Mi lugar en el mundo

Convocada por Laly para llevar a cabo este post he dudado, porque no hay un lugar único y específico donde yo sienta que allí es mi lugar en el mundo.

Si hay sitios de impactante belleza para mis ojos, sitios en los que puedo quedarme horas suspendida sin tener necesidad de otra cosa, sitios donde podría vivir en armonía conmigo por un tiempo, donde la vida podría detenerse allí y yo me sentiría que ha sido bueno que me encuentre justo en ese sitio.

Pero no es sólo un lugar.

Igual en busca del post, intento buscar ese sitio y pienso que hay un lugar en la costa atlántica, que huele a pinos y lavandas, y que al abrir la ventanilla del auto el bosque se mete por completo sin pedir permiso y despoja toda la urbanidad que traigo encima y eso me encanta.


Me gusta cuando hay sol, porque los médanos son como colchones calientes por donde te deslizás hasta correr convertida en una milanesa a zambullirte en el mar.

Un mar siempre helado que me gusta menos que todo lo demás, pero mojo mis pies que ardiendo por los médanos buscan ese hielo liquido y soy felíz.




Y despues camino por esa orilla como si nunca fuera a terminar, como si caminara sobre mis pensamientos, sobre mis sueños de plata, sobre arenas voladoras y cuando ya no sé ni dónde estoy, pego la vuelta hurgando en esa bruma marina.



Regreso cuando cae la tarde por un caminito lleno de piñas, que huele a sal y destila silencios milenarios.

Y ya conozco ese silencio.
Cuando todo se vuelve quietud, mas pesado que de costumbre, las cotorras se esconden en sus nidos y dejan de chillar, es que va a llover. Tambien me gusta eso. Los árboles mas altos se inclinan sobre los mas bajos para protegerlos, como si fueran brazos de madre y la lluvia comienza a ceder y a mi se me van los ojos para quedarse pegados a la ventana.


Me gusta cómo todo va cambiando de color, cómo yo me voy volviendo un poco parte de esa naturaleza que adoro y cuando estoy a punto de fundirme en ella y dejarme llevar por su encanto, giro mi cabeza, busco agarrarme de algo que me llame desde adentro, pongo música para mi vida, me tiro en el sofá y que ya todo ese mundo me invada.

Podría decir entonces que es un buen lugar, un buen momento para mi.
Si hasta soy capáz de ponerme a cocinar algo rico, abrir un vino y encender velitas.

Éste sitio que he mostrado junto al mar, es realmente bello, pero tambien podría haber elegido la montaña con sus ríos y tambien sería para mi hermoso.






O podría ser una callecita de Buenos Aires en este otoño

O el río al atardecer






O un lugar de mi pueblo que me lleva directo a mi infancia y como dice Andrés, "no sé porqué dicen que me fui, si siempre estoy volviendo"






O el perfume de los jazmines en diciembre que siempre me recordarán donde fui muy feliz
O esas ventanas de invierno que dan al sol en los Cafés, donde me siento a veces a contemplar la vida y entenderla o complicarla






Pero en realidad mi lugar en el mundo, donde me siento realmente bien no tiene que ver con una geografía física, podría ir cambiando el escenario como en las viejas casas de fotos.
Este lugar mío tiene que ver con las personas y lo que de ellas me atrapan, no importa el espacio físico ni el tiempo.

Es el abrazo del hombre que amo, es encontrarme entre las hojas de un libro, en la letra de una canción, es la mirada de mis hijas un día cualquiera, es una imagen en movimiento que me está contando una historia frente a una butaca del cine, es la mesa recién puesta en la casa de mi madre y el pan de campo que ella compra porque yo llego de visita, es la risa de las personas que adoro estén cerca o lejos mío.

Y mas precisamente, cuando lo mejor de mi hace contacto con lo mejor de otro ser humano.

Ese preciso y precioso momento es el lugar donde quiero estar.

Ese es mi lugar en el mundo.
"Haz un círculo en la arena
haz un halo con tu mano
yo haré un lugar para que aterrices"
-Counting Crows-



Gracias Laly por la convocatoria, si alguien quiere continuarla puede hacerlo.
Gracias Jac por la ayuda con las fotos.
Gracias a todas las personas que hacen que mi lugar en el mundo tenga paisajes inolvidables.



