Dicen, y lo he comprobado, que la escritura salva, cura, alivia, desinflama, arrastra, canaliza, drena, tranquiliza, apacigua, serena, o todo lo contrario. Es decir te mata, te enloquece, te lleva a hundirte en un pantano, te pone al borde de la cornisa, te anula, te escupe en la jeta, te maltrata, te humilla, te desborda, te hiere y todo lo contrario. Es decir, te presta alitas y vos te creés pájaro o avión o mariposa o aeroloma (especie extinguida de aeroplanos con forma de palomas o al revés) y volás. Y cuando sucede la maravilla del vuelo, vas así, contentísimo por el cielo infinitamente celeste, haciendo graffitis de tiza, letritas ingenuas, preciosas, con rulitos y de pronto se te ocurre rascarte el ombligo y mirás para abajo y, chau!


Fuiste.

Un ataque de vértigo mortal y caés en picada, sin alitas ni paracaídas ni nada, ¡¡páfate!!

Y para peor era un campo de cardos.

Magullado salís, pensando en que la escritura no te salva un carajo, te abolla la cara, te pincha un ojo por el que te quedás espiando.

Un agujerito triste.

Por ese mismo agujerito, después de un día, dos o quince, entra la garra de un monstruo, que con feroz devoción y ahínco logra abrir y hacer un boquete interesante por donde entra tan campante y como pancho por su casa. Y vos ahí con tu hojita siempre en blanco. O llena de garabatos que no dicen nada, pobre. Te ponés a escribir, a contar la historia del monstruo que entró por el agujerito y que hizo un boquete impresionante arruinando tu pared tan bien pintada y que está sentado en el rincón de tu cuarto y respira con ojos rancios y te mira desde vaya a saber dónde.

¿Entonces qué?

¿Te vas a poner a limpiar, a cocinar, a correr, a llamar insufriblemente a tu amiga por teléfono, vas a maltratar a tu empleado o empleador?

¿Te vas a pelear con tus hijos, con tu marido, con tu novio, amante o peor es nada, con tu madre, con tus vecinos, con tu mascota?

¿Adelantás el turno de terapia?

No.

Escribís como loca.

Pavada tras pavada, en medio de una agitación desmedida, buscando salvarte, es un acto reflejo, es el instinto de supervivencia. Vos ya sabés que eso no te salva, pero ahí estás a brazo partido intentándolo y en medio de esa cosa ridícula, en tus omóplatos empieza a salir algo. No es una joroba, es una especie de cuerpo alargado y con sustento en el aire gracias a que genera una diferencia de presiones entre su intradós y extradós, y ohhhh hete aquí que no se viene abajo y te remonta de nuevo en vuelo.

(Sólo que yo soy un pato criollo y no un pato francés, dicen también que los patos criollos cada dos pasos hacen una c----a)


* Dice Wikipedia: En aeronáutica, canard (‘pato’ en francés) es una configuración de aeronave de ala fija en la que el estabilizador horizontal está en una posición adelantada frente a las alas, en contraposición a un avión convencional donde está por detrás de éstas.

11 Comentarios

  1. Malena says:

    Hay que salvarse y volar, no olvidando empapar las plumas en tinta.
    Aunque corramos el riesgo de que nos bajen de un hondazo.

  2. Pato criollo?
    Ummmmmm, espera que ahora vengo. He tenido una idea...

    YA:

    Ingredientes para preparar pato criollo con ají:
    2 kg. de pato tierno
    50 g. ají panca
    100 g. de ají mirasol
    1/2 kg de cebolla
    1 cda de ajo molido
    1 cda de comino
    1 vaso de cerveza negra
    Sal y pimienta al gusto
    Receta para preparar pato criollo con ají:
    Lavar y seccionar el pato encurtiéndolo un par de horas con la cerveza, añadiendo parte del ajo, comino y pimienta. Conservar este aderezo.
    Freír la cebolla picada en daditos con la otra parte de ajo, comino, ají panca y ají mirasol.
    Llevar el pato encurtido en una olla a fuego lento, por media hora.
    Agregue el aderezo de la cerveza reservada y prosiga la cocción hasta que el pato luzca tierno.
    Servir con arroz o solo pero acompañado de yucas sancochadas.
    Saludos y buen con este rico pato criollo con ají.

  3. Solo quien arriesga puede saborear el sabor de la victoria. El gran hecho de intentarlo, ya es una victoria.

    Bezzz

  4. Genín says:

    Definitivamente el Toro es un bicho malo, te quiere cocinar con ají...
    Yo jamás te haria nada semejante, a mi me gustas a la naranja...jajaja
    Bueno, también me gustas escribiendo...jajaja
    Besitos y salud

  5. ¿nuna has pensado que las vacas lo que hacen es rumear y rumear letras, hasta el cansancio, para digerir lo mejor de ellas hasta convertirlas en alimento?...
    Cada animal tiene su especialidad, los patos por lo menos vuelan.

    Un abrazote querida Pato, y no le hagas caso a Toro, que no se que le anda pasando ultimamente jaja.

  6. Después de leer tu amenísimo relato he decidido quemar todos mis libros.
    No más literatura. Me basta y sobra la que yo hago.
    Los optimistas inventaron el avión y los pesimista inventaron el paracaídas.
    Abrazos y besos desde Copenhague la Iletrada,

    Ian.

  7. tus últimos post son bien "caprichosos",es decir : escribís lo que realmente te canta y eso es muy saludable para vos y nosotros tus agradecidos lectores.

    besos.
    Luis

  8. rh says:

    Pues entonces vivan los monstruos y los agujeros que hacen escribir a las patas como locas.
    Y una cosa: las pavadas son de pavos, no de patos.
    Besos

  9. Ese monstruo está solo y quiere ser tu amigo.A mí,como soy friki y me encantan los monstruos, me ha parecido encantador.Invítalo a volar.Besos***

  10. Me encanta tu verborrea que destila tu esencia pura.
    Un abrazo fuerte, Pato.

  11. Anónimo says:

    Hola yo te sigo, me guts como escribes

Gracias por tus palabras