Desencanto

Algunos días
soy musgo sobre la madera
ando a escondidas entre las sombras.
Crezco en la corteza,
broto como maleza en el asfalto
- apenas me dejo ver-

Otros días me dejo ganar por sol
mis ropas se deshacen
solo queda mi piel
para mirarte

igual
no importa el día

nunca deja
de atraversarme
cierta sensación de desencanto
como si fuera
un tornillo enorme


oxidado por el agobio perpetuo

de estar hundido
en mi carne.

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Ojos de callejón

"Mozo, sírveme en la copa rota,
sírveme que me destroza
tanta fiebre de obsesión"

Él juraba que ella vivía en una botella.
Que se escondía del resto del mundo allí adentro y que cuando se moría de frío lo llamaba, le susurraba melodias inolvidables al oído y él iba enloquecido trago a trago hasta el final, para encontrarla apoyada en un paredón de nubes etílicas.

Él juraba que ella lo miraba y en sus ojos se escondían todos los delirios. Juraba que por eso él llegaba a este bar del sur costeando el río y lo primero que pedía era una de esas botellas donde vivía su chica, con la imperiosa necesidad de tomar hasta la última gota y que ella se hiciera realidad.

Nadie creía en sus juramentos, ni el mozo, ni las coperas, ni los parroquianos que lo conocían de memoria. No le creía su sombra, ni la mesa, ni la silla, ni su abrigo de cuero.
Ni sus propias manos, confidentes de su absurda espera.

Es más, hasta él se tenía desconfianza algunas veces.

Sólo le creían unos ojos que habitaban detrás de una ventana.
Un reflejo que noche a noche, en los cristales lo miraban.
Ojos de callejón, oscuros como pozos, eran los únicos testigos de aquél sueño de amor. Esos ojos tambien veían a esa mujer genio, escondida solo para él, esperándolo en el fondo de una botella de vidrio.

"Mozo, sírveme una copa rota,
quiero sangrar gota a gota
el veneno de su amor."
-Los Rodríguez-

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Mirando un sueño

"Tus ojos eran puertos que guardaban ausentes,
su horizonte de sueños
y un silencio de flor..."
-Maria-
Cátulo Castillo

El aire comenzó a entrar por la ventana con un olor a tierra mojada intenso y el cielo ya no se pudo sostener mas en las alturas, comenzó a bajar en colores hasta alcanzarme, hasta ponerse a mi nivel y mirarme a los ojos.

Cielo y mujer nos miramos, yo me ví desde afuera no sé si enorme o pequeñita, no me podía medir ante esa masa húmeda que se acercaba buscándome.

Ambos nos estudiamos con el detenimiento preciso de las cosas importantes. Tengo la leve impresión de que nos dijimos algo, pero yo no entendí lo que mis labios susurraron, ni lo que aquél cielo me dijo.

Era un lenguaje vago.
Una sensación magnífica, algo parecido a un abrazo de rocío.

Un abrazo de esos que atraviesan la ropa y la piel, que dejan unas huellas que sólo las ves con los ojos de mirar bien.
Sentí sobre mi piel una caricia fresca y mis cabellos fueron corridos por sus manos de viento, despejándome la cara y me habló en ese idioma incierto.

Creo que estábamos muy alto.

De pronto, el ruido de la hoja de una ventana que se cierra de golpe, me regresa a la tierra como un paquete cayendo a la velocidad de la luz y apenas estrellada en el suelo, puedo desenvolverme y abrirme, para encontrar en mí, un sueño temblando de miedo.

Con los ojos tibios me mira y yo lo cubro con un papel de piel, lo abrazo y me lo quedo mirando.

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Ella

"Ella puede ser la razón
por la que sobrevivo"

El paisaje al llegar le resultó desolador.

Una puerta agrietada era lo único que parecía haber tenido vida alguna vez. Es más, sintió que sólo aquél pedazo de madera pútrida era quien lo esperaba en ese pueblito de sal. Conservaba ese color azul que él siempre recordaba con cariño, si bien ahora estaba gastado por los días en los que el sol había sido justiciero, aún se la percibía segura entre esas paredes roídas por los vientos.

Sabía que nadie iba a salir a recibirlo y se detuvo allí un buen rato, como regodeándose con esa soledad espantosa en que se había convertido lo que fue un refugio de dos y ahora lo encontraba solo.
Miró hacia el final del camino, allí donde un sendero arenoso se perdía con el mar y su mirada se quedó jugando a la pelota con unos pibes, que parecían estar ajenos a ese mundo roto que él veía con sus ojos.

Abrió la puerta.

Todos los recuerdos de ella se le vinieron encima arropados por su perfume a lavandas y casi la vuelve a cerrar, pero su valor pudo mas y dio el primer paso, el fundamental. Y una vez adentro, no pudo nunca contar, o tal vez no quiso, cómo las cosas lo fueron recibiendo, parecían tener sus manos suaves las cortinas y los lazos, parecían las flores del fondo haber recibido sus cuidados, la higuera estaba repleta de brevas y sobre el fogón había una cacerola esperando, el armario tenía ropas blancas y sobre la almohada un manojito de lavandas lo sorprendió hasta dejarlo rendido, pero de eso tampoco dijo nada.

