedido alimentos y ropa hasta que puedan ponerse en funcionamiento como cualquier persona que sale de un mal trecho.
Me emociono pensando en este gesto, me descubro pensando en ella con una sonrisa y los ojos húmedos, mientras cuento los gatos en el pote de agua.

Pienso en la guerra otra vez, no me puedo quitar de encima las imágenes que ví en las noticias. Hay un mundo que tiembla por seres abominables que en nombre del poder y las religiones son capaces de matar inocentes, porque para ellos son nada más que números, son soldaditos de plástico, estadísticas, crucecitas.
Me aterra pensar que esas personas alguna vez en sus delirantes vidas políticas han pensado que en sus manos estaba la posibilidad de un mundo mejor y terminan haciendo terribles desastres.
Y he pensado en qué momento uno deja de ser una buena persona para convertirse en un monstruo, en qué momento el poder te corroe, cuándo te convertís en un ejecutivo de película o en un ladrón de guante blanco y te olvidás que alguna vez tuviste sueños, y creíste en el amor y escuchaste Imagine de Lennon . ¿O se nace monstruo? Y ese ser abominable va por la vida haciéndole creer al resto del mundo lo maravilloso que es mientras recauda votos y agua para su canal? ¿En qué momento dejás de ser una buena persona para pasar a ser un delincuente o un asesino?
Esto pensaba mientras iba camino a la plaza de los tilos, frente a la santa rita y a los gatos.
En ese límite tan delgado que existe entre el bien y el mal.
Hay lacra en todas partes, de eso no me quedan dudas, pero también hay gestos nobles y buenas personas, gestos que me hacen amigar por un rato con el ser humano y mirar el mejor costado de esta vida.

p1

Sigo andando


“El cielo en la vereda
dibujando está
con espuma y papel de seda
del jacarandá”
-María Elena Walsh-
Hice algunas modificaciones en mi espacio.
La estética es parecida y el cambio del título no dice mucho, pero por mínimo que sea paso a contarles la razón del cambio.

Por caminos estrechos, pasa a llamarse Por mis caminos.

Cuando comencé a andar por estas calles de aire, me identifiqué muchísimo con una canción de Quique González que se titula así.

Sentía que no sabía rodar por caminos estrechos y que no quería ir más por allí.
Esa fue la idea, lo cierto es que con el tiempo estos caminos se han vuelto anchos, pero yo me he sentido estancada los últimos meses, como si en cada entrada me raspara con las paredes de un túnel, al límite de mis posibilidades a la hora de escribir y con la maldita sensación de que no sé dar mas de mi.
He pensado en cerrar esta ventana, tratando de convencerme que todo tiene un principio y un final, y este tiempo de descanso me lo he tomado entre otras cosas para verificar si realmente había llegado el momento de despedirme de este espacio.
No sé si es el amor a la querencia, pero no encuentro el modo de irme.
Y he pensado en un detalle, tal vez una tontería, que por ahí no lo es tanto, pero me he dado cuenta del absurdo de querer hacer algo mediante una negación.
“No quiero ir mas por allí” es mas fácil y claro decir, por dónde si quiero ir.
Tratando de reparar esa grieta, he picado la pared, la he revocado, y entre mano y mano de pintura y alguna que otra letra mínima que vaya apareciendo, vuelvo a empezar.


Quiero vivir dice Faulkner por ahí arriba, quiero que sea Por mis caminos, digo yo.
Él dice que entre la nada y la pena, elige la pena. Yo digo que entre estar quieta y seguir andando, prefiero seguir andando.
Vestiré mis penas y alegrías con palabras, para después desnudarlas.
Soñaré despierta con historias inventadas, me atreveré a los versos que me tiemblan en las manos.
Necesito sentir que mi fantasía no ha muerto, aunque por momentos he velado su agonía.
Como vaya pudiendo y según mi posibilidad estaré por aquí.

Sigo sin saber rodar por caminos estrechos, pero tampoco me gustan las calles muy céntricas, ni las avenidas anchas cargadas de vidrieras y carteles luminosos. Prefiero los caminos secundarios, los suburbios, las veredas azules y lilas que pintan los jacarandá, las esquinas iluminadas con faroles, las calles del barrio donde los pasos son conocidos, el canto de los gorriones que anidan en los tilos, el murmullo de las voces lejanas que salen de los patios.
El café del sur que de tanto en tanto me ampara y la tenue luz de las ventanas.

Estamos en camino.



p1