Fisic du rol


Siempre a la vuelta de alguna parte hay un supermercado chino, atendido por sus propios dueños.  A la vuelta de la casa de Emilio hay uno que es atendido por Lin Yi, un tipo endiabladamente enjuto. Parece chino, pero Emilio sospecha que tal vez sea ponja por sus ojos saltones como bolas de billar, o tal vez esa cabeza redonda y chata como una luna llena se deba a que en vez de chino es coreano. También cree que el Lin Yi sospecha de que él tiene enormes dudas sobre su nacionalidad y está convencido que el tipo se venga vendiéndole cosas que él no quiere comprar. Sigue yendo porque el Lin Yi ignora que él es un actor con cierta fama y jamás le hace preguntas indiscretas, pero está harto de acumular en su alacena alimentos que nunca consume,  porque jamás los quiso comprar. Sin embargo están allí, obra y gracia de Lin Yi. Tras una sencilla metodología de no entender el castellano le encaja todo lo que quiere: una mezcla acompasada de movimientos de cabeza, afirmaciones dictatoriales, sonrisas y mas sonrisas y una fonética indescifrable, pero persuasiva, funcionan a la perfección para que él lleve cuanto el chino quiera. Ahora está a punto de llevar un paquete de bizcochos  dulces de dos kilos, cuando había ido a comprar un cuarto de grisines sin sal para su dieta. Desconoce la maniobra de fascinación diabólica que ejerce sobre él este hombre pequeñito, pero ya siente que está comenzando a funcionar el hechizo por el cual él llevará algo que no desea y se quedará sin los grisines que pensaba tener para la cena. Tal vez ese embrujo que le causa el chino sea producto de algún trauma infantil y por eso frente a Lin Yi se convierte en un niño temeroso y obediente que todo lleva sin chistar. 
Se lo pregunta cada vez que se encuentra en esta situación: él parado en la caja, tratando de convencer a Lin yi que quiere llevar otra cosa, no eso que está llevando. 
Ahora está con esas galletas cargadas de grasas trans, azúcar y jalea de membrillo, intentando vanamente de explicarle al chino que quiere los grisines de esa marca, no las pepas de esa marca. También está el  chino sonriente tomando el paquete, pasándolo por la registradora y él tironeando y diciendo que no. Y el chino diciendo que “cualentapeyo” y él mostrando el paquete y diciendo que pepas no, que grisines, que palitos así y asá, que la puta madre no quiero pepas, quiero grisines. Larguitos, así de larguitos, no fideos no, que unos cositos así de esta marca, sin sal. Y ahí va el chino y vuelve rapidito con otro paquete. Que no, que sal no quiere, que palitos. Otra vez el chino corre y se pierde por las estanterías y regresa con eso en la mano. No sahumerios, no. Bueno ya que estoy los llevo –dice Emilio- pero no era eso. Son unos palitos que se comen. Ñam-ñam. Comer. Porqué mierda tiene que estar masticando y mostrándole los dientes así. Es la última vez. Nunca mas vengo, dice. ¡No, no! ¡Eso no! Esos son kanikamas. 
De pronto el cansancio le cierra los ojos. Ya se conoce, está entrando en la fase del encantamiento chino, funciona así. Los kanikamas se comen y no engordan. Los kanikamas son largos. Está bien. Cambio de planes. Ahí está por llevar los sahumerios y los palitos de pescado y rechazando las galletas dulces. Qué suerte, parece que todo está saliendo bastante bien.
-No llevo las pepas- dice Emilio convencido, cuando escucha “ya malqué” “compla” “oyentapeyo”. 
Compla las pelotas. No quiero esas galletas. Engordan. Panza. Señala su abdomen algo prominente y punto negativo para lograr el fisic du rol de la próxima película. No puede creer lo que está haciendo: le está mostrando a Lin Yi ese realce importante que asoma bajo su camisa. El viejo le mira la panza y luego los ojos y luego la panza y otra vez los ojos. La permanente sonrisa del chino fue desapareciendo y mutando a cara de estar ante una idea brillante. Sus ojos fuera de órbita y su boca abierta le cambiaron por completo su fisonomía.
¿Pero qué le está diciendo? Maldito chino porqué tiene que hablar tan mal. No, no, no quiero un Papá Noel.
“chipapánoel”
No, no. ¿Qué dice?
“glan-baliga-papánoel” “balba” “okitobuenos” “espela-acá”
Las puteadas de Emilio en perfecto argentino ya no son mentales, ni balbuceos. Ha perdido su clásica compostura de actor de cine. Los gritos se escuchan desde afuera. El chino  desaparece en los fondos y rápidamente viene con una bolsa de consorcio y su sonrisa otra vez, pero mas gigante aún.
“yevapepaglatis-legalo de Lin Yi” “ponga tlaje” “fondo-ayá”

