Narciso Jacinto Amarillo Florentínez, de los Amarillo Florentínez de Florencio Varela, nacido por casualidad en el estado de Florida, región sureña de los Estados Unidos, se dedica en honor a todas estas circunstancias ornamentales de su vida a la floricultura. Tiene un invernadero que linda con los fondos de mi casa, allí pasa sus días cultivando y mejorando sus especies, descubriendo colores a los que llega con secretas mezclas de pigmentos que trae de Lisboa y de una remota aldea de Guzmania, a la que nunca menciona por temores varios.
Su invernadero es pulmón de manzana, de modo que todos los vecinos asistimos azorados y envidiosos al crecimiento de esa torre acristalada, que año tras año se eleva un piso mas, dejando colgar de sus inmensos balcones sus agraciadas y diversas especies.
Don Florindo –así lo llamo yo con sarcasmo- cada día nos muestra una maravilla diferente.
Hay que reconocerle su mérito, no descansa en su hacer y tal como lo indica su nombre Jacinto tiene una constancia insoslayable
Todos los vecinos callados, asomamos nuestras narices a los cristales para ver sus prodigios. Con los ojos plenos de matices y el corazón apuñalado miramos toda la belleza de un saque y esa emoción nos deja perplejos, embobados, pero luego entra a rasparnos por dentro cierto resentimiento porque al volver la mirada a nuestros patios, los vemos desmantelados, llenos de maleza y con una florcita guacha aquí y otra mas allá y abundantes matorrales de esas blancas florecillas de sapos, que crecen en los pantanos porque si o alguna macetita triste con un malvón desolado y con ese color tan parecido al rojo que tienen todos los malvones de la historia. Después de semejante visión mas de un vecino termina como yo, con dinamitas, rastrillo, pala, tijera y azada en mano queriendo dar vuelta toda la tierra del fondo y de paso sepultarnos una tarde de domingo, para ser mas trágicos.
Pero sucede que cuando clavo la pala en la tierra y doy vuelta el renegrido terrón de humus, ese perfume agreste me recuerda las semillitas que tengo guardadas en un frasco alojado acá en el bolsillo del costado izquierdo y mando todo el resentimiento al remismísimo carajo y destrozo el pequeño páramo de mi patio y al boleo desparramo semillas sin nombre. Rústicas simientes que no puedo negar, huesitos descarnados, futuras flores de mi jardín.
A ti te gusta Don Florindo.
Se nota a la legua.
Besos.
ME GUSTÓ ESO DE "HUESITOS DESCARNADOS-FUTURAS FLORES"
ME DA ESPERANZAS DE AÚN FLORECER...
SE ME QUEDÓ PEGADA LA MAYÚSCULA... :)
La envidia es atroz...
Saludos
J.
Don Florindo es un personaje muy especial. Cúidalo bien querida Pato.
Un abrazo desde Copenhague,
Ian.
Toro, a quién no le gusta Don Florindo con todas esas exquiciteces?
Yo quiero ser él, pero resulta que soy yo!!
Besos
Reina, coincidencia a mi también me gustó encontrar esa imagen de huesitos descarnados para hablar de mis flores, o de mis versos o de mis letras.
Besos
José, la envidia es horrible, pero quién no ha tenido alguna maldita vez ese sentimiento que al primero que corroe es a uno mismo. Frente a la grandeza de otro, lo mejor que se me ocurre es mirar hasta que se te pulverice la mirada (como dice Pizarnik en uno de sus poemas) y después correr al propio patiecito, y modestamente hurgar en esa tierra, darla vuelta, airearla, dejar caer semillas, quién te dice crezcan y hasta resulten bonitas =)
Besos!
Ian, creo que si, me gustó componer a Don Florindo =) gracias!
Besos
Ja ja ja, el inicio de tu cuento me hizo acordar, por un lado a la prosa de Cortázar y por el otro a la rítmica de una grande como M.E. Walsh, la genia que le dio vida a esa tortuga... (que queda por tus pagos, ja ja ja).
¡Que va!
¡Ni hablar!
¡A mi me gustas muchísimo mas tu!
Cada quien a, y con lo suyo...jajaja
Salud y besitos
Adriano, ahhhh bueeeeenoooooo!!!!!
(pavada de comparación, me siento una Doña Florinda ahora =P, ahh y lo de huesitos hacía referencia a lo mismo
huesitos = versos)
Besos
Genín, ay graaaaaaacias!!!!!! =)
Besos!!
Yo sueño con tener un jardín, vivo en depto y tengo mis plantas. Los helechos desde hace más de 10 años, pero no tengo flores, esas las compro y me agrada pasar por el living y verlas. ¡Qué suerte la tuya de tener un patio! ¡Por sus frutos los conoceréis! ¿Será verdad ese verso del evangelio?
Te escribo de este mi otro blog, acá estoy mejor.
Besos mil
Me gusta ese don Florindo, es un ejemplo, no tendría que dar envidia a nadie, regala colores y olores.
Es como tus versos, como esos huesitos descarnados, hay que agradecerlos y no envidiarlos.
Un beso.
Dicen que heredó de su madre, Clavelina Flores, su mano verde.
Absolutamente querible tu personaje!