El tartamudo.

Algo me ha dicho que la soledad
se esconde tras tus ojos
y que tu blusa atora sentimientos
que respiras...

-Trátame suavemente- (Soda Stéreo)


Él llegaba siempre temprano al local nocturno, se ubicada entre las mesas cercanas a la tarima donde ella bailaba y pedía un trago y luego otro y asi hasta entrar en una bruma de lujuria.

Ella bailaba sola todas las noches de su vida, las luces la envolvían hasta hacerla desaparecer y por suerte ella tenía la capacidad de ya no estar mas ahi, lo que mas le gustaba de ella misma, era esa capacidad de abstracción que tenía.

Él sentía por bien gastado su dinero, nada mas con ver el momento en el que ella "piraba".
Bailando, raspando el piso, girando una y otra vez sobre si misma y sobre los ojos de todos se perdía. Moviendose frenéticamente, como si rítmicamente la invadieran descargas eléctricas, ella fue borrando su contorno y dejándolos sin ella, de a poco los fue dejando con la puta.

Los muchachos sentados en la barra iban para verla bailar y gritarle guarradas, no les importaba otra cosa mas que su silueta buscándolos en las sombras.

Solo él queria quedarse con la esencia de esa mujer.
Eso lo diferenciaba del resto.
Los demas hombres con sus vasos de alcohol, siempre con hielos girando, al mismo compáz que lo hacia ella, eran parte del espectaculo.
No faltaba nada mas.
Ella casi desnuda perdiéndose.
Ellos pagando sus tragos, sus hielos inconmovibles, su líbido aturdida y su neblina permanente.
Y él esperando el momento, dejando atrapado debajo de su ropa lo que lo mantenía con vida. La respiración contenida que moría por salir. Las palabras atragantadas siempre.

La música daba igual, pensaba ella, solo había que dejar pasar unas horas y moverse y despues volver a su casa. El dinero era urgente y ella lo unico que sabía hacer bien era bailar.

Y ahí estaba, sin estar.

Al final de la noche algo parecido a una mujer se bajaba de la tarima, corría entre manos frías de hielos revueltos, manos ardientes de deseo y llegaba hasta su camerino, donde la esperaban algunas flores baratas, algun que otro señor que evidentemente acostumbraban a pagar por amor, y por supuesto estaba él, que timido hasta la estupidéz nunca encontraba la palabra adecuada para decirle que él queria capturar su esencia y torpe por completo se enredaba en tartamudeos imbéciles y ella terminaba cerrándole la puerta en la cara.
Jamás era digno de una mirada de ella.

Luego de abollarle la puerta en la nariz al tartamudo, estaban sus ropas, el demaquillador y el silencio.

Ella se arrancaba lo poquito que tenía puesto, se calzaba sus jeans, la remera de siempre, el saquito tejido por su madre, se tiraba litros de crema demaquilladora en la cara, hasta encontrarse otra vez con la muchacha que habia debajo de la puta y salía sin mirar a nadie.

Una vez en la calle, se daba cuenta que habia regresado, que estaba dentro de su cuerpo, que en la esquina el "bondi" estaba por llegar, que por la hora que era, encontraría lugar para viajar sentada, que la nena antes de salir estaba calentita y que por ahi ahora volaba de fiebre, pero que le iba a poder comprar el antibíotico, que qué suerte que esta noche fue fácil y que se terminó rápido.

El "bondi" entró a perderse en unas calles inmundas e intransitables y ella se paró, qué suerte pensó, ya llegué, hoy parece salirme todo bien, se dijo.
Y él se incorporó de un salto, detrás de ella y se puso a pensar con la cabeza que se le quemaba en absoluto incendio.

Ella se bajó, sin darse cuenta que detrás suyo tambien bajó alguien mas. Entró a caminar por esas callecitas negras, sin gatos y sin lunas.
Con perros hambrientos y agotados.
Callecitas angostas, de ventanas que se tocan unas con otras, de vidas que de tan cerca que están son todas una, de gemidos y golpes, de balas perdidas.
Estaba contenta porque a esa hora todos estaban tan borrachos que ni molestaban, ya habían golpeado a sus mujeres, ya habían violado a las chicas solas, ya habían acuchillado al narco que vendía "falopa" en el kiosko de la esquina, ya no quedaba nadie en las calles a esa hora.
Solo sus pasos, desencadenando la locura del pobre tipo que atado desde siempre de pies y manos, con su lengua inutil para el habla y con sus flores secas de tanto aguardar el momento mejor, estaba decidido a todo.
Iba a matarla, así nadie mas la veía sufrir en la tarima, así ella no tenia que girar noche tras noche hasta desaparecer, así él se la quedaba para siempre entre sus manos, mientras ella por fin se dignaba a mirarlo.
La iba a matar para no tener que temblar jamas, cuando tenía que hablarle.
Ella iba a sentir sus manos por fin, ella iba a conocer el timbre roto de su voz, iba a escuchar como su corazón loco pidiendo muerte la apretaba contra la pared mas cercana.
De un salto sus manos la tomaron por completo y la arrastraron hasta un recodo que había en la pared de la esquina, ni se molestó por estar bajo el haz de luz, no había nadie en las calles y en caso de que hubiera habido le hubiera encantado que vieran cómo la apretaba en sus manos, como se le acercaba a su boca y mientras ella se quedaba sin aliento él la besaba, cómo él se dajaba ver por ella por primera y ultima vez, que lo mirara, que lo mirara, que lo mirara mucho, hasta el hartazgo, como nunca lo iba a hacer, que lo viera total despues ya no lo iba a ver nunca más, que él estaba vivo y con ganas, que tenía algo que decirle y no le salía, que solo le faltaban palabras sin trotar, pero todo lo demas estaba intacto.

La esquina era un tugurio, daba miedo bajarse allí y ella se bajó.
Él sacudió su cabeza hirviendo y con ese gesto quiso que todos sus pensamientos lo dejaran en paz. La puerta del "bondi" se cerró y los ojos de él la miraron hasta perderla, hasta que su cuello se lo permitió, hasta que no se pudo dar mas vuelta.
Despues se acomodó en el asiento, se acurrucó en su campera de jean, se bajó la gorra y se dijo, que otra vez será.
-Esta noche mejor la olvido, otro día la mato o me animo y le pido amor-.


"No quiero soñar mil veces las mismas cosas
ni contemplarlas sabiamente
quiero que me trates suavemente."

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El anhelado puerto.

"Nunca se llega a puerto seguro. Pero cuando dos rutas amigas coinciden, todo el mundo nos parece, por una hora el anhelado puerto."

-Demian- (Hermann Hesse)

Hace unos días vino Hesse y me dijo, tomá leéla hasta que te sirva, y me dejó con esta frase rondando por la cabeza, desde entonces todo me lleva a pensar en estas palabras, en el anhelado puerto. Estoy ensimismada tratando de darle forma a esta idea, y no quiero que sea en un cuento, me gustaría que fuera en la mesa de un bar, en el parque o la plaza mas cercana, pero dadas las circunstancias del tiempo y el espacio será aqui, monitor de por medio.

Y me estoy imaginando las caras de asombro, al leer esto, generalmente les tengo preparado un cuento, pero hoy no he podido concentrarme en eso, porque algo me tiene el alma en un puño y es un comentario que me ha dejado Toro en mi blog ( y acá es cuando Toro rompe su tripode por enésima vez), que conociendo su sensibilidad, noté que algo lo tiene triste y perdón por hablar asi, sin rodeos, pero cuando siento una pena, la siento.
O la exorciso o me desangro.

Yo no sé si les pasa, pero yo los tengo a ustedes identificados por colores, por energía, sé cuando estan serios o contentos, cuando algo les ha resultado indiferente o cuando les ha llegado al alma, cuando les sale la felicidad por los poros y cuando los angustia algo.
Cuando descubro una pena en ustedes, a veces se apodera de mi la prudencia y me cayo, otras les tiro fantasías de colores y me creo que con eso basta, como si fuera un mimo, pero otras veces me falta fuerza, valor y quedo presa, revuelta dentro mío, pensando hasta dónde tiene alcance un silencio o una palabra.
Si puede servir.
Hoy mi amigo Toropoeta, me ha dicho que mas allá de mi blog, la realidad es muy fea y me ha dejado con sentimientos encontrados, hubiera querido abrazarlo fuerte y decirle que le hago una casita acá y que se quede a vivir en el blog, que sea el guardián de mis cuentos, pero bueno sabemos que eso solo ocurre en una mente trastocada como la mía, en la realidad no se puede.

En verdad el blog es un lugar mágico y desde ahí, desde ese lugar lleno de magia todo es posible, es posible inventar naves especiales, besolas, barredores de tristezas, escobas para barrer grietas, botellitas liberadoras, platos voladores, ángeles absurdos, hechizos, elixires varios, ojos de hambre voráz, indios de piedra que tienen corazón, pero la lectura se acaba y hay que regresar a la vida real, a las caras sombrías o no, a los lugares archiconocidos que de tanto verlos no los vemos, a lo corpóreo, a los de carne y hueso, a nuestras parejas o a nuestra soledad, hijos, novios, familiares y amigos, con quienes nos sentimos felices o terriblemente aburridos. Hay que regresar al trabajo que no siempre es el que soñamos o al estudio que nos tiene a mal traer con los tiempos, o luchar con el dinero que no alcanza o que sobra y no sabemos en qué gastarlo, porque no hay tiempos ni con quién.
En fin, cada uno tiene una vida diferente, que yo desconozco, solo tengo de ustedes una porcioncita de vida, la que son gustosos de dejarme ver y cada uno de los que pasan por aquí , ha sido porque yo los he buscado, por algo que me he sentido atraída, por haber encontrado una palabra, dicha de ese modo o puesta en ese lugar justo, el sentido del humor que me hace reir a mi y no otro, la emoción que me derrite, un historia diferente, una canción que me hizo decir -¡¡uhhhh escuchá qué tema!!- , una frase que me viene como anillo al dedo, un recuerdo a flor de piel, un poema cargado de erotismo o sensibilidad, está quien me hace pensar o relfexionar siempre, quien me sacude, quien me sorprende, no sé son miles de cosas por las que yo los he seguido buscando, día tras día.

Simplemente son un alimento necesario para mi alma, que necesita de las palabras como nutriente. Hay miles de personas dando vueltas por aquí, pero "algo" que no sé cómo llamarlo, hizo que yo me cruce con ustedes y no con otros.

A mi tambien me pasa mas de una vez que no me iría de aquí, que me quedaría a vivir unos días, conociéndolos mas, pero al mismo tiempo pienso que las almas no necesitan mas para conocerse cuando ya se han gustado, las almas se atraen por cosas muy etéreas, cosas que en el mundo real estan cubiertas de tanta producción que no nos dejan ver qué hay detrás de eso.

En el mundo real hay mucho disfráz, mucho ruido y mucha soledad.

Por eso esta frase de Hesse me ha venido a buscar, se me ha puesto delante de los ojos una y otra vez estos días, porque este sitio pequeño y enorme a la vez, que empezó siendo un camino estrecho, se ha ensanchado gracias a ustedes, es mi anhelado puerto y tambien siento que somos rutas coincidentes, cada vez que los visito a ustedes. Por supuesto que siempre hay mas empatía con unos que con otros, eso sucede por la forma que tenemos de relacionarnos cada uno, como en cualquier lado.