Y ya está la china madre, mas enjuta y arrugada que el chino hijo y mas testaruda y convincente que la china nieta que sólo anota precios y la china biznieta que callada mira cómo Emilio es arrastrado hasta el fondo del fondo, sin que él tenga reacción. Y ahí aparece otra china recontravieja quitándole sus ropas y calzándole el pantalón rojo de satén que le entra perfecto, el saco rojo también de satén con vivos blancos que le queda divino, el gorro rojo con el pompón blanco, una pena, le va un poco flojo y le cubre toda la frente, pero se detiene al llegar a la frondosa barba entrada en canas que se ha dejado para que el fisic du rol de la peli, sea mas convincente. 
Ahí está Emilio frente a un espejo que deforma, ensancha y lo hace mas bajo. Casi no puede reconocer en ese Papá Noel patético, al famoso actor que sale en las revistas de espectáculos. No puede ni putear, es que ya ni determinación tiene, tal es el embrujo chino, sólo transpira y dice jojojojo al tiempo que sacude con frenesí una campana metálica, e imagina que eso que aporrea con instinto asesino es el culo de Lin Yi. Ensimismado y a puro jojojojó está, cuando escucha la voz de la chinita tataranieta que en perfecto porteño le dice, vos sos un groso y el abueloviejo Lin Yi es un capo. Cualquiera que te mira los ojitos y te ve el corazón, eso es un Papá Noel como la gente. Yo a vos te creo loco.

Sorprendido Emilio pensó que a ésto tenía que escribirlo y se distrajo un momento. Cuando reaccionó, ahí estaba ella, con su pelo lacio, brillando de tan negro, sin un gramo de grasa, esbelta y risueña. ¿Qué tendría, 15 años? Parecía de 10 o 12 y ya tenía el carácter férreo y convincente de toda su familia: tan certero y tan chino, que él no supo qué decir y no dijo nada. Era la primera vez que daba perfecto el fisic du rol y ahí se quedó disfrazado en la vereda del supermercado, repartiendo volantes con ofertas increíbles para las fiestas.

Ir a los chinos es así, Emilio fue por unos grisines y volvió con un cuento bajo el brazo.

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Adivina-Adivinador





¿Quién era esa cosita encantadora, gordita feliz, inquieta, terremotos varios y alegría del hogar?
Les doy una ayudita. Los dos señores de perfectos bigotitos eran padre y tío y amaron a esa nena hasta límites insospechados.
Padre y tío eran dos sentimentales. 
Padre miraba el tango y lo bailaba en los ojos. Padre era severo, es decir quería ser severo. Intentaba ser severo, procuraba serlo. Así entendía la educación, pero esa nenita…Él no sabía porqué razón lo doblegaba, hacía que su rigidez se volviera como la piel de una fruta madura y se debaja ser buenazo, así como un corazón con patitas y ojos húmedos.
Y tío.
Tío Alberto, supo tener una paciencia infinita para saciar la sed eterna de preguntas de la nenita, antes de la siesta. Entonces cada día de verano, después del almuerzo la llevaba hasta el final de la calle, bajo los paraísos añosos. Allá donde un árbol gigante marcaba el confín del pueblo. Allá donde se abría el campo y los montes. Todo ese viaje de la mano. Tío silbando, la nena escuchando esa canción. Tío conservando su estampa impecable. La nena saltando rayuelas imaginarias, cruzando mariposas, pajaritos. Esquivando el sol. Haciendo ramitos de flores. Todo ese viaje para que Tío y nena lleguen al escenario del cuento. Intercambiando roles. Un día Tío es el narrador y otro día la nena. Luego puestos los dos a responder toneladas de porqués y cómos y cuándos y dóndes, hasta que el sueño llegaba y volvían mansos como corderitos a la casa de Abuela.

Adivina adivinador       

¿Quién es ese primor?

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No hay que buscar en guguel, pero...Uno va y busca.


Las plantas siempre nos dan una alegría y guguel una patada en donde ya sabés.

Hace un tiempo, rescaté un hijito de una planta acuática que tenemos en el estanque del jardín. Lo puse en un frasco de café de los altos y lo dejé ahí. Agonizó durante un tiempo y un día noté que estaba reviviendo. Esta mañana, donde ayer no había mas que verde, un color enorme llamó mi atención. Del frasco de café salía esbelta y única una flor lila. Había florecido la plantita agónica. La flor vive un solo día, esta noche se marchitará y mañana estará mustia, violeta y pequeñita. Corrí a fotografiarla, pero no sé qué problema tiene la cámara que siempre le pasa algo que me impide sacar fotos. Grrrrr. Pensé que podía escribirla y también buscar una foto por guguel para ilustrar. Pues bien, me pasó lo que te dicen los médicos que no hagas cuando te dan un diagnóstico X de algo que tenés. Encontré la noticia fatal allí. El que busca encuentra. 