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Perlas cultivadas


Mis noches se han convertido
en eternos collares de perlas


La cosa es así:
Yo acumulo un puñado de cuentas
que son idénticas a los pozos ciegos,
y las voy uniendo con ladridos de perros vagabundos,
que funcionan como hilos.

Una cuenta.
Un ladrido.
Un pozo, digo una cuenta y el hilo...

Así construyo mi noche hasta caer rendida
-haciendo artesanías-

Por la mañana luzco en mi cuello
un collar de perlas cultivadas
en un mar indigno.




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Llanto ingrato

"¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?..."

-Cátulo Castillo-

El cielo se desgarró en jirones empapados de tristeza. Y un llanto, como el anuncio definitivo de un final, se soltó inesperadamente de su garganta.

Se estrelló contra la pared y comenzó a resbalar muerto de pena.

Primero estalló como un fuego en su garganta y al salir con esa fuerza desmedida, chocó con el empapelado viejo de florcitas descoloridas y secas. Ella miró asombrada cómo bajaba lentamente y aplastado, ese solitario montón de nada, hasta perderse en el zócalo hecho agua y desaparecer bajo la hendija de luz de la puerta.

Tan triste estaba que pensó que ni su llanto se quedaba con ella, hasta él se iba, hasta ese esbozo de emoción descontrolada que había escapado de sí misma, la dejaba.

Y presa de una resignación nueva, se levantó del sofá, caminó lentamente hasta la ventana y lo miró doblar la esquina como a una marioneta dascangayada.

El llanto ingrato, taconeando una desesperanza atróz, huía.

Y sintió un dolor absurdo por él, porque se fue a escapar justo cuando la lluvia recién comenzaba a lavar las veredas y sabía que ni sus huellas asesinas quedarían.


"En llamas me acosté,
en un lento degradé, supe que te perdí..."

-Gustavo Cerati-

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Calles


Algunas calles pueden conmigo.

Acobardan a mi resistencia
y se adueñan de mis ojos por completo,
esas calles creo que son las que buscan mis pasos,
y me ofrecen su piel para que yo las camine.

De tanto en tanto me vienen a buscar
golpean con furia la puerta de mi casa
posan sus ojos de cemento sobre mi
y me abren sus esquinas en cuartos
como si fueran los gajos de una naranja.

No esperan mi respuesta
me suben a su lomo hecho de adoquines
y me llevan por ahí.

Ellas ya saben de mis silencios y de mis ojos cansados
saben de mis días inquietos
y de los que sólo si vienen
yo salgo.

Por eso están ahí, con sus manos extendidas,
esperando.

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Contame una historia


"Abrime una puerta por donde se escape
la fiebre del alma que huele a dolor..."

Contame una historia.

Que me ha entrado a calar el frío en un lugar remoto de mi, al que no sé cómo he llegado y no consigo dormir.
Yo no pido mucho, apenas unas palabras que se trepen a mi cabeza y me hagan una coronita de flores en mi pelo, que tengan el efecto de borronear unas penas de tormenta y de alejar fantasmas de los sueños.

Una historia cualquiera.
No te matés buscando, siempre hay alguien que merece ser contado, pensá en la chica que te cruzás por la mañana en el parque y te mira a los ojos como buscando algo, imaginate si un día encuentra ese tesoro que vos tenés escondido detrás de los párpados y lo publica en los diarios.
O tal vez no se lo dice a nadie y se lo queda para siempre bajo la piel.
-Yo haría eso-
Y si pensás en ese compañero de trabajo que siempre está como abatido, y que le cuesta tanto reir que cuando lo hace parace oxidado, si no se te complica, haceme un relato.



Me vas a decir que no podés.
Yo entiendo.
¿O me vas a contar algo?



Yo podría decirte a cambio que los días pasan lentos aquí abajo y que a veces mi risa termina en llanto. Que por las mañanas espero el sol y ya van muchos días en los que tan sólo dibujo globos amarillos sin sus rayos.
Algunas veces, escarbo las paredes hasta quedarme sin uñas y paso al otro lado buscando alguna señal que me mantenga en pie, si supieras cuántas veces me he cruzado con tus manos tambien escarbando por allí y hemos hecho túneles desesperados buscando una salida que no hemos encontrado...
Pero mejor no.