Las rutas amigas coincidiendo son puertas abiertas, son privilegios que tenemos pocos, son momentos de verdadera comunión, son almas abrazadas bajo un mismo cielo.
Mas allá de nuestras vidas personales, este sitio es un recreo y un puerto alcanzado.
Hoy cuando leí esas palabras de Toro, supe que esa frase me andaba rondando por eso, fue en ese momento que hice sinápsis.
Y me he debatido todo el día en la duda de expresarlo asi o guardarme esta sensación, y dejar que se diluya en mi, pero creo que es mejor comentarlo y saber qué es lo que les pasa austedes.

Y estas palabras van directo a vos Toro, sin querer dejar excluido al resto de mis amigos, pero quiero decirte que vas a tener que seguir usando el tripode y el bozal mal que te pese (vos sabés de qué hablo), que mas allá del blog puede estar el infierno, incluso puede que ese infierno tenga cara, nombre, lugar, documento de identidad o sea un fantasma de esos que se nos pegan como abrojos y no nos dejan, pero acá, de este lado hay un puerto amigo, una ruta coincidente en la que nos hemos cruzado y eso no nos lo quita nadie.
A la que podés venir cuantas veces quieras, como hiciste el otro día que me dijiste a gritos que escribiera algo y yo fui toda obediente y te conté lo del beso del super.

Estás en la casa de una amiga, es un puerto seguro. Nada de andar a escondidas, ni sentir que sos el convidado de piedra, sos uno de mis mejores amigos dentro de este mundo.

Bueno ahora si, volviendo a todos aprovecho para decirles que los quiero mucho, que pienso seguir escribiendo y atocigándolos con mis cuentos y que espero con todas las fuerzas de mi corazón que ustedes sigan viniendo por aquí cada vez que se hagan un tiempito.
Y a mi me seguirán teniendo por sus puertos como cada día.

P.D: Toropoeta, espero no te hayas molestado por esto, ha sido la manera mas sentida que encontré de demostrarte lo que te has hecho querer y cómo me duele cuando te veo mal.

¡Besos y anhelados puertos para todos

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" Rasguña las piedras, hasta mi"


Luego de divisar en las rocas de unas montañas en Merlo, San Luis, la cara de Perón, creo que tuve un ataque de pánico.

Habíamos hecho una excursión algo exclusiva un grupo reducido de amigos y la idea era alcanzar una olla que había en la cima de la montaña, bañarnos en un lugar que no era visitado por nadie, pasar el día en un paraíso y volver.
La montaña era mas alta de lo que parecía.
Todos, absolutamente todos tenían pensado llegar a la cima, yo los seguía por no ser aguafiestas, pero ya me habia cansado de tanto salto de agua helada y de tanta playita mísera, yo quería tirarme a mirar lo que me rodeaba y era imposible porque si paraba los perdía de vista y fue asi que los seguí un buen trecho, como dos horas, hasta que me harté y planté bandera.

-Que sigan ellos y yo me quedo acá -pensé- en esta playa que tiene al menos unos metros, me tiro al sol panza arriba, miro el cielo hasta la saciedad, escucho el silencio, los pajaritos y el agüita cayendo de la montaña en cascadas hermosas y soy feliz.

La felicidad era tan fácil en ese momento que me quedé con la sonrisa en los labios y la mano en alto despidiendo a mis amigos que me dejaron sin problemas.

Apoyé mi espalda sobre una gran roca y miré los perfiles de montaña que tenia frente a mi, la primer cara conocida que vi dibujada en las montañas fue el perfil de Perón, por esos días yo me lo pasaba buscando el perfil del indio dormido y se habia vuelto una obsesión encontrarlo.
Solo habian pasado cinco minutos y ya habia encontrado varios conocidos, pero el del indio seguia sin aparecer, cuando veo que junto a mi hay una araña enorme, tan grande como un puño, toda negra cerca de mi hombro, sentí terror, la playa era pequeñita, un par de metros nomás, para un lado habia una gran salto y para el otro estaba el monte, asi que me fui para la otra punta de la playa, donde no daba el sol y senti frio enseguida. Al rato entré a temblar como una hoja y a sentir que me faltaba el aire.
Desde esa punta se veía perfecta la araña, la tenia mas lejos pero la veía mas. Pensé en meterme en el monte de espinillos que había al costado de la playa, solo tenía que trepar un poco, pero recordé la advertencia de mi tío que me habia dicho que las yararás se camuflan y parecen ramas, como desde ahí todo lo que veía eran ramas y no sabía distinguir la diferencia entre una rama y una yarará, me quedé en ese lugar petrificada.

Al principio fue genial, porque tenía un miedo normal, me di cuenta enseguida de eso porque comenzaron a sobrevolar sobre mi unas águilas negras, que me rondaban por mi forma perfecta de ser vivo y mi mente traicionera, me hizo recordar que en la radio local, habia escuchado que cuando uno notaba eso en las montañas, era que las águilas habían encontrado una presa y la rondaban hasta dar el zarpaso y bajar en picada por ella.

Yo bastante preocupada, pero controlando el miedo y la respiración, me quedé sin moverme, para confundirme con las rocas y despistarlas, ya comenzaba a ponerme nerviosa otra vez, cuando pensé en alguna distracción, y me puse a mirar a mis perfiles vecinos, estaban varios conocidos, el mas aburrido de todos era Perón, que era igualito!
Despues lo vi a Maradona, a ese si que me alegró verlo ahi, porque me lo imaginé con la camiseta de Boca, vi a un ex novio de la secundaria y volvió el pánico, pero lo ignoré.

Poco a poco fui sintiendo que la noche se tragaba todos los colores de las montañas y se iba posando sobre mi, que sin sentir frío ni calor, la esperaba mansa y tranquila, como la canción esa de Piero.
El indio dormido ya no iba a aparecer, mis ojos se habian quedado clavados en el perfil del Diego y nada me sacaba de ahi, tan tiesa como el resto de las rocas estaba yo y tan cómoda y tan fría que ni me molestó que la araña negra se me apoyara encima.

Asi, con los ojos de un gigante, tirada de espaldas mirando el cielo, con las manos cruzadas sobre mi pecho, me quedé contemplando el techo de estrellas que se caía sobre mi.
¡Ah! eso fue descubrir la octava maravilla, ese cielo renegrido cargado de constelaciones jamás vista para un ser urbano, fue lo que me faltaba para que nada me moviera de allí.
De mas está decir, que ya no tenía miedo.
Y asi pasé esa noche y el día siguiente y la otra noche y los días y noches que siguieron, con sus soles y sus lunas.
Y yo ahi, pétrea.
Sin hambre, sin sed, sin ninguna necesidad fisiológica, sin apuros, ni temores, ni movimientos.
Lo unico que hacía era pensar y sentir mi corazón, eso no había cambiado.
Pensaba en mis amigos que vendrían a buscarme, pero con el correr de los días me dí por vencida y dejé de esperarlos, me habían perdido.
Mi corazón latía, pero eso no era vida.
Estaba justo pensando en mi existencia de piedra, cuando una voz gritó como si hubiera descubierto un tesoro -¡Allá está el indio dormido!-. Yo miré a ver dónde estaba el indio.
Y unos adolescentes corrieron hasta mi, se me tiraron encima, me sacaron fotos y yo medio que me entré a molestar, por la confianza que se estaban tomando conmigo.

-¡Sacame una con el indio a mi!- Dijo una chica, que se me subió a caballito.
-¡Sacame otra a mi!- dijo el muchacho que estaba con ella- ¡pero no se dan cuenta que yo de indio no tengo nada, a lo sumo soy una india! -gritaba colorada de rabia-.

Nada, no me escuchaban y seguían con la catarata de fotos, encima con esas maquinas digitales que no tenés que revelar rollos, les dió como una compulsión y no terminaban mas.
Primero sentados, luego parados con la pose del conquistador, luego de rodillas, luego besando al indio, era lamentable lo que tenía que soportar.
Ya medio cansada de que me fotografíen y dándome cuenta que estaban convencidos de que yo era el indio, no les dije mas nada.

Al rato viene una pareja de mieleros que les dice a estos jóvenes -Por favor no nos sacan una foto con el indio- Y ahí tuve la certeza de que me había vuelto piedra, ellos se apoyaron tambien sobre mi, asi con esas sonrisas idiotas de las fotos.
La feliz parejita de recien casados y yo, que ya entraba a sentirme totalmente indio.
Y famoso.
Asi pasó ese fin de semana largo, fue un desfile de turistas y parecían todos muy contentos por encontrarse con el indio dormido en ese lugar, les quedaba cerca, no tenían que seguir subiendo y sintiendo que las piernas los abandonaban.
Estoy en las fotos de todos los que visitaron Merlo para esa fecha.

Yo, por todos los medios traté de avisarles a cada uno que se venia a sacar fotos conmigo que había una confusión, pero se vé que no lo notaron, porque grité y grité y no me escucharon, debe ser que ahora soy una roca dormida.
Estoy de espaldas en el piso.
No ocupo mucho espacio, soy de color gris tirando al verde azulado, en una playita no muy grande, en Merlo, por la zona de Carpintería, ahi subiendo por un caminito de ensueños, para el lado de las ollas de aguas de manantiales, estoy yo.
Toda pétrea, resignada a esta prisión famosa que me encierra en forma de indio.
No me puedo quejar, veo el paraíso todo el tiempo, nomás espero que si llegás a venir por acá y apoyás tus espaldas sobre mi, puedas escuchar el llamado de mi voz.
Porque quiero salir un rato.

"Apoyo mis espaldas
y espero que me abraces
atravesando el muro de mis días.

Y rasguña las piedras,
hasta mi.


-Rasguña las piedras- (Sui Géneris)

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El ángel mojado.

"No me conoces bien
soy un desastre
voy a seguir aguantándome hasta que tú te rajes."

-A cara de perro- (Quique González)


A punto de caer, lo vi haciendo malabares y corrí en su auxilio.
Tarde.
Cuando llegué era tarde para evitar su golpe en el asfalto mojado. No pude evitar el barro en su cara, ni su camisa impactando de pleno en el charco,
Saqué de mi mochila unas toallitas húmedas y ayudé a limpiarlo.

La situación era molesta, estaba enojado, empapado, sentado en la orilla del cordón, avergonzado, tiritando con mi chaqueta sobre su espalda.
-Mejor no le digo nada- pensé.

Le alcancé un café caliente, él miró para el cielo que ya nos avisaba que dejaba de llover, tomó el café entre tus manos y creyó en los ángeles.

-Hacés bien en creer, yo soy tu ángel -le dije, ya no me aguantaba mas- pero como estoy metido en problemas, me pasan cosas como éstas, que me ves, que me escuchás, que no llego a tiempo...

Me senté a su lado, tan mojado como él, con mis alas vencidas, mustias, llenas de agua por todos los rincones. Me senté a su lado en silencio, fue lo mejor que pude hacer.
Nos quedamos mirando la calle inundada, los baches y puteamos un rato al gobierno de la ciudad.
De pronto entró a reírse con ganas, no sabía si estaba loco o al borde.
Tenía una cita imperdible con una chica, iba corriendo en pleno vuelto para llegar a punto al momento soñado y estaba acá, sentado con un loco que le decía que era su ángel, estaba embarrado hasta los dientes y se le había esfumado la bronca.

