Desgano o de cómo una despedida se convierte en una perorata tediosa.

Me gustan las fotos viejas, en sepia.


Me fascina imaginar las vidas de las personas que fueron retratadas en un determinado momento. Pensar qué les estaría pasando ese día en el que alguien los detuvo para siempre con una sonrisa, o estando de mal humor, y pasaron a la historia con cara de pérfidos. O una despedida o un casamiento. Especialmente a las parejas en las fotos de casamiento les busco el amor, en los cumpleaños busco algún aburrido, siempre hay un chico enojado en alguna parte o alguno llorando por algo. Imagino ese algo. Me invento el motivo del mal humor. Me meto en la melancolía del que toma el tren con su valija descolorida, supongo cómo fue el regreso a casa del que quedó en el andén. En la foto están abrazados, sonríen y sin embargo…Es ahí donde yo empiezo a elucubrar.



También me gustan las casas antiguas, no me canso de mirarles su belleza, y en especial voy buscando puertas y ventanas viejas. Si pudiera coleccionarlas lo haría, como eso lleva mucho espacio les saco fotos, las escribo, las pinto en papeles, en fin, ideo diferentes maneras de quedarme con esos misteriosos pasajes a otros mundos.



Acá, en esta ventana que no es vieja, pero tiene ya sus buenos años, descubrí tantos mundos como fui capaz. Eso se agradece.

Cada blog en cierta forma es un retrato de la persona que lo lleva adelante, cada uno tiene su encanto, su humor, su arte, su poesía, su manera de ver y contar la vida. Cada blog es una foto misteriosa, que muestra un poco de sí, y mucho lo deja en suspenso, alimentando así el misterio, la imaginación, la fantasía del lector o visitante de paso. Esa magia me ata a este mundo, tan criticado por unos y denostado por otros.

El otro día no recuerdo qué escritor (hago memoria y no hay caso, se me borró de la bronca) hablaba muy mal de los escritores de blogs, ¡pestes! Que son malos, que hay una especie de epidemia de escritores malos, mediocres que publican sus libros y todos salen de los blogs. ¿Qué es eso de los blogs? –decía- ¿¡Ahora todos se llaman escritores!? Escritor es el que publica y vende, el que vive de eso, decía este escritor que no recuerdo, o que prefiero olvidar porque lo admiro, y hasta quienes admiramos dicen pavadas. Yo lo leía y puteaba por dentro, que lo parió, pensaba, este señor que no sé si habrá vendido mucho o poco y si habrá vivido de lo que escribió, se llama escritor. ES escritor. ¿Habrá comenzado a llamarse así el día que alguien le compró un libro o el día que supo que ése y no otro, era su camino?

Yo creo que el día que supo que estaba en lo cierto, en su salsa, ese día sin haber vendido nada, se sintió escritor. Para ser poeta no se necesita vender nada. Se es. Vendas tu poesía o la regales a los cuatro vientos, sos poeta. Si pintás y tenés la casa atiborrada de pinturas, sos pintor. Si además, tenés la dicha de poder exponer en galerías tus pinturas y venderlas y con eso vivir, muchísimo mejor, pero sos tan pintor como el que no expone y se gana la vida dando clases. Nadie te niega lo que sos. Podés ser malo, regular, bueno, excelente, pero sos pintor. Lo mismo pasa con los músicos. No importa si estudiaste música, si hiciste una carrera de música, si te ven con la guitarrita en un bar, sos un músico. Podés ser la ruina y dicen qué músico de m…, pero sos músico. Yo soy músico, si vamos al caso. Tengo una carrera de música hecha. Y si me preguntan qué soy, no digo que soy músico, porque no hago música. No compongo. Interpreto y mal, pero sigamos con el tema de los escritores que me tiene seca.