Mejor espero que se te ocurra algo a vos, que tenga tu brillo o tu desencanto. Me va a gustar, porque será tuyo.
No importa si las palabras son esquivas, a ellas les gusta jugar todo el tiempo a las escondidas con nosotros, no te preocupes por eso, despues salen, despues se dejan ver y hasta son capaces de posarse en tu boca para que me quites este frío con el que vengo batallando.

Contame una historia hecha con palabras de lana.
Una historia tierna, recien tejida, para que me abrigue en esta noche interminable y el día llegue mas rápido.


"¡Estoy tan cansado de andar por andar!...
Contame una historia con gusto a otra cosa,
y en la piel del alma poneme un disfraz..."
-Mario Iaquinandi-

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Ausente sin aviso

Su mirada ocre me dejó una sonrisa
antes de subir al tren

y yo
me quedé prendida a ese otoño
que vi en sus ojos

despues como siempre dar la espalda
mirar para otro lado
caminar despacio
leer los carteles luminosos
evitar la gente
buscar el trayecto mas largo
obedecer un semáforo que tiene lágrimas de sangre
escuchar cómo se quejan las hojas en las veredas
por culpa de mis zapatos
apretar un libro en mis manos
-el que leo una y otra vez-

Llegar a casa
mirarme en el espejo
y darme cuenta que no soy yo
otra vino en mi lugar

-ausente sin aviso-
escapé de mi
viajo en un tren
con destino incierto.



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Cartas de amor


Alas de paloma
para llevarte mis palabras
las que me rondan y me definen.
Alas de paloma
para que tengas este amor
bajo tu cuidado
porque yo no sé cómo se hace.

-Pato-


En realidad ella estaba viva porque no encontraba el valor de irse de aquí, cada muerte que pensaba la horrorizaba, entonces se daba un día mas, un permiso mas a ver si la vida le regalaba algo una maldita vez y mientras iba pensando que un día de estos se animaba y terminaba con todo.

En eso estaba cuando un regalo llegó del cielo, fuerte, rotundo, vino volando en una paloma -así dijo- que le dejó la frente chorreando de sangre y el corazón brillando como si le acabaran de pegar lentejuelas -ella contaba lo de la paloma, lo de las lentejuelas me lo imaginé yo porque sus ojos negros se iluminaron-.

Llevaba año y medio de encierro en una cárcel de mujeres. Había robado otra vez y otra vez había vuelto a caer, como una gran continuación de series repetidas de manera infame y otra vez el fantasma de perder a su hija pequeñita la aterraba y al mismo tiempo la debaja sin fuerzas para luchar.
Lo único que le quedaba era la anestesia de cualquier droga, la que le llegara, cualquier porquería era mejor que esa cama de clavos en su espalda.

Si le dabas un espacio ella te contaba su vida como si esa sucesión de tragedias fueran figuritas de un álbum, del mismo modo que te contaba que había empezado a ser prostituta a los 12 años porque estaba muerta de hambre, te contaba que le gustaba ir a la bailanta* y que allí los muchachos eran dulces, pero luego de unas birras* siempre terminaban mal y te mostraba su cara, cortada por la mitad, obligada a sonreir de manera perpetua aunque sus ojos lloraran, porque un navajazo le había abierto esa mueca para siempre, y entre medio de esos recuerdos oscuros de hombres violentos, se le escapaba que tenía dos hijos más. Ahí sus ojos volvían a apagarse y se llenaban de una tristeza infinitamente húmeda y decía que nunca iba a olvidarse de ellos, aunque los había dado en adopción, para quitarles el destino que ella había tenido.

Yo estaba perpleja ante todo ese dolor deshenebrado sin piedad, mis ojos se detenían sobre unas manos tatuadas de azul y negro, unas manos opacas y ajadas, de uñas comidas, retorciendo a las sombras unas hebras de esa vida molida a palos.

Y me inquietaba saber qué había sido lo que le habían quitado las ganas de morir, qué era lo que había traído la paloma que cayó del cielo y le lastimó la frente.

Entonces se lo pregunto.

Ella se ríe y se tapa la cara, y en su piel color chocolate se percibe un rubor adolescente y sus ojos de pronto dejan de tener cien años y su mueca se hace sonrisa completa, se seca ese río triste con el brazo y se le cambia la voz por otra que no tiene dolor, que parece un canto, y dice que esa paloma era una carta de amor.