Y asi es como se fue quedando en esa casita de mar.
Primero avisó a los vecinos, por si alguien se extrañaba de que no regresara, que todo estaba bien y que se quedaría a arreglar algunas cosas, luego dijo que el clima le fue sentando mejor de lo pensado y un día de abril, cuando el sol ya lo tenía acostumbrado a las tardes largas y a sus brazos blandos, se convenció a sí mismo que no sólo la puerta lo estaba esperando.



"Ella puede ser diversas cosas
dentro de la medida de un día"
-Charles Aznavour-

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Patadas



"Ya no sé que contarte que no te haya contado ya
ya no sé qué besarte que no te haya besado ya"
-Pereza-


Siempre que me caen estos memes encima siento que si los hago y pongo un par de pavadas cumplo y listo, pero al intentar hacerlo las pavadas entrar a pararse frente a mi y me dicen, porqué ha de ser ella la primer pavada y no yo?
¿Qué hizo esa pavada para merecer este lugar? ¿ porqué no me elegiste a mi, que hice méritos suficientes para estar primera en tu ránking de pavadas??? y así me paso dos buenas mañanas pensando en mis manías, mis cosas buenas, las malas, las de esconder bajo la alfombra, las absolutamente impresentables, las que por ahi con unas cervecitas me atrevo, en fin...
Pavadas.

o Patadas, en mi caso, claro.

A falta de cervezas, voy por un café y hago el intento.


Patada 1
Me encanta bailar. Si hay alguna canción dando vueltas por ahi, los piecitos y la cintura se me mueven solos y me pongo a bailar.


Patada 2
Me gusta bañarme varias veces en verano y en invierno no soporto pasar mi hora de baño, lo tengo asumido como una manía, me cambia el humor si tengo que esperar mucho.

Patada 3
Me gusta hacer zápping con el control remoto y ver programas bizarros, son mas divertidos que los programas de humor. Y me gusta una serie Lost, voy por la tercera temporada, a esa hora si se cae el techo de mi casa, me corro y sigo mirando la tele. Estoy casi hipnotizada a esa hora.

Patada 4
Me gustan las reuniones con amigos, pero pocos, algo íntimo, luz tenue, un vino rico, conversar, cantar, escuchar música, ver alguna peli, preparar algo sabroso para ellos, me gusta cocinar para mis amigos y recibirlos en mi casa.

Patada 5
No me gusta que invadan mis espacios, ni invadir espacios ajenos, no me gusta ser maleducada, intento ser respetuosa y pretendo lo mismo por parte de quien tengo enfrente.
Es una grata forma de convivir en armonía, lo cual para mi es importante.

Patada 6
Me gusta caminar escuchando música, en realidad me gusta escuchar música siempre, en el auto, en mi casa, en el sofá, tirada al sol, en la pc, pero cuando camino, me es imprescindible y si no llevo música, canto yo.

Patada 7
Me gusta ir al cine o en su defecto ver pelis, prefiero las de suspenso o con tramas psicológicas, tambien las históricas y luego me gusta pasarme horas destripando escenas o mensajes ocultos. Me sucede con los libros y las historias, puedo pasar la tarde entera escuchando historias, o contando da igual, pero contar me cuesta mas, me gusta mas cuando las puedo escribir.

Patada 8
Me desagradan los eventos sociales, allí donde hay que ir divina y gentil, dispuesta a conversar con gente que ni sabés de qué hablar y entran a caer todas las conversaciones en lugares comunes, mi amabilidad inicial entra a desfallecer y entro a pasar por antipática, cuando estoy convencida que no lo soy.

No pasaré el meme a nadie, yo vengo a ser la parte donde la cadena se rompe.
Si hay alguien que tiene ganas de divertirse y quiere seguir la posta, pues está invitada/o.
Gracias May lo he pasado de perlas =)
"Si quieres bailamos
me pongo los zapatos y me llevas contigo
por ese mundo oscuro y desconocido del compá
s
olvidarnos del tiempo perdido
despertar y ver que aún estás"
-Pereza-

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Caminito


"Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
me gusta abrir los ojos y estar vivo
...
vivir atormentado de sentido
creo que ésta, sí, es la parte más pesada."

El camino se había ido gastando como la suela de todos esos zapatos viejos.

Era un sendero poco transitado, con el tiempo se fue desdibujando.
Sólo unos zapatos chuecos y despuntados eran los que lo seguían frecuentando. Con los mismos ojos ávidos de siempre por ver las florcitas silvestres que brotaban a los costados, con las manos tiernas de los primeros tiempos.
Nada era un impedimento para esos zapatos tullidos, ni las piedras que aparecían inesperadas impidiendo el paso, ni la maleza que brotaba entre ellas, ni los días de lluvias en que los pantanos se volvían peligrosos, no le temían a nada, su único miedo era un día no poder mas caminar por allí.
Se habían transformado cuidadores de aquél trecho olvidado.

