Noviembre me deparaba mas que tilos florecidos y jacarandás pintando las veredas de azules y lilas.
Yo no sabía que el teléfono podia traer su voz, que las calles podían llevarnos a su refugio de soldado raso, que los diarios hablarían de él, que las noches se volverían mágicas, que su risa era asi de mansa, que su voz era como una brisa intensa.
No quise imaginar ni sus gestos, ni sus detalles.
Iba camino a su encuentro y solo su voz me era familiar.
Yo que siempre reviso las cosas antes de salir, ese día no pude con nada, la emoción me tenia a mal traer y fue asi como salí a su encuentro.
Corriendo por la autopista, pensaba en cómo sería el primer abrazo, las primeras palabras...
Mientras buscaba las calles donde él estaria esperando, puse música, por las dudas nada de él...
La radio, cualquier cosa era mejor que su voz ahora en el parlante del auto y dentro de un rato frente a mi.
De a poco me fui acercando a las coordenadas dadas y mi corazón saltaba, daba brincos, estaba todo de fiesta.
Un mimo se detuvo ante mi auto sin saber que, lejos de hacerme feliz con sus gracias , aumentaba mis nervios y se me vino a la mente Andres y esas ganas de "reprimir el instinto asesino delante del mimo, del clown hoy estoy tan violento, tan radical..."
En mi no habia violencia, solo latidos.
Asi, llegué a su puerta.

Al cabo de unos segundos se abrió el asensor y vi en su rostro dibujarse una sonrisa, su gibson en la mano y la alegria de los dos colmando la vereda.
La tarde se hizo noche en Buenos Aires, su voz y la mía se confundían entre sus cuentos y los míos y no sé cómo, pero me quedé sin saber si el gin tonic le sentaba tan mal a la hora de la pena.

2 Comentarios

  1. crub says:

    Bien por el encuentro, y bravo por la vuelta!!
    Un beso, y no largues ahora, eh!

  2. Noa- says:

    Quien hubira podido compartir ese momento!

Gracias por tus palabras