Me miró hasta el fondo de mis ojos, donde no tengo ojos, donde hay aire nada mas, pero él veía ojos, por este mal momento que atravieso.
Me miró con signos de interrogación.
Me miró buscando respuestas.
Me miró como si por fin se diera cuenta y la lluvia ya se había ido para otro lado, apenas caían gotitas perdidas de los árboles.

Sentí que debía contarle la verdad y de paso ponerlo al tanto de que tenia un ángel absurdo.

Entonces le conté que vivo en una azotea descascarada en medio de la ciudad grande y para llegar a ella hay que subir por unas escaleras de nubes turbias.
Él me miraba sobrecogido y sin parar seguí diciéndole que desde allí, bajo cada día para cumplir con mis motivos, me pongo esta chaqueta que ahora lo protege del frío, unos guantes que me saco a media mañana porque son molestos, las alas que se me salen y no logro encontrar manera de que se fijen a mi y mientras voy bajando, voy buscándolo desde arriba para cuidarlo a él y a otros que tambien tengo asignados, entre el smog y la bruma, no veo nada y entro a cabrearme, porque antes no me afectaba, pero ahora no lo resisto, entro a toser, a lagrimear y no me soporto.
Deben ser alergias.
Le conté que supe ser un ángel batallador, de esos que no se amilanan con nada, le hablé de las vidas sumamente arriesgadas que he cuidado, de algunas personas que me han hecho la vida de ángel realmente imposible, de otras vidas que me han llenado de dicha y ahí supe ser un ángel casi perfecto, he sido cupido infinidad de veces, he sido sin saberlo el ángel mas terrible, el mas feroz, hasta que hace poco con la ayuda de una amiga me reivindiqué, pero nada me pasaba entonces, todo estaba bien, yo cumplía con cada cometido.

Era completamente un ángel.

Pero me está pasando algo curioso y absurdo y quiero que lo sepa. Debo estar cumpliendo mi ciclo, porque la gente me habla, me dirigen la palabra en el subte, en la puerta del cine, me ven a cada rato.

-He dejado de ser invisible -le dije- he dejado de ser un buen ángel, porque me distraigo con cosas que no debiera; recien cuando no llegué a tiempo fue porque se me cruzó una mariposa y perdí el control, su vuelo cercano me desestabilizó, me robó la mirada, fueron segundos, pero fue suficiente para que no evitara tu caída en plena calle-.
-Eso no se me está permitido-.
-¿Ves?- Entra a pasarme esto cuando me doy cuenta de que puedo hablarte, las alas entran a doblarse sobre mi y me duelen-.

Y ya que estaba en tren de confesiones seguí -No es que quiera romperte el corazón, solo quiero que sepas que no voy a poder volar tan alto, ni tan lejos como vos quisieras y que cada tanto pierdo las características de los ángeles-.
Y como lo vi cada vez mas ensopado y triste, enterándose de que tiene un ángel que no sirve para nada, lo consolé.
Le di un abrazo de plumas mojadas, lo enderecé, le sacudí los brazos y bailamos un rato mientras nos secábamos las alas.

Y los transeúntes húmedos y pegoteados trajinando con paraguas rotos y autos despiadados, se detuvieron a mirar a un loco que bailaba un tango en plena calle, mojado hasta la médula y que chapoteando entre los charcos arrastraba a un ángel desastroso, desplumado y cómico, que inútil hasta la desgracia, ni bailar el tango sabía.

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Esmeralda, la niña cautiva.

"Ella es sueño que no me deja dormir
un pensamiento que me quema la cabeza
pienso y la veo llorando despacio
y recordando lo que nunca pasó".

-La nena monstruo- (Árbol)

En la vereda del sol, en la que dormían los gatos del barrio y las vecinas conversaban mientras barrían, estaba la casita de Esmeralda, la chica mas fea del mundo, la mas presa, la mas sola, la mas triste.

Era la casa mas angosta de la cuadra, aun no habian terminado de revocarla y los ladrillos desnudos habían envejecido sin esperanzas de colores.
La puerta alta y de vidrio repartido dejaba ver unas cortinas de voile amarillento y la ventana pegada a la puerta, siempre dejaba ver sus ojos.
Detrás de los cristales, había unos ojos pequeñitos que estaban detrás de otros cristales eternos y no sé, si eran tan lejanos por estar detrás de tantos vidrios o porque sabían de antemano que nadie querría alcanzarlos.

Toda lentes Esmeralda siempre estaba espiando.

Crecíamos juntas, ella era mas alta que yo y con seguridad mayor, pero jamás nos hablábamos, habíamos inventado un juego sólo de miradas. Ella me observaba tras la ventana y sus ojitos despertaban mi curiosidad, que no necesitaba demasiada estimulación.
Yo no soportaba la inspección de aquella mirada y ella debe haber llegado a odiar mi curiosidad, pero durante un largo tiempo no dejamos de escrudiñarnos, era nuestro juego favorito.

Mas abajo de sus lentes marrones de carey, se anunciaba una nariz tambien pequeñita y afilada por donde ellos se resbalaban como por un tobogán, motivo por el cual Esmeralda habia incorporado un tic, que consistía en fruncir la nariz tantas veces como fuera necesario, para subirlos y asi poder seguir espiando.

Un mes crecimos unos centímetros y pude ver su boca detrás de la ventana. En mi vida había visto tantos dientes juntos en un mismo lugar y mi mirada debe haber sido de espanto, porque lo noté en su mirada de dolor. Nos conocíamos tanto las miradas que sé, que notó la impresión que me causó ver por completo su rostro.
Inmediatamente supe porqué no salía a la calle a jugar con los demás niños y la tenían encerrada, su mamá era la mas espantada de todos.
No iba al colegio ni a fiestas, solo pasaba sus días detrás de la ventana esperando ver a quienes pasábamos por allí.

Su vida estaba hecha de personas pasando.

Yo llegué a creer que ella era dueña de mis actos y que con su mente me hacía pasar por su ventana para ser un ratito yo, el momentito que duraba mi paso por allí, ella tenía mi pelo rubio y largo, mis ojos verdes que eran muy bonitos, mi nariz que soportaba cualquier lente y mi boca dibujada, de dientes de perlas todos en perfecto órden.
Tal era mi orgullo y mi vanidad en aquellos años.
Y yo pasaba un día con trenzas, otro día con rodete, otro día con media cola y los fines de semana descansaba de los peinados de Angélica y felíz pasaba con mi pelo al viento.
Entonces ella era yo, se lo veía en sus ojos.
Ella me robaba el peinado, la sonrisa, mis aros, mis vestidos de colores, mis jeans, mi perfume y se quedaba tan contenta , que yo sabiendo de antemando que iba a sufrir un atraco, pasaba igual.
A cambio de su mirada brillando, yo le dejaba todo lo que tenía.

Los chicos del barrio al unisono y sin entender que ella estaba presa, le cantaban a modo de serenata, frente la ventana ¡¡¡¡Esmeralda, rascame la espalda!!!!
Eso modificaba mi humor instantáneamente y era capáz de pelearme con todos al mismo tiempo, perdía el miedo y me trasnformaba en un demonio.
Y ella al ver mi enojo, recobraba vida, salía de su actitud de fizgona, sacaba su lengua perdida entre los dientes desparejos y les hacía morisquetas que tomaban un tinte patético, esa era su venganza. Los chicos del barrio corrían asustados a esconderse y a mi me sonreía hasta que se daba cuenta, que por ahi, así sonriente, era mas fea y volvía a ponerse seria, fría y lejana.

Si yo hubiera sabido entonces que las sonrisas no dependían ni de los dientes ni de las bocas, sino del alma, se lo hubiera dicho, pero aun me faltaba aprender eso y no le dije nada.
Yo no supe decirle que la prefería cuando hacía morisquetas y nos asustaba.
Cuando robaba mi vida detrás de los cristales, para hacerla suya.
Cuando se olvidaba que era fea y sonreía.
Cuando le encontraba un sentido a su vida de mirona y jugaba a ser los que pasaban, como una gran actriz.

Por eso hoy que lo sé, la rescato de esa prisión en la que para mi se quedó atrapada, porque quiero que se vaya de una vez por todas de esa casita pequeña, habitada por gente mas pequeña aun y sacarla de su sino trágico.

Sueño con liberar a una niña cautiva desde siempre, tras una ventana.

Esmeralda no va a saber jamás esto, pero en el aire frío de la llanura del Oeste, andará flotando una suerte de libertad sin condiciones, por las viejas calles de mi pueblo y cuando ella abra su ventana igual que cada mañana desde que tiene memoria, algo llamado vida se le va a meter por dentro, algo llamado deseo la va a tomar de las narices y la va a llevar hasta el ropero de su casa y en el espejo que tiene tapado para no verse, se va a arrancar de a poco sus vestiduras de antaño y se va a cambiar la piel.

Sin nada en las manos, mas que su urgencia, va a salir a la calle ciega y loca de alegría, con la sonrisa chueca mas grande del mundo sin que nada le importe, sin pensar en nada mas que en ella, llena de ánsias la veo escapar, atravesar la puerta de madera podrida por la inundación, dejar atrás esa ventanta reseca y carcelaria, olvidarse de la cara chupada de su madre, ignorar las miradas sorprendidas de los vecinos, recorrer por primera y última vez esas veredas con señoras barriendo, siempre la misma eternidad de soles y de lunas.

Va a correr estremecida hasta perderse de vista y luego se irá caminando despacio, como quien sabe a dónde va, como quien tiene un camino esperando.


"Ahora sé que las nubes son sueños
si las matas llueve en tu corazón."

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La rubia oxidada.

"Los sombreros están llenos de lluvia
en cada esquina de mi habitación.
Aún tengo el número de aquella rubia,
pero luego me siento peor."

Por caminos estrechos (Quique González)


Cuando llegó al bar, la soledad lo tenia acorralado, no se explicaba ni siquiera para qué había salido si siempre regresaba solo.
Le gustaban las rubias, pero ellas siempre se iban con otros.

Cuando ella entró al bar, él estaba sentado en la mesita del fondo y quedó fascinado por toda esa belleza junta.
Sus ojos hambrientos no pudieron dejar de mirarla el resto de la noche. Ella era una rubia descomunal o eran sus ojos que la veían asi? Solo llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo, con un gran escote, el cual dejaba escapar por todos lados sus enormes pechos entre los cuales se perdía un collarcito barato, la falda era mas bien corta y sus piernas desnudas se apoyaban en unos tacones altos que casi infartan a este señor, ella lo notó y solo le dedicó una caída de ojos al pasar, porque estaba acompañada por alguien que evidentemente era su pareja, pero sus ganas de provocación quedaron flotando en el aire junto a su perfume.

En una mesita cercana a la barra se acomodaron ella y su novio tomados de la mano y en franco romance bañado con whisky en las rocas, se dejaron observar por este hombre que atraído hasta el delirio por aquella rubia del montón, perdió el control de su mirada.