Allí estaba mi preciosa flor en una y mil fotitos y abajo la espantosa noticia.
”Nativa de Sudamérica, es una de las plantas acuáticas más dañinas del mundo. Sus preciosas flores púrpuras y violetas la hacen ser una planta ornamental popular en los estanques. Esta planta tiene un crecimiento muy rápido, su población es capaz duplicarse en poco más de 12 días. Las infestaciones de esta especie(…)”
 Acá dejé de leer porque -aunque no lo crean- la miré y estaba mas esbelta, mas gorda y me miraba.

Ahora ya sé que soy algo así como un Frankenstein de las flores. Y que en mi patio crece a pasos agigantados un mostro bello, como todos los mostros. Y que en poco tiempo invadirá todo el jardín, tapizará el resto de las plantas, se acercará al pasillo, del pasillo pasará al patio que rodea la cocina, de allí trepará la puerta, romperá el vidrio, estirará sus brazos, abrirá sus fauces y me encontrará a mi acá sentada escribiendo bolududeces y me tragará. No podré contarles cuando aparezca mi hermosa caripela en la nueva flor, pero han de saber que eso puede sucederme.




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Bryan, un personaje de cuentos.


En este lugar, ayer al atardecer. Mas precisamente en la glorieta de las Barrancas de Belgrano, sucedía un cuento. Yo justo estaba por allí pasando. Un hombre mayor, le enseñaba pasos de tango a una mujer muy joven. Él bailaba como los que han nacido sabiendo. Me pareció que era el protagonista. A medida que me acercaba a la glorieta, las hojas del libro se iban abriendo y salió Bryan, como a saludar a los "lectores". El personaje del cuento en vivo y en directo, salió del papel por unos minutos, y se dirigió a mi persona. Vino derechito a mi, como sabiendo que yo lo estaba escribiendo en mi mente. Me habló de una ilusión por la que vive y luego como si siempre hubiera estado encerrado en un tango de cuentos, volvió a bailar con su uruguaya. Eso siempre me sucede, me refiero a que aparecen personajes ante mí, dignos de ser narrados y no dejan de impresionarme y dejarme enamorada de las historias por contar.

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Al este y al oeste


Llueve y lloverá, una flor y otra flor celeste, del jacarandá.
Los muy panchos se manifiestan pintando las calles y veredas.
En mi casa hay una alfombra de florcitas lilas. Esta foto que no sé de quién es, me parece fabulosa, hace días venía pensando cómo se vería desde arriba Buenos Aires. De abajo ya sabemos...

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Carreteras secundarias



El pequeño paraíso personal que alguna vez supe armar con palabras, se esfuma entre mis manos. En días como hoy temo no encontrar el modo de volver. Me pregunto si habrán perdido el sentido los mensajes, si las voces de los habitantes de esos pueblos inventados han enmudecido, si soy yo la que no encuentro mi voz, o tu voz, des|conocido personaje que te ves esquivo. Me pregunto si agonizan dentro de mí las carreteras secundarias o si por el contrario se han abierto en ramales que yo misma abrí y las voces han tomado otras formas de decirse.

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Pantalla


El rudimentario encendido
de un marco
                             es el horizonte de mi luz secreta
las horas desmedidas de las paredes donde sangro en grafitti
                                   
tubular

h u e c a 
                                 
o  s  c  u  r  a 

niebla

de 
callejón
 en los extremos
                                                                                    es la pantalla estirada del cielo
donde desembarco

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A-R | Dolor


A-R. Hasta ayer estas eran dos letras significaban cualquier cosa, menos dolor. Hoy ya sé que hay una enfermedad que se llama Artritis Reumatoide Seronegativo y que todo indica que es lo que estoy padeciendo, entre otras cositas. Ayer he recibido la noticia con serenidad. Raro en mí que enseguida pienso grandes desastres cuando se trata de salud. He tenido una actitud positiva de entrada. Estoy sorprendida. A medida que el médico me decía una serie de palabras raras y feas, yo las iba acomodando en mi “entendedera” y pensando que de eso iba a salir. El médico se inclina por este diagnóstico, luego de llevar varios meses de análisis, observación y seguimiento a una serie de síntomas. Fundamentalmente dolor en las articulaciones. No una. Muchas. Mas de las que yo pensaba que existían en mi cuerpo. ¡¡Estoy llena de articulaciones!! Por favor, yo que pensaba que articulaciones eran las rodillas y los codos, creo que tengo articulaciones hasta en las pestañas. Las articulaciones me duelen y las siento entumecidas. Mi cuerpo se fue convirtiendo en una especie de cárcel de la que no puedo escapar. Me voy petrificando. No es broma, si me quedo mucho tiempo quieta me convierto en estatua. Y necesito un remolcador para salir de ahí. Cuando huyo de estas paredes de piel es gracias a la fuerza de mi espíritu (yo que pensaba que no tenía), al koinor de mi mente que no se detiene y me empuja a salir una y otra vez, pero salgo con dolor. Siempre ando con dolor. A pesar del Ibupirac. A pesar de que ando riendo y haciendo bromas y cosas y puteando y diciendo ayayayaay, también ando yendo y viniendo para no volverme roca, pero el dolor está firme como rulo de estatua, nunca mejor dicho el refrán.

