eMe y todos sus amigos o cómo decir la soledad en los tiempos del facebook


diecisiete amigos en común
en mi barrio hubiera significado una mateada con torta
una guitarra    el tocadiscos haciendo girar y caer simples o elepés de colores   otra historia

diecisiente amigos en común
era porque se habían venido los de la otra cuadra
o los amigos de mis amigos que eran mis amigos
y tenías sus ojos ahí
a mano sus manos
tenías esa mirada que hoy después de tanta vida si raspás un poco el musgo
la volvés a ver inefable como entonces
y aún así querés contarla

yo que siempre tuve dos o tres
con una mano me alcanzó
ahora tengo 17 amigos en común –piensa eMe-

nos une el aire
una palabra no dicha
     esperanza
alguien nos quiere
un cable invisible nos tiende una mano
nos une la ilusión del rastro en la orilla de esta isla que rebalsa

¿qué tenemos en común los diecisiete amigos?   que me invitan   sin voz   sin saber nada de mi   me agregan a su lista   ¿qué nos une en medio de esta maraña de redes destejidas?   ¿quién de todos va a calmar esta sed infecta a las tres de la mañana?

si soy amiga de eMe
puedo ser amiga de eSe
o del oTro
y nos vamos trenzando en esta ruta solitaria revuelta y bamboleada
los solos
los que hacemos clic y añadimos al amigo de eSe, del oTro y de pronto eMe o yo
ya tenemos otro amigo
qué fácil ser amigo en estos tiempos
antes era sólo para osados (y yo siempre fui cobarde)
miro por ahí y yo (hoy intrépida) tengo quinientos que no tuvieron que soportar mis bajones, mi mal humor, mis miedos   esos insufribles terrores
que tolero con caramelitos de colores
y eMe tiene mil amigos sin saber demasiado de los novecientos noventa y nueve
pero tiene mil
los mira contenta   los cuenta como dijes de pulsera
todos mis amigos 
se dice
todos me siguen y oronda como una gallina clueca eMe sale de su casa con mil amigos
invisibles mil amigos que le cuelgan alados
eMe cruza la calle de la mano del recuerdo de uno de ellos y es feliz
y va por los arrabales de su día tan inflada de espejismos que pasa sin mirar a Jota el carnicero que siempre la espera con los ojos hundidos de sangre
¡qué asco! piensa eMe
 Ah pero esa sangre cuando la ve a lamarcela 
  se le vuelve almíbar y le dice pavadas de carnicero
grasadas
que eMe detesta y se despega al doblar la esquina
sin darse cuenta que Jota será lo mas real que le pase en todo el maldito día de mil amigos y de cincuenta en común (porque en el lapso de tiempo que demora en llegar a la otra esquina, crecieron los comunes) lo constata desde el celular con cierta ansiedad adolescente   eMe camina apurada   llega tarde   corre un bondi   se traba   se cae   se lastima la sombra   se levanta
mira vidrieras de pasaba y  todo está tan caro
que sigue sin comparse nada
total tiene mil amigos
va a llegar a ser Roberto Carlos 
en breve tendrá un millón de amigos
llega a la oficina y pasa frente al monitor y se clava
¿a ver si hay alguien? –clama-
-ruega- ¡que haya alguien!
Lo mismo se repite por la noche al llegar a casa
tira una piedrita al agua con forma de corazón arrugado 
y alguien en alguna punta impensada del planeta
 le dice “me gusta”
le gusta mi corazón sin plancha dice resignada eMe
que se demora en darse cuenta
tarda
pero mientras pasan las horas
se hunde como el sapito que no nada
con el reloj estrangulado a la tres, depresiva como es   canta  Viernes 3 AM de Serú, sueña un domingo sin tristezas
un desgarro de garganta es su piedrita esta vez
y dos o tres amigos en común dicen “me gusta” 
(no comentan nada)

-carajo ¿qué les gusta?- grita chocándose la rabia

Diría que siente deseos de llorar, pero calla.
la noche inmensa le aplasta las manos en el umbral del teclado y calla
el plafón de luz se le cae encima
reduciéndola al silencio
de los solos
eMe es bienvenida al mundo real
los mil amigos que había en la mañana duermen   bailan   se cuentan secretos a voces    la dejan afuera de su cama
eMe está mas sola que kung fú
nomás la sombra la acompaña.