Él, sentado en su mesita del fondo, estaba destilando sueños, cuando de pronto a ella le entraron a faltar los senos, luego su cabello se fue borroneando hasta quedar calva, sus manos desaparecieron de las manos del jóven que la acompañaba y éste sorprendido por esa actitud levantó la mirada, entonces vió que su chica estaba pelada, pero no quiso decirle nada por temor a molestarla, por ahí era uno de esos raros peinados nuevos y siguieron hablando, ya ella sin senos, sin pelo y sin manos.
El novio de la chica se mandó de un saque el vaso de whisky, porque tuvo una sensación espantosa, como de terror, cuando notó que algo faltaba debajo de la mesa y eran las piernas de ella, que acostumbraba a jugar con las de él mientras tomaban algo y ya no estaban, pero tampoco dijo nada; supuso que el alcohol que había ingerido sin nada en el estómago empezaba a provocar los efectos catastróficos, prefirió callar y seguir la conversación de locos que estaban teniendo, cuando a esas alturas la chica habia perdido su bello rostro y solo era un torso sin senos.
Ya seriamente conmocionado por el efecto nocivo de algo que habría comido, combinado con el alcohol y la falta de sueño, le dijo a su novia que mejor se iban a caminar por ahi a tomar un poco de aire, cuando dió la espalda para llamar al mozo y pagar, la chica terminó desapareciendo por completo.

Al momento se dió vuelta y ya no estaba, habían quedado sobre la silla el tapado de ella y la cartera, se levantó ya con un humor espantoso y se fue hasta la barra a ver si la veía por algun lado, cuando al pasar por la mesita del fondo ve a un hombre solitario en pleno éxtasis, sus ojos tenían un tamaño desorbitante y de sus cuencos salían tremendos dientes afilados, por entre los cuales se dejaban ver mechones de cabello rubio, semejantes, por no decir iguales a los de su novia e hilachas negras de lo que pudo ser un vestido.

Cada vez mas mareado y prometiéndose a si mismo que iba a parar con el alcohol, salió del bar, con serias intenciones de vomitar en la vereda.
Porque tuvo la horripilante sensación de que ese hombre se habia comido con los ojos a su novia.

Adentro, en el bar, quedaban pocas mesas ocupadas, ya era tarde, casi amanecía.
Dos camareras acomodaban sillas y mesas vacías
Contra la pared, una silla abandonada sostenía, un abrigo perfumado y una cartera que alguien se habia olvidado y en el fondo allí donde casi no llegaba la luz del salón, un hombre dormía una siniestra borrachera de placer y gula, esa noche la rubia se iba con él.
Bajo su mesa, podían verse tirados un par de tacones altos.

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De compras.

"..que tenés el alma inquieta
de un gorrión sentimental"

Melodía de Arrabal (tango)


Lo primero que compré en el supermercado fue un beso.

Fue traspasar la puerta de entrada y ver una pareja de enamorados que se comían la boca, sin que les importara que mas de la mitad de los presentes los miraban como si tomararn un helado gigante en un día de pleno verano.

Me quedé con ese beso sin miramientos, luego puse en mi chango una serie de cosas innecasarias, otra lista de cosas indispensables, todas en perfecto desorden.
En las góndolas del medio entre las latas de conserva, me crucé con un hombre muy atractivo que me miró directo a los ojos y sintiendo algo parecido a la infidelidad, le hice un lugarcito y me lo quedé, para bajarlo en la góndola siguiente cuando acudieron a él una mujer al borde de un ataque de nervios y dos nenitas en plena etapa del ¡¡¡comprame-comprame-comprame!!!, padre al fin se quedó con ellas abasteciendo caprichos por doquier.

Luego me tentaron soluciones mágicas para terminar con las manchas eternas, con los vidrios sucios, con los pisos rayados, con la ropa percudida, con las dietas bajas calorías, con el café torrado, con la yerba mate con gusto a yerba mate, conseguí una maravilla que te hace creer que tomás mate y estás tomando té verde, cascaritas de naranja, limón, algas...

En el sector de los dulces nunca me detengo, pero hoy me agarraron unas cajas redondas de caramelos de colores revolcados en azúcar, que se quisieron venir conmigo, para cuando sea viejita y lo unico que haga sea mirar películas y escribir para vos.

Ya casi al final, vi una pila de libros que me llamaban levantando los brazos, como de costumbre y me fui derechito, pero en el mercado no es buen lugar para encontrar libros, eran todos de autoayuda, mas formulas mágicas, esta vez para el alma.
Asi que ahí los dejé, porque para el alma ya habia comprado.

Ya parada en la caja y abonando una suma exorbitante, me pregunté en qué había gastado tanto y noté que lo mas caro, lo mas dificil de conseguir, el artículo de lujo, el imprescindible y absolutamente necesario fue lo primero que compré.

El beso.

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Estoy muerto por vos.

"Y si acaso no brillara el sol
y quedara yo atrapado aquí
no vería la razón
de seguir viviendo sin tu amor.

Y hoy que enloquecido vuelvo
buscando tu querer
no queda mas que viento."

-Seguir viviendo sin tu amor- (Luis Alberto Spinetta)


Desde el día que te ví, no hice otra cosa que empezar a morirme. Tus ojos de selva me amputaron las ganas, me dejaron atrapado sin salida y en ese tremendo estado de abandono, fui perdiendo mis hábitos y costumbres hasta dejar de ser yo.

Al principio me parecía normal haber perdido el sueño, eran cosas de enamorado me decía mi madre, ya te vas a recuperar me decía mi padre, pero los días pasaban y mis ojos no lograban pegarse entre si, se pasaban el día y la noche en estado puro de de vigilia, pensándote.
Contemplando hasta la locura tu recuerdo que se había quedado colgado en mi ventana, pasaba las noches.
Así recibía el alba, despierto y completamente chiflado.
Al cabo de la primer semana unas ojeras profundas entraron a delatar mi insomnio y mis padres me llevaron de urgencia a un médico, que me recetó unas pastillitas de colores y tiempo.

Las pastillitas hicieron que me cayera dormido al rato de tomarlas, pero vos me tomabas en sueños y las pesadillas eran interminables, las noches se transformaron en una lujuria eterna, mi sexo crecía hasta tomar dimensiones inimaginables y si no venías vos, él te iba a buscar. Y te traía en andas hasta mi lecho, que ya estaba en llamas esperándote.
Mi madre me despertaba zamarreándome con fuerza y defendiéndose de mis brazos que en el afán de quedarse amarrados a vos, luchaban por no volver en si.

Una vez despierto comenzaba la otra lucha para mi madre, que yo comiera algo. Que metiera algo en mi boca que luciera interesante y apetitoso, que luego mis dientes lo masticaran y en un acto reflejo yo tragara eso, cuando nada me importaba ya, mas que tu boca dentro de la mía, tu lengua y mi lengua devorándose por horas.
Con el asqueroso gusto a café en la boca, que me había sacado tu sabor, me tenía que ir a donde siempre me iba por las mañanas después del desayuno, al laburo.
Empleo.
Encierro.
Prisión.
Eso era en lo que se habia transformado mi lugar de trabajo, desde que te me cruzaste, esas horas ahí metido, que me separaban de vos, haciendo nada me volvían loco, el reloj que se debatía entre mi locura y la propia, debía tener un “patovica” agarrando las agujas y sujetándolas por dentro, porque las horas no terminaban de pasar nunca.
Mis ojos llegaban a romperse en pedacitos mirándolo.
¡Ah!, pero qué gran dicha cuando faltaban minutos para salir de la cárcel, mi estómago entraba a tener insectos voladores de colores, mis manos transpiraban pasión, mi corazón dejaba de soportar la espera y entraba a salirse por mi camisa todo alborotado, los botones saltaban de dicha y lo dejaban que me tomara en brazos y me sacara urgente de allí.Y todos mis compañeros, hombres y mujeres, ya casados, en su mayoría, con hijos y recuperados de esa enfermedad, nos miraban pasar a mi corazón y a mi corriendo por los pasillos, no sin cierta envidia y murmuraban entre ellos, que me iba a morir si seguía así.
Yo ignoraba esas tonterías y me dejaba llevar por el "bobo", que sin esperar el ascensor bajaba por las escaleras de emergencia y salía a la calle como un loco.
Y locos los dos, nos llegábamos hasta tu puerta y la golpeábamos hasta tirarla abajo y también te subíamos a vos en ese tren de enamorados y nos íbamos de viaje a recorrer todos los mundos.

Eso duró un tiempo.
Yo hubiera seguido así toda la vida, pero un día vos no pudiste venir conmigo porque ya te habías ido y me morí del todo.

Dejé abandonadas las palabras bonitas, todas las que había juntado para decirte, porque ya no tenía sentido hablar, me callé y mi gran silencio fue eterno.
Mis movimientos se hicieron innecesarios, fui entumeciéndome cada día un poco mas, mi piel se fue enfriando lentamente, hasta que dejó de ser piel de gallina, para ser papel.
Mis padres pensaron que la hipotermia podía solucionarse con alguna bolsita de agua caliente, pero no hubo caso, un día no sentí más calor.
Un día no sentí mas nada.
La entrada y salida de aire a mis pulmones no fue necesaria, como tampoco fue necesario que mi corazón siguiera bombeando sangre, si ya no había nada que mover, mi boca no quiso seguir trabajando con algo que no le apetecía y que además le daba asco y se cerró por completo.

Y los ví volverse locos a mi alrededor, gritar desesperados, llorar hasta formar mares de sal.
Pero no pude quedarme, ya estaba muerto.
Los ví mientras me vestían de negro y me cubrían con la mortaja, los vi apretados entre los dos mirandome por ultima vez y cubriendome con florcitas del jardin.
Y vi llegar puñados de gente amiga llorando sin consuelo, como mi corazón estada duro ni se mosqueó, pero de haber sido antes me lo hubieran roto en pedazos.
Hubiera querido contarles la verdad, pero no supe cómo.
Y los dejé sin respuestas.

Estaba bastante desolado por ver a mis padres con ese dolor inmenso y yo sin poder decirles que estaba bien, que yo lo había querido asi, cuando te vi entrar a vos toda luz, etérea, volátil y mía.
Con el vestido de todas las noches.
Por fin.
Aquí estoy muerto, por vos.

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Mi peor enemiga.

"Sigo la estela de un cometa
o sigo mi instinto animal?
Soy el peor enemigo que me podía encontrar,
tengo un pañuelo y un cuchillo
en el camino de vuelta a casa
mañana volveré vacío."

-Por la borda- (Quique)


Hay una parte de mi que me lastima de manera impiadosa, que por mas que yo la deje sin alimento, crece igual, se alimenta del aire, de mis risas, de mis lágrimas, de mi sed, de lo que sueño, se alimenta del viento y del silencio.
De mi se alimenta.
Me come, me corroe, me fagocita, me mata.

Me mastica con sus dientes filosos, ávidos de mi.
Despues me traga toda para aplacar su gula, se duerme una siesta bochornosa, mientras yo me revuelco en su estómago dando manotazos de ahogada y despues me deja salir revolcada en barros inmundos.

Indigna me levanto, derrotada, asfixiada, con las manos temblando y los ojos arrancados para no verme asi.
Y ella me mira con sus ojos de fuego, lacerando mi piel, en evidente goce por su victoria.

Hay una parte siniestra en mi y estamos a muerte en esta lucha, o gana ella o gano yo. Hasta ayer la pulseada estuvo de su lado, llevó las de ganar.

Pero hoy no le fue tan bien.

Esta mañana me levanté de un salto, un impulso me dominó y le gané de mano, antes de que se despertara y empezara a carcomerme, le dí una trompada en pleno rostro y la aplasté, ni yo lo podía creer, se quedó mirándome aturdida y chata, la muy turra, y ahi le di otro bollo mas y la escribí en un papel que había sobre la mesa de la cocina, la escraché para que sepa lo que es la humillación nomás.
Fuí explícita, nada de matáforas que pueden ser interpretadas segun los ojos de quien lo lee, puse con palabras negras cómo es mi peor enemiga, la que está dibujada en el papel, la otra que nadie conoce, pero que vive en mi.