¿Por qué le cuesta tanto a un escritor aceptar a otro? ¿Por qué se convierte en obstáculo del que viene atrás? ¿Por qué poner palos en la rueda si podemos jugar en el mismo equipo? No lo entiendo. El blog es una herramienta más de comunicación. ¿Cómo alguien que escribe mal, bien, horrible, o genial no va a exprimir esta posibilidad? Y si esa persona que escribe resulta que lo hace muy bien, y llega a publicar lo que ha escrito, ¿es menos merecedora del respeto del otro, sólo porque proviene de un blog? No entiendo.

Es verdad que no todos los que escribimos en blogs somos futuros premios noveles de literatura, ni nos vamos a llenar de oro si publicamos algo de lo que hemos escrito o vamos a consagrarnos y pasar a la posteridad por nuestras letras. Muchos seremos olvidados apenas se apaguen las luces de nuestro espacio, pero estoy segura que muchos de los que he cruzado en estos caminos, han de hacer su pequeño gran aporte a la literatura. Y eso me enorgullece, porque a través de este tiempo compartido los he visto crecer, enamorarse, florecer, esconderse, morir, renacer, cerrar ventanas, mudarse de casas, tener hijos, abrir puertas en el aire y ser fundamentalmente, genuinamente ellos.

Pero me fui por las ramas, no era de esto que quería hablar.
Estoy dispersa, sepan disculparme, toda esta perorata era para decir que cada blog es un retrato y si bien yo no conozco el rostro de cada una de las personas que leo, creo que les conozco algo que va mas allá de la piel, les conozco parte del alma. Eso pasaba al principio con las fotos, algunos no se dejaban retratar, porque decían que les robaban el alma.

Los lectores de blogs somos un poco eso: ladrones de almas.



Esta ladrona de almas se despide de ustedes, me siento desganada y sin motivos.
Me tomo el tiempo necesario como para tener ganas de volver a espiar ventanas, atravesar puertas, trepar cielos, caminar por cornisas de letras e inventarme los motivos que hoy me faltan.


Hasta que volvamos a vernos y feliz año para todos.

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-28 de diciembre-

Era el día de los Santos Inocentes, pero para mi era el día que mi papá cumplía años. No le gustaban las fiestas, prefería algo sencillo, en familia, sin mucho alboroto, lo que mas le gustaban eran mis regalos. No por el regalo en si, sino porque me veía durante un par de días ocupada en buscar cajas en los depósitos, una que entrara dentro de la otra, y ésta dentro de otra y así, hasta tener unas cuantas. Luego envolverlas, e ir guardándolas una dentro de la otra y en la caja mas chiquita siempre había un fiasco. Me despertaba temprano y siempre "me olvidaba", entonces él andaba con cara de tristonio, cara que a propósito inventaba para mi, y a veces hasta hacía pucheritos porque yo me estaba olvidando de "algo importante". Entonces para recordarme qué día era, me decía ¡guarda que atrás tuyo hay un sapo! y yo salía corriendo despavorida, hasta subierme a una silla y ahí me decía ¡que la inocencia te valga!
Era el día de los inocentes, o sea...
No me podía seguir haciendo "la que me habia olvidado" entonces yo aparecía atrás de una caja enorme, donde sólo se veían mis patitas y le decía ¡¡Feliz cumple papá!! Ahí comenzaba el ritual de las cajas y el derroche de papel de regalos, una vez que no tenía plata envolví las cajas con papel de diario y lo sorprendí mas todavía! Y ante cada caja, él decía ohhh qué tendremos aquí?? Una corbata, un perfume, una billetera...Y sólo había otra caja, así hasta llegar a la cajita de fósforos, en la que guardaba alguna porquería, como un poroto, o una curita o algo así. Ya era grande cuando en la cajita de fósforos le regalé un postre cocinado por mi, a elección suya. Eligió una torre de merengues con frutilla y crema así de alta. A los merengues olvidé quitarle el papel manteca y era bastante complicado comer esa delicia con papel, pues él no le hizo asco a nada y comía el papel como si fuera parte del manjar. Hasta el final pensó que era uno de mis chascos, que le iba a decir ¡¡que la inocencia te valga!! y esas cosas, pero no, yo ya era una despistada.

Viejo de mi corazón, en qué cielo estarás jugando a la pelota de trapo?

