Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas: bájala un poquito.
Déjame sola
(…)
Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
-Alfonsina Storni-
“no debió ser muy alegre su vuelta al centro en el frío y lento tranvía, llevando una ilusión y dos rosas marchitas como saldo de la velada” (Nalé Roxlo)
En el último vagón había varios asientos vacíos, a esa hora poca gente estaba regresando. La mayoría hombres o parejas. Ella iba sola, un vestido suelto, gris, algo viejo, sus zapatos negros con los tacos gastados y en su mano una carterita donde entraba un cuaderno doblado. Luego de sentarse lo sacó y releyó algunas líneas, lo cerró con brusquedad, volvió a guardarlo.
Apretó los labios mordiéndose la pena.
Se dejó llevar por la noche desolada que le devolvía la ventanilla. Esa oscuridad era como un bostezo siniestro del mar, una garganta de aire donde se hubiera hundido para no tener que pensar más.
Con su mano derecha tomó una de las rosas que aún conservaba en la cintura, para deshojarla lentamente, dejando caer mustios, los pétalos, sobre su falda. Cada pétalo arrancó un verso de sus labios, que no llegó a escuchar nadie. El traqueteo del tren era superior al hilo de su voz y cantó un poema. Uno de los que esa tarde desierta había recitado a viva voz ante un público ausente. Pensó que era mas dramático así, tenía ganas de llorar, y lo hizo de esa forma, deshojando una rosa.
Estoy seguro de que esos versos, por venir rectos de lo más profundo, de ese desgarro triste y solitario, debieron ser versos sublimes. Veneramos las palabras de los grandes y las grandes poetas, pero lo mejor que tienen esas palabras es que nos pueden enseñar a cantar nuestros propios poemas, aunque no los podamos escribir, aunque nadie nos pueda escuchar, aunque no consigan ni persigan ningún reconocimiento. El mundo es mejor cuantos más seres contenga con capacidad de esbozar poemas, aun en la garganta oscura de un aire vacío e ignorado.
Precioso. Como siempre.
Besos
En el último vagón viajaba un ángel que nadie veía.
Besos.
Que bonito y que triste.
Besos.
Es impresionante, como manejas los espacios, el sonido, el frio y la sensación de soledad, en un relato tan breve.
Si alguien duda de las heridas, de los dolores y cicatrices que deja el amor, es porque aún no le han conocido. A nadie recomendaría no conocerlo, pero si tratarlo como lo que, efímera joya que cuando se tiene no se valora lo suficiente ni se es consciente de su valor y cuando peligra arrasa con todo aquello que encuentra a su paso...
Como me hubiera gustado escucharla cantar y ser yo su publico esta vez, existente...
Besos y salud
Jo,que triste es esto que has escrito...me estrujó el corazón como a la rosa.Un beso,jacarandá***
Los mejores versos son los que solo nosotros escuchamos.
Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.
Alfonsina Storni.
Es tristeza desde el dolor más grande de su alma... Sin encontrar nada que te aferre a la vida...
Un abrazo! Y un gusto estar por aqui!
www.andreapistelli.blogspot.com
Pato: Simplemente debo decir que es maravillosa la forma como escribes. Lo disfrute plenamente.
Mi reconocimiento y afecto
Pato, escribes estupendamente. Además de buena poeta eres una buena narradora.
En un texto breve eres capaz de transmitir un montón de sensaciones y de hacer que todo lo que te leemos se nos haga corto...
Un beso gigante.