La que me tiene de esclava y es mi dueña, la que usa mi cuerpo a su antojo y lo deja despues para que si yo quiero, haga algo.

A esa porquería la he dejado escrita en un papel, la he doblado en mil pedacitos para que sepa de una vez por todas lo que es el dolor de vivir doblada, para que no se pueda mover la he guardado en una botellita de vidrio bien pequeña.
He caminado feliz, bajo el sol del otoño, todos los pasos me han acercado a la costa y la he arrojado al río, con una calma extraña en mi.

Desconozco su destino, no sé dónde hará escalas o si quedará perdida en el mar por siempre, si quedará anclada en alguna isla perdida o será el interrogante y desgracia de algun náufrago que la encuentre.

Te aviso que no la abras si la ves, no dejes salir lo que hay adentro, es veneno en estado puro y en cuanto sepa que es libre va a volver para acuparme, es capáz de cruzar a nado todos los mares, asi de grande es su necesidad de mi.

No la dejes salir.

Que acá, en el sur del continente americano, donde parece terminar esta parte de la tierra en un embudo y se apoya en un pie sobre los hielos eternos, un poco antes, en la pancita que sobresale por el Rio de la Plata, hay una ciudad llamada Buenos Aires, mas o menos por ahí, entre esas callecitas de adoquines, una mujer camina tranquila por fin.

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En la vereda de piedras.

"Tengo bastante con morder
algún pedazo de sueño,
para no olvidarme de las cosas importantes.
Y tener encaje, sin perder empaque."

Hotel solitarios (Quique González)


De tanto en tanto solía perderse en la bruma.

Los amaneceres de otoño, eran los mas esperados, casi que ya no aguantaba mas la espera, llevaba una primavera y un verano entrando con dificultad. El resto de los meses se hacía dificil encontrar el lugar justo, por eso Abril y Mayo ella se levantaba mas temprano y corría a la ventana a ver si había bruma.
Cuando veía esa nube espesa, reposando sobre los árboles mudos, aun dormidos, se tomaba un café cargado y salía sin chistar.

Ella sabía de antemano las caras que iba a encontrar en el bus, sabía quien estaría en la próxima parada, los relojes de todos marcando las mismas horas siempre, los sitios exactos por dónde pasarían, la señora de mal humor que jamás sonreía, el muchacho que dormía con los auriculares clavados, el tipejo que la miraba libidinosamente cada mañana, todos y cada uno, ocupando su sitio como si se tratara de un ritual.
Cuando el bus doblaba en la esquina del árbol gigante, daban las siete y la bruma.
Y allí bajaba.

Día tras día, con su tapado de olvido y sus botas bajas, hacía el mismo recorrido.
Caminaba las dos cuadras que separaban el bus del infierno y era el momento donde respiraba todo el aire que podía, esos pasos eran su mayor felicidad porque sabían a dónde la llevaban.

Esos pasos cabían en un pensamiento, en un abrir y cerrar de ojos, en un mapa imaginario, solo había que deslizarse y entrar en el otro lado.
Ella habia caído ahi por casualidad, una mañana del otoño pasado, en que la soledad la estaba matando y las palabras que había inventado para descifrar su mundo, se habían terminado.
Había desaparecido por horas, por días, sin avisar a nadie y nadie lo habia notado.
Era un espacio sin tiempo.
Había descubierto el paraíso, ese del que alguna vez le habían hablado, pero no estaba en el cielo, ni en los rezos y plegarias, estaba casi a medio camino entre esas dos cuadras, .
Allí, justamente allí, en la vereda de piedras, despues del jacarandá, casi al llegar a la esquina.
Contando seis pasos sin distracción a partir de la puerta de hierro, rumbo Norte, apretando fuertemente las botas contra el piso.
Entraba en ese mundo indescriptible.
Mágico.
De alfombras voladoras, hadas y magos.
Y segun sus ganas se iba de viaje o se quedaba ahi mirando los colores nuevos que tenía ante sus ojos. O juntando palabras que encontraba tiradas a montones, para ordenarlas en cuentos imborrables.
Ella almacenaba imágenes, palabras nuevas, sensaciones desconocidas, canciones que nunca antes habia escuchado, era una gran ladrona. Tenía una mochila colgada en su espalda donde podía guardarse una vida y otra y otra mas...

Y cuando ya no podía abarcar tanto, cuando los sentidos le explotaban, cuando su cuerpo no iba a ser capáz de cargar con tremendo peso, respiraba profundo y con mucho esfuerzo cerraba los ojos, para abrirlos mas allá del jacarandá, despues de la vereda de piedras, entre el bus y el infierno.
A pasos de la puerta de hierro.

Y despues se volvía caminando entre las ultimas nubes, sabiendo que había un lugar en el mundo donde alguien la esperaba con la misma felicidad que ella sentía que era esperada.

Entre el bus y el infierno había encontrado su lugar en el mundo.
Allí era fácil morder pedacitos de sueños.
Para devolverlos pegados.

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llueve sobre mojado

"La soledad es la ecuación de la vida moderna"
-Fito-


Yo, que no dejo de mirar cuando camino, que me desvivo por los colores y por los fondos, se me ha perdido una forma.

No la encuentro y se me rompe el corazón cuando lo digo.
Me tiemblan las manos de buscarte en las tinieblas, me duelen los ojos de tanto abrirlos para no verte.
Me he quedado son voz de llamarte.
Me queman los días al amparo de las risas perdidas.
No encuentro reposo, ni olvido.
Ni palabras.
Ni gestos.
Ni abrigo.
Ni estrategias.

Me vienen las palabras torpes, los latidos de golpe, el desatino.

¿Dónde estás que no te puedo encontrar? ¿Por qué camino insospechado te has metido y me hacés buscarte en las sombras, como si fuera a encontrarte?
¿Porqué venís y me dejás sin tomarme?
¿Acaso es este el laberinto en el que voy a perderte?

Tus llagas no me asustan, porque las conozco de memoria, tu dolor me duele, tus ojos de lentes negros los percibo rojos, tu risa de diamante sé que es una mueca.
No me falles y no hagas que te falle.

No entiendo porqué si tus brazos me buscan, me sueltan si te abrazo.
Porqué tenés miedo justo de mi...

"Y al final nunca sé cómo empezar
a decirte a gritos
que necesito mas que respirar,
que necesito escapar
del purgatorio de sobrevivir..."

Gracias Fito, gracias Joaquín, llueve sobre mojado...

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Camino de pétalos para una pena.

"Todavía hay escenas que revelan
la emoción.
A toda vela
vuelvo cada día allí.
Sé que me esperas."

Avión en tierra (Quique Gonzalez)


Ahora que el otoño se desnuda impaciente en mi ventana y los días pasan de golpe, en vez de salir a buscarte, me dejo acariciar por el ultimo sol del verano, que se ha olvidado de irse a la otra orilla.

Y estando asi, tan al alcance de su mano, sin que yo me dé cuenta me toma por completo y me invade una pena.
Andaba por ahi, mezclada entre las cosas de la casa y me vió tan predispuesta que se me vino encima y no me ha dejado en toda la tarde.

Yo no la ví, hasta que la tuve pegada a mí.

Me miraba desde ese fondo que miran las penas, como pidiendo permiso, con cierta timidéz y a la vez decidida a quedarse.

No sé porqué vino a mi, si yo estaba llena de soles y flores. Me fue sacando de a poquito el sol, como un vampiro, se lo chupó todo y me llenó de noche, de esas noches cerradas, sin estrellas, ni lunas. Y con las flores hizo un desastre, las fue deshojando una a una y diciendo me quiere mucho, poquito, nada, fue acabando con ellas y dejándolas todas desparramadas por el piso.
Como me dejó desparramada a mi , y deshojada, seca de sol tibio.

Contrariada y con la vista perdida en el piso de ladrillo, termino haciendo un anáilisis profundo de la excelente elección que ha sido el suelo de barro cocido para la casa, porque hasta el caminito de pétalos le sienta bien, y asi despacito, sin que se dé cuenta voy sacando a la pena hasta el patio, la ayudo a salir, le indico el camino, le ofrezco aire nuevo, la sujeto con fuerza porque parece flaquear, la llevo saltando en un pié sobre los pétalos hasta el final de mi patio y allí la dejo.

No sé dónde se irá, pero estoy segura de que va a poder morir sin mi.

Me pide que por favor no vuelva a mirarla, porque no es tan fuerte y si la miro otra vez, no va a resistir el embate y se va a colgar a mi cuello como una loca.
Casi que no resisto la tentación, de puro mazoca nomás, pero sin volver la vista atrás, regreso a casa.

Y el ultimo pedacito de sol, ese que parecía irse para siempre ha venido hasta mi para no dejarme a oscuras, me ha remontado en su cola y me ha llevado a dar un paseo por las alturas, asi que si me ves sentada en un rayito de sol por la mañana y por casualidad te pasa lo que a mi esta tarde, avisame que voy con mi canasta de pétalos de rosas y te ayudo a dibujar un caminito por donde se pueda ir tu pena.

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Ángel Reivindicado



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Yo no tendría que haber sido ángel.

Porque no puedo con mi genio, soy distraído, me olvido de las cosas, me dejo ver, tengo pesares humanos, soy un desastre.

Pero de ahi a ser el mas terrible, el implacable, el mas feroz...

Te juro que cuando los vi a los dos cruzar esas miradas en la orilla de la costanera, frente al Rio de la Plata, con los cabellos volados por el aire tibio, cuando ví cómo se clavaron entre si los ojos, las ganas, el perfume, los rastros, desde ahí quise ser leyenda.

Los hice darse vuelta, a él le salieron las palabras mas bonitas que había dicho jamás y ella las hizo todas suyas.
Así comenzó una historia de amor fatal y despues me vine a enterar que fue fatal por mi, yo que los reuní, yo que les busqué las miradas, las palabras, los sueños...

En algo me equivoqué, fui demasiado angel negro tal vez y me crucé entre los dos.
Para variar yo no sabía nada de cuentos y mitos.
Al pasar entre ellos les robé la voz.
A él lo dejé mudo y a ella sin expresión.

Cuando me di cuenta de mi error ya era tarde, porque todo lo que yo hacía en mi desesperación, se volvía en contra de ellos.
A él le bordaba palabras de amor en el corazón y le salía veneno.
A ella la llenaba de maripositas volando por dentro y lo unico que lograba era enfurecerla.

Un día preferí dejarlos solos, porque estaba visto que mi falta de experiencia iba a terminar con ellos.
Y me fui arrastrando mis alas, maltrecho, infeliz.
Por mi poca capacidad de ángel, me fui.
Y los dejé callados para siempre.
Los abracé sin que lo supieran, les di un beso y ellos pensaron que era un mosquito y me pegaron y desde entonces fui ángel para un final.

Y en estos años de mala fama que he tenido, años de ángel feroz y pérfido. En estos años en que te he visto llorar amargamente cada vez que escuchás el tema que un poeta compuso para mi, en estos años de soledad y abandono en que me han dejado mis amigos, los ángeles buenos, los que hacen bien las cosas, en estos años de verlo a él siempre callado mirando el río y de verla a ella escuchar conversaciones lejanas sin pronunciar vocablo, he decidido volver a riesgo de terminar con la escasisima reputación de ángel que tengo.