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Parte del decorado

"El poeta no tiene mas alternativa que crear poesía, irremediablemente,
pero también está en la índole del poeta rebelarse alguna vez contra ese don divino,
que si bien le permite vivir momentos de intensidad y elevación no sospechadas por los demás, también lo hace vulnerable en medida que los demás no conciben"
-Alfonsina Storni-


¿Cómo pudo ser si hasta ayer el perfume de las madreselvas,
era como un lago donde sumergía la nariz para encontrarme con la magia?



                           Ha dejado de sucederme la pequeña maravilla, me he vuelto pobre de lo mejor que tenía.


Las paredes se desnudan fácilmente y crece el pasto debajo de los zapatos. Un matorral de yuyos secos me empujan por debajo de la suela, tanto es así, que apenas cierre los ojos los hierbajos me cubrirán y seré una casa en ruinas. Algún que otro yuyito entrelazado tomará forma de globo y comenzará a girar por la calle, en su rodar abandonado. Redondo y solo como película del lejano oeste, dejará escuchar su queja errante y nada mas formará parte del decorado.



                                                                             

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¡¡¡Jo joo joooo!! Feliz Navidad!!

Antes la locura era la semana previa a las Fiestas, y siempre era algún tío o vecino simpático, por lo general medio gordito, así daba con el “fisic du rol”, ahora es el mes previo a las fiestas y no importa quién sea, lo importante es que haya uno, así es que terminan siendo decenas.


Cuando todo se vuelve rojo y entran a brotar pinos por todas partes y muchos de ellos nevados, aunque la térmica local es de 34º a la sombra. Y de todos lados entra a colgar algo telúricamente navideño. Y a toda hora y en todo lugar entran a florecer lucecitas psicodélicas que si las mirás con detenimiento podés tener un ataque de epilepsia y si prestás mas atención aún, desde algún recóndito lugar sale un villancico cantado por niños edulcorados, en ese momento siempre aparece un Papá Noel diciendo ¡¡¡¡Ho HO HOOO!!!

No sé porqué dice eso, no sé si es una risa inflada por la barba y porque le pesa la panza y es una queja, o que tiene frío, me refiero al verdadero Papá Noel, no a los “truchos” que pululan por acá que como el “verdadero” en su idioma dice HOOhoohooooo, los de acá lo imitan y dicen ¡¡¡¡joooojoooooJOOJOOOO!!!!

Yo pienso que los de acá además dicen jojojoojooooo, porque se están derritiendo debajo del traje de satén y del almohadón atado a la cintura!!



Una persona cercana a mis afectos, tiene la teoría de que los papá Noel, los hombrecitos disfrazados de empanadas, o cervezas o lo que sea, son estudiantes de filosofía. Yo creo que la gama de posibilidades es mas amplia, de hecho conozco al hijo de un señor que tiene una casa de fotografías que viste a su hijo de Papá Noel aprovechando que es un muchachote enorme y llama la atención de los chicos que pasan por la calle y no falta criaturita de dios que al verlo, clave sus tacos de punta y exija a los desgraciados padres que desfalleciendo de calor andan comprando regalos navideños baratos, chucherías que parezcan cosas preciosas para poner en los arbolitos familiares. Los niños ven al papá Noel “trucho” de la casa de fotografías y después de mirarlo un rato asombrados porque parece de verdad y de escuchar el famoso joooojoooojooooooooo, piden una foto. El fotógrafo tiene montado el negocio perfecto. La madre tira de la mano de la criaturita diciendo que no, la criaturita se encapricha gritando que si, la madre intenta despegar a la emperrada criaturita del piso a riesgo de quedarse con el tierno bracito entre sus manos, pero resulta imposible, a ese altura sale el señor de la casa de fotografía, con una amplia sonrisa comercial, cámara en mano y ofrece amablemente una foto por tanto. La criaturita se calma, la madre cede, el Papá Noel abraza al pequeñín, el fotógrafo no pierde tiempo y saca su foto, la madre paga y sigue luego con el desatinado peregrinaje de compras. He conocido otro Papá Noel, esposo de una amiga que para alegría de los niños del jardín donde trabajábamos cuando éramos muy jóvenes, iba ataviado desde su casa con su apretado traje rojo y blanco y lo esperábamos con los regalitos para los 150 niños que iban de los 3 a los 5 años, todos ansiosos por ver la llegada del papá Noel que venía de visita al Jardín, este buen hombre esposo de mi amiga que le encantaba hacer esto, para que no lo vieran llegar, entraba por los fondos del establecimiento saltando unos tapiales, esa vez en el salto se le rompió el pantalón, si ahí mismo donde están pensando y el pobre tuvo que entregar los 150 regalos entre calurosos abrazos mas calurosos que nunca y besos pegoteados y yo primero, yo primero, yoooo primero y ¡¡¡¡a mii, a miii amiiiiii!!! ¿¿¿¿ a mi????? frunciendo sus piernas para que no se le escape nada y por supuesto nosotras tan coloradas como él, pero de la risa.