Llevo muchos meses sin saber qué era esto que me estaba hundiendo. Me han tratado por diferentes dolencias, algunas reales, otras confusas y por primera vez en mi vida he sido una buena paciente. Del susto que tengo encima debe ser, creo que no me queda otra más que ser buena y obedecer lo que dicen los que saben y también escucharme a mí. En este tiempo aprendí a reconocer cuando mi cuerpo ríe, llora o se enoja. Debo escuchar cuando mi cuerpo habla, para luego no tener que escucharlo gritar.

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"Siluetas" de Ana Jannelli


Recuerdo el día que conocí a Ana. Ella estaba describiendo una fotografía por radio. Me pareció tan curioso y a la vez tan poético ese momento que me dije a mi misma, estás frente a un hallazgo. ¿Vieron que sucede eso? Que de pronto estás frente a una persona que te gusta descubrir que existe. Bueno, algo así. Esperé que terminara de describir aquella imagen y me levanté para mirarla en el monitor. Ana había conseguido que yo viera esa foto, sin tener la imagen delante, pero no sólo ver la foto en sí, sino ver la poesía que el fotógrafo había captado. Se trataba de una costa de Cuba. Había bruma. Foto blanco y negro. Era sábado. Ana estaba en Ópera Prima, el programa anterior a Perras Negras y así nos conocimos. Luego vino lo demás. Ponernos en sintonía fue fácil, querer hacer cosas juntas más fácil aún. Me doy cuenta que Ana es de esas personas que te facilitan la vida. Enseguida nos pusimos a compartir la pasión por la poesía, las imágenes, las fotos, los detalles. 
Consecuencia de ello es el espacio que Ana lleva adelante en Perras NegrasClub Atlético de Poetas y luego Boleto de ida y vuelta el blog de fotografía y poesía que vamos haciendo juntas.

Mañana se inaugura una muestra de fotos de Ana, me ha invitado a leer poesía. Ya tengo ganas de esconderme bajo la cama, pero en un acto de valentía absoluta, allí estaré junto a ella. Nadie se va a enterar que las dos estamos realmente aterradas. Haremos como que es habitual exponer fotos y leer en público, pondremos cara de póker, meteremos la pata en algún momento incómodo -eso sí es habitual entre nosotras- y luego estaremos encantadas. No me quedan dudas que será así, gracias Ana.



El Jueves 1° de Noviembre, a las 19:30 hs. se inaugura la muestra “Siluetas” 
de Ana Jannelli.


Fecha inauguración | Jueves 1° de noviembre a las 19,30 hs 

Fecha de muestra | Todo noviembre - Lunes a Viernes 14 a 21hs. Sábados de 10 a 14hs 

Dirección | Nuevo Foto Club Argentino - Talcahuano 342 1º 14, Buenos Aires 

Link  | http://www.nuevofca.com.ar/muestra-ana-jannelli/ 

 Quedan invitados


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Boletos y refacciones

Hay BOLETO, pero además con Ana Laura, nos hemos pasado horas mimando el blog, y lo dejamos tan bonito que engordamos de la felicidad. Miren si no es requetebuena la posibilidad de darle un vistazo general a lo último que hemos publicado, abriendo la pestaña magazine. Y si querés ver sólo fotos buscando la pestaña flipcard tenés la posibilidad de ver todas las fotos que hemos subido de Ana. Para ver las fotos en forma de mosaico buscás la pestaña mosaic y también tenés todas las fotos desde el principio, sin tener que bajar con el dedido, que siempre se acalambra. 
Si lo que buscás es poesía (bueno, o algo parecido a eso) buscando en timeslide lo encontrás.

¿No es genial?




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Ya no escribo


Ya no escribo.

Escarbo.

Esto lo escribí en un post que ya no me acuerdo ni el mes, ni el año, pero sí la sensación. Otra vez lo mismo. Eso de hurgar en el teclado, rasgar el vidrio de mis lentes, del monitor, de la ventana y sólo incomodar a mis dientes con ese ruido que hacen las uñas provocando irritación al escucharlo. Manoseo pensamientos hasta dejarlos mugrosos. Quedan ajados en el umbral de mis labios. Atascados allí. Mi boca convertida en florero o basural. Escarbo. Esto no es escribir. Palpo una posibilidad que me conmueve. Ahí está la punta del hallazgo. Tiro un poco. Viene algo. Ya no escribo. Acaricio. Busco tibiamente la manera de contarlo y todo lo tibio, se vuelve flojo. Vano. Mejor no escribo. Sigo con ese trabajo íntimo de remover espumas o nieves eternas o telarañas o espasmos.


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Dos puntos.

