El día que mi hermana nació, me regalaron una muñeca de rulos colorados que me gustaba muchísimo y la llamé Teresita. Un nombre que me hubiera gustado que papá y mamá le pusieran a ella, pero ellos no quisieron y la llamaron Alejandra.
Yo les pedí, les rogué que le pusieran Teresita como mi maestra de jardín, pero no. Fue Alejandra. Un repollito redondo y rojo que con los días se volvió dorado como un zapallo que crecía y crecía al mismo tiempo que yo me volvía cada vez, más pequeña y más flaca. Yo pensaba que si esto seguía así un día cualquiera iba a desaparecer y nadie se iba a enterar. Entonces para olvidarme ese miedo peinaba todo el tiempo a Teresita, hasta que su pelo rojo se volvió un matorral abundante y seco y dejó de gustarme. Llegué a odiarlo. No podía entender que me pasara eso, si estuve meses mirando y esperándola en la vidriera de la juguetería, mientras a mamá le crecía la panza. Yo adoraba esos rulos. Soñaba con hacerle un montón de torres trenzadas a esa cabecita adornada de flores. Lo cierto es que un día no soporté más los rulos y se los corté. De un saque dejé a mi muñeca pelada, igual que un bebé. Mamá me pegó un reto que ni te cuento, si hasta me puse contenta y todo, pero el enojo no le duró casi nada. Me hubiera gustado que por lo menos le durara mas de un día o algo así, pero no, enseguida se le pasó y hasta se lo contó a los tíos y terminaron todos riéndose de mí. Qué rabia. No pude entender qué les causaba tanta gracia si yo había hecho algo horrible, había dejado calva a mi muñeca nueva y con fibra amarilla le había dibujado un peinado con tres pelos para un lado y tres pelos para el otro. Como la peinaban a ella. No pude olvidar esas risas. Los adultos se ríen de cosas que no entiendo y a veces duele. Pero la verdad, me molestó mas que dejaran de reírse ¿podés creer? porque enseguida mamá la trajo envuelta en una manta y todos se tiraron sobre ella y yo quedé a un costado con mi muñeca pelada y el eco de las risas, sola. Ese momento fue crucial y definitivo, supe entonces que podía ser muy mala. Con cinco años supe que era maldita y que siempre iba a ser así. Lloré mucho sentada en el piso del garage mientras me debatía entre hacerlo y no hacerlo, hasta que no pude aguantar más y con un serrucho de papá le corté la cabeza a Teresita.
Así empecé a ser “la mala”.

12 Comentarios

  1. mangeles says:

    jjajaja....mira que cortarle la cabeza a Teresita jejeje...jejejje

    Vale, vale , no me rio.

    A mí me producía desazón que no hubiera vuelta a trás. Que una vez que les había cortado el pelo...se acabó...nunca más tenian pelo...

    Me gustaba cortarle el pelo a mis muñecas..pero odiaba que no volviera a crecerles...

    Celos infantiles ¡precioso¡ ...La princesita sin trono

    Besos guapetona

  2. Que tierna entrada, los celos por un hermanito menor no lo he podido vivir, soy la menor jaja. Pero igual, jugaba a ser peluquera y gracias a dios que no me dediqué a eso, ¡hacía desastres en esas pequeñitas cabecitas que jamas recuperaban su calello!! y despues me arrepentía pero ya no había remedio.
    Desde este comentario tendré mucho cuidado con lo que te deje como mensaje, me atemorizan los serruchos jajaja.
    Un abrazo!!!!

  3. Tranquilas que el cuento es ficción, nunca serruché a ninguna muñeca, ajajajja!!!

    Besos para Mángeles y Beatríz :)

  4. Me parece un relato escalofriante.
    Estremecedor.
    Además de buenísimo.
    Los niños son tan impresionables que me da miedo lo inconscientes que somos muchas veces los adultos con ellos.
    Yo lo he leído desde el terror.
    No sé si era esa tu intención.
    Pero a mí me lo ha producido.
    Aplauso.

    Besos.

  5. Anónimo says:

    Impresionante relato que atrapa hasta el final. Insólito, desconcertante, y con un final del todo inesperado. Yo, al menos, pensaba darle otro según bajaba los renglones.

    Un beso, Maga.

  6. Cuando le corto la cabeza a Teresita
    empezo a ser "la mala" y sin quererlo condeno a la hermanita a llevar la carga mas pesada: a ser "la buena",

  7. Bueno,alguna vez tenia que pasar...
    El comentario anterior es mio y no de silenciosa-mente.(el blog de mi esposa).

    Ahora si:
    Cuando le corto la cabeza a Teresita
    empezo a ser "la mala" y sin quererlo condeno a la hermanita a llevar la carga mas pesada: a ser "la buena".

  8. Patito me gusto mucho el relato, bien dicen que los niños son las personas más crueles solo por hacer y decir lo que sienten...Celos ese sentimiento que ciega que nubla la razón madre de crimenes horribles...


    Besos con cariño

  9. Será que como no soy madre, me ha entrado un ataque de risa para agradecer, jajajajajajajaj

    Los niños son geniales y uno en el camino los daña :S

    (Cuento veridico que tenemos que escuchar de cualquiera de las partes en una que otra reunión familiar: Mi madre le tenía pánico a su hermana menor que era un demonio vestida de rosa y cabello rubio. Un día mi tía la amenazo porque mi madre quería (y debía) acusarla por algo, podía ser cualquier cosa: respirar, por ejemplo y la enana super molesta, cogio la muñeca favorita de mi madre y empezo a desmembrarla y con ojos de loca, mordiéndole el pie a la muñeca, le grito a mi madre con su voz de zombie hambrienta: "Quiero comerrrrrrrrrr carne humanaaaaaaaaa"... Mi madre ingenua (y muy boluda la verdad) salió despavorida de la habitación y por supuesto luego de eso, le tapo una y mil cosas, no por ser la más pequeña... si no por ser justo la "más mala" jajajajajajaja. Mi tía hoy por hoy se defiende de las acusaciones diciendo que era más divertido ser mala que buena.)

    ;)

    Besos.

  10. impresionante Pato,, por suerte, despues vi que no era real,, ahora me quedo más tranquilo.

    Un abrazo

  11. ybris says:

    Dice bien Toro: es escalofriante.
    Es terrible la maldad que puede engendrar la ignorancia que nos hace invisibles e inexistentes por culpa de otras apariciones que se llevan toda la atención.
    Yo sí serré por la mitad un caballo hermoso de cartón que me regalaron de pequeño. Pero era por motivos científicos y no de despecho.

    Mi enhorabuena por tu relato

  12. Todas las emociones Pato, y toda la verdad.
    Recuerdo cuando iba a nacer mi segundo hijo y yo me quejaba con el pediatra de las actitudes de la hermana que a sus 18 meses estaba convertida en una gigante tirana. entonces el dijo:
    "Usted debe entenderla, ser paciente, es como si de repente, su esposo llegara y le dijera, - mira ella es mi otra mujer, y la vamos a querer mucho, no creas que a ti te voy a dejar de querer, noooo, tu llegaste primero y por eso eres importante y te amo, pero ella, tan indefensa, mirala que linda, tambien la quiero, tanto como a ti...-
    Ahí Pato, comprendí lo que mi hija sentía, jajaja y no solo aprecié sus tiranía, también yo me volví un poco,( DE SOLO IMAGINARLO) jaja
    Te abrazo amiga!!!
    besosssssssss!
    excelente relato_!

Gracias por tus palabras