Otro Papá Noel que conocí era el papá de un compañero del jardín de mi hija mayor, un señor muyy muy muy alto, que era flaco, pero se ponía una panza de embarazada y parecía que siempre estaba por parir. Ese buen hombre era feliz haciendo esto, cada año estacionaba su auto a la vuelta del jardín y previa cortada de calle, los chicos salían a la vereda y oh casualidad, por allí pasaba justo justo papá Noel con una bolsa llena de regalos y todos los chicos corrían y al verlo, él comenzaba a gritar jooojojojoooojooooo!!

Y las maestras sacaban fotos y luego los niños hacían una ronda enorme que ocupaba toda la calle, de esquina a esquina y le cantaban una canción y ahí comenzaba la repartija de regalos.

Otro papá Noel que conocí es un familiar, que es muy parecido al “verdadero” papá Noel, entonces un año que todos los chicos de la familia eran chiquitos, alguien le sugirió la idea de que alquilara un traje y repartiera los regalitos, el pobre de malagana lo hizo, pero cuando entró, después de luchar con su sobrepeso para subir por la terraza sin romperse el alma, y atravesó la ventana, los chicos lo miraron con la mandíbula caída y mi hija mas chica que tendría 4 años, estaba en su peor momento de sincericidio, dijo ¡¡¡¡¡¡es el tío Gustavo!!!!!!!!!

Fin de la fantasía de los nenitos de la familia.

Estos papanoeles a los que hice referencia, han hecho su tarea por verdadero placer, les gusta ver la carita contenta de los chicos, he visto otros papánoeles que son contratados por alguna firma comercial para hacer eso y van con el mismo entusiasmo que si fueran a talar un bosque a pleno sol, un día de verano a la siesta y no tienen la menor alegría y el jojojo es tristísimo y ni se preocupan por tener panza ni nada.



Vaya este pequeño recordatorio a todos los hombres y mujeres que para alegría de los niños (y de los comerciantes) se disfrazan de papánoeles soportando el calor, el papelón y la risa burlona de los que zafamos de tan ridícula tarea.

Feliz Navidad a todos los papanoeles truchos que brotaron como hongos en los negocios y en las calles todos estos días, hoy van a estar de los mas contentos, y con las patitas en alto, dándose un merecido baño, brindarán esta noche por el fin de la navidad.



¡¡Jooojoooojoooooo Feliz Navidad amigos del aire!!

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Decile a alguien que yo estoy aquí.

Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.




En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.


Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.






Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:


-Decile a... -susurró el niño-


Decile a alguien, que yo estoy aquí.


Nochebuena, Eduardo Galeano.




Cuando leí este cuento en la cara del niño, vi tantos y tan diversos rostros como pude imaginar.

Desde los rostros mas hermosos hasta los que me provocan desagrado.

Al principio se me vino el niño Jesús, diciéndonos a todos los que creemos en él y los que no, aquí estoy. Después se me amontonó una lista de hipócritas y mentirosos que me fueron defraudando gratuitamente y cuando empezaba a hacerme malasangre, desvié el pensamiento y me concentré en un solo rostro.

