Buscando una canción

" Hay una canción que me está esperando"
-Celeste Carballo-


Son las siete de la mañana. Preparo el mate para el camino, que no falte la música y ya pienso bajar en Atalaya, parada obligada para cualquier viajero de la ruta 2. En el km. 113 y medio, ya se que nos vamos a tirar por la puerta del auto para comprar medialunas y así retomar el viaje con provisiones.

Me voy unos días de vacaciones con mi familia, a un paraje casi rural, callecitas irregulares y curvadas que van buscando su paisaje natural.
Voy buscando ese perfume de campo que tanto extraño, eucaliptos, aromos, sauces, pinos…Amo esa variedad de árboles, ya casi puedo respirarlos, la sola idea de pensar que estaré allí, me tiene flotando en el aire.
Me voy cantando bajito la canción de Celeste, nada más que yo tomo la ruta 2, y pienso volver.

“Total la ciudad como siempre dormida,
ni se va a enterar que me llevo la vida
y la música también.”

Me voy buscando tranquilidad, puestas de sol, o puestas de nubes, pero con horizontes dibujados por lomadas de girasoles y árboles.
Por unos días quiero desprenderme del paisaje urbano. Se qué hará mas frío, mucho más, pero tendré más verde y será mas alto.

“Que un viento frío me pegue en la cara,
en todo el cuerpo, que me gaste el alma,
me enamore la tierra...”

Y también voy buscando esa canción que me está faltando.

Un abrazo bien fuerte y hasta la vuelta!!

Patricia.

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Con sabor a vainilla



“Romperá la tarde mi voz
Hasta el eco de ayer”
-Lima Quintana-


La tarde se estará yendo por la esquina
doblando en pedazos la espera de no verte,
cuando llegues.

Habrá tenido entre sus manos el librito viejo,
ese de poemas que siempre te lee.
Se habrá ido
sin decirte nada
llevando apretado entre sus labios
los mejores versos que encontró
para dártelos en besos de palabras.
En el costado izquierdo tendrá su ramito de latidos
y en su pelo dormirá el sol magullado
-puedo verla desde acá-
sus pasos se irán dilatando en la vereda
cuando se levante del banco y se vaya.
Tendrá puesto su vestido color ocre
ese que se pone los días naranjas
para entibiar tu mirada.

Y dejará en el aire un sabor a vainilla
para cuando ya no esté
y necesites respirarla.

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Instantánea


“Me agrada la presencia de tus ojos callados,
Y ver pastar las sombras debajo de los árboles”
-Oliverio Girando-


Me puede el cansancio en la mirada.
No es físico,
aunque siento que me pasa entre las manos,
es mas adentro.
Como si fuera exactamente debajo de la piel,
donde arden las ausencias.
En la parte de atrás
donde las sillas están vacías y apiladas
contra la pared.
En alguna espalda dormida
En un callejón sin esquinas
En el canasto de los pasos que no llegan.
Allí donde se forman los caminos entrecortados
y la línea de la vida
sobrepasa la mitad de la palma.
En ese mirador privilegiado
atisbo una hilera infinita de árboles.
Podrían ser álamos o plátanos.
Da igual, están pelados
son grises y es invierno.

Todos juntos cuentan un paisaje deshojado,
sin embargo
entre dos de esos árboles
hay un espacio que se abre
como una puerta
de vacío granate
oxidado
quemando mis ojos

Y en esa tranquera instantánea
en ese espacio definido
de sólo dos árboles
que me han crecido
en las manos
Se filtra un rojo desteñido
que me deja sin ganas.

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En la vía

Arañando el techo
con los ojos blancos
dibujé el mapa de tu cuerpo.
Fue tallado por mí con urgencia,
en las penumbras de una madrugada hueca.
Y en el andén de tu cintura
te esperé.
Todas las horas de todos los días de todas las vidas.
Como Penélope,
tejiendo recuerdos que nunca tuve.

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Avanzo


"Caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar."
-Antonio Machado-


1
Avanzo
Y al hacerlo todo se me viene encima
Los ojos que me miran
Las caras del asombro
Las estatuas de sal.
Los pasos que perdí regresan a buscarme
y me llevan en sus brazos.
–Todo tiembla-
No sé si son ellos, o soy yo,
pero siento que la tierra se rompe
Y llueve sobre mí.
No es agua lo que me moja,
es una especie de llanto machacado por la peste invernal
es un letargo de tinta roja.
un veneno azucarado
resbalando entre mis pies

2
Igual avanzo.
A los costados quedan ventanas con luces bajas
Persianas abiertas, entrecerradas
Paredes rotas,
con ojos que miran sin ver
con bocas que no dicen,
pero eso es a los costados.
Adelante sólo tengo un camino
Y lo sigo.
Lo voy buscando
voy como puedo
Trastabillo. Me caigo. Me canso.
Me canso mucho,
pero a veces es tanto el cansancio
que me asusto y me paro de un salto
y sigo hurgando
con las manos ensangrentadas
con las uñas rotas
sintiendo que me sobreviene algún desmayo
y no sucede nada.