He ideado un plan.

Por eso te dije que vengas hoy, para que estés conmigo, que me banques en ésta, soy un ángel medio cobarde.

Voy a reunirlos.
Mirala, ahí la tenés, esa que abre la puerta del bar es ella 20 años despues, hasta está mas linda, era una flacuchina que no valía nada y mirá qué mujer hermosa es ahora!

Toda resuelta elige una mesa cerca de la ventana, pide un café, abre el diario, lo hojea, se detiene leyendo el horóscopo, no le cree, pero sonríe feliz, envía un sms desde su celular y se acomoda el cabello.
Mira tras los cristales hasta que evidentemente, te das cuenta, se ha puesto inquieta y es que lo ha reconocido, lo vé venir.

Yo del tipo no me acuerdo mucho, pero era alto y tenia una gran cabellera, que debía ser su orgullo y ahora el que veo entrar es mas bien calvo, no lo veo tan alto, mas bien está algo gordito, pero ella le sonríe y él trae la cara iluminada.
Los jazmines que acaba de comprarle a una nenita en la esquina parecen tener convulsiones en sus manos. Hasta que por fin los deposita en las manos de ella que dueña de la situación lo tranquiliza con un abrazo enorme, de esos que esperaste mil años dar y hunde su nariz de terciopelo en los jazmines.

Y acá me quedaría depositado el resto del día, mirándolos si no es por vos que me preguntás por mi plan, te juro que me quedo el resto de la tarde con la cabeza apoyada entre mis manos y dejándome rondar por corazoncitos voladores, como en los dibujitos.

Me codeás volviéndome angel cuerdo y recobrando la voz de señor que tengo que tener, te digo que he decidido devolverles la voz, asi que para romper el hechizo bailoteo un rato entre ellos, sobre la mesa, haciendo volar las hojas del diario, cosa que los obliga a cerrar la ventanita.
Y al primer intento nomás él tose, las palabras le salen pero tartamudas
Y entran a reirse de nada, de nervios, de la situación, de cómo me encontraste despues de tanto tiempo!
Y esas cosas que los ponen mas felices.
Y yo me quedo en medio de los dos petrificado, esperando el gran momento, imaginando el parlamento que este enamorado habrá elucubrado todos estos años de silencio.
Alucinando con aquellas palabras que culpa mía se quedaron dentro suyo, al fin me voy a liberar de este tormento, 20 años cargando con este silencio atróz y qué escucho?

Podés creer que lo que escucho es -¿Cómo estás?-.

Eso escucho, eso - ¿vos escuchás lo mismo?-

¡Ah, no!

(Es mucho para mi, no tienen ni idea estos dos lo que he trabajado en pos de este encuentro)

Ya me estaba entrando a cabrear cuando veo que ella recobra la expresión, sale de ese letargo de años y con gran entusiasmo le responde esa pavada y él luego le sale con otra nimiedad y ella como si se tratara de lo mas interesante del mundo le contesta y como quien quiere la cosa y cayendo de un lugar común en otro, van entretejiendo una conversación atrasada años.

Y a medida que la tarde va cayendo y la mesa se va llenando de tacitas vacías de cafés, yo ya quiero hechos, pero lo que veo es que ellos se van acercando siempre un poqutitín mas el uno al otro y en un momento él toma un jazmin y le acaricia la nariz. Convirtiendo ese momento en una verdadera delicia.
El sol terminando de esconderse, con las ultimas luces sobre la carita de esa mujer sorprendida por la vida y un señor que ya no esperaba nada y de repente lo estaba encontrando todo.

Cuando me di cuenta que vos y yo estabamos de mas, me puse las alas, (que son dificiles de llevar) y te invité a salir a la calle conmigo.

Esta vez salí con gran cuidado, salí sin pasar por entremedio de nadie.
Y me fui volando bajito con vos hasta la boca del subte donde te dejé, pensando en cuando el poeta se entere de ésto por ahi me regala algun verso logrado.

Y para vos Pato, que llevás años derramando lágrimas cada vez que escuchás este tema, espero que lo hayamos exorcisado. Quiero decirte que el silencio entre los dos se terminó.

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Cuidado niña suelta.

"Cuando amas una flor que se encuentra en una estrella, es grato contemplar el cielo por la noche. Todas las estrellas se ven florecidas."

El Principito. (Antione De Saint-Exupèry)

Hay olor a naftalina en mi blog, lo sé y te pido perdón, pero me ha pasado algo maravilloso y no lo pude contener, me entró a brotar a borbotones por entre las manos, entró a fluir de mi, casi corro a contarle a Saint-Exúpery, si no lo hice es porque aun hay un adulto en mi, que por momentos me domina y me dice esto no da.

Pero sin ir a Africa, sin ir al desierto, sin alejarme de casa, he visto el paisaje mas bello y mas triste del mundo.
Estaba justo debajo de la estrella cuando sucedió que me vi.
Y no he podido parar.

No he podido darle la espalda a la ternura y a la delicia de verme otra vez toda pequeña, no he dejado de escribir desde entonces, como en cataratas solo he ido dejando algunas huellas de mi, por temor al hartazgo y por eso te pido disculpas, pero quiero decirte que estos son días profundos.

Días en los que me he dejado escribir, contar, descifrar, llover, espiar, sorprender, pero sobre todo me he dejado salir.

Y el paisaje que he visto ha sido tan exuberante que ni loca me vuelven a encerrar.

Cuidado, una niña anda suelta.

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El día que no me fui.

Uno se cree que las mató
el tiempo y la ausencia
pero su tren
vendió boleto de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un palel
o en un cajón.

Aquellas pequeñas cosas (Joan Manuel Serrat)


El día que me fui por ultima vez de la casa de mis padres, tenía 22 años, pero antes a los 6 años lo había intentado por primera vez, sin éxito.

Yo venía batallando una dura resistencia con mis padres y hermano mayor, que pretendían cosas de mi que yo no estaba dispuesta a ceder, venía soportando los postres de Angélica, que era mi niñera, venía siendo martirizada por los peinados que ella hacía en mi cabeza, venía teniendo pesadillas porque me querían mandar a dormir a un cuarto sola, ademas me habían quitado todos los permisos para salir con Miguelito, a raíz de que nos habíamos perdido en la vieja estación de tren, venía con mucho mal humor a raíz de que me costaba memorizar las tablas y entender la multiplicación y división, algo incompresible para mi ya que no me despertaba el más mínimo interés.

De manera que hice una larga lista de todas las cosas que ya me habian hartado de la gente que mas amaba en el mundo y yo quería saber si en algun lugar alguien mas me podía querer así, pero sin tantas exigencias.

Hacía poco mi abuelo habia muerto trágicamente y yo extrañaba horrores a aquél viejo gallego que se pasaba horas contándome historias de barcos y de borrachos.
Y toda la soledad del mundo me había invadido al no encontrarlo, los días que siguieron a su muerte, en su cuarto solo quedaban las pilas de diarios viejos y su radio de cuero marrón.
Me despedí de sus cosas, con aires dramáticos.
Muerta de tristeza, mas sola que nunca, viendo que él ya no estaba para mi consuelo, viendo que nadie me quería en esa casa de grandes y con todo el dolor del alma, (porque deben saber que yo amaba a mis padres y a mi hermano, aunque no los entendía) decidí huir.

Busqué un pañuelo grande de mi madre, puse un paquete de Criollitas, una latita de padé de foie y mi librito de fábulas, até todo por las cuatro puntas del pañuelo y a eso lo colgué de un palo de escobas. Tambien agarré mi almohada y pasé delante de mi padre que estaba escuchando en la radio un partido de fútbol, con la intención de causarle alguna preocupación, porque yo me estaba muriendo y quería que él lo supiera.
Se me rompía el corazón, pero debía irme para siempre de mi casa.

Y me fui, cuando abrí la puerta mi padre me preguntó a dónde iba y le dije que me iba para siempre porque no me querían, yo deseaba con todas mis fuerzas que mi viejo me abrazara y me pidiera que por favor me quede, que la vida no tenía sentido para él sin mi, pero no me dijo nada, nomás que cerrara la puerta.
Ni siquiera escuché un adiós.


Cuando cerré la puerta me di cuenta lo tarde que era, la noche se habia venido toda de golpe, me quedé parada mirando las luces que había en cada esquina y las conté para ver hasta dónde tenía luces, no te creas que eran muchas, despues venía el campo y mas allá la inundación, como dice el tango. Asi que el porche de mi casa me pareció bien para pasar la noche y partir cuando saliera el sol. Ahí nomás me acomodé, por suerte tenía mi almohada que era perfecta para una noche como esa.
Y como todo estaba tan bien decidí cenar mis galletitas con el paté, cuando descubrí para mi desgracia que a la latita le faltaba la llavecita para abrirla, asi que mi cena fue una galletita detrás de la otra e inmediatamente entré a morir de sed y poco despues de frío.

Ya era la medianoche pasada cuando mi padre apagó la radio y le dijo a mi mamá que se iba a fijar cómo estaba la noche en la vereda, y fue allí cuando me encontró hecha un bollo, toda apretada a mis pocas cosas, tiritando y feliz de que me viera, con la sonrisa enorme de dientes caidos.

- ¿No te ibas?-.Me preguntó mi padre, como al pasar.
- ¡¡Ya volví!! - Le dije, loca de alegría.

Mi viejo que era lo mas lindo que puedas imaginarte, todo corazón grandote, me levantó, me apretó contra su pecho y me dijo -¿Y quién te iba a arropar toda calentita, en una noche tan fría?

Y supe inmediatamente, en ese instante, que no me iba a resultar fácil irme de casa la próxima vez.

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El Roto y la Descosida

"Es tanta la tristeza y es tan ruin
que celebro la experiencia feliz,
la estupidéz del mundo
nunca pudo y nunca podrá
arebatar la sensualidad."

Cadáver exquisito (Fito Paez)



Pensemos por un rato que el tipo estaba vivo, a pesar de su aspecto.

Andaría rondando los cuarenta años, aunque parecia que habia envejecido al nacer. Caminaba agobiado, el poco pelo que tenía era entrecano, sus ropas no salían del color gris o estaban tan usadas que era ese el color en el que habian devenido.
Sus manos eran enormes y estaban siempre manchadas de tierra, cosa que aumentaba mis dudas acerca de cuán vivo estaba, pero mi padre me decía una y otra vez que no estaba muerto, que se habia "metamorfoseado", enorme palabra que me dejaba tranquila y asi que yo terminaba por creerle... a medias.
Su piel era de un pálido violáceo y aumentaba ese color debajo de sus ojos, donde se marcaban unas ojeras ya tirando a violeta oscuro, de gran tamaño que casi le abarcaban la cara por completo.
Su boca era pequeñita, como chupada para adentro y cuando se abría era un hueco sin dientes horrendo, tal vez por ese motivo jamas sonreía.
Ya tenia demasiados motivos de espanto como para agregar el de su sonrisa.

Pensemos que era un hombre jóven a pesar de su aspecto, que era soltero y que como es natural soñaría con alguna mujer.

Los primeros tiempos, por las noches él debe haber tenido ganas de salir corriendo de allí, debe haber deseado con todas sus fuerzas alguna forma de vida, algun cuerpo caliente, alguna mano que se apriete a la suya con fuerza, alguna respiración sin olor a flores, pero eso debe haber sido al principio, luego de dejó llevar por el cumplimiento del deber y fue uno mas en aquél cementerio.