Impersonal.

Desconocido.

Un rostro en el que entramos todos los que nos animamos a nacer con el corazón nuevo de los niños, olvidando por un rato que ya estamos grandes y hacemos macanas, y también mentimos y también defraudamos sin darnos cuenta y también tenemos una cuota importante de egoísmo y sin embargo todavía albergamos por dentro un corazón niño que se ilusiona, que daría todo lo que tiene por animarse a decir: decile a alguien, que yo estoy aquí.


Y que se venga abajo el orgullo, la indiferencia, la falsedad, el mal amor, los recuerdos que pellizcan el alma.

Poder creer como alguna remota o reciente vez lo hicimos, en un mundo mejor.

Y para eso, proponernos desde nuestro pequeño lugar de hormiga, hacer algo que vaya mas allá de la queja, poner en acción un pequeño proyecto, por mas modesto que sea, será algo naciendo, algo tomando vida, algo que parte de nuestro corazón, directo hacia el corazón de un otro que ignoramos, pero que espera fervientemente nuestro llamado, porque a su vez ese alguien está diciendo en algún lugar: decile a alguien, que yo estoy aquí.

Creo en esto.

Siempre hay alguien que nos espera, que nos añora, que desea vernos, y compartir algo con nosotros, desde su mejor lugar, desde su mejor persona, desde su corazón de niño, de verdad es así, no es una intuición, lo he comprobado.



Por eso, como decía Lennon, puedes creer que soy un soñador, pero no soy el único.

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Eclipse de luna


Caminé por la cornisa y justo lo pesqué:
un eclipse de luna
sin telescopio.


(como se sorprenden algunas canciones
que recién empiezan a sonar,
mientras estás cambiando el dial de la radio)


La intrusa oscura se adentraba en el espejo nacarado

muy lentamente

déspota

exagerada

absoluta

perpetuamente sola

loca de remate,

(como los despoblados terruños
que alguna vez estuvieron habitados)


herida y furiosa sombra

invadió la luna.



Anoche vi cómo una llaga lóbrega devoró la luz
no tenía telescopio,
nada mas mis ojos rotos.


Y yo seguí deambulando por la noche

déspota

loca

sola

absoluta

exagerada



En la eternidad de mis horas.



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El asesino que no fue

Cuando se hicieron las cinco de la tarde, el técnico de la empresa de toldos tocó el timbre de mi casa. Yo lo estaba esperando impaciente desde las cuatro. Tenía que arreglar el toldo que habíamos colocado en una de las ventanas de casa, pues había dejado de funcionar y me molestaba sobremanera, no poder subir y bajarlo en las horas que pega más fuerte el sol.


Era verano, el técnico llegó acalorado, cansado, comentando que había tenido mucho trabajo durante el día, le ofrecí agua y el señor aceptó. Tenía cara de bueno. Lo hice pasar al patio, le comenté el problema del toldo, el señor se puso a abrir su caja de herramientas, mientras yo entré a servirle un vaso de agua fría. Yo también tengo cara de buena.

(Todo fue en un instante y obviamente al mismo tiempo. Voy a tardar mucho mas en escribirlo, que lo que demoró en suceder lo que casi es motivo de un crimen, donde yo pude haber sido la víctima)