Entonces completamente desconcertada e imaginando una novela de otro siglo, le vuelvo a preguntar cómo era manejarse con palomas mensajeras en la cárcel y su risa en ese momento comenzó a golpearse sobre los paredones de piedra, es más, creo que hizo un túnel, se escapó y salió por las calles a reirse cada vez más fuerte, hasta formar una gran carcajada errante.
Yo la miré con total ingenuidad, ella se apiadó de mi y pensando que me iba a romper las ilusiones, me dijo que las palomas eran cartas de amor envolviendo una piedra.

Que su enamorado trabajaba en la panaderia de la cárcel, que así se le había declarado, por medio de una "paloma".

Y me contó que un mediodía de enero, estaba en el patio con otras internas y una pedrada le partió la frente. Despues de putear a quien tiró la piedra y de cubrirse con un trapo la herida, una de las mujeres le dijo que era una paloma, que era para ella y que era el chabón* de la panaderia que estaba muerto por ella.
Esa fue la traducción que le dieron, porque ella no sabía leer.
Despues de dar mil vueltas con la carta toda abollada y de morirse de vergüenza, se fue derechito a la Raquel, otra interna que sabía leer posta* y le dijo que se la lea.
Y mientras la Raquel le iba leyendo esas líneas apretadas, esas palabras se le iban amontonando todas en la puerta de un corazón blindado, y comenzaban a golpear con todas sus fuerzas, eran palabras que había escuchado por ahí en una canción alguna vez, en alguna novela de la tele, esas palabras de amor que nunca le habían dicho, estaban escritas ahí y ella no las podía leer..
Y cuando la carta terminó y ella se quedó en silencio, el día entero se le pasó con esas palabras girando por dentro y por fuera. Palabras de amor bailando delante de sus ojos hasta transformarse en sensaciones inexplicables.
Al día siguiente esas palabras ya eran maripositas que se encaramaban a su sangre y le viajaban todas directo al corazón, para que abriera sus puertas y bombeara con mas fuerza.

Estaba enamorada del panadero.
Y no le podía decir nada, porque no sabía escribir.
No le importó, porque a esa altura ya había decidido vivir, aunque sea iba a vivir para responder esa carta. Y fue la Raquel que se armó de una infinita paciencia y la tuvo de alumna por unas semanas, hasta que fue clara y le dijo, ni matemáticas, ni geografía, ni nada, enseñáme a escribir una carta de amor.
Y así fue como aprendió.

Y desde ese día van y vienen palomas siempre a la misma hora, las internas ya saben y despejan el lugar por las dudas y por cuidar sus cabezas, claro.

Por eso desde ese día su mueca parece sonreír y su voz dejó de ser ronca. Por eso ella no piensa mas en morir y se pasa el día buscando palabras nuevas, palabras como cuerdas que le ayuden a trepar paredes, palabras como lazos muy suaves que tengan a su panadero siempre atado a ella, palabras hechas de pétalos que no ve pero que dibuja de mil colores, palabras que nunca imaginó, ahora están siendo escritas de su mano.

Y ella sonríe y dice desde la niña mujer que tiene entre rejas, a mi lo que me están salvando son estas cartas de amor que parecen palomas.


Bailanta: salón donde se baila cumbia

Birras: cervezas

Chabón: muchacho

Posta: de verdad, bien hecho








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Una tarde cualquiera


"Escribamos algo
juntemos nuestras tropas
antes que dejemos el pueblo
escribamos algo"
-The Perishers-


De este lado, el frío se empezaba a sentir.
Un frío de esos que calan los huesos y no hay abrigo que pueda con él, porque viene escalando por dentro, desde algún lugar roto y sin arreglo.

Del otro lado, la tarde se escapaba con sus manos llenas de corazones rotos y la noche por aquí se iba haciendo dueña de todo. Se iba metiendo en el bolsillo las ganancias del día, iba acomodando las sillas revueltas, doblando las penas que encontraba tiradas, guardándolas en los cajones de siempre, bajando persianas, cerrando miradas, los ojos buscándose a tientas, cayendo sin paracaídas sobre suelos embarrados.

Y a medida que la noche avanzaba de este lado, las manos de una tarde cualquiera huían como un prófugo, repletas de corazones destrozados por una avenida que conducía al otro lado del cielo. Y allí al final, donde terminan de mirar los ojos, prepararon una hoguera brutal con todos los pedazos listos para arder.