Entonces ese señor que (créase o no) tenía un apellido que empezaba con Cuco...era el sepulturero y cuidador del cementerio de mi pueblo. Y era para mi un caso de estudio.

Luego de que murió mi abuelo, mis padres siguieron su posta y tomaron la costumbre de ir los domingos por la mañana a llevarle flores a sus muertos queridos. Era un ritual que me encantaba y que yo ya practicaba con mi abuelo, mi madre recogía del jardín las flores mas bonitas, mi padre encendía la radio del Falcon donde trasmitían las carreras de autos de Turismo Carretera y yo me preparaba para la expedición que domingo tras domingo repetía sin cansancio, en mi recorrido habia descubierto varios muertos olvidados y yo les llevaba flores para alegrarlos.
Tenía una nena de mi edad mas o menos, que se habia muerto hacia mil años, y estaba totalmente abandonada su tumba, esa era mi favorita, porque allí me quedaba un rato mas para que no se sintiera tan solita la pobre.

Volviendo al señor Cuconono, mirá qué apellido para un sepulturero!
A mi me llamaba la atención en la soledad eterna que vivía, su casa estaba pegada al cementerio y no se diferenciaba del resto de las tumbas, acaso era un poco mas grande, pero el color era el mismo o del mismo material, no sé. La pequeña guarida estaba rodeada de cipreses enormes y de unas cercas de madera que demarcaban el fin del cementeio y el comienzo de su jardín.
Yo quería creer que los muertos llegarían hasta ahi nomás y ninguno se atrevería a pasar la cerca, pero en mis pensamientos infernales, imaginaba noches de ronda, noches de atuendos blancos bailando en derredor de esa casita triste. Y ahí sí que sentía verdadera pena por Cuconono.

Qué mujer podría llegar a quererlo? Si era ignorado por todo el mundo, los vivos tendemos a no mirar lo que rodea la muerte, tratamos de no ver las casas velatorias, ni las florerías donde evidentemente se hacen arreglos florales para velorios, ni todo aquello que nos haga tomar conciencia de que eso existe de este lado.
Preferimos evitar esa parte que sabemos que inevitablemente alguna vez toca, entonces para qué adelantarnos.
De manera que todo eso pasa a formar parte de algo que existe pero que no miramos. Y tanto ignoramos las cosas que tienen que ver con la muerte, como a las personas que se ocupan de eso; las dejamos en un espacio de sombras.

Tal era el caso de este señor, que fue una de mis preocupaciones infantiles, pues dadas las circunstancias de su tenebrosa existencia y de su oficio, vivía en una completa y dolorosa soledad.
Yo, que ya en ese tiempo, tenía una tendencia romántica incurable, me davanaba los sesos buscándole una novia que lo sacara de la tortura de estar solo.

Encima arrastraba una pierna al caminar, tenía todas las de perder.

Ese domingo fuimos al cementerio bien temprano porque mis padres habian programado un paseo al campo, asi que eran las primeras horas da la mañana cuando yo entré a hacer mi recorrido habitual y allí pude ver cómo salía corriendo por la parte de atrás de la casita del señor Cuco una mujer desnuda y detrás de ella iba él, que cojo y todo llegaba a alcanzarla y tomarla entre sus brazos de tierra.
Ella era tan hermosa a mis ojos, que no pude menos que quedarme extasiada mirándola, aunque estuviera desnuda yo no pude quitarle los ojos. Unos cabellos negros y largos hasta casi tocar el suelo la envolvían y apenas dejaban ver sus senos blancos, yo, inquieta por lo prohibído de la escena, intentaba alejarme de allí, y a sabiendas de que aquello era algo privado, igual me quedé.
Y vi la danza espectral de esos amantes, que llenos de lujuria se entrelazaban en medio de los cipreces azules sin saber que una niña de escasos años los espiaba por entre las tumbas, mas allá de las cercas.

Cuando ya no resistí mas aquella orgía corrí despavorida, hasta quedarme sin aliento, mi cabecita parecía explotar, no lograba poner orden a ninguna idea.
Me quedé sentada en la tumba y monumento del fundador del pueblo, que estaba justo a la entrada del cementerio, tratando de calmarme y de retomar la respiración normal.

Cuco tenia novia.
Tenia novia, tenia novia...
Me estallaba la cabeza y el corazón, pensando en esos novios.
Estaba feliz.

Y ya solucionado el primer problema que era el de su soledad, que ahora yo veía que no era tan sola. La novia, estaba viva o muerta?
Si estaba viva cómo podía tener el pelo tan largo si las señoras lo usaban corto, cómo podia bailar asi como si estuivera en un aquelarre, porqué estaba desnuda sin sentir pudor alguno...No podía estar viva.

Definitivamente estaba muerta la novia de Cuco.

Era una de las muertas que se escapaba para estar con él en sus noches interminables?
Que muerta de otra cosa y mas muerta de pena aun, por ver a ese hombrecito triste habia decidido salirse de su tumba para pasar a la de él algunas noches?
Que cansada de ver ojeras y túnicas blancas y tierra sobre si, corrió hasta la casita de al lado. Él no tenia nada que a ella le causara espanto, él era hermoso y fresco, él tenia las manos cálidas y al mezclarse con la tierra que traía ella, las caricias se sentían mas profundas.
Que su boca hundida y desdentada eran para ella la suavidad que tanto extrañaba y se dejaba poseer por esa pequeñez.
Que no habia frío bajo los cipreces, ni vientos lúgubres, ni aullidos de pavor.

Habia mucha ternura dormida en aquellas manos sucias y ella se la quedaría toda para siempre.

Estaba cavilando yo cosas parecidas a estas cuando aparecieron mis padres y me preguntaron qué hacia tan temprano, ya que siempre tenían que salir a buscarme.

Qué podia decirles, que no terminara en una penitencia.

Nada-. les dije.
-Lo vi a Cuconono con una novia.

Mi madre no reparó en aquello, mis fantasías ya la tendrían hasta la coronilla, pero mi padre que conocía mi preocupación se rió de costado, me acarició la cabeza y me dijo, siempre hay un roto para un descosido.

Desde entonces para mi el Roto y la Descosida, vivieron encontrándose, por las noches en que la luna se pintaba de maíz y los senderos que rodeaban el camposanto se dejaban caminar, para revolcarse sobre los trigales que abundaban en la zona, para retozar como vivos entre los muertos.
Para mi siguieron esa danza matinal de domingo bajo los cipreces, que yo ví.

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Presentación en rojo y negro.

"Qué ganas de llorar en esta tarde gris
en su repiquetear la lluvia habla de ti
remordimiento de saber
que por mi culpa
nunca,
nunca te veré."

En esta tarde gris (Tango-Canción)


Las lloronas eran unas primas de mi madre que eran solteras y vestían un riguroso luto. Cuestión que yo en mi infancia no lograba entender si lloraban tanto porque eran solteras, si el llanto se debia al luto, si estaban de luto porque eran viudas en vez de solteras, si eran solteras porque se lo pasaban llorando y así quien se les iba a acercar, el asunto es que en mi mente de niña, ser soltera iba de la mano del llanto y del luto o viceversa.

Tenían una bonita casa, donde las dos vivían con las ventanas cerradas. Por dentro las habitaciones eran lúgubres y cargadas de cuadros de gente que me daba miedo por lo seria. Yo escapaba al patio en cuanto podía y allí mi vista se ponía de fiesta porque estaba repleto de flores, todas rojas eso si, fuera del luto de sus ropas, las flores eran rojas. Toneladas de malvones colgaban de enormes macetas de barro cocido pintado de rojo y la boca de una de ellas, la mas bonita, tambien era roja.

El rojo era un color que siempre que entraba a esa casa me invadia los sentidos y terminaba gustándome.

Por el luto y el llanto, nunca escuchaban música algo que a mi me encantaba, pues estaba acostumbrada a oir en casa y las veces que mi madre me arrastraba hasta allí para visitarlas, yo me aburría como una ostra, entonces mientras ellas lloraban, yo entraba a caminar por la casa, que era una especie de museo fantasmagórico.
La primer habitación era amarilla y en sus paredes estaban esos cuadros que ahora pienso eran mis ancestros, pero en aquél momento les temía, eran tan inmóviles y viejos que parecían retratos de muertos, es decir que los habian retratado ya muertos. Pero mas allá de esa habitación estaba el lugar soñado de la casa, de modo que pasar por la habitacion grande era una pesadilla necesaria para tocar el cielo, asi que una vez allí, mis pies desarrollaban una carrera loca y a la vez de gran cuidado, para que nada se me cayera, que ningun ruido sacara esa casa del letargo de sollozos y lutos eternos, que nadie dejara de llorar por favor. Asi yo podia llegar al cuarto soñado, al que no se podía entrar por expreso pedido de mi madre, era la recomendación que me daba entes de entrar a la casa.

En ese cuarto prohibido, estaba todo negro y reluciente un piano siempre cerrado, que era mi ilusión. Una manta blanca lo cubría y sobre la manta seguían las colecciones de fotos familiares y flores rojas, por supuesto. Era el unico lugar de la casa donde yo no le prestaba atención a las fotografías, lo unico que hacía una vez allí dentro, era abrir el piano, mirarlo como en un sueño y acariciarlo con mis manos pequeñas.

Una de esas tardes interminables de llantos y lamentos entre vestidos negros y flores rojas, yo me escabullí y pensé que no me iban a descubrir si abría el piano, asi que no solo lo abrí, sino que me senté en el taburete y despues de girar como una loca entré a acarciciar las teclas y finalmente me puse a aporrearlo de lo lindo!

Yo cantaba a grito pelado uno de los tangos que cantaba con mi padre y tocaba cualquier cosa a modo de acompañamiento, fue en ese momento en el que me dí cuenta que estaban las dos lloronas y mi madre muertas de risa mirandome.Yo sentí que aquello me gustaba muchisimo, que habia encontrado la punta de un camino. Por un lado porque mi madre no se enojó conmigo y eso a cualquier niño lo hace feliz y segundo porque habia logrado lo que nadie hasta entonces, hacer que esas dos mujeres pararan con la lloradera. Es mas, fue la pirmera vez que las vi reir.

La llorona linda se sentó a mi lado y comenzó a tocar la Cumpasita y ahí descubrí que tambien tenía unas uñas terriblemente largas y rojas, que hacían juego con los labios, las flores, las macetas...

Y el color rojo del tango, claro.

Ese día sin saberlo iba a conocer a mi primer amor, el piano.
Pienso ahora, que ese día fue sin duda significativo para mi y tambien para esas mujeres tristes, porque la llorona bonita se dió un permiso que evidentemente no se daba, salir del luto, porque aun recuerdo con la felicidad que se sentó a tocar y cantar ese tango y al verme tan dichosa a mi, siguió cantando cada vez que yo volvía a visitarla.
Y yo sentí cómo ese gigante negro era capaz de rescatar del letargo a una mujer apagada y devolverle la vida.

Fue por esos dias, en que yo tendria cinco años, en que me dije yo voy a tocar el piano asi como la llorona bonita.