Abro la heladera, sirvo el vaso con agua helada, giro sobre mis pasos, me doy vuelta por la ventana, estiro el brazo para acercarle el agua y veo del otro lado al señor tironear alegremente del toldo. ¡Oh-oh! En ese momento el toldo se abre después de mucho tiempo de estar trabado, y una catarata de agua podrida cae sobre el señor completamente desorientado por la inesperada ducha. Vale decir, que dejó de tener cara de bueno. Todo empapado, con hojas semidesintegradas pegadas a su camisa celeste, una especie de algo feo en descomposición le chorreaba desde su cabeza y sobre la cara; su boca era un sorprendido hueco redondo y sus ojos abiertos como platos, se fueron cerrando lentamente, pero rápido al tiempo que con su boca que se mordía los labios con sus dientes amontonados. Sus ojos formaron una línea arrugada y fría, fue así que pude ver que tenía frente a mí, a un asesino. Imprevistamente yo había quedado petrificada extendiéndole el vaso de agua, del otro lado mi potencial asesino me miró y me gritó ¡no quiero mas agua! Obediente y viendo el inminente desenlace fatal, no insistí con que se tome el agua fresquita y dejé el vaso apoyado sobre la mesa. Muda noté que el señor buscaba el elemento con el que pensaba estrangularme adentro de su maletín. Yo no atiné a nada, sólo a esperar el lazo. Aclaro, para que no imaginen ningún acto valeroso de mi parte, yo tampoco tenía más cara de buena, sino de terror. Por suerte tardó en encontrar la cuerda y en ese ínterin se acordó de su familia, de su madrecita, pensó en los días de prisión, en lo complicado que era asesinar a alguien y cambió de idea. Entonces sacó una libreta donde me hizo firmar y aclarar mí firma, todo en absoluto silencio, utilizando unas señas que significaban firme aquí o la mato y yo firmé obedientísimamente.

Acto seguido, el asesino que me perdonó la vida, pegó media vuelta y dejándome el piso todo enchastrado con hojas podridas que se le iban desprendiendo a cada paso y se fue para nunca mas volver.

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La ventana infinita

 "No quiero que nada se detenga ahora, por favor que siga este circuito arrebatado que no quiero bajarme de él, estoy volviendo al punto exacto de la felicidad, ahora que sé dónde estaba"

Hace unos días atrás tuve un sueño. No quería que terminara porque me había llevado a un lugar feliz. Con casitas que yo construía de niña, calles que perdí, una en especial donde una tranquerita blanca se abre muy lejos de mí y aún así, en noches cerradas me despierta golpeándose con fuerza, entonces los girasoles se vuelven giratorios ventilando mi cabeza.

"La ventana infinita" (o mi mamarrachito) fue una manera de seguir soñando despierta, tenía un marco viejo que encontré tirado en la calle, papeles de colores, acrílico, telas, cartón, arena y muchas ganas de retener un sueño. Entonces me puse a jugar y salió esto.
Aquí las fotos que les prometí (gracias MH) son de mala calidad porque son sacadas con un celular, pero igual valen no?








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Cada día...

Cada día que pasa








Sin excepción, casi por naturaleza o desatino,

todos los días, a la mañana, temprano,

ando por este camino.

Llego tarde al trabajo y con

alegría,

cuando

es necesario llegar más temprano

y con indignación o repugnancia o sed

de venganza o rabia. Todo esto

no me martiriza ni me apena, aunque parezca

lo contrario y tenga olor a traición; sé muy bien,

con toda impaciencia, que el ocio

llegará algún día con la revolución. Y que ni una cosa

ni la otra vienen de la tristeza o de la impotencia.



Voy cansado, es cierto, harto como todo el mundo que se precie,

o con desaliento; pero nunca falta

alguna cosa, un olor,

una risa que me devuelva,

para valer la pena; recién entonces empiezo a convencerme;

calles sucias y bocinas y el tráfico

alucinado y dormido todavía; viejos conocidos,

como el destino

o la bruma de la ciudad. Y

el mal semblante; la desconfianza

en los ojos, en los grandes ojos de la gente

hechos para volar. Manos enrarecidas

que rodean

la calle sitiando su respiración. Dominados

del mundo; empleadas

tersas y vulgares bajando

de coches lujosos de los dueños

de otras empleadas, y así sucesivamente.


Francisco "Paco" Urondo, poeta argentino (1930-1976)

Si hoy pudiera escribir, si supiera cómo se hace para encontrar la palabra justa que hile con el sentimiento y todo eso, escribiría algo así, pero no me sale nada bueno, por eso subo este poema que lo dice mas que perfecto.
Ya vendrán las fotos prometidas.