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A solas


Inquieta bajo la piel,
una existencia de ojos largos
socava el reverso de este transitorio cuerpo

alojada en él
merodeo por frondosos pasajes de sombra

pugnando
con el estremecido huracán de mis palabras.

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A mi padre


Mayo siempre fue fiesta
-cumpleaños de mamá de primas de hermano de la patria-
después vinieron ahijadas   amigos  
toda celebración era mayo

fue
globos de colores
tardes de lluvia
tortas con dulce de leche
poleras de lana y frío  
chocolate en taza
risas y abrazos en la puerta
churros sobre la mesa
paraguas en las manos   
días nublados
fue mayo


Era mas perfecto cuando el sol nacía desde temprano   la escarapela se convertía en flor  la escuela en la marchita de san lorenzo  
los zapatos en luciérnagas lustrosas
el barrio dormido bostezaba desfiles de caballos
la zamba de mi esperanza ensayada para escenario 
y los pañuelos celestes y blancos con el pericón y la maestra
eran mayo.

Pero una vez se pudrió todo
lo que era fiesta fue borrasca de tristeza  
¿ cómo se te ocurrió levantar velas
 y abrirte a la mar
un 25 de mayo?
¡Antipatriota, te rajaste en medio de la fiesta!
(estabas enojado con eso de la marchita y la bandera y que los argentinos éramos derechos y humanos, "cosa de botas" decías, la patria es otra cosa)


La patria para vos era una esquina de madrugada, un mostrador, el banco de cajón improvisado y tu saquito azul,
así hacías patria vos, mi viejo manos de almacén y libreta
tu patria era el trabajo el tango mamá los domingos de Boca los amigos Fangio tu vieja
y un poco yo
era tu patria
lo vi en tus ojos la vez que te dejé en la esquina
no importa que no hayas podido hablar
para entonces
yo leía tu mirada.

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No mientas

Sin embargo esto es verdad.
No soy poeta, ni narradora, ni cuentista ni escritora ni nada de eso.
Soy mujer de entrecasa –paramaldemalesburguesa- que entre cocina   lavarropas   mercado   salsas   inventa   adultera (que no adúltera)   fantasea   improvisa   miente

soy eso desde muy chica: una mentirosa

No mientas me decían, y yo mentía, mentía y mentía a sabiendas de que la nariz se me haría un tobogán y la espalda se me convertiría en un lomo de camello.
No mientas me decían y no me importaba,
yo mentía.

Las orejas me picaban y mentía. Los ojos se me volvían luceros y mentía. Falseaba los colores, confundía roles, inventaba lugares, alteraba realidades -es que la realidad era tan llana y lisa- ¿Cómo contar un naufragio rodeada de tiburones a los cinco años? ¡Hay que mentir! Pues ahí estaba mi justificación, y mentía.

No mientas me decían y yo decía que si,
que bueno,
pero no podía con mi genio,
iba y mentía: había un barco gigante, un puerto cuyo nombre siempre cambiaba y olas huracanadas que me traían de España, único lugar del mundo que yo sabía lejano con certeza, yo iba y venía en mi barco de papel y atravesaba borrascas   sirenas y piratas eran mis amigos

Se me caían los dientes por mentir, y el ratón Perez no venía.
Por eso, por decir mentiras y no me importaba, era tan lindo contar otras cosas que iba feliz por la vida con mi tobogán colgando de la cara, con mi joroba y mis orejas picosas y mis ojos de farol y mi boca desdentada.

¡Mentirosa!
 me decía yo misma cuando culposa me miraba en el espejo
 te vas a volver fea como una bruja
y los hombros se me levantaban como alas
a nosotros no nos importa –me decían-

¡Mentirosa!
-me decía el espejo- 
juro que el espejo tenía voz latosa, créanme por favor, me decía cosas!
Se ponía en mi contra, me decía -No hay tobogán, no hay joroba ¡mentirosa!