Un alien me mastica por dentro. Vaya a saber cuántos órganos ya se ha comido para dejarme así, con éste óxido en la garganta. Tal vez esta mano que teclea no sea mía, o sólo pertenezca a la mitad aún no devorada de mí que escribe desesperada antes de que sea tarde. Antes de olvidar cómo era que se hacía.
Una cáscara que sangra como el durazno del flaco, escribe llorando. Una espalda se dobla sombría y acuna un sentir cargado de voces. Prisionera de una garra infame, ahora pone un punto, o dos y dice penas, en vez de gritar el hartazgo. 

Si sobremuero ya sabré qué camino encontrar para contarlo.




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Boletos/ Anónimos/ Niños sin nombre


Les dejo un BOLETO, si quieren pueden darse una vuelta, gracias!

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Lo que trajo el hacer radio


La distancia que hay entre el músico y la nena, puede ser una carretera imposible de transitar o un tramo que vale la pena vivir. Pienso esto porque parto de la idea que algo bueno ha de traer alguien que canta una canción y alguien que se detiene a escucharlo, o al revés.


Llevo días queriendo escribir cosas que siento, pero como el hacer por fuera exige de mí cada vez mas, es poco el tiempo que dispongo para caer en la profundidad de ese lugar blandito donde se cocina lo mejor de un sueño. A veces me planteo que sólo por eso -que me queda poco tiempo para leer y escribir aquí- lo dejaría todo, luego sigo porque creo que hay allí algo que amo hacer. Y voy así recorriendo los contornos, porque todo es para YA y me pierdo una parte que adoro, dar vueltas en el fondo. Tener el tiempo necesario para encontrarme con las palabras precisas y poder expresar así lo que voy viviendo.

O sea, esto que escribo a continuación carecerá de ese colchoncito tibio y hospitalario que invita al lector a sentir que ha encontrado un buen lugar donde caminar descalzo. Intentaré contar de manera breve algo que empezó siendo un juego y hoy, después de chiquicientas vueltas, emociones positivas, negativas, conflictos, aciertos, errores, maldita la hora en que me metí en esto, bendito el momento en que decidí mandarme, horror, alegría, susto, risa, y algún que otro llanto, sigue siendo un juego. Un juego que me tomo en serio, eso también debo decirlo.

Hace mas de 2 años se me ocurrió la idea loca de hacer radio. No soy locutora, no tenía ni remota idea de qué se trataba eso, no sabía qué podía resultar. Sólo recordaba que de niña jugaba a que tenía una radio donde pasaba temas de Los Beatles, una especie de Alberto Badía era yo. Y contaba cosas de ellos a un micrófono hecho con una latita, cosas que inventaba o que escuchaba decir a mi hermano mayor. En el tocadiscos del comedor pasaba la música que mas me gustaba, contaba historias y leía el diario con las noticias que me parecían relevantes. Eso era lo único que yo sabía de la radio.

Ahora que lo pienso,  tenía ya de muy chica, una gran intriga con el aparato en sí. Una mañana que me levanté cuando mis padres dormían, aproveché la soledad de la cocina, y abrí la radio y la investigué. Desconecté varios cablecitos, los volví a conectar, saqué piecitas, las puse otra vez, todas mal. Todo ese trabajo sin encontrar lo que buscaba, que eran los hombrecitos que estaban atrapados allí dentro. ¿De dónde cuerno salían todas las voces que vivían escondidas ahí? Juro que yo pensaba en un mundo de enanitos metidos ahí hablando todo el día. Cuando ví que no era así, y que para mí, era re aburrido ese mundo de cablecitos, la cerré. Era de cuero marrón, mediana, pesada. Mi padre se levantó esa mañana y la encendió. Nunca mas anduvo. Cuando intentó arreglarla se encontró con una cucharita que “alguien” había dejado olvidada allí dentro. Me preguntó si yo sabía qué hacía esa cucharita ahí. Obvio que negué todo. Le dije que los enanos tampoco eran, porque era mentira eso que él me decía que ahí adentro vivían unos enanitos. Yo nada mas ví cables y cositas raras, le dije ¿Y la cucharita? –seguía preguntando mi viejo- Ni idea –seguí en mis trece- para mí que los señores que la construyeron se la olvidaron ahí. Yo tendría 5 años. Tardé en confesar el desastre que hice en aquella radio que nunca mas funcionó como 15 años, pues mi padre de tanto en tanto me preguntaba si yo sabía algo de aquella cucharita que él había encontrado en su radio.
Así, con el único conocimiento de una cucharita atrapada adentro de un aparato extraño, empecé a hacer Perras Negras. 

Mañana cumplimos los 100 programas. 