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Sueño recortado

Mañana es el último encuentro del año del Club Atlético de Poetas y como la idea desde el principio fue abrir un espacio a la poesía pero entendida no sólo como literatura, sino también como música, teatro, pintura, fotografía, cine, expresión.

Me dije "expresión"...
Ohhhh me puedo expresar libremente, además de escribir...

Me asusté y me fui a dormir la siesta. Digo dormir la siesta, pero leo. Y leía algo de Cortázar que hablaba del tiempo, mejor dicho del destiempo. Deshoras. Algo que me pareció podía relacionar con el programa de radio y la palabra Horas. Y leía, pero mi pensamiento andaba buscando papeles de colores en revistas viejas, recortes de cartón, una tijera que corte, plasticola. Y volvía a leer sobre la sensación de sospecha que uno tiene cuando el sueño se empieza a esfumar y uno quiere agarrarse a esos pedacitos de hilachas retorcidas y débiles, pero el sueño se va y de pronto estás despierto mirando la ventana y es de día, donde recién era noche y el paisaje es otro y nadie puede ver tu sueño por mas que lo cuentes, o que lo escribas, bueno, el texto de Cortázar ya no decía eso, yo estaba pensando eso.
Volví a escuchar detrás de mi nuca la palabra "expresión" y pensé en algo. Salté de la cama. Bajé las escaleras, busqué una pila de cosas que acumulo porque para algo me van a servir y me puse manos a la obra.
Así llevo dos días.
Dos largos y "con espaldas doloridas" días.
También podría decir que son un puñado de horas en las que jugué a recortar un sueño y estoy llegando al final y me dieron ganas de compartir con ustedes este arrebato.
Cuando tenga una foto se las muestro, ahora está sin terminar y está en un estado bastante indecente me hermoso sueño, pero ya voy cumpliendo con mi cometido y estoy emocionada como si fuera una niña.
Mañana si me animo y puedo trasladarlo (porque es que me dio como un ataque de locura importante y es grande-grande) lo llevo al encuentro del Club.


Ah, olvidé decirles un detallito, el sueño recortado es el que escribí en el post anterior, Girasoles en la ventana.

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Girasoles en la ventana

Una foto con memoria tiene atrapada una parte de mí. Vuelvo en una expresión que el tiempo no pudo quitarme, con las manos entrelazadas y el cabello recogido con un moño alto y blanco.


Desde lejos alguien que fui me sonríe eterna.

El turquesa de mi remera convertido en gris oscuro, me recuerda la esplendorosa Nitax y las manos ágiles de mi madre.

Una media voz me pide que regrese a ese tiempo de tilos florecidos, de veredas anchas como mares con sus calles polvorosas, me llama a esas siestas saltando tapiales a escondidas y sandías robadas y risas y bicicletas y noches de luna llena y chicos de barrio y perros y ranas sueltas. Una voz arrinconada me llama y yo voy retornando obediente en un vuelo onírico de girasoles. Girando entre panaderos mecidos al viento, pétalos amarillos, con los ojos estrangulados de presencias. Voy flotando con las manos por delante y pido por favor que no acabe. No quiero que nada se detenga ahora, por favor que siga este circuito arrebatado que no quiero bajarme de él, estoy volviendo al punto exacto de la felicidad, ahora que sé dónde estaba.

No te des vuelta, no respires, que la mano no se mueva –me digo acurrucada- que los ojos sigan persiguiendo frenético el sueño que invariablemente, se diluye.

La tranquerita blanca se agita con el viento de la noche.

Olvidé cerrarla –pienso revuelta y como si el mundo entero con todos sus seres vivos y seres fantasmales, se me trepara a los pies, me arrastro por el pasillo enmarañado de madreselvas, para trabarla.

Un nuevo golpe de la tranquerita blanca, me despierta.

Los ojos de la foto se velan, la media voz enmudece, un tumulto de girasoles se despeinan en medio de un torbellino feroz y luego desvanecen.

Sólo se escucha el trino de los pájaros en la mañana.