Y yo miraba bien  bien  bien, cerrando el ojo malo
(les cuento un secreto, uno de mis ojos era el que veía inventos, el otro era el bueno)
y era cierto en mi cara vivía mi nariz de tomate, en mi espalda no había desviación   ¡qué aburrido espejo!  
se merecía mi lengua larga  por molesto

mentirosa me decían
y yo mentía
mentía.

Y acá entre las letras me he vuelto niña-vieja/burguesa/de entrecasa
digo que escribo, pero miento.

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Cinco de la tarde



           domingo
sedienta calma
el café es un ardor mudo
lloviéndome en la cara arena desplobada
y blues
-quiero un daikiri de naranja-

En la pared las agujas se clavan en el 5 batallando contra mi, se me avalanzan.
Recuerdo que me esperan en alguna parte 
espío corriendo las cortinas desiguales 
llueve

me pongo a salvo de los fantasmas regulares
las esquinas son capaces de doblar a mitad de cuadra.

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Presa del encanto

Era el primer atisbo de la noche, por las calles la gente regresaba presurosa a sus rincones, otros ocupaban sillas en bares solitarios a la espera del amor que se demora
 del amigo que no llega
o de la sombra que te demuele los huesos, impiadosa.
Mientras, afuera la vida se agitaba como un pájaro confuso, adentro la mirada contenida se quedó desnuda en los cristales.
Por una vez iba yo del otro lado.
Afuera, tras el ventanal, en medio de la tibieza insólita de mayo, iba yo del otro lado. 
Mi silla vacía, mi ventana hechizo tuvo otros ojos mirando.

...(¿Me verían pasar?   ¿Se vería en medio del tumulto enmohecido un destello de luz en mi rostro?   
¿Se contagia la emoción?   
¿Se percibe la magia del asombro?   ¿O para los otros solo somos    otro    otro
otro   otro 
otro 
otro 
otro, lejano en lo inmenso?)
Vaya uno a saber…
Por una vez salté la valla y me zambullí en la maravilla.
¡Ah!
Ya volví, he tomado la ventana vacante, por un rato he sido presa del encanto.

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Las hojas del viento

El viento nunca se cansa de arrastrar ojos secos que han caído en las veredas, ni bolsas de nylon infladas, ni sueños esparcidos por el aire como espigas de panaderos.
Es el viento el que abrió la ventana y empujó para adentro esta paloma ciega que golpea las paredes de mi casa. Es el viento que baja la escalera y agita las hojas del libro que leo y me las cambia y yo vuelvo a empezar y ...
¡Oh sorpresa! 
era justo lo que necesitaba.
Leer ahora esta página .
La hoja donde me pintás, en este día de palomas nubladas, es del viento. Ya lo dijo el flaco: todas las hojas son del viento y tenía razón.

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Pausa

Hoy no escribo nada.
Y hoy pueden ser todos los días que me faltan o estos cinco minutos que se caen desmenuzados en mi cara. 
Miro por el ventanal cómo posa la mañana. Es mi modelo ocasional. Ese día allá afuera explota dentro de mí y las esquirlas del sol me apuñalan. Son como dentelladas. Vidrios que se rompen y se clavan en mis partes blandas.
Hay un corazón aquí que no descansa, un acorazado de palabras encerradas.

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Húmeda síntesis


Demorada en medio de un camino
justo cuando atardece  
descubro cómo mi sombra sube 
y se engorda  

profana lengua extendida tras de mí
 húmeda síntesis
viviendo en mí por asalto
se desangra

queriendo mover mis estancados pasos


¿serán pasos en el aire
o
aire de paso?


el viento se detiene      
está helando en mi garganta


 un sofoco de carozo araña este cielo de papel    no para hasta rasgarme el alma    jirones solitarios cuelgan del techo     mi ánimo anda oxidado    desmoronándose     busca una silla     un vaso con agua    clonazepan   algo

aire 
por favor que me estoy ahogando

 .

una ventana abierta al fin 
tiemblan mis manos atragantadas de espanto
miro esa nube oscura a mis espaldas

.