3
A decir verdad, por momentos
Lo que me sobreviene es el espanto.
Una oleada de horror verde,
borracha de mí.
Me invade, aturdida en un delirio camuflado.
Entre las manos, esa vehemencia se me pierde.
Se disfraza.
Toma formas inesperadas para irse de mí
se vuelve tren en los andenes
barco de papel en los charcos
pájaro, en las jaulas.
Cuando sólo soy un cielo pasional, creo ser hielo.
Por eso avanzo,
para extinguirme al final de ese fuego
para dejar esta carne que me tiene presa
estos huesos encaprichados por llevarme
a no se
qué estación mía
o de cualquier otra parte.

4
Por donde voy, no hay señales.
Apenas los ojos blancos de mirar absurdos
tan abiertos que por momentos
todo lo que entra por ellos
se detiene en mis plataformas interiores
batiéndose a duelo.

Sin que me importe el resultado
Avanzo
Ese es el lugar, más adelante.
Porque acá me hundo en arenas movedizas
cavo túneles respetables
asomo mi nariz respirando barro.

Y me encuentro con todos los gusanos, todos
los sapos,
las aves de rapiña
los murciélagos, todos.
Arañas, ratas
cucarachas riéndose en el barro, no les temo…

Ah, pero las hormigas de mi sangre.
No las negras, ni las coloradas.
Las de mi sangre, digo. Esas que pican más que ninguna.
Las que me comen
y me caminan como ciempiés redoblando el paso.
Así avanzo, masticada por ellas.

5
En la noche, dormida
A merced de los vigilantes grises
En pesadillas de hiel
me toman las manos y los pies
Y me enredan en sus cabelleras de muertos vivos
Atándome al infierno de mirarlos
Para quitarme el alma
Porque saben que de día los combato
Entonces vienen como vienen los intrusos
A tocarme cuando estoy indefensa
Violadores natos
Nada les importa

6
Mi piel es frágil.
Siempre vulnerable.
Quiso cuidarme, ser frontera
y no pudo más que hacer fortines para entregar
cada pedazo de mí
cada centímetro de mí que pudo, lo entregó.
Me vendió a cambio de nada
Tal vez buscó un puñado de miradas vanas
Que necesitó pegarse para sentirse fuerte.
Pobre piel,
yo qué se…
Sólo se que avanzo.
Y si me tropiezo y maldigo y me embarro
después me levanto y sigo,
sin que me detenga este viento podrido
que hace meses ha comenzado a soplar sobre mi jeta
obligándome a respirar
ese aire hediondo, enrarecido,
mezcla de cinturón ecológico
con humo del barrio.

7
No sé si este vagar etílico
es en círculos,
es un pasaje laberíntico a ningún lado
o simple y recto me lleva.
Siempre mas allá y mas lejos.
A ese fondo que de acá no veo
Pero imagino ampuloso.
Ahora no veo muy bien,
hay bruma en mis ojos.
Desde hace días hay bruma.
Y no veo muy lejos
Tengo disminuida la visión
del tercer ojo.
No veo más allá de los doscientos metros.

8
En la niebla van conmigo
Mojados. Exhaustos. Sombríos
Unos álamos deshojados,
unas botas acalambradas y duras.
Hasta los pájaros que me sobrevuelan van desplumados,
Si es para reírse…
Entre todos no hacemos uno.
Va conmigo esta mueca de mi cara
Tan parecida a otras que caminan a mi lado.
No estoy sola.
No veo mucho más que esto, pero escucho,
son voces conocidas.
Algunas van cantando canciones.
Por suerte siempre alguien canta una canción de amor
es grandioso tener una canción a mano
cuando el barro te llega a la cintura
y te olvidaste que el amor existe en algún lado,
que por eso mismo estás ahí.
Eso te lo recuerda.
La canción te lo dice.
Por eso avanzo
Por el amor
Por la vida
Y no importa si voy en espiral
si subo o bajo
si los pasajes más extraños me han cruzado
si la línea recta se corta en las esquinas
y en cada bocacalle
me espera un semáforo ardiendo,
prendiéndole fuego a mis labios.
Eso es lo de menos.
Lo único que me importa es no quedarme acá
parada en este páramo
donde el veneno del sur lo hace más árido
y blando.
Como los fideos pasados de punto.