No es nada extraordinario en sí, aunque lo escriba bien grande. Un pedazo importante de paciencia y se llega a cien programas. Lo extraordinario es todo lo que trajo el hacer radio, lo que aprendí, lo que experimenté, la gente que conocí, los caminos que se abrieron. Un mundo que siempre vi como espectadora lejana, ahora yo tenía la posibilidad de recrearlo.
No hablo sólo de estar los sábados durante una hora frente al micrófono y listo. Para hacer esa hora de programa, tengo que leer, investigar, buscar qué llevo, porqué elijo eso, para qué, a quién le puede interesar, qué puedo aportar. Es un programa literario, tengo que intentar que no sea aburrido, que le interese a alguna persona, que no sea sólo para intelectuales, que lo pueda escuchar alguien que gusta de la literatura, como alguien que no lee tanto, o que no lee nada. La idea no es cerrarnos a los que aman la poesía, los cuentos y las historias, sino ir mas allá. Llegar al que jamás agarraría un libro de poesía. Al que pasa por una fotografía y no la ve. Atrapar el animal exótico es lo que persigue el cazador (odio los cazadores de animales, es un mal ejemplo, pero es clarito) Y esa idea de tener un espacio relacionado con lo literario, un espacio con tan poca popularidad, nos llevó crear el Club Atlético de Poetas y éste espacio  nos fue llevando a hacer una revista literaria (que da un trabajo innnn-mmmennn-soooo)  y a otros proyectos que todavía no puedo contar, pero estamos trabajando en ello. Y lo mas importante es que en una pequeña ciudad del sur del conurbano, como es Bernal, donde prácticamente toda la movida cultural es absorbida por lo que pasa en  la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se haya consolidado un espacio independiente,  en el que músicos, escritores, poetas, artistas plásticos, locos lindos, bohemios, auténticos cronopios tomen contacto entre sí y puedan compartir su hacer dentro del arte.

Eso trajo la radio.

Por eso estoy encantada con haber llegado hasta acá. Porque no fue fácil, porque mas de una vez me sentí mas sola que Hitler el día del amigo, porque muchas veces miré el contador de escuchas y del otro lado había tres personas y eso es sinónimo de cero interés, pero por esas tres personas seguí. Esas tres personas fueron multitud dentro de mi cabeza y por esas tres personas el sábado siguiente me preocupé de buscar un contenido distinto, algo que guste, pero que no me aleje de lo que en sí era la idea central del programa. Buscar algo. Siempre algo mas y después fueron 4 y luego 10 y un día dejé de fijarme cuántos había del otro lado porque alguna vez no hubo nadie y me entristecí, porque pensé que estaba haciendo las cosas mal, pero otro día, oh sorpresa, de la nada había 20 del otro lado, entonces entendí que la cosa era así. Lo literario no arrastra multitudes, 20 eran una banda.  Y había que apreciar a esa cantidad de gente y respetarla.

Aye y Karina, las compañeras que estuvieron conmigo al principio, encontraron otros proyectos que les despertaron mas interés y se fueron,  sigo muy agradecida a ellas porque me ayudaron a dar los primeros pasos. Luego estuve sola muchos meses. Después conocí a Ana y a Alejandro y noté que había empatía, que hablábamos parecido, les propuse sumarse a esta movida con lo que ellos quisieran aportar al programa y desde ese momento ahí vamos, perreando los sábados a la tardecida, cuando por la ventana de Neruda entra la última luz del sol.

Cien programas de Perras Negras Cien

Si vivís por Bernal pasá mañana a la tarde por el Ríe Bar Cultural, 
que vamos a estar haciendo el programa en vivo a partir de las 17 Hs, 
nos juntamos antes para empezar en punto. 
Y si vivís lejos y querés escuchar, podés hacerlo entrando a www.radiohartares.com

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Creo que a esto lo escribí alguna otra vez



Y aún así, me refiero a las fallas de fábrica, quiero ser puente. 
No te voy a mentir, muchas veces, siento que no voy a poder. Me falta la resistencia necesaria. Soy un puentecito rústico hecho a mano con maderas encontradas al paso. Pienso mas de una vez, pobres los que pasen por sobre mi estructura inestable, que mejor no pasen, ni me caminen, ni se atrevan, pero me hago puente igual y en ese intento me hago fuerte. Me digo que puedo y que quiero y soy puente. Ya sé que hay mejores puentes de verdad, construcciones perfectas de arquitectura moderna. Yo soy un rústico puente hecho por la necesidad imperiosa de unir mi orilla con la tuya.
El mundo sería mejor si hubiera mas puentes que barreras.

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Soy antigua

-NAvenzard-

Yo ya sé cómo es esto.

Mirá que le doy vueltas al asunto y no consigo modificarlo. No sé si es mi lado oscuro, no sé si es la punta de la realidad a la que no le encuentro remedio, salida o cura, no sé si soy yo que no me dejo engatusar con discursos demasiado ingenuos…Y digo demasiado, porque si hay alguien ingenua en este mundo, soy yo. Han de creerme, soy naif. Soy una pinturita. Pero no como vidrio, se entiende no? Puedo ser ingenua, pero no pavota. Con decir que tengo los años suficientes como para no ser bobalicona, que se cree cualquier zanata está bien. Después de haber vivido  ya no podés no ver, no entender, no saber, no tener opinión formada, no podés vivir en un tupper

(con lo que me gustan a mi los días de burbujas)