En el camino ellos se sentían como en casa.
El sol cavaba fosas con sus rayos, escondía todo el fulgor de la tarde en esos pozos, y ellos venían en busca de ese calor.
Había un silencio domesticado y allí venian con sus manos llenas de caricias para mirar esa boca muda, había tristezas que se escondían de los pájaros y ellos las ahuyentaban golpeando el piso de tierra.
Había risas que formaban guirnaldas entre las ramas de los árboles cuando llegaba la primavera, ellos bailaban una danza propia y cantaban melodías inventadas para la ocasión. En el invierno se abrigaban con bufandas tejidas de viento y algunas noches se dormían en una cama de niebla desnudos y esperaban que la lengua del amanecer les dejara huellas de rocío sobre su piel.

Ningún dia, por mas que el mundo se viniera abajo, esos zapatos cansados, con la piel cuarteada y el corazón averiado, dejaron de trepar ese sendero con destino incierto y ralo.


me gusta estar al lado del camino
me gusta sentirte a mi lado
me gusta estar al lado del camino
dormirte cada noche entre mis brazos
-Fito Páez-

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Mis cartas

Tengo ampollas en las manos
de tanto escribirte cartas


La reconocían en la libreria del barrio por ser compradora compulsiva de hojas de papel. Ella tenía épocas en que las seleccionaba por color, por textura, por tamaño. Entraba directo a ese sector y allí se pasaba un buen rato disfrutando de la elección que haría esta vez, era muy importante porque ese papel dejaba traslucir su estado de ánimo, su predisposición a lo que iba a escribir, si tenía sonrisas, seguro buscaba uno de pétalos, si eran lágrimas se quedaba con los mas rugosos, si habia cúmulos de secretos, buscaba los delgaditos, si se sentía poeta buscaba unos que parecían hechos con hebras de amor.
Se llenaba los pulmones con ese olor a papel y los ojos cerrados se le llenaban de letras.
Ese era un ritual que disfrutaba.
Regresaba por la vereda del sol, imaginando palabras, era en ese momento como un pescador, iba buscando alguna palabra rota para armar, alguna palabra muda para ponerle voz, alguna palabra no dicha jamás y jugar a ver de qué manera se podía decir.
Regresaba con la mochila llena de hojas de papel y palabras pescadas en un río siempre indómito.

Ella parecía feliz con ese universo de riquezas recolectadas.

Se acercaba a la mesita que había bajo la ventana, buscaba entre sus muchas lapiceras la que mas le gustaba y se dejaba vaciar en una carta.


Cartas con letras de fuego
cartas apagadas con llantos
cartas de cenizas escondidas en frascos
cartas para cuidar del tiempo y el hartazgo


Luego se dirigía a una habitación que había en el fondo de su casa, un cuartito que permanecía siempre a oscuras y cerrado bajo llave, que estaba a punto de estallar por los años que llevaba acumulando cartas no enviadas.

Iba caminando con sus pasos lentos y dejaba allí su última carta.


Me han salido ampollas en el alma
de tanto guardar mis cartas.

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Furia

"Pequeño rock and roll
ya sé que estás a punto de decirme adiós"
-Quique González-


Afuera la tormenta se mantenía en suspenso como una amenaza en ciernes.
Adentro la tormenta era un hecho.

Se citaron en ese caserón herido de muerte para terminar con todo.
Las palabras que cayeron de sus bocas fueron obscenas y tan absurdas que del bochorno ternimaron escondidas debajo de un sillón que había en la sala.
Se miraron a los ojos y les ardía la mirada.


"¿Quién te espera,
dime quién te espera ésta vez?"

En los de él la furia se mezclaba con un fuego que le quemaba los labios. En ella, esa misma furia le temblaba en las manos, en las piernas y por la espalda le subía la lujuria despacio, no podía permitírselo y sin pensarlo siquiera levantó su mano y la estrelló contra la cara de él, que se quedó petrificado y con la cólera suspendida por el espanto.

Fueron unos instantes que los dos se miraron arder, como extasiados, mas allá de la piel y de todas las fronteras que inventaron.

Y de nuevo la furia de unos brazos como tenazas que la apretaron sin posibilidad alguna de escape y una boca de dragón en su boca, una lengua en llamas, una daga luminosa, unas manos en sus manos sujetándolas con fuerza, una prisión que se fue volviendo inncesesaria porque la boca dragón y la otra boca se volvieron tiernas y como si hubieran encontrado un camino que no habían podido hallar con mil palabras, hicieron un sendero de besos como pólvora regada.


El marco de la puerta los contuvo y no hizo preguntas, ellos tendrían sus motivos y sus furias encontradas, los dos olvidaron el incendio que los tenía convocados ese día y se amaron bajo un techo apolillado, que comenzaba a sentir cómo el cielo de Mayo se le desmoronaba en lágrimas de plomo, sobre los tejados.


Mi vida fuimos a volar
en un solo paracaídas
uno solo va a quedar volando
a la deriva.
-Andrés Calamaro-



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