Me abrazo hecha un bollo en la cama y desando el camino torpemente.

El regreso al lugar de la felicidad, duele como una espina clavada en el paladar.

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Vértigo

Un pueblo de escaleras


se funda bestial en mis arterias


-el vértigo


aturdido


inquieto


carcome mis garras-




Un ejército de pasos urgentes

sube hasta el arco de mi boca

y se despeña desolado

como estrellas suicidas en el medio del asfalto.

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Fragmentos

 Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde

 (...)
 
 
Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página

 
 
-Fragmentos del poema de Luis García Montero "Recuerda que  tú existes tan sólo en este libro"-

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De cómo la chica de la ventana salió en el noticiero de las veinte.

La chica de la ventana se cansó.


Un río interminable con peces y todo, manaba de sus ojos hacía semanas. Apareció en Aguda TV, mientras un número impertinente se superponía con su río, anunciando que faltaban escasos días para que estalle el verano. Salió como caso extraño, por lo general surgen vertiendo sangre. Ella no, su caso era un río color inmundo, espeso como una sopa de invierno, pero frío, muy frío. Tanto que tiritaba al compás de la vertiente. Como era de esperarse el barrio se llenó de gente, del mismo modo que su habitación se llenó de mojarritas y bagres.

Las cámaras de televisión se asomaron y dejaron ver el desparramo de la riquísima fauna ictícola que se acomodaba entre las cacerolas, los papeles abollados y las medias que flotaban como tarariras.

La chica de la ventana relató con paciencia cómo había empezado su caudaloso reguero, lo de la lluvia finita afuera, lo del frío intenso, pero especialmente hizo hincapié en explicar lo del río, que era lo que mas le preocupaba.

Quería encontrar las palabras precisas. Mientras pensaba, el notero le recomendó decir por ejemplo algo mediáticamente impactante, algo que a la gente que estaba sentada del otro lado le hiciera caer las mandíbulas y todos dijeran ¡¡ohhhhhhhhhhhh!!!!, algo que hiciera subir el número de audiencia, pero el micrófono la intimidó de manera fatal y dijo cosas como que su río era una especie de ovillo enmarañado que tenía alojado en un costado izquierdo. Puras pavadas. Un enredo de tripas secas, un retorcido manojo de venas entreveradas, un disparate de penas líquidas.
A quién el puede importar semejante cosa-pensó el notero- arrepentido de estar ahí todo mojado.
La gente del otro lado, acostumbrada a las declaraciones rimbombantes, no dijo nada. Se pasaron un mate y preguntaron quién era esa loca, pobre. Bostezaron, hicieron zapping y tras otro mate, volvieron a Aguda TV y todavía faltaban los mismos días para que estalle el verano. Y la chica de la ventana todavía se desarmaba en torpes explicaciones y el notero ya no preguntaba, ni sugería, ni nada. Apesadumbrado por su nota triste, temblaba. Ella decía que sin previo aviso al sacarse una basurita del ojo, le parece que sacó el tapón de una especie de tanque australiano que le había crecido en el estómago. O algo así. "Ah", dijo el notero desanimado (su nota era un fiasco) mientras sus pies chapoteaban helados en el barro y soñaba con una silla blandita en el noticiero de las veinte.

Una cámara registró cómo un grupo de niños aprovechaba la distracción de la llorona, para pescar con unas bolsas de supermercado los desesperados bagres que todavía tenían vida.

El notero bajó el pulgar, las luces se apagaron, los vecinos amontonados atrás del notero, dejaron de saludar a las cámaras y desaparecieron en la insegura seguridad de sus hogares.

La chica de la ventana se vio en la inmensa habitación inundada, las sombras se escondían tras de sí como fantasmas. Se sintió muy cansada de ese río eterno desovillándose sobre su falda, y no lo pensó dos veces: en la oscuridad de la tarde, caminó por las paredes con sus patas de rana, alcanzó la parte mas alta del techo de su casa y al contemplar el espectáculo que la rodeaba, se tiró de cabeza al fragmento mas mullido que supo entretejer su alma.

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