No podés ignorar que te tapa el mar cuando estás respirando cornalitos, es casi grotesto. Pero asomás la napia, olés el perfume real del medio ambiente social, político y cultural y te querés zampar de cabeza otra vez en el fondo del tupper, porque esto es agua cloacal! Pero tampoco me gusta vivir sumergida porque a la larga me ahogo.
Me siento bastante amargada por haber vivido equivocada hasta acá, cuando ya no me quedan muchas ganas de ser posmoderna o progre. O lo que se entiende hoy por posmodernidad. Fui un error de mis padres que me educaron mal (pobres viejos con lo que les costó educarme bien, o al menos lo que para ellos era bueno) y luego un error mío que viendo lo mal educada que era, no aprendí mejores valores que seguir creyendo en el hacer cotidiano, en la familia, en los amigos, en el barrio, en la honestidad, en la palabra dada, en la mano extendida, en la sonrisa, en la mirada del otro, en la verdad. ¿Son valores perimidos? No sé, tal vez sea muy muy antigua, y haya nacido en un tiempo que no era el mío. Vivo bastante desencajada. No sé de qué va el éxito tal como se lo concibe hoy día, vivo confundida. Y la felicidad de la que tanto se habla, esa cosa insulsa que se ostenta en fotos-viajes-cruceros-libros-publicidades y demás ñoñadas, me suena a cosa fabricada con plástico, como todo lo que abunda en los basurales y me mortifica, porque tener momentos de felicidad es algo en lo que sí creo, pero perdóname la tristeza, si hay motivos para estar triste o preocupada o desencajada o confundida.

Por mas chapa y pintura que me haga, lo de adentro no se modifica con formulas de filosofía barata y zapatos de goma.

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Boletos


Hace mucho que no los invito a pasar por BOLETOS 
Si, tienen ganas, allí hay algo de poesía

...por acá, nada.

Estoy presa de mí.

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Nieve



Cuando encontré tus versos olvidados en ese cajón, supe de mi. Te vi atrás de todo eso, flotabas en el aire, fantasmal. Danzando como el humo de mi café, haciendo medias nubes. Te presté mis ojos, te di mis manos, quité el tiempo que te cubría de polvo hasta que la mañana se hizo blanca. Y podés estar tranquila, supe ver esos ojos que vos esperabas subidos a los altos edificios de tu barrio. Impiadosos ojos que te dejaron morir sola, nieve. 

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Anzuelo



De aquella orilla lo que siempre vuelven son sus fantasmas destejidos. Esporádicos restos de una memoria anzuelo.
Evocación de los dientes en la carne y el tajo.
De esas horas lo que flota como tibio aliento es el moho de la tarde, aquí en mi cuello. Tarde que vuelve como una ola que no puede olvidar 
el muro que prometió rasgar.
Y sin embargo
secreta
muda
me volví puñal
hondura
charco.
Ay de aquella orilla inerte, fría de mí, sola.
Filo de aroma fuerte tras la ventana ardiente
que me convierte en espía
de mí.

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Opresión


Otra vez
los 
peces desiertos 

llegan

a este corredor de viento
con sus grandes
ojo
de arena 
muerta
.

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Nublada



Otra vez el frío se pobló de habitaciones y mi cuerpo se puso a temblar como una cuerda recién tensada. Entre huecos oscuros, destechados y solos, transito el día haciendo que el mundo de a ratos me pertenezca un poco. Entre los diarios y la radio y los libros y las cosas me hundo perdiendo el interés. Me hago jirones en el vaivén de las horas grises. Me voy nublando sin amenazas de lluvia.


¿Y si dejo la mustia cáscara tirada ahí?
¿Y si la pongo a vivir su existencia de envoltorio y me voy?
¿Quién preguntará por mí?

No sé por dónde ando ahora
es muy extraño este suelo de aire que piso sin alas 
camino 
sobre
 el sueño 
de anoche 
me cruzo a los espectros de un pasado que no 
 un número de teléfono que 
olvidé 
una calle que se reinventó borrando mis pisadas. 

Pateando las veredas me voy preguntando 
con qué palabras voy a decir 
estas nubes vagas