sinuoso guiñapo

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Anillo de piedrita azul

Me muestra su mano y me dice orgullosa mirá lo que me puse.
Tenía puesto el anillo de oro con una piedrita azul que usaba papá. Orgullosa su mano blanca se adelantó ante mis ojos. ¿Viste qué lindo me queda? –Nunca se lo había visto puesto en todos estos años-
Lo miró con una sonrisa de esas que vienen de lejos o que se van lejos (todavía no se bien si es que vienen o se van ese tipo de sonrisas) lo acarició con el dedo y me dijo que ya estaba lista para salir, vamos, vamos que llegaremos tarde, insistió. Yo estaba detenida en una escalera del pensamiento y me costaba moverme. La emoción estaba siendo barrida por un aire fresco y aterrizando en un nuevo territorio. ¿Por qué será que uno se demora tanto en decodificar las formas de decir el amor de las personas?
El amor no siempre se dice con palabras, es mas generalmente se dice con gestos, en silencio.
Esa mano abierta, continente níveo de piedrita azul, fue toda una declaración del amor que aún siente por mi padre.

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A mitad de camino

Me espera el trabajo sentado en el umbral del día
sediento de mí
con los ojos duros del rigor.

Me espera la sombra arrinconada       fértil
perpetua noche
en los pasillos de mi mente

Ahí está el ansia de costumbre
los dientes afilados   resplandecen

La impaciencia del deber los devora atrás de la puerta.
Lo noto en el tamborileo de sus dedos ebrios
en sus pasos circulares,
merodeando esa trampa que no abro
con la ofensa del patrón que no soporta una llegada tarde
me esperan
trabajos-sombras-ansias-
horas   que   se   evaporan    en   un   frasco

Esperen tranquilos
-les digo- pago mi multa.
Es que estoy tan lejos aunque me vean aquí
no crean en todo lo que ven
no soy yo este envase que camina rengo por la casa.
No es tan sencillo el regreso

Me escapé por unas horas al mundo de los cuentos
al milagro encendido de un abrazo incierto
visité la tierra de la infancia.
Ayer nomás
el patio de mandarinas estaba lleno
y la niebla era un manto cerrado que no me dejaba volver

Sin embargo he vuelto
y ahora acá
no sé ni dónde estoy mientras escribo 
(como a mitad de camino me siento) 
Hay un mate frío frente a mi 
obligaciones que no quiero 
y un zapallo por cortar en la mesada…
Pero las manos tienen aire que suspirar en el teclado 
y las dejo ir y venir a sus anchas
y meto en prisión a mis pasos
estos ciempiés engrillados

que se mueren por llevarme al portón 
en el que habita el miedo.

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Los versos que me guardo

Mientras doblo ropa y tomo unos mates te pienso. Estás lejos, hablando por teléfono y planeando lo de esta tarde. Te reís, vas y venís por la casa, hablás sola y estás contenta. Salís a tu patio de mandarinas y seguro que te ponés a barrer y como hay sol sacás las mantas para que ventilen los días de verano que se fueron. Mientras tanto, pensás en platos ricos para nosotros. Días y días de manjares. Te conozco.
Y yo acá que odio formar pares de medias y me aburro buscando cuál va con cuál, te recuerdo en pequeños detalles. ¡Qué cosa ingrata esta tarea silenciosa de las madres, que nadie ve el tiempo que lleva! ¿Cuántas medias doblaste en tu vida, mamá? ¿Cómo no ví cuando hacías todo eso? Y cuando digo eso, amontono medias-cacerolas-pucheros-escobas-camas-pisos-mas camas-guisos-tortas de cumpleaños-fiebres-aspirinas y tecitos con miel-guardapolvos-camisetas-medias.
Siempre hay medias por ahí, entre las manos de las madres.
Como acá, ahora mientras armo pares y doblo.
Hoy quisiera escribirte un poema, pero no puedo, me salen abrazos desmedidos, palabras gastadas. ¡Cómo quisiera encontrar para vos mamá, una palabra no dicha! Y sin embargo hago estos pares de medias más prolijos que nunca, pensándote en los versos que me guardo, Versos que estirados y redonditos doblo colmados de recuerdos tuyos.
Blanco con blanco por ejemplo.
Y despliego los jazmines de tu patio, tus manteles de hilo bordados y las sábanas abiertas secándose al viento del oeste     dilato el aire largo con largo    talón con talón mientras te viajo en el pasillo florecido, y al negro con negro lo convierto en verde colombiano, no te gusta el verde inglés, es oscuro. No hace juego con tus ojos que brillan demasiado. Y otra vez estiro largo con largo y las medias son la carretera que anticipo. Sinuosa ruta 5 que no aprendí a querer jamás. Y eso que debería amarla, porque es el camino que me lleva derechito a vos. Pero la detesto y le temo, mucho mas que hacer pares de medias. Entonces como me enoja el miedo, doblo rápido par con par. Y otra vez blanco con blanco que tiño de maíz y extiendo los días que se hicieron un bollito en nuestros dedos y tu cocina rubia y ocre es del color con el que a mi me gusta recordar el campo. Cuando la soja no lo invadía todo y era un trigal dorado acá y mas allá había sorgo, girasoles, pasto. Ya ves mamá, doblo medias, algo tan prosaico y no puedo escribirte ni un poema, yo que escribo a diario.
Será por esa cosa del pudor de hija, que de tanto en tanto me da y que callo los versos que me guardo.

