Nada tan demoledor como encontrarse con su mirada al cerrar la puerta. Sin embargo no sólo cerró la puerta sino que dio dos vueltas de llave, colgó el abrigo, la cartera y saludó con amabilidad a ese hombre que sentado en el sofá respiraba con el fastidio de los que esperan a quienes se demoran.
Al acercarse para besarle los labios, él corrió la boca con asco para preguntar si otra vez la habían retenido hoy.
-Mse- murmuró ella mientras se quitaba los zapatos de taco rumbo al pasillo.
-No dejes eso tirado por ahí, que luego me tropiezo-rezongó M- poniéndose de pie y encaminándose a la cocina.
-Ojalá te los llevaras puesto y te quebraras en mil pedazos- dijo la mujer de M, mordiéndose los dientes frente al espejo del baño, pero en voz alta corrigió-ya los guardo gordo, no los soportaba mas-
Desde la cocina M se preguntaba en voz alta (gruñendo) cuál era el motivo de tener que ir a trabajar con tremendos tamangos, que sólo las putas usan tacos así y que si ella seguía yendo con esos zapatos a trabajar, él se los iba a tirar todos al fuego.
-¿Qué les pasa con el fuego a los hombres?- se preguntó inquieta, mirándose en el espejo.
-¡Y dale que ya está la cena!- gritó M - sentándose en la mesa y partiendo el pollo por la mitad con la cuchilla, un poco del jugo le salpicó la cara quemándole el párpado y haciéndolo putear -¡pero che, la puta madre, será posible que hasta para sentarnos a la mesa te tenga que esperar…!

Cuando ella traspasó la puerta de la cocina desnuda, con los zapatos mas altos que tenía y alzó la pierna contra el vano de la puerta rozándolo y bajando el muslo lentamente como si fuera una caricia, él se atragantó con un pedazo de pollo, abriendo los ojos como platos hasta que las cejas le llegaron a la nuca. El desenlace fue inmediato, se desfiguró su cuello como un tronco arrancado, se hinchó enrojeciéndose hasta ponerse violeta, se cayó pesadamente y se desplomó sobre la mesa. Todo sin cerrar los ojos. Su cara aceitada y lila mirándola fijamente le recordó a la que hacía minutos la esperaba sentada en el sofá impaciente. A pesar de la impresión, se acercó y lo inspeccionó, estaba muerto. Esto le causó gran desconcierto a la mujer, que desnuda, corrió a vestirse y pedir auxilio a los vecinos. Se tiró encima un batón, unas chinelas y golpeó la puerta de los de enfrente que apenas escuchar lo que había ocurrido se compadecieron y la auxiliaron llamando al 911.
Poco después en la sala velatoria, todavía sin salir del asombro la mujer de M conservaba su palidéz y sus tacos.
No sabía cómo hacer para disimular la alegría, ahora que nadie iba a poder quemarle los zapatos.




13 Comentarios

  1. Almudena says:

    Ya me gustaría a mí echarme a la cara al misógino que inventó los zapatos de taco alto.

    Bravísimmo tu relato.
    Besucos desde España.

  2. Cronos51 says:

    Con lo lindo que son los tacos altos en una mujer...
    Merecido lo tenía.
    Somos tan tontos los hombres...
    Me encanto el relato Pato.
    Mi cariño y afecto para ti

  3. Pero se atragantó del susto?
    Tan fea era?

    Besos.

  4. Fátima says:

    Adoro los zapatos de tacón.

    Las muertes por asfixia de inducción indirecta son un modo encubierto de asesinato, jajajaja

  5. Genín says:

    Con las cosas de comer no se juega, mira tu lo que puede pasar...jajaja
    Eso fue incompatibilidad del pollo con el conejito...jajaja
    ¡Me ha encantado!
    Salud y besitos

  6. Cada uno elige en la vida lo que más le conviene...
    ¡ Qué original, Pato!
    Un abrazote.

  7. Malena says:

    Jajajajaja!
    Muy bueno!!!
    Se me ocurren solo frases muy poco literarias y al estilo Francella.
    ¡A comeeeeerla!
    jajajajajajajajjajajajaajja.

    Ahora ella puede taconear tranquila. Lo bien que hizo.

  8. Que bueno!!! Todo está en el lugar preciso, hasta los zapatos.

    Un beso

  9. Magnífico minirrelato.
    Publicable, me parece...

    Saludos

  10. Genín says:

    Claro que puedes hacer lo que tu quieras corazón, encantado, ¿Como te podría negar nada?
    Besitos y salud

  11. Seguro que tenía una botella de champange o cava en la nevera, esperándola a llegar a casa... y si no, pues yo en su lugar pararía en la primera vinoteca para comprar la mejor!
    Que si no fue capaz de disfrutar de lo que tenía enfrente, es porque, como ya se veía, no la merecía!

    Muy, muy, muy bueno!!!
    Besitosssssssss

  12. Ernesto. says:

    Bonita historia...

  13. Reina says:

    jajaja... jamás se metan con los zapatos de una mujer...!!!
    Muy bueno...!!!

Gracias por tus palabras