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Abrazosboletos



Hoy tengo un ataque de vuelo generalizado, algo así como un delirio por darme en abrazos y compartir espacios de pensamiento libre y de juego. Me ha dado desde hace un par de días ganas de dar abrazos. Me harté de la mala onda. De mi enojo y del enojo ajeno. Honestamente el afuera me tira para atrás, la realidad es patética, tengo miedo de volver otra vez a caer en el claustro. De a ratos me embarga una sensación húmeda, pegajosa, una especie de peste. Todo eso se convierte en moscas zumbadoras de pesares en mi mente y enseguida se convierte en dolor. No es metafórico, es literal. La realidad me duele en distintas partes del cuerpo, tengo detectado los lugares y no quiero mas lola. Si pudiera entraría en una pintura naif, pero no sé cómo se hace. Siempre termino en campos rodeados de alambres de púas, mirando el horizonte negro cada vez mas cercano, como una vaca que mira los autos pasar. A veces la angustia me corroe la boca del estómago o las articulaciones y escribo para aliviarme. No busco más que eso. 
Alivio. 
Quedó atrás cuando pensaba en publicar mis escritos y esas cosas. No es necesario. Gracias al cielo tengo este blog y otras salidas de escape. Entonces cuando sueño con serpientes igual que soñaba Silvio y me despierto revuelta y agitada buscando algo de sol. 
Y llueve de verdad o lluevo de mentira. Entonces me digo a mí misma, "tenés que hacer el sol". Como si se tratara de una revolución. Tenés que hacer la caricia, el abrazo, la mirada con ese brillito que sabés. Me digo cosas así de bobas. Aprendí que el sol es el hacer. Hay que hacerlo cuando no aparece. Lo sé, soy insufrible, pero sigo creyendo mas en la pasión por lo que amo que en cualquier medicina. Sigo extendiendo la mano para dar lo poco o lo mucho que sé hacer, compartiendo con ustedes, mis caminadores las cosas que hago.

Hoy debía subir el boleto de ayer lunes, que me olvidé. Y me dije ¿Nada mas vas a dar un boleto? Habiendo tantos...?
Hay mas espacios, mas caminos, mas rincones, mas estaciones. 
Dá todo, poné todas las coordenadas para ir a buscar abrazos, por las dudas alguien pase en silencio y no lo sepa, por las dudas alguien hoy no encuentre con qué hacer el sol, por las dudas alguien tenga esa especie de soledad con ancla o esté lejos. Hay boletos de todo tipo hoy, porque estoy así como les digo al principio, derrochando abrazos de papel, de letras, de sonidos, de luz.

Creo en el abrazo y en la mirada, creo en el vínculo que se construye desde ese tibio lugar. Tibio por sentir de cerca el calor del otro, ser capaz de captar el momento del brillo, de lo divinamente humano. Hoy día que vivimos mas conectados a las máquinas que a las manos, quiero rescatar el poder del abrazo que viene desde el lugar de la confianza con el otro, desde la empatía o el hallazgo. Demostrar que nos sentimos refugio del otro y a la vez que podemos amparamos en la tranquilidad amigable de otros brazos, creo que eso está bueno. 

Y me dije en vez de subir un sólo abrazoboleto, voy a subir todos los abrazos boletos que tengo para dar y ustedes verán cuál eligen compartir, con cuál se quedan por razones de tiempo y espacio.

Abrazos-boletos a saber:

Para leer y mirar Boleto de ida y vuelta

Para escuchar, opinar, escribir, pedir o dar canciones y participar el programa de radio Perras Negras

Para venir, charlar, leer, escuchar, conocer gente y compartir poesía, música, pintura y teatro Club Atlético de Poetas

Ya ven hay de todo como en botica 
¿Qué otra cosa son estos espacios de aire, sino abrazos?

Los espero en alguna de todas estas estaciones, después no digan que no les avisé.

Ah, olvidaba la frase motivadora que me generó esta loca idea de compartir, mi hermano Martín, filósofo contemporáneo que adoro me dijo "Hacé lo que quieras hacer y hacelo con felicidad" (el Raví Shankar un poroto)

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Terrón de luz


Mecida en esos huecos que se abren en el aire atravieso la ciudad descalza buscando el sol
no hay mas paredes
grandes torres de cartón   los brazos    los refugios    los espacios
que
me abarcan
                                             te abrazan

Me van quitando el sol      despacio
para acunarte a vos
terrón ausente de dulces                      y  baldosas quebradas en los charcos
te abrazan
                                          me abarcan
entre las esquinas del agua que llueve
porque encima llueve                  tanto.

Y llueve
sobre tus cajas de jabón
ese techo tuyo de miel se va llenando de simulacro y asco
tus ositos   apelmazados         te miran soñar
ojos de barro.
Amontonada,
sóla al amparo de otros solos
vos
ahí 
con tus ángeles guardianes de peluche y moho, vos.
¿Y yo qué hago?

Mientras yo hamaco en remolinos de luz
este vacío amoral del relato blanco con flores inanimadas   
viendo el barro
    ciega     transito cerca de un sol huérfano

¿Cómo te cuento?
¿Cómo te narro con mi sangre hervida?


Tu rayo de luz me borró todo el paisaje           no veo mas que desamparo
atrás quedaron las flores de domingo y los murmullos lejanos
Estoy acá
donde vos dormís  un sueño blando
rodeado de ángeles descosidos de alas
y soñás con bicicletas que remontan
valles de muñecas tuertas 
de botones

no temas


son
mis ojos
mancos



Mis yemas flojas
desantan de esta garganta guacha
la nulidad del canto
se hace 
abrazo mi voz
te subo al cielo de las flores de mi barrio
para enredarte como un grito de bandera
iluminado.

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