Ayer  crecía juntando las botellas que llegaban a la orilla de los días.
Después me volví un espectro en esa isla desierta de la que todos hablan y pocos visitan por miedo a perderse, o no saber cómo se vuelve.  
Aviso por las dudas: no se vuelve.
No hay camino de regreso, las gaviotas se comen las miguitas de pan que los ingenuos dejamos  flotando  en las crestas de las olas. 
Y ya no hay regreso.
A veces en los sueños un laberinto  dibujado con tiza me empuja a creer que si, pero siempre termino acá, despierta en esta orilla fusiforme donde el tiempo es de nubes que pasan. Recogiendo voces atrapadas en vidrios. 
Y respiro aliviada, ya no quiero volver, sólo se juntar botellas.
Con códigos ocultos en los mensajes  escritos sobre la tierra bruta, partida la tosca con furia, abierta la herida, un grito urgente, un alarido en perdidas orlas de humo, pero siempre encerrados en botellas  que llegan. Tapizadas  botellas de musgo con caracoles adheridos, con huellas de promesas vencidas, con pájaros encerrados y revueltos. Botellas venidas a mis pies de pescador sombrío, de ojos desnudos para los días fríos, con brazos que se estiran buscando mimos.
E
s
c
u
c
h
a
me   
vení  
te digo
no me dejes acá 
-¿oís mi grito?-
soy la botellera
¡ahi voy!
Nado a brazo partido
hacia tu orilla
tengo algo que decirte
-¿seguís allí?-

Viaje iniciático a mi misma, otra vez al fondo del mar donde me habito y colecciono partes de mí que encajan perfectas en otros territorios a los que también llegan
                                                                                                            silentes botellas
                                                                            parlantes 
y sordas como tapias botellas sin ritmo.
Con voces dormidas en almohadas de celofán, con sus labios pegados al vidrio y sus narices olisqueando como perros solitarios, botellas en desuso, inútiles botellas de sal que a veces miro para creer que es cierta esta orilla, y la isla y mi destino de botellera errante, de mujer de vidrio roto, capaz de cortar, de pie en peligro.

12 Comentarios

  1. Genín says:

    Te abrazo, botellera querida...
    ¿Me sientes en mi abrazo?
    Besos y salud

  2. Pato says:

    Genín
    ¡Claro que si!

    =)

  3. Darío says:

    Amo a esa botellera. A veces, tengo el deseo inmenso de no volver, de no volver nunca más, llevado por migas...

  4. Fiaris says:

    ¡INTERESANTE ESCRITO!
    cariños

  5. No se vuelve jamás.
    Nunca.
    Incluso los recuerdos desaparecerán para que perdamos toda posibilidad de encontrar un camino.
    Nada que hacer.

    Besos.

  6. sra. says:

    No hay aquí quien resbale y pueda rehacerse... ni la pena nos dura, ni la pena vuelve.

    Hermosísimo siempre lo que piensas, lo que dices. Me remites siempre a algún sitio que tenía olvidado, y gracias a ti, rescato.

    Besos, Pato :)

  7. Tomo lo último: " (...)mi destino de botellera errante, de mujer de vidrio roto, capaz de cortar, de pie en peligro. "

    EXCELENTE!

  8. "No se vuelve" yo también lo he sentido, a veces no hay camino de regreso y otras no quieres volver... Hay momentos en los que te quedarías para siempre.
    Precioso Pato :)

  9. La vida es un camino sin regreso...

    Saludo

    J.

  10. Creo que no vale la pena volver siempre es mejor el presente...


    Besos

  11. Reina says:

    EL problema de los mensajes en las botellas es que quienes los escriben muchas veces no conocen los códigos y piden auxilio y rescate cuando sólo quieren compañía por un rato...
    Los mensajes en botellas suelen ser muy mentirosos... aunque una experta botellera errante seguramente ya no se deja engañar... :)

  12. Yo cuando creí que estaba harto de lanzar botellas al mar desde mi isla y devolverme siempre las olas cristales rotos decidí olvidarme de mensajes embotellados y rollos de papel mojado.
    Fue entonces cuando empecé a soñar que enviaba botellas al mar desde mi isla y que las olas me devolvían espuma y caricias sin preguntarme porqués ni cuándos ni dóndes.
    Y en esas estoy. Aquí, flotando.

    Ahí te va mi mensaje, lanzadora de versos, ahí te va mi abrazo, botellera errante... Porque de versos compartidos se compone este inmenso mar que, a pesar de todo (cortes, tapias, rotos, silencios...) nos une.

Gracias por tus palabras