9
No quiero quedarme acá
pisando gusanos blancos,
matando demonios en las sombras.
No quiero esta limosna de paz
no quiero estos días descalzos
por eso avanzo dejándolos atrás
Los estoy viendo, cuando me marcho
por la nuca los veo.
Me miran como si los hubiera abandonado en el mejor momento
me lo reprochan a gritos
me vienen a rogar que no me vaya.
No tienen idea del abismo en el que caigo
al escuchar sus voces en mi espalda.
Cierro mis oídos
como cerré mi garganta.
Y mis manos.
No va más.
Los abandono para siempre
Hoy me lo creo y digo siempre
Aunque tal vez sea sólo un rato,
lo que pueda
cinco minutos,
y después otros cinco mas y así…

10
Avanzo.
Sin que me importe nada más que estos pasos.
Dejo en esta parte del camino
todo lo que viene pesando demasiado
Vacío las mochilas de los ojos
Las alas del alma que se apolillaron
Las plumas de las almohadas que se robaron mi vuelo
Vacío acá mismo
las arcas de mis sueños.
Que se vayan caminando solos,
ya son grandes
qué me importa abandonarlos ahora,
si ya me abandonaron ellos mil veces antes.
Yo soy mi sueño, ahora.
Yo me llevo a mí
Y en mí, alguna memoria de ellos habrá.
Renaceré otra vez, soñándome.
Por eso avanzo igual con
las manos cocidas
Y los pies llenos de llagas.
Avanzo

11
Voy por las cadenas rotas
aunque sea a medias.
No tengo un ápice de heroína de cine.
Mucho menos de corto publicitario.
Quiero una libertad sin banderas
Donde el suelo que piso sea mi cuna
Y la paz se pueda respirar en mi garganta
Donde los ojos vean
un poco mas de los doscientos metros
Pero un poco menos
que todos los kilómetros que anticipan
cuando se sientan a ver de lejos.
Una libertad que viva en mi boca
Mi boca que besa, mi boca que abraza,
Mi boca que envuelve y que traga
Y que escupe y que putea
que acaricia y que inventa palabras.
Mi boca sin frenos.
Sin pañuelos atados entre los dientes.
Mi boca que es tu boca.
Una libertad donde mis manos
al fin sin cuerdas
puedan manejar
Y no hablo de volantes, ni del movimiento de la tierra
Hablo de cosas simples
Tanto como por ejemplo:
Mis manos sueltas
o mis pies andando.
Por eso me voy.
Y en este abandono
dejo todo lo que haya que dejar
Me largo.
Avanzo,
donde sea, será mejor que acá.
Cualquier carretera, cualquier camino
“no sé rodar por caminos estrechos”.
Eso siempre lo supe.

12
Todo va a estar bien.
Todo está bien
cuando estoy partiendo de mí.
De mi peor paraje.

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Licuado azul


"Al fin, al seguir sus pasos
le abrió su cajita de música
con un disparo seco
como un jugador desesperado."
-Quique González-
Con las sombras en rebeldía, golpeándome las sienes, escribí unos versos.
Intenté hacerlo antes de que se metan a rellenar las bolsas de los ojos, antes que se escondan en el anverso de mi mano, en el medio de la espalda o en la nuca provocando escalofrío.
Escribí sentada en la punta de la silla, con las piernas apenas dobladas.
Con esa inclinación vaga, como buscando algo que se ha caído y no estoy muy segura de encontrarlo, pero igual miro, por las dudas.
Con los ojos empañados, como casi siempre últimamente y sin ver los garabatos que se iban dibujando en el cuaderno, seguí.
Con el condenado miedo escarbándome los talones.
Así, con esa urgencia de los incendios y con la respiración entrecortada y huyendo de mi.
Después leí...
Y no me gustó nada.
Hubiera sido mejor rellenar bolsas de piel con esos versos infames, hubiera sido mejor que se me pierdan entre las manos, que bajen lentos por mi espalda, por mis piernas, que se dejen pisar por mis zapatos o se pierdan en la tierra
Incluso que me maten de frío.
Hubiera sido mejor, cualquier cosa antes de verlos en esa agonía, de licuado azul.

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Ampollas de agua




Hay niebla en mi mirada
y un sendero a punto de borrarse
por donde camino cada madrugada
hasta sentir que mis pies
tienen ampollas de agua.

Es una niebla de arroz, de perlitas nacaradas,
de vapor, de sal gruesa, de arena.
Por momentos
-me asusta-
es una niebla de nada.

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