Una mañana de septiembre, el mes de mi cumpleaños, mi viejo me dijo que me quedara porque me iban a traer "algo" para mi, cuando tocaron el timbre y fui a abrir, estaba enorme en la vereda, color cerezo, mi piano. No me daban los ojos para mirarlo a él y a mi padre que estaba tan feliz como yo.
Ahora que lo escribo tengo en la memoria grabada la instantánea que hice con mi mirada, mi padre apoyado en el piano en medio de la vereda, con la sonrisa enorme que tenía y los ojos empañados, me padre era un sentimental...

Yo tenia nueve años y desde entonces me acompaña. Mas de una vez, he lamentado no haber estudiado guitarra, porque es mas fácil de transportar y en cualquier reunión podés ponerte a cantar y todos se prenden, en cambio el piano exige un respeto que me incomoda, todos te rodean y esperan el gran concierto, momento en que siento verdadero bochorno. Y me preguntó porqué tengo que pasar por esta situación cada vez, al cabo de un rato y mas dueña de mi, paso por todo mi repertorio de lo mas feliz.

Juntos hemos soportado tempestades, inundaciones, mudanzas, espacios reducidos, niños meteretes, pila de libros apoyados, cuadritos, flores, todoloqueseteocurra y sepuedaapoyar en él, mas libros y partituras y mas libros.

Y asi vamos desde entonces, yo lo rescato del olvido cuando está abandonado y harto de cargar con todo lo que le dejamos arriba. Y él me rescata cuando no doy mas con las cosas que se me acumulan por dentro, cuando no le encuentro el sentido a nada, cuando estoy sola, cuando estoy acompañada, cuando estoy feliz, cuando estallo de alegría y cuando me siento morir.

Siempre él está dispuesto a abrirse, para darme vida y dejar que yo le quite el alma por un rato.

Les presento aqui a mi piano.

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El fantasma

Salgo volando por la ventana
y tantos dias quedan atras
ya no me duelen todas las cosas
que ayer me podian molestar

Son cajones que se cierran
para que nadie los vea
son palabras que no pude decir
pero ya no me importa
por que nada me toca
y no hay nada vivo adentro mi

Floto en el aire desde esta tarde
cuando mi cabeza explotó
ahora el piso es de nubes
y me asomo cada tanto
a espiarte desde donde estoy

Y veo...
y vuelo...

El fantasma (Árbol)


De tanto en tanto el fantasma salía de su escondite para ver a las personas que quería y para dejarse ver por ellas, se ponía una flor en el ojal, unas gotitas de perfume, una bufanda hecha con aire y porque era coqueto se hacia un peinado que habia usado alguna vez y que le quedaba bien, le daba un toque de misterio que le encantaba.

Nadie sabía donde encontrarlo, él aparecía a su antojo, segun sus implusos lo llevaran. Y no le contaba a nadie cuál era su rincón, para no ser encontrado cuando no estaba dispuesto a dejarse ver. Eso, ademas del peinado lo hacian mas misterioso aún.

Esa tarde era igual a todas, algunas nubes, las calles delatando por completo el otoño, mis pasos me arrastraban de memoria y mi mente estaba en cualquier parte. El trayecto era tan conocido que nada llamaba mi atención, en realidad iba mirando para adentro, porque el paisaje interior me tenia mas conmovida por esas horas.

Yo iba pisando hojitas, es mi deporte favorito cuando llega el otoño, pero algo curioso entró a suceder, las hojas del piso se corrían antes de que las pisara, y a modo de sendero se iban abriendo ante mi. Al principio intenté pisarlas igual, porque es una manía que tengo, es que el otoño para mi es eso, pisar hojitas, me gusta verlas jugar en el viento, me gusta ver los colores que dejan cuando nadie las barre.
Bueno, como te decía, se abrían, se adelantaban a mis pasos y parecía que no querian ser pisadas. Me entré a poner como loca, porque pensé que el viento me estaba quitando del medio el juego mas infantil que conservo, eso sacó mi parte caprichosa y entré a apurar mis movimientos para ganarle al viento, pero no contento con eso las entró a hacer bailar en zig zag frente a mis pies que ya desconcertados entraban a pedirle a mi cabeza que me deje de joder y hacer el ridículo en plena calle.

Y fue en ese preciso momento en que tuve la sensación de que no estaba sola.

Alguien que estaba, no sabría explicarte si delante de mi, por detrás o a los costados me acompañaba y asi sin que yo le dijera nada, ni él emitir sonido alguno avanzamos unas cuadras.
Creo que entonces floté, creo que mis pasos no tocaron hoja alguna en ese momento, creo que no fueron necesarias las palabras porque los dos nos sentíamos contentos con el reencuentro y eso bastaba.
Creo que al llegar a la esquina me guiñó un ojo, no estoy segura porque su bufanda de aire lo tapaba un poco, pero me pareció verle el guiño o lo soñé, despues se fue para el lado contrario y yo lo dejé ir, porque sabía que lo esperaban y no queria hacerle perder tiempo.

Lo vi alejarse en un remolino de hojas, que enojó a una señora muy elegante que venía caminando y a la que despeinó por completo. Lo vi perderse en las calles, entre gente que no lo veía. Lo vi subir y bajar unas cuantas veces antes de perderlo de vista.

La señora despeinada y furiosa me comentó algo acerca del otoño y de la gente que no barre sus veredas, imaginé que ésta mujer debe ser una de esas señoras que se deleita con la quema de hojas en las veredas, que contamina el aire, ensucia sus pulmones y los nuestros a cambio de una vereda limpita.

Al toque la ignoré sin decirle nada, seguí caminando, con una alegría inusual. Pisando mis hojitas amarillo-verde-marrón-rojo, ahora sin que ningun viento me las quite y con la certeza de que me habia vuelto a encontrar con el fantasma.

Y bajito, como quien le pide permiso a la voz, me fui cantando esta canción de Árbol...

"Y me acuerdo de aquél día
que decias si pudieras ser un pájaro
¿qué harías?"

...

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A punto de quedarme a oscuras.

"Estoy perdiendo altura
a punto de quedarme a oscuras
como una tarde de invierno"

Por caminos estrechos (Quique Gonzalez)

Me ha invadido cierto desaliento bloguero, esta tarde he paseado por los senderos amigos, leyéndolos y conociendo algunos caminos por los cuales no habia transitado nunca y para mi alegría me han interesado algunos, pero a la vez me ha entrado el temor al abandono, al propio y al ajeno.
No termino de lamentar la partida de Toro, me ha cambiado el paisaje y lo extraño, tambien extraño a Crub, aunque cuando se haga un tiempo sé que estará contando algo, por eso lo espero.
Por ahi vi que estaban lamentando la partida de Hepoir, por suerte no llegué a concerla/o porque hoy estaría con otro bajón mas.
Pero he pasado por lo de Paloma y habla de un cambio de piel y de falta de ganas de escribir, o sea...

Luego de esta caminata me agarró como un cansancio insoportable, asi que me detuve, me puse a contemplar como de costumbre dónde estaba parada, para orientarme.
Cuestión que me he hallado en la mitad de mi camino, he mirado a ambos lados, he mirado lo que recorrí y lo he mirado con una sonrisa. Me puse a recordar el miedo con el que empecé este asunto, la poca idea que tenia de este mundo, el gran empujón de Aye, que fue mi guía y la confianza que sentí de Crub, tambien alentando mi llegada. Ellos fueron mis padrinos, por llamarlo de alguna manera.

Y luego quienes fueron pasando, no han hecho mas que ampliar mi camino, que era una de mis metas, "basta de caminos estrechos" y ellos son:

Jenny
Bito
Isthar
Toro
Cieloazul
Dalianegra
Cronopio
Leopoldo
May
Zifnab
Flexo
Sr.Bueno
Uma
Ybris
Adrianófanes
Poemasperdidos
Ladybug
Kamelas
Tambien las recien llegadas Maura, Alcon y Petra.

...y me estoy olvidando de gente que ha pasado y si bien no han hecho el ejercicio del regreso cotidiano, han hecho su aporte y me han ayudado a caminar sin duda.

Sentada aquí y con la mirada puesta en lo que ya he caminado, me queda la satisfacción de haber podido, cosa que no creía.
Fue sin duda un crecimiento interno, un desafío cumplido.

Entonces me encuentro mirando el piso y haciendo dibujitos con una rama en la tierra, en este momento de desconcierto que tengo y despues de raspar con los zapatos el suelo, de estarme parada sin saber qué decir ni qué hacer, de pensar esto que siento y de tener ganas de compartirlo con ustedes, que son en definitiva los únicos que pueden comprender este desasociego y despues de ver cómo la noche se me cae encima, una pregunta por fin se planta delante mío.

¿Cuál era el fin?

¿Porqué motivo, razón o circunstancia (como decia el maestro del Chavo) me metí a caminar por acá? Habiendo tantos otros caminos que podrían alimentar mi espiritu o mi busqueda?
...

Hacer amigos?
Tengo muy buenos y queridos amigos mas allá del blog, no era eso lo que buscaba, pero lo cierto es que me he encariñado con ustedes.

Poder escribir y que me lean?
Siempre escribí y que me lean debo reconocer que despues de perder el miedo, me encanta...

Leer a otra gente que camina por lugares parecidos y a la vez diferentes a los míos y por cuestiones que tienen que ver con la geografía y la fisica no los cruzo por mi barrio?
Eso tambien me fascina.
Y como siento que tienen algo que decirme, estoy ahi, leyéndolos.

Escribir en vez de ir a terapia?
Con seguridad, a terapia ya fui y por Dios no quiero volver...

Y despues de la primer pregunta entraron a caer asi, cataratas de preguntas.

Y en cada respuesta aparece la amplia y definitiva certeza de que estoy aquí porque me gusta escribir y compartir esto que hago.

Me gusta contar, me gusta imaginar, me gusta viajar con mi mente a cualquier lado, me gusta que me cuentes y que me hagas emocionar, me gusta ser tu personaje y que seas el mío, me gusta.
Me gusta que me hagas reir cuando menos lo espero, que me inventes una cara y me pongas un nombre.
Que no tengamos rótulos, ni encasillamientos, que vos pienses lo que quieras de mi, a partir de lo que escribo y me dejes la misma posibilidad sobre vos.
Me gusta salir de mi vida cotidiana que amo, pero que amo mas cuando me dan ganas de volver a ella, y en medio de eso me gusta venir a mis caminos estrechos cada vez mas amplios y ver que alguien me ha venido a visitar y me ha dicho algo que me lleva a una reflexión, que me saca una sonrisa, que me enternece, es una emoción que aun tengo viva.

Llegado a este punto, levanto la vista y miro para adelante, para el camino aun no recorrido, y como es de noche lo veo oscuro, en verdad da miedo, pero mi mirada está puesta en él y mis pies están ávidos por recorrerlo.

Asi que me acomodo la mochila, respiro profundo y me dispongo a seguir.

Ojalá sigan conmigo, ojalá pueda seguir disfrutando de cada uno de ustedes por mucho tiempo, ojalá vuelva el amigo que se ha ido, ojalá lo vuelva a encontrar en alguna esquina y me guiñe un ojo, ojalá venga un nuevo amigo, que aun no conozco y me descubra a mi tambien.
Ojalá mis caminos sigan abriéndose como en ramas, ojalá haya mas estaciones donde yo pueda detenerme y llenarme de vivencias nuevas. Ojalá entre estación y estación mi camino se pueble de florcitas silvestres de todos los colores y yo pueda llevarte un ramito cada vez.

Ojalá.

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