(no voy a estar por acá por unos días, hoy es el cumpleaños de mi vieja –¡¡cumple 80!!- y me voy con ella, a mimarla como se merece.
Me voy para mis pagos)


...y como soy un quemocursi, en Perras Negras, le dedico el programa del sábado :)

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Bengalas ¿folklore o muerte?

 Iba a escribir sobre otra cosa, pero una bengala con altas probabilidades de matar a alguien me persigue.
Ayer se murió un pibe  de apellido Ramírez en el recital de la Renga. Una bengala se le clavó en el cuello o en la cara no se, lo cierto es que tuvo nueve días de agonía y se fue  a los 32 años, dejando una mujer, dos hijos y un tercer hijo en camino. ¿Cuál fue su imprudencia? Ir a un recital sin un equipo de seguridad personal puesto.
Para ir a escuchar a una banda, ir a ver fútbol o asistir a cualquier evento popular de gente “piola-divertida-copada” es necesario en la argentina un equipo de protección personal.
Este equipo consiste en una vestimenta especial y una serie de accesorios que dan una mediana seguridad al usuario. Digo “mediana” porque crean una falsa sensación de seguridad, y vos vas recontento al recital creyéndote RoboCop y al divertido-piola se le dio por disparar con algo mas potente para tener la adrenalina a tope ¿viste? y no contás el cuento.
La próxima vez que se te ocurra ir a uno de estos lugares, acordate que tenés que ir vestido como si fueras a la guerra: casco, anteojos especiales, máscaras antigas, guantes, orejeras, tapones, trajes antiflama, botas, mascaras de soldador, chaleco antibalas, respirador. Yo te aviso, si vos insistís en ir a esos lugares en zapatillas, jean y remerita, hacete cargo, no vengas a llorar después.
Acá no te cuida nadie. Las leyes están para no cumplirlas. Los cacheos son para los giles. Los que llevan bengalas, alcohol, armas y otros juguetes para divertirse dentro de un estadio, siguen pasando los cacheos como panchos por su casa, basta ver un ratito un partido por la tele y te cuesta diferenciar un festejo de un incendio.
Ahora, después de haber asistido a 193 muertes totalmente evitables en Cromañón, ¿cómo es posible que se siga festejando con bengalas?
A la hora de comprar pirotecnia se olvidan que murieron achicharrados ahogados y pisoteados 193 adolescentes que fueron a Cromañón con la idea de bailar y cantar en un recital.
Te dicen que es el folklore.
¡¡Te dicen que es el folklore!!
Bueno, somos unos nabos completos si después de todas estas muertes seguimos insistiendo con lo del folklore. Ma` qué folklore, dejémonos de pavadas que estamos asistiendo a muertes en nombre de la nada misma, porque sí. 
Mueren porque si. 
¡Es que no me entra en la cabeza semejante contradicción!
Ahora mismo se está operando a otro pibe, al que para salvarle la vida fue necesario juntar un millón de dólares. ¡Un palo verde! Y la solidaridad fue tan grande que ese dinero se juntó para salvar una vida. Y se seguirá juntando dinero porque atrás de este chico, viene la operación de sus hermanos que padecen el mismo mal. Qué orgullo como sociedad juntarnos para salvar una vida. Y al decir esto, algo me hace un ruidito interno: ¿Entre la vida preciosa de este chico cuya vida corría riesgo por una enfermedad  y la vida preciosa del muchacho que se murió por una bengala, cuál es la diferencia? ¿Por qué como sociedad, como país podemos levantarnos y solidarizarnos con una causa noble como la del milagro de Agustín y al mismo tiempo seguimos comprando bengalas para tirar al boleo en un recital, en un partido o en un parque de diversiones sabiendo que podemos matar a alguien o morir?
¿La vida tiene mas valor en algunos ciudadanos que en otros? ¿Nos condolemos ante la enfermedad y ante la salud nos envalentonamos y no le damos bola?
La pirotecnia es peligrosa tanto para el que la usa, como para el incauto que se le ocurre ir a uno de estos eventos sin el equipo de protección reglamentario (entiéndase lo del equipo reglamentario como una ironía, por favor).
Ayer miraba un video donde un señor grande, un señor grande repito. Seguramente padre de familia, seguramente puso unos pesos para “un milagro para Agustín”  tiraba bengalas en un partido de fútbol, completamente sacado, no le alcanzaban las manos entre las bengalas y el encendedor y el cigarro que tenía en la boca, por momentos hasta parecía confundirse y no saber si ponerse en la boca el cigarro o la bengala. Un tipo así, además de aserrín, qué tiene por dentro?
¡El folklore loco! -te dicen-
El folklore.