Y juro que ardieron hasta dejarnos a oscuras.
El sol les masticó la melancolia que tenían y se los tragó.
Esa tarde yo vi explotar un sol repleto de un amor hecho de pedacitos encontrados.
Un amor armado como un puzzle, con retazos de corazones perforados, olvidados, perdidos, muertos de frío.
Un sol dueño de un naranja encendido, tan intenso, que todos pensaron que en el horizonte había un gran incendio y sacaron fotos para no olvidar nunca aquél atardecer en el que el cielo ardía de amor.

Tanto fuego y sólo eran corazones rotos, inofensivos, de esos que parecen que ya nunca van a dar calor, ni abrigo.

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La parte que no entendió.


Cuando "no" significa No
me pregunto: ¿cuán necio puedes ser?
Digo qué parte del "no",
no entendés.
-Babasónicos-
La respuesta fue No.

Un "no" de esos gigantes, de esos que se te pegan en la frente como un sello, como una estampilla y tus ojos internos lo ven todo el tiempo, como si todos los que te miran pudieran ver lo mismo que vos.
Un No de esos que estallan en la cara como una bombita de agua y te dejan frío, como estallan las mariposas en los parabrisas, para después quedarse rotas hasta secarse.

Un "no" de helado de frutilla chorreándole de pena por la cara, todo derretido horrorizándolo mientras volvía sentado en la ultima fila del bondi, atrás del todo mirando desde ese lugar todos los que traían un "si" para el regreso.

Sábado por la noche, para él terminando todo de "no". Para otros empezando con las esperanzas del "si". Caminándoles por las manos, por las miradas las ilusiones.

Por ejemplo esa chica de rulitos con su beba en brazos, traía trencitas hechas con lacitos rosas y todas estaban hechas de "si".
La señora que miraba por la ventanilla -sin ir mas lejos- con sólo verle la nuca, ya se le adivinaba el "si" prendido en sus cabellos y lo comprobó en la siguiente parada, cuando la vio bajar del bondi y caer en los brazos de un señor que tambien la esperaba con cara de "si" en los bigotes.
Esas chicas adolescentes, se peleaban por contar sus colecciones de "si" a los gritos.

Y por dentro, al fondo de toda esa enorme cantidad de gente afortunada, él se miraba de reojo en el vidrio y borroneaba con la mano el "no" que le delataba la pena.

Había una parte del "no" que no entendía.
Un lugar minúsculo y casi imposible de explicar.
Algo que lo mordía por dentro y le escarbaba las dudas.

Cerraba los ojos y se le dibujaban unos labios rojos y tiernos diciendo No en cámara lenta y en ese punto es que comenzaba a no entender, justo cuando ella estaba a punto de cerrar la boca y no lo hacía. Justo en ese breve instante en que sus labios quedaban detenidos y los ojos de ella completamente salados se colgaban de la boca de él y trastabillaban en medio de ese equilibrio imposible, diciendo No.

Era ese momento de manos húmedas y retorcidas que como único tesoro acunaban su cara, en el que ese pequeñito espacio del "no", no lo conformaba y lo dejaba sin entendimiento, preguntándose porqué obedeció a esa palabra tan cortita y se olvidó de una boca enorme, que se le ofrecía abierta, como si fuera una fruta madura.

Aunque dijera que no.

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Por la memoria


Este es un homenaje a un chico de 20 años que bajó del norte para morir en una guerra absurda, me pedía que lo llamara Miguel y yo lo llamaba así.
En el otoño de 1982, nos escribimos unas cartas.
Mientras en el continente nos llenaban de mentiras y triunfos imposibles, él me escribió por última vez. Sus líneas estaban manchadas de una angustia e incertidumbre creciente. En esa carta me decía que hacía tres dias estaba refugiado en un pozo y que salir de allí era un gran peligro, que tenía frío y pasaba hambre.

De ésto han pasado 25 años.
-En Malvinas hubo 649 muertos argentinos, pero luego por enfermedades y suicidios se cuentan ya 450 muertos mas-.

Por vos Miguel, por los que quedaron allí, y tambien por los que volvieron y fueron silenciados, ignorados y olvidados.
Que no queden ellos tras el mismo "manto de neblina" en el que estaban las islas.

"No llores por las heridas
que no paran de sangrar.
No llores por mí, Argentina "
-Serú Girán-

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