(y un asesino tiene, un potencial asesino esperando el momento)

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Cosita loca, llamada amor.

Y.
La reté, le dije de todo. No lo puedo repetir porque les daría una fea impresión de mi persona, pero para que se den una idea, era Menguele yo. Le dije que qué se cree, justo con ese. Que ¡¡¡qué pretende!!! Que ¡¡qué cosa asquerosa era!!. Chancha le dije. Si, chancha. Faltó que le diga yo acá escribiendo y quemándome las pestañas, mientras vos te revolcás en el fango con ése. Porque yo sí digo la palabra fango. Aunque no sea una palabra coqueta, está en mi vocabulario, qué le voy a hacer. Bueno, le dije eso del fango y justo con ese. No se, yo imaginaba otra cosa para ella.
Les cuento que ese, es un sucio e inmundo y apestoso aprovechador, que la tiene sólo para eso. 
“Eso” es lo que están pensando: la porquería
Y ella tan contenta. Me mira con esos ojos que amo, que no se de dónde saco estómago para seguir retándola. Porque cuando la encuentro haciendo esto –que no voy a dale mas entidad porque ustedes ya saben a lo que me refiero- a mi me da por retarla mucho y mal. Y le abro la puerta y le grito que entre perra de miércoles, y ella entra hecha un manojito de miedo, toda estirada para ser mas chiquita y su cola como un abanico en pleno movimiento que habla y dice perdonameperdonameperdoname nolovoy ahacermas nolohagomasnolohagomas y yo se que me miente la desgraciada, porque al primer descuido ¡¡¡zaz!!! pero la perdono y al rato voy y le acaricio la cabecita que sigue en penitencia y le digo traviesa, malportada, cosita loca llamada amor.
Y otra vez nos hacemos amigas.

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Cielo estampado de flores

Y de pronto el aire desatada en estas manos
hizo de mí un cielo clavado en punta
sobre techos y ventanas.
Ladrón de alturas en tapias prestadas
laberinto emperrado en hojas secas
mordiendo desnudas ramas
 en calles tibias 
al sol de la mañana.

Es raro el otoño 
cuando estas manos mías
se encuentran
  sin amarras como flores sueltas en la jarra.

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Allá lejos

Allá lejos
cuando Mayo era una fiesta de escuela dos
almidonada y blanca,
con escarapelas y escarchas en las veredas,
y tilos vacíos en la plaza
cuando mayo era todo tuyo y se confundía con el himno
y la bandera flameando en el mástil
y las medias tres cuartos me enfriaban las piernas
nada parecía mas cerca y tibio
que atardecer a medio mes
juntos en la cocina
arropados por el olor del chocolate
y los churros escapados de tus manos, 
vieja.

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Por favor, un poco de humildad

Me cae mal la soberbia en las personas. Pensándolo bien no es una rareza la mía, no creo que uno vaya por la vida queriendo encontrarse con engreídos y vanidosos. No salgo de mi casa deseando cruzarme con gente que se cree una divinidad y está dispuesta a demostrarte lo imbécil que sos a cada paso que das.
Porque hay que ver lo inteligentes que son ellos, todo lo que han ganado por ser tan regios. Y pobre vos que estás siempre con esa cara de perejil mustio. Todo bien con tener la autoestima alta, hay mil libros de autoayuda por ahí que te lo dicen facilito. A mi me gustaría creerme mas y gustarme mas y sentirme mas contenta conmigo misma y todo eso que seguramente me daría mayor seguridad, pero de ahí a ir por la vida derrochando pedantería... Hay un trecho que además de ser enorme, agota. No sé si agota al insuperable, pero al que está del otro lado lo aburre soberanamente.
Tarde o temprano alguien le dice en la cara: sos un tarado importante. Y eso con suerte, por ahí nunca se lo dicen y el divino va encopetado como un pavo real de por vida con toda tu sapiencia, sin darse cuenta jamás que es un plomo y que lejos de despertar admiración, despierta sopor.
La admiración se provoca desde otro lugar y la humildad no se compra en el mercado, ni en las librerías, ni se aprende en universidades.
Eso tiene que ver con la educación, se puede ser un genio y un perfecto maleducado.

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Malos pensamientos

Se descuelgan como el hombre araña, descienden y se ensanchan hasta cubrirte con su red pringosa.
Vos no querés, ¡qué vas a querer! pero ya sabés lo que te espera.
Te aplastás a la pared como una mancha de humedad. Te diluís en el suelo como un charquito de agua. Mirás para otro lado con cara de yo no fui. Te camuflás con lo que tenés a mano, sos una maderita del parquet, son el diario, sos el saco que cuelga de la silla, el mate frío, el teléfono callado, sos lo que sea necesario ser para salvarte, pero ellos no dan tregua saben que sos blandito como cuando tenías cinco años. Un bocado tierno para engullir. Y se quedan allí como el cuervo de Poe y te dicen “nunca mas” cientos de veces o lo que sea que te digan, porque ellos siempre tienen un caballito de batalla con el que te dan y te dan hasta dejarte abatido y con los ojos lánguidos.

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¡Otra vez!

Es que el otro día me harté de su respiración en mi oreja y la despedí poco mas que a los gritos. Le dije bien clarito que se fuera. Que me dejara tranquila hacer las cosas, que el sol estaba ahí radiante en la ventana, que me gustaba el otoño y sus hojas, que no me pusiera a mirar los días como si fueran una especie de peste bubónica que se descuelga del calendario, que no me estuviera revolviendo el pensamiento con la cuchara de madera como a un guiso quemado, que ya estaba bien.
A buen entendedor, pocas palabras.
La desterré, después me sentí una genia.¡Viva yo!

Esta mañana: abrí un ojo, nada por aquí, nada por allá, todo parecía fantástico y salté de la cama.
¡Ay, la p…!
Una punzada en la planta de mi pie, hay que tener puntería para clavarse la única esquirla de vidrio que no se de dónde salió y fue a parar al pie de mi cama. No queda otra que sacarla de ahí. Me dirijo al baño a buscar una pinza y…¡Otra vez! Y otra y otra y el pasillo parece la cama de un faquir, espantada miro el piso esperando ver clavos de punta y no hay nada. Sin embargo mis pies arden como si estuvieran caminando sobre cientos de puntas.
Es ella, la expulsada que vuelve. No sé cómo llamarla, pero está aquí, recluida en la